Desde que la marea revolucionaria barrió a Sheikh Hasina hace una semana, las masas, dirigidas por los estudiantes, siguen movilizándose. Los comités se han ido extendiendo por todo el país, sobre todo, pero no exclusivamente, entre los estudiantes. En muchos lugares han desplazado las funciones del Estado. La clase dirigente está suspendida en el aire. Existe una especie de doble poder. Pero la revolución se enfrenta ahora a nuevos peligros: no sólo las conspiraciones de la depuesta Liga Awami, que continúan, sino la confusión sobre la dirección a seguir.