Las elecciones generales del 20 de diciembre en el Estado español dibujan el escenario parlamentario más inestable e incierto desde 1977.
Pese a que la clase dominante trata de presentar los resultados aparentando cierto alivio, escudándose en la victoria del PP, en realidad está aterrada ante las dificultades que existen para formar un gobierno viable que mantenga la dura política de ajuste que exige la crisis del capitalismo español.El verdadero protagonista del 20D no es la victoria del PP, que fue muy pobre, sino el fortalecimiento de las tendencias más radicales dentro de la izquierda y la pérdida de sustentación social del PSOE, que entrega a PODEMOS y a sus candidaturas aliadas sus bastiones más importantes en la clase obrera y las grandes ciudades.
Contra lo que se esperaba, la participación en las elecciones no fue alta, sino más bien media-baja, un 73,20%, aunque fueron 4 puntos más que en 2011. El nivel de abstención fue mayor en las zonas, provincias, ciudades y barrios de mayor implantación tradicional del bipartidismo PP-PSOE; y menor en las zonas donde hubo un voto más volcado hacia las fuerzas emergentes, como PODEMOS o CIUDADANOS. Es decir, esta falta de participación reflejaría la profundización del proceso de ruptura de una franja importante de la población con el bipartidismo PP-PSOE, pero que aún recela de las nuevas fuerzas aparecidas en el último año y medio. En Catalunya, donde también hubo una participación sensiblemente por debajo de la media, esto tuvo que ver también con el peso del electorado independentista, una parte del cual que no se sintió estimulado en participar en unas elecciones de carácter estatal.
Los resultados del PP
Es suficiente mencionar el resultado conseguido por el PP para apreciar las patas de gallo sobre las que sustenta su victoria: el 28,72% obtenido (7,2 millones) es incluso menor que el porcentaje conseguido por el PSOE en las elecciones que perdió en 2011 (28,76%) cuando el PP ganó con el 44,6% de los votos. Ya entonces, el PSOE obtuvo el peor resultado de toda su historia en unas elecciones desde 1977. Este porcentaje del PP es, de hecho, su peor resultado desde las elecciones de 1989. Y supone una pérdida de 3,65 millones de votos con respecto a las elecciones de 2011.
Es cierto que el PP ha conseguido frenar la sangría de votos que se esperaba hacia CIUDADANOS y otras fuerzas menores, y conserva una base social significativa que aún le es fiel, constituida por amplios sectores de la clase media, gente mayor y jubilados, profesionales y sectores atrasados de trabajadores. En realidad, como sucede en parte también con el PSOE, estos son los sectores más conservadores, inertes y retardatarios de la sociedad; cuyo peso numérico contrasta vivamente con su limitado peso y dinamismo social y económico. En la lucha de clases en la calle, en la vida política activa, el papel de estos sectores es irrelevante en comparación con el peso de las masas de la clase obrera, de la juventud y de la clase media progresista.
El PSOE y PODEMOS
El PSOE, por su parte, consigue un nuevo récord a la baja, con un paupérrimo 22% y 5,5 millones de votos. Pierde 1,5 millones de electores, pese a haber estado en la oposición frente al gobierno más reaccionario habido desde los tiempos de la UCD de Adolfo Suárez, al inicio de la Transición.
El dato más relevante de estas elecciones es, sin duda, el 20,7% conseguido por PODEMOS y sus candidaturas aliadas en Catalunya (En Comú Podem), País Valenciano (Compromís-Podemos) y Galicia (En Marea), quedando a poco más de un 1% de distancia del PSOE, y consiguiendo 5,2 millones de votos. Y si a esto le sumamos el resultado de Izquierda Unida (a través de Unidad Popular), con el 3,67% y 926.000 votos, la suma de votos PODEMOS-IU y de sus candidaturas aliadas, suponen el 24,4% y 6,1 millones de votos, superando al PSOE.
