Tras 13 días de huelga heroica – seguida con enorme atención y simpatía en todo el Estado – los trabajadores de la limpieza de calles y jardines de Madrid han vencido a las empresas que tienen concesionado el servicio y al Ayuntamiento del PP de Madrid, aliado a ellas. El Expediente de Regulación de Empleo (ERE) fue retirado y, con él, la propuesta de despedir a 1.134 trabajadores y de rebajar los sueldos un 40%. Esta ha sido la primera victoria obrera relevante en el Estado español, en una lucha defensiva, desde el inicio de la crisis.
Ni un solo despido ni reducciones salvajes del salario!
El aspecto más importante a destacar es que el conjunto de la clase obrera española ha percibido esa victoria. Esto dará, sin duda, ánimos al conjunto de la clase; y ayudará a ampliar y profundizar la reflexión y el debate en las fábricas, empresas y reuniones sindicales sobre cuáles deben ser los métodos de lucha más idóneos para vencer a la patronal y al gobierno del PP.
Como explicamos en nuestro artículo editorial de Lucha de Clases Nº 13: “Está calando en la clase trabajadora la idea de que hay que prepararse para conflictos duros y prolongados en el tiempo, de que la crisis llegó para quedarse, y que hay que pelear hasta el final por cada conquista. Está llegándose a la conclusión de que huelgas de un día son insuficientes, aunque sean generales. La idea de movilizaciones más contundentes y huelgas indefinidas está extendiéndose a sectores cada vez más amplios”. El desarrollo de la huelga de la limpieza de calles y jardines de Madrid ha confirmado absolutamente esta idea.
Una victoria parcial …
Es cierto que ha sido una victoria parcial. Y de esto son muy conscientes los 5.940 trabajadores de la limpieza de calles y jardines de Madrid que ratificaron por aplastante mayoría el acuerdo firmado por los sindicatos (UGT, CCOO, CGT, USO y CSIF) y la patronal.
Habrá congelación salarial hasta el año 2017, lo que implicará una pérdida anual de poder adquisitivo de los salarios según aumenten los precios (un 1%-2% los últimos años); si bien esta es la norma en la mayoría de los convenios colectivos actualmente.
También se aplicará un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) de 45 días al año a cada trabajador hasta el 2017, que implica recibir el 75% del salario un mes y medio al año. Además, ese salario se lo ahorra la empresa, al abonarlo el INEM a cuenta del hipotético subsidio de desempleo futuro del trabajador afectado. En los períodos de aplicación del ERTE, con menos obreros trabajando, habrá más carga de trabajo para ellos. Pero el ERTE no afectará a las vacaciones, a la jubilación, ni a las pagas extras.
Por último, en jardinería se parten las vacaciones, 21 se tomarán en verano y 10 en el resto del año.
No obstante, se pararon otros ataques que la empresa quería imponer, como la antigüedad, que se mantiene; y la jornada, que queda como hasta ahora, y no sufrirá modificaciones sustanciales. La patronal ofrecerá prejubilaciones, bajas y excedencias, pero serán todas voluntarias.
… y una gran victoria moral y política
Desde luego, no aceptamos que los trabajadores vean degradadas ni un ápice sus condiciones de vida para mantener los beneficios de las grandes constructoras (OHL, Sacyr, FCC, Ferrovial), que tienen a cargo el servicio de la limpieza viaria y de jardines de Madrid a través de empresas-pantalla. Cuando, además, este servicio debería estar municipalizado, tarea que deberá ser una de las primeras en llevar a cabo un futuro, y esperamos que próximo, Ayuntamiento de la izquierda en Madrid.
Creemos que una extensión del conflicto a otros sectores con problemas similares por parte de los sindicatos (EMT, Tragsa, Telemadrid, teatros, sanidad, etc. sólo para hablar de la Comunidad de Madrid), articulando acciones conjuntas, en medio del descrédito creciente del Ayuntamiento de Madrid y de su aislamiento social, y una gran campaña de solidaridad en todo el Estado, teniendo en cuenta la gran simpatía que había encontrado esta huelga, quizás habrían permitido arrancar un acuerdo más favorable para los intereses de los trabajadores.
