«¿La guerra es algo terrible? Sí, pero es terriblemente rentable», dijo Lenin en una ocasión. El continuo agravamiento de los conflictos interimperialistas y de las guerras por delegación está demostrando una vez más que Lenin tenía toda la razón. Mientras miles de personas son masacradas en Gaza, Ucrania, Congo, Sudán y otros lugares, y mientras el gasto en defensa se dispara en todo el mundo, un puñado de capitalistas se llenan los bolsillos. La clase obrera está teniendo que pagar la factura de este derroche mortal.