Sidor (Siderúrgica del Orinoco), situada en Puerto Ordaz, Estado Bolívar, es una de las mayores acerías de América Latina. Desde que el gobierno del presidente Caldera privatizara la planta hace más de una década a una multinacional argentina, los trabajadores vivieron un proceso de terciariazación y precarización de los puestos de trabajo. Esta situación, que se arrastraba durante 10 años, desembocó en un conflicto de los trabajadores que, presionando al gobierno revolucionario, condujo a la nacionalización de la empresa. El presidente Chávez dio la orden de nacionalizar la empresa después de 13 meses de lucha por el contrato colectivo y la nacionalización ante la intransigencia del grupo Termium, propietario de la siderurgia. El próximo 30 de junio finaliza el proceso de nacionalización de Sidor. Este acto será la culminación de años de lucha de los trabajadores de Sidor en defensa y mejora de los puestos de trabajos y por la nacionalización de la empresa.
A las dos de la tarde del miércoles 25 de junio, en un auditorio entusiasta repleto de trabajadores de Sidor, comenzó el acto de presentación del libro de Alan Woods, Reformismo o Revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI (Respuesta a Heinz Dieterich), con 550 trabajadores que abarrotaban el salón, con algunos sentados en las escaleras y de pie en los pasillos. En la mesa presidencial estaba el viceministro del MIBAN, Iván Hernández, la vicepresidenta de la CVG, Elizabeth Alves, el miembro de la directiva del sindicato Sutiss, José Meléndez y Francisco Rivero en nombre de la CMR, Corriente Marxista Revolucionaria. Este acto tiene una significación histórica pues es la primera vez en que las ideas del marxismo son expuestas en el salón de actos de Sidor. Esto, que hubiera sido impensable hace unos meses, se convirtió en realidad en la tarde del miércoles.
El camarada Alan Woods señaló que en los últimos 20 años colapsaron todas las perspectivas de la burguesía tras la caída de la URRS. Ni paz, ni crecimiento económico, ni estabilidad política o social. "Si prendes la televisión, no te hace falta ser un gran filósofo para ver la crisis formidable del capitalismo en todo el mundo", afirmó Alan.
Los reformistas recurren como argumento general contra la revolución, a la invasión del imperialismo, señaló Alan. Pero, ¿hay límites contra el imperialismo? Miremos a Irak y Afganistán. Los imperialistas están empantanados en esos dos países. "Tarde o temprano tendrán que salir de Irak con el rabo entre las piernas. Los Estados Unidos gastan semanalmente 2000 millones de dólares. Eso es una sangría de oro y sangre que ningún país puede aguantar indefinidamente", asintió Alan. "Por ello, está descartado que el imperialismo en las condiciones actuales invada Venezuela, como hubiera hecho en otra época".
Alan también criticó a aquellos que como Dieterich intentan reinventar el socialismo. Frente a ellos Alan defendió la vigencia de las ideas del marxismo y de El Manifiesto Comunista, del que dijo que "es un libro más actual que cuando fue escrito. Los reformistas nos acusan de ser utópicos en contraste con ellos que se dicen realistas, pero su realismo es el del hombre que quiere enseñar al tigre a comer ensalada en vez de carne".
El camarada Alan Woods criticó la idea de Dieterich del Bloque Regional del Poder, consistente en establecer alianzas regionales con las burguesías de otros países latinoamericanos: "Argentina sería uno de los integrantes de este bloque, y todos nosotros sabemos cómo los burgueses argentinos quieren a los trabajadores venezolanos." (Puesto que los antiguos dueños de Sidor eran argentinos, esta afirmación despertó una carcajada general). Frente a la idea de unas alianzas con gobiernos burgueses en América Latina, Alan defendió que "los únicos aliados de la revolución venezolana son nuestros hermanos de clase de otros países y no los capitalistas."
"Los reformistas ejercen presión para que no se toque la propiedad privada. Pretenden planificar el capitalismo. ¿Cómo se puede planificar lo que no se controla?" cuestionó Alan. Señalo que él estaba en contra de tocar la propiedad privada del 98 por ciento de los venezolanos, es decir de los trabajadores, los campesinos y las clases medias, pero sí estaba a favor de expropiar la propiedad del 2 por ciento de la población, de la burguesía. Esto contó con el aplauso generalizado de los trabajadores.
"Hay que seguir el ejemplo de Sidor y nacionalizar las mayores industrias del país, la banca y la tierra bajo control obrero", dijo. "Los trabajadores de Sidor mostraron con su ejemplo que la única manera de resolver sus problemas es luchando y organizándose desde las bases", afirmó Alan entre un gran aplauso de los trabajadores.
Alan también dijo que sólo se pueden construir empresas socialistas si las mismas están bajo el control de los trabajadores y que los burócratas se caracterizan por la falta de confianza en los trabajadores. "La clase obrera ha demostrado su capacidad para ponerse al frente de la revolución. El día de la noticia de la nacionalización de Sidor, la producción de la acería aumentó y los trabajadores se organizaron para garantizar que los gerentes capitalistas no sabotearan el proceso de nacionalización. Todo esto demuestra que la clase trabajadora tiene un elevado nivel de conciencia, en contra de los argumentos de los reformistas".
Para finalizar, Alan subrayó: "Tenemos que ganar las elecciones a alcaldes y gobernadores en noviembre votando a los candidatos del PSUV", pero advirtió que el resultado del referéndum constitucional es una señal de alarma para los revolucionarios "pues muestra que el pueblo y los trabajadores están cansados de que los problemas no se resuelvan, cansados de discursos, de elecciones y de que la revolución no se lleve hasta el final expropiando a los capitalistas", arrancando un nuevo aplauso de los trabajadores.
A la intervención de Alan le siguió un animado debate donde los trabajadores hicieron preguntas y pequeñas intervenciones. Una trabajadora, Yesica, señaló que en esta nueva empresa no se puede repetir la corrupción y las desigualdades de la empresa capitalista donde los gerentes ganaban hasta 43.000 dólares mensuales, mientras que los trabajadores ganaban sueldos miserables. Destacó que el control obrero, tal como el desarrollado por los obreros por departamentos para impedir el sabotaje capitalista y garantizar que la empresa se traspase en condiciones óptimas para la nacionalización, debe ser el camino para el futuro.
Alan, para terminar, parafraseó el himno nacional venezolano exclamando: "Gloria a los bravos obreros de Sidor, que lanzaron el yugo del gran capital", y añadió, refiriéndose al gobierno del presidente Chávez, que éste debía seguir el ejemplo de los trabajadores de Sidor, "al igual que Caracas y todo el resto del país". El evento terminó entre aplausos de los trabajadores que adquirieron 40 ejemplares del libro (todos los que había) de Alan y 90 números del Militante, mostrándose enormemente interesados en las ideas de la CMI.