Pero tampoco somos doctrinarios y comprendemos el contexto en el que esta lucha ha tenido lugar. La experiencia amarga de estos años ha sido la del cierre de miles de empresas y el despido de cientos de trabajadores en todas y cada una de las grandes y medianas empresas que han permanecido en pie. Bajadas del salario del 10%, 20% y 30% impuestas por los patrones y favorecidas por la última reforma laboral del PP (y anteriormente por la del gobierno de Zapatero), también han sido moneda corriente. Es comprensible, por tanto, que ante el órdago lanzado por los vampiros de las contratas de limpieza de Madrid, que pusieron sobre la mesa más de un millar de despidos y reducciones salariales del 40%, la derrota completa de estas medidas con la lucha haya sido tomada por los barrenderos y jardineros como una grandísima victoria, aunque a cambio hayan aceptado el empeoramiento temporal de algunas de sus condiciones laborales. Para ellos, lo que cuenta es conservar su puesto de trabajo y un salario decente, porque perder lo uno y lo otro significaba caer directamente en la miseria.
Hay quien podría argumentar que la intención de las empresas contratistas no era realmente despedir a tanta gente ni rebajar tanto el salario, sino aprovecharse del miedo de los trabajadores para empeorar sus condiciones laborales y sacar así una mayor tajada de beneficios. Y que, por lo tanto, quienes ganaron fueron realmente las empresas. Nosotros no estamos de acuerdo con este análisis. Aunque seguramente estas empresas pensaban negociar a la baja la cifra final de despedidos, y quizás la rebaja salarial, lo que sí daban por seguro era – porque es la experiencia general en el país – que el conflicto se iba a cerrar con varios cientos de despidos y un 10%-15% ó 20% de reducción salarial. Para no ir más lejos, Panrico planteó hace unas semanas el despido de 1.600 trabajadores y una rebaja salarial del 45% y finalmente acordó con la UGT el despido de 745 obreros y bajarle al resto un 25% los salarios.
Por lo tanto, que este conflicto se cerrara sin un solo despido – lo cual no tiene precedentes en las luchas defensivas habidas en estos años – y sin rebajas salariales en Tablas, es un gran éxito. Pero más importante aún es que la percepción que ha quedado, no sólo entre los barrenderos y jardineros de Madrid, sino entre los trabajadores y el conjunto de la sociedad en general, es que los vencedores fueron los trabajadores, y los perdedores las empresas. Y este tipo de victorias morales, en la situación actual, tienen una importancia mayor todavía que las victorias económicas y materiales, porque tienen un calado social y político. Da confianza a los trabajadores en sus propias fuerzas y favorece su predisposición a la lucha, y representa un golpe moral para el enemigo de clase. Crean un referente para ser seguido por otros sectores de la clase obrera. Más aún, habiendo aparecido el Ayuntamiento del PP de Madrid, con Ana Botella a la cabeza, completamente soldado a las patronales de la limpieza, esta derrota política y moral golpea de lleno a la derecha madrileña y a la derecha española, por la transcendencia alcanzada por este conflicto sindical en la capital del Estado.
Por lo tanto, desde todo punto de vista, el balance general de la lucha, teniendo en cuenta que éste tenía un carácter completamente defensivo, ha sido indudablemente positivo, tanto en la defensa de las conquistas básicas de los trabajadores de la limpieza de Madrid, como en el aspecto político y moral.
¿Por qué se ganó esta lucha?
Lo más importante fue el apoyo total y la implicación de todos los trabajadores afectados en el conflicto. Esta unidad de los trabajadores en lucha fue el factor decisivo. Y se puso de manifiesto en la manera que los trabajadores se enfrentaron a los servicios mínimos abusivos diseñados por el Ayuntamiento de ¡un 40% de los trabajadores! para boicotear la huelga. En la práctica, los trabajadores recurrieron a todo tipo de iniciativas para entorpecer y anular la puesta en práctica de los mismos, lo que fue reconocido por el Ayuntamiento y las empresas desde el primer día.
El Ayuntamiento y la prensa burguesa también fracasaron completamente en su intento de oponer la “opinión pública” a los trabajadores, tal era la simpatía hacia su lucha. El común de la gente razonaba de la siguiente manera: “Como si no tuviéramos suficientes problemas sociales causados por la crisis, ¡quieren despedir a 1.200 trabajadores y bajarles un 40% el salario! Es lo que nos faltaba ¡Y lo hacen las mismas empresas y políticos incompetentes y corruptos que tanto despreciamos!”