De esta manera, tenemos el resultado histórico de que por primera vez en la historia parlamentaria española, la socialdemocracia es superada en votos por fuerzas situadas a su izquierda.
Si bien es cierto que el resultado de IU es históricamente bajo, en parte influye el hecho de que tanto en Catalunya como en Galicia ha formado parte en estas elecciones de las candidaturas de unidad popular, En Comú Podem y En Marea, respectivamente, y sus votos en estas zonas se cuentan aparte. En 2011, IU consiguió 350.000 votos en ambas zonas, El voto a IU tiene un componente más concentrado de izquierdas y de clase, en relación a Podemos, y aunque su campaña sufrió un boicot descarado de los grandes medios, fue bastante militante y sus actos fueron relativamente nutridos. Pero la larga cadena de errores de la dirección que se remontan años y décadas atrás, terminan pagándose. El gran carisma de su nuevo dirigente, Alberto Garzón, no bastó para incrementar sensiblemente sus votos en el resto del Estado y, salvo en Madrid, no consiguió representación parlamentaria, ni siquiera en sus tradicionales feudos andaluz y asturiano. Para las amplias masas que han girado a la izquierda en estos años, incapaces de apreciar diferencias sensibles entre Podemos e IU, se impuso el voto al partido que veían con más posibilidades de ganar, Podemos.
Los resultados de PODEMOS son llamativos porque el partido venía de un proceso de declive en sus expectativas de voto, que se había iniciado en enero de este año con el comienzo de un acusado giro hacia la moderación en el programa y en las consignas lanzadas desde la dirección. Esto desorientó a un sector despierto recientemente a la política que había sido atraído inicialmente por PODEMOS, y ayudó a la crítica malévola de los medios de comunicación burgueses sobre la inviabilidad de las propuestas iniciales de PODEMOS, haciendo que la organización transmitiera ante la opinión pública cierta sensación de inseguridad e incertidumbre.
A esta desorientación también ayudó la actitud de los dirigentes de PODEMOS cuando se los vinculaba falsamente al gobierno venezolano. En lugar de defender enérgicamente las conquistas de la revolución bolivariana y denunciar el acoso que sufre por el imperialismo y la oligarquía local, mostraron la mayoría de las veces un perfil claudicante, pusilánime y vacilante. Aun reconociendo el burocratismo y la corrupción en las partes altas de la dirección bolivariana, los dirigentes de PODEMOS debían haber denunciado el doble rasero hipócrita del gobierno español por sus excelente relaciones con países que sí violan sistemáticamente los derechos humanos como Arabia Saudí, Marruecos o China, y que no es el caso de Venezuela.
Por último, PODEMOS pagó caro el apoyo activo que le prestaron sus dirigentes a la política claudicante de Tsipras y SYRIZA con la firma de un nuevo acuerdo de austeridad, ajuste y privatizaciones. El mal resultado de las elecciones catalanas del 27 de septiembre coronó este proceso declinante que auguraba un mal resultado para las elecciones generales del 20D, mientras que la prensa burguesa promocionaba sistemática y descaradamente a CIUDADANOS como el “cambio seguro”.
Las razones de la “remontada”
En un reciente artículo, ya explicamos las razones de la “remontada” de las últimas semanas de PODEMOS que comenzaban a reflejar las encuestas previas a las elecciones del 20D. Ello se debió al proceso de descrédito de Ciudadanos, por su marcado giro a la derecha, y al empleo de un discurso por la dirección de PODEMOS más radical y con un contenido de clase más claro, orientado a los trabajadores y a la “gente humilde”, agitando un programa electoral de medidas sociales que conectaba con la simpatía y el apoyo de amplias capas de la sociedad y de la clase trabajadora. Los dirigentes de Podemos mostraron una actitud firme de derogar toda la legislación reaccionaria del PP, y rechazaron sin ambages la implicación española en una guerra en Siria. La intervención destacada del compañero Pablo Iglesias en los dos debates electorales televisivos de El País y La Sexta, que contaron con millones de televidentes, catapultaron finalmente las expectativas electorales de PODEMOS.
