El 53º Congreso de la CGT, realizado a fines de marzo, marcó un punto de inflexión en la historia de esta confederación sindical. Los 942 delegados se polarizaron entre una izquierda y una derecha, que se enfrentaron durante cuatro días. Sobre todo, la izquierda parecía más fuerte y ofensiva que nunca, aunque la derecha logró mantener el control de la dirección y colocar a una de las suyas, Sophie Binet, como secretaria general.