La histeria del Ayuntamiento de Madrid y de la señora Botella fueron tales que tuvieron que recurrir a la amenaza de contratar esquiroles, como efectivamente hicieron en las horas previas a la firma del acuerdo. Así, contrataron a 200 esquiroles por 85 euros la jornada para tratar de romper la huelga, escoltados por 600 policías municipales ¡3 policías por cada esquirol! ¡Si que temían a los obreros de la limpieza viaria de Madrid! ¡Y no les faltaba razón!
Pero hay otro factor que ha ayudado a la victoria. La disposición y voluntad de lucha de los trabajadores es una condición necesaria para vencer a la patronal, pero no es suficiente. El papel de la dirección es vital. Una cosa complementa a la otra. En ese sentido, hay que reconocer que las direcciones sindicales de los trabajadores, particularmente las de UGT y CGT, han reflejado de manera más o menos cabal la presión y la voluntad de los trabajadores durante el conflicto. Se ha impuesto la unidad sindical a los sindicatos más vacilantes, como CCOO en un primer momento y CSIF, se ha mantenido la moral de lucha y de organización de piquetes y asambleas todos los días de huelga. Y a diferencia de lo que ha ocurrido en la mayoría de los conflictos obreros de los últimos años, estas direcciones se mantuvieron inflexibles frente a la patronal en el tema de los despidos y de las rebajas salariales.
La necesidad del sindicalismo combativo
Es importante reivindicar el papel jugado por los sindicatos en este conflicto. Hay un desprestigio importante de los sindicatos de clase mayoritarios, UGT y CCOO, por la nefasta actuación de sus cúpulas confederales, y de numerosas direcciones regionales y provinciales y de federaciones de industria. Eso favorece, además, la dispersión sindical con las proliferación de desprendimientos y de sindicatos pequeños de carácter regional o local, frente a la necesidad que tenemos de fortalecer la unidad sindical de la clase obrera en el Estado español. Pero también existe una campaña de desprestigio del enemigo de clase para destruir moralmente la autoridad de la idea misma de la organización sindical.
Por tanto, que los sindicatos, en el caso del sector de limpieza de calles y jardines de Madrid, y para la “opinión pública” en general, muestren su valía y utilidad es muy importante para la recuperación de la autoridad moral de la organización sindical. Es justamente este tipo de luchas victoriosas, que empujan al frente a los activistas y delegados sindicales más luchadores y combativos, la mejor manera de estimular el proceso de recuperación sindical que necesitamos y que ponga al frente de los sindicatos a nuevas direcciones luchadoras y combativas y los libere del peso muerto de las viejas direcciones sindicales gastadas y burocratizadas.
Como declaraban ayer a los medios de comunicación los propios dirigentes sindicales del conflicto: “Somos solidarios, no se nos va a olvidar el apoyo de otros colectivos, lo vamos a devolver. Que no lo duden los compañeros de la EMT [Empresa Municipal de Transportes]. Si mañana entran en conflicto, ahí nos tendrán”, dijo Juan Carlos del Río (UGT) en la atestada asamblea convocada en el Templo de Debod. La empresa pública de los autobuses urbanos está en mitad de la negociación de su nuevo convenio, en el que se han planteado rebajas salariales y despidos. “Lo hemos ganado en la calle y en la calle lo vamos a defender”, añadió Félix Carrión (CC OO), desde la reunión organizada en uno de los cantones (centros de trabajo) de Carabanchel” (Punto final a la huelga de limpieza, El País 18/11/13).
La huelga indefinida de la limpieza viaria de Madrid nos enseña muchas lecciones. Ha sido un hito de la voluntad de lucha de uno de los sectores más explotados de la clase obrera, que ha puesto contra las cuerdas a una de las instituciones más relevantes del país, como es el gobierno de la capital del Estado, en manos de la derecha, arrinconando a estos patéticos, miserables, mediocres e ignorantes políticos del PP. Ellos han demostrado que el “Sí se puede” no es una simple frase; y que ante la ofensiva reaccionaria de la patronal y del gobierno, la clase obrera española comienza a mostrar sus dientes ¡Tanto honor para estos obreros!
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