En los mítines electorales, que fueron lo más masivos de todos los partidos, los dirigentes de PODEMOS subrayaron más enérgicamente aún, este perfil de clase, como cuando Pablo Iglesias señaló que cuando visitó el Congreso un senador de la oposición le señaló que jamás votaría a PODEMOS, mientras que una de las camareras del recinto le confesó al oído que ella si le iba a votar, para terminar diciendo: “existe más gente humilde que senadores en nuestro país y a ella nos debemos”.
Otro factor clave fue la política de alianzas de PODEMOS, con la incorporación de Ada Colau y Barcelona en Comú en Catalunya, y la valiente decisión de Ada Colau de participar en mítines importantes de PODEMOS fuera de Catalunya, como en Madrid y Valencia, aportando a PODEMOS su indudable autoridad y carisma moral y político. Lo mismo puede decirse de la incorporación de Compromís en el País Valenciano y de los nacionalistas de izquierdas gallegos de Xosé Manuel Beiras y de las plataformas municipalistas gallegas, las Mareas.
El apoyo que PODEMOS y sus candidaturas aliadas consiguieron finalmente el 20 D es más impactante cuando queda detallado por comunidades autónomas y capitales de provincia. El voto de PODEMOS y de sus candidaturas aliadas superó al PSOE en 8 de las 17 comunidades autónomas: Madrid, Catalunya, País Valenciano, Euskadi, Galicia, Navarra, Islas Baleares e Islas Canarias. Si sumamos los votos de IU, PODEMOS-IU superan además al PSOE en Aragón y Asturias. De manera que en 10 de las 17 comunidades autónomas, la izquierda radical supera en votos a la socialdemocracia. Por otro lado, PODEMOS y sus candidaturas aliadas superaron al PSOE en 23 de las 50 capitales de provincia, a las que se añaden 12 capitales de provincia más, si sumamos los votos de IU. De manera que el POE fue superado en votos por fuerzas situadas a su izquierda ¡en 35 de las 50 capitales de provincia del país! Más llamativo aún, el PSOE es superado por estas fuerzas en 18 de las 19 capitales más pobladas del país, manteniendo su hegemonía solamente en la ciudad de Sevilla.
Sólo las profundas raíces sociales que el PSOE mantiene todavía en Andalucía, Extremadura, Asturias, las dos Castillas y, en menor medida, en Aragón, es lo que ha permitido a este partido evitar ser superado ampliamente por PODEMOS y sus candidaturas aliadas en estas elecciones.
Los resultados de PODEMOS
Si nos centramos en los resultados conseguidos por PODEMOS y sus candidaturas aliadas en cada zona, los datos no son menos impactantes. PODEMOS es la segunda fuerza en la Comunidad de Madrid y en la capital del Estado, Madrid, por detrás del PP. Y supera al PSOE en la mayoría de las poblaciones del cinturón rojo madrileño, siendo la primera fuerza en Coslada, Parla, Rivas-Vaciamadrid, y San Fernando de Henares.
Sin duda, uno de los resultados más sobresalientes se da en Catalunya, donde PODEMOS particióa en la candidatura de En Comú Podem (ECP), junto a Barcelona en Comú de Ada Colau, Iniciativa per Catalunya y la rama catalana de IU, EUiA. ECP ha sido la fuerza más votada en Catalunya con el 24,74% de los votos y ganó ampliamente en las provincias de Barcelona y Tarragona. Además de las ciudades de Barcelona y Tarragona, ECP ganó en todas las grandes ciudades industriales de la provincia de Barcelona: como Hospitalet, Badalona, Cornellá, Granollers, Martorell, Terrassa, Sabadell, o Santa Coloma de Gramenet. Es relevante mencionar que todas ellas fueron feudos tradicionales del PSC-PSOE, que quedó en segunda posición.
