Mientras despedían con bailes el Viejo Año y daban la bienvenida al Nuevo con cantidades copiosas del mejor champán, como es su costumbre; los burgueses, desde Nueva York hasta Londres, deben haber sentido un brillo reconfortante de confianza. Cinco años después de la catástrofe de 2008, ¿no están todavía firmemente al mando del timón? Los temores iniciales de que la crisis debía conducir a un terrible apocalipsis social y político se han disipado. El capitalismo está vivo y coleando. Los beneficios están fluyendo alegremente y los ricos son cada vez más ricos. En resumen, todo va bien en el mejor de los mundos capitalistas.