África

En los últimos meses se ha intensificado el conflicto en curso en el este del Congo, que ha desatado una ola de muerte y destrucción, obligando a más de 1,5 millones de personas a abandonar sus hogares desde enero. 

El asalto de los jóvenes revolucionarios al Parlamento keniano la semana pasada sorprendió al mundo y dejó a los políticos y a la clase dirigente en estado de pánico y confusión. La fuerza bruta no pudo desalojar a las masas de las calles. El régimen se ha visto obligado a recurrir a nuevos métodos: una astuta combinación de engaños, maniobras y provocaciones.

En un discurso pronunciado hoy [26 de junio], el presidente de Kenia, William Ruto, anunció que no firmará la Ley de Finanzas, aprobada ayer en el Parlamento, ante el movimiento insurreccional de las masas kenianas.

Hoy [25 de junio], la odiada Ley de Finanzas 2024, que provocó un movimiento sin precedentes de la juventud keniana la semana pasada, se presentó ante el parlamento para su tercera y última lectura. Antes de que comenzara la sesión, enormes multitudes descendían por el distrito central de negocios de Nairobi en dirección al edificio del Parlamento. A las 14.15 horas, los diputados aprobaron el proyecto de ley por 195 votos a favor y 106 en contra. En 40 minutos, las masas insurrectas habían irrumpido en el Parlamento y los diputados huían despavoridos.

Grandes acontecimientos sacuden Kenia. El gobierno de William Ruto, fiel servidor de Washington, el FMI y el Banco Mundial, intenta imponer impuestos punitivos a las masas. Y su gobierno ha cosechado una explosión de la juventud, que ha inundado espontáneamente las calles de todas las grandes ciudades. Hay elementos revolucionarios en la situación, y muchos hablan de la llegada de Sri Lanka a Kenia.

Hay muchas personas sinceras en occidente que se orientan hacia la campaña BDS (Boicot, Desinversión Sanciones) como una manera ‘práctica’ de mostrar solidaridad con Palestina. BDS exige el aislamiento cultural y económico de Israel para atacar los bolsillos de los sionistas. Sus activistas suelen usar el ejemplo del régimen racista del Apartheid en Sudáfrica, el cual, ellos dicen, fue derrocado en gran parte por las sanciones y la presión por parte de la ‘comunidad internacional’. Pero, ¿es realmente el caso?

En todo el supuesto 'civilizado' mundo occidental, las clases dominantes se han unido para denunciar el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre y se han reunido detrás del 'derecho a defenderse' de Israel mientras bombardea Gaza hasta dejarla hecha escombros. Pero esta no es la primera vez que se nos dice que aceptemos una sangrienta guerra contra un pueblo oprimido en nombre de la 'defensa propia' de la nación opresora.

En las primeras horas de la mañana del miércoles 29 de agosto, 12 oficiales militares aparecieron en la televisión nacional de Gabón para anunciar que habían cancelado los resultados de las últimas elecciones, disuelto todas las instituciones estatales y cerrado las fronteras del país. Este último golpe militar contra un títere del imperialismo francés continúa un proceso que ya ha visto tomas del poder en varios países africanos, incluidos Níger, Malí y Burkina Faso.

La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) se reunió el pasado jueves en Abuja, capital de Nigeria, para debatir cómo responder al reciente golpe de Estado en Níger. El plazo fijado por la ECOWAS para que los golpistas se hicieran a un lado y restablecieran en el poder al presidente Mohamed Bazum expiró el domingo anterior sin que se produjera la intervención militar con la que países como Nigeria habían amenazado.

El establecimiento del gobierno militar en Níger representa un punto de inflexión en el Sahel. Considerado un importante bastión de estabilidad por las potencias occidentales, la rápida caída del gobierno de Niamey, respaldado por Francia, es solo el último de una serie de golpes anti-franceses en una región acosada por la inestabilidad y la interferencia imperialista.

Un enfrentamiento abierto en el seno de la contrarrevolución sudanesa ha sumido al país en la violencia, que ha matado ya a un centenar de personas y herido a cientos más. Esta batalla largamente esperada para determinar qué camarilla de gángsters asesinos se queda con el botín de Sudán es una trágica consecuencia del fracaso de las masas a la hora de tomar el poder tras la revolución de 2018-9.

La revolución sudanesa se encuentra en una encrucijada crítica. Las fuerzas de seguridad están asesinando, violando y atacando a las masas con impunidad. La revolución ha respondido lanzando nuevas protestas, bloqueando barrios y realizando una huelga general de dos días, aunque esta última se vio debilitada por la falta de organización. Debemos ser claros: el tiempo se agota.

La revolución sudanesa ha dado un nuevo giro. 28 días después del golpe de Estado que le apartó del poder, Abdalla Hamdock fue restituido como Primer Ministro por la Junta Militar. Las calles, que han luchado y derramado sangre durante un mes para conseguir un gobierno civil, han recibido esta noticia, no con júbilo, sino con rabia.

Se suponía que el golpe lanzado el lunes pasado por el general Abdel Fattah al-Burhan sería una rápida y decisiva toma del poder por parte del Consejo Militar de Transición (TMC). Pero los golpistas no contaron con la fuerza del pueblo revolucionario, que se ha levantado por centenares de miles, lanzando protestas y huelgas en todo el país para oponerse a cualquier retorno al régimen militar.