No es necesario insistir en el papel central jugado por Ada Colau y su grupo municipal Barcelona en Comú en esta victoria, dada su enorme autoridad moral y política entre las familias obreras catalanas.
También es llamativo que en Catalunya, los partidos de derechas, tanto nacionalistas catalanes como españoles, quedan respectivamente en los lugares 4º (Democràcia y Llibertat, ex CDC), 5º y 6º (Ciudadanos y PP).
Otro de los resultados resonantes de PODEMOS se da en Euskadi, sin duda un terremoto político. PODEMOS, con sus propias siglas, ha sido capaz de ganar en esta comunidad autónoma tan relevante, doblegando al PNV, hasta el punto de vencer en el corazón del movimiento abertzale, Gipuzkoa. PODEMOS gana en las provincias de Araba y Gipuzkoa y queda muy cerca de vencer al PNV en Bizkaia. Además de Vitoria-Gasteiz, San Sebastián, Irún y Eibar, PODEMOS gana claramente en toda la margen izquierda del Nervión, el corazón del proletariado industrial vasco, en ciudades como Sestao, Barakaldo, Santurtzi, Portugalete y Basauri. Y consigue victorias contundentes en zonas abertzales de Gipuzkoa, como Arrasate-Mondragón o Errentería.
PODEMOS ha sido también la segunda fuerza en Navarra, con el 23% de los votos, por detrás de UPN-PP.
Globalmente hablando, en Euskal Herria sur (la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra) PODEMOS queda como primer partido con un 25%<, por delante del PNV, 19%; y de PP-UPN, 15%.
En otra nacionalidad histórica, como Galicia, la candidatura donde participa PODEMOS, En Marea, consiguió un resultado extraordinario, al quedar como segunda fuerza, por detrás del PP, que obtiene en su feudo de Galicia el peor resultado de su historia, con un 37%. En Marea consiguió el 25%, por delante del PSOE, y ha sido la primera fuerza en la mayor ciudad de Galicia, y la más industrializada, Vigo. En todas las demás grandes ciudades de Galicia, En Marea queda en segundo lugar por detrás del PP.
Sin duda, la correcta política hacia la cuestión nacional exhibida por los dirigentes de PODEMOS durante la campaña electoral, con la defensa abierta de un referéndum de autodeterminación vinculante, y su apariencia de fuerza radical, han sido claves para estos resultados en Catalunya, Euskadi, Navarra y Galicia. En Catalunya, se suma además el hartazgo de un sector del electorado independentista (sobre todo procedente de la CUP, que no se presentaba a las elecciones del 20D) hacia los partidos de Junts pel Sí (ERC y CDC, que se presentó como Democràcia i Llibertat). Después de tres meses, tras las elecciones catalanas de septiembre, la Generalitat sólo ha ofrecido palabras y resoluciones, pero ni un solo paso efectivo adelante que represente una verdadera perspectiva hacia la independencia o hacia un referéndum de autodeterminación genuino; mientras que PODEMOS sí transmitía sinceridad en sus promesas al respecto si llegaba al poder en Madrid. También un sector del electorado nacionalista radical y de izquierdas en Catalunya, Euskadi y Galicia, parece empezar a comprender que necesitan aliados serios en el conjunto del Estado español que, sin ser nacionalistas ni defensores de la independencia, se comprometan honestamente –como aparenta PODEMOS- a hacer valer sus derechos democrático-nacionales ante el resto de la población española. De esta manera, vemos el resultado positivo de una recomposición, afianzamiento y fortalecimiento de los lazos y vínculos de la clase obrera del conjunto del Estado por encima de las fronteras y sentimientos nacionales, pese a las provocaciones reaccionarias constantes de la derecha española.
