El miedo ha cambiado de lado en Túnez. Durante años la población tunecina, su juventud, sus trabajadores, y sus madres estuvieron paralizados por el miedo a la represión. El letargo político era la norma, la revuelta la excepción. Ahora las cosas se han puesto patas arriba. El desafío al régimen brutal, a su estado, a sus espías, a sus medios de comunicación, a su partido en el poder, a su policía y a su ejército se ha convertido en la regla durante las tres semanas de revuelta que ha sacudido a Túnez. Esto representa un cambio sísmico en la conciencia de la juventud y en la psicología general de las masas, de los pobres, así como de la clase media. Esto ha tenido un impacto no sólo en
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