Como prueba de esta sensibilidad hacia las reivindicaciones democrático-nacionales PODEMOS aceptó que En Marea y En Comú Podem tengan grupo parlamentario propio, aunque decidan y voten todo en común. Es importante señalar que algunos de estos diputados y candidaturas están a la izquierda de la dirección estatal de Podemos y pueden servir de ancla o contrapeso ante cualquier tendencia a la conciliación o moderación política.
Otro resultado sobresaliente de PODEMOS ha sido en el País Valenciano, aliado a Compromís. Ha quedado como segunda fuerza por detrás del PP, con el 25% de los votos, siendo igualmente la segunda fuerzas en las tres capitales: Valencia, Alicante y Castellón.
En Asturias, pese a haber quedado como tercera fuerza, por detrás del PP y PSOE, PODEMOS consigue muy buenos resultados en la capital, Oviedo, como segunda fuerza, y en ciudades industriales y mineras como Mieres, como primera fuerza, y segunda en Gijón y Avilés.
En Canarias queda también como segunda fuerza, lo mismo que en las Islas Baleares.
Aunque en Andalucía queda en tercer lugar, con cerca del 17%, estuvo a punto de ganar en la ciudad de Cádiz y venció en Puerto Real. Lo llamativo es que en las ciudades de Málaga, Granada y Córdoba, la suma de votos PODEMOS-IU, supera al PSOE en estas ciudades.
¿Qué significa todo esto? Significa que se ha producido una ruptura decisiva de la clase obrera con el PSOE en el terreno electoral, y significativamente de la clase obrera industrial en zonas tan importantes como Madrid, Cataluña, Euskadi, Asturias, País Valenciano, Galicia, y parcialmente en Andalucía. Son los sectores de la clase obrera más avanzados y conscientes que giran su mirada del PSOE, e incluso de IU, hacia PODEMOS. Estos elementos de cambio ya estuvieron presentes en las elecciones municipales y regionales del pasado 24 de mayo, pero ahora se han asentado, extendido y profundizado.
En su discurso al final de la noche electoral, el compañero Pablo Iglesias dedicó frases a la clase trabajadora, a sus luchas pasadas y presentes, a las conquistas de la II República y a revolucionarios como Buenaventura Durruti o Andrés Nin, en un discurso muy emotivo e inspirador, y que terminó con el canto colectivo de "El pueblo unido, jamás será vencido", de Quilapayún.
Todos los intentos de la burguesía española de demonizar, anular y acorralar a PODEMOS han fracasado, que en cambio comienza ahora a afianzar sus raíces entre las familias trabajadoras. Esto tiene el efecto positivo de exponer a PODEMOS a una presión más directa de la clase trabajadora, lo que podría favorecer el desarrollo de tendencias clasistas y marxistas en el seno y alrededor de la organización.
Desde la corriente marxista Lucha de Clases estamos orgullosos de haber participado activamente es estas semanas en la primera línea de la agitación política a favor de un gobierno de unidad popular de PODEMOS y de sus fuerzas aliadas, colaborando en la difusión de propaganda, pegando carteles y participando con nuestras mesas y materiales políticos en los principales actos electorales celebrados en el país.
Hay una reflexión final que hacerse en relación a la organización interna de PODEMOS. Pese a todo, resulta algo preocupante que una parte de la clave del éxito de PODEMOS provenga de factores externos, como su política de alianzas o el “fichaje” de personalidades progresistas para presentarlas como candidatos a diputados. La presencia de dirigentes sociales, vecinales, estudiantiles y obreros en la dirección de PODEMOS y en cargos de elección pública son excepcionales, con un predominio abrumador de profesionales, profesores de universidad y de sectores provenientes de la clase media que contrasta con las bases sociales de clase de apoyo de PODEMOS. Pero la condición para incorporar a luchadores sociales en las estructuras y la vida interna del partido requiere abrir la organización a un debate político vibrante, con una ampliación de la democracia interna y de una toma de decisiones que tome en cuenta la opinión de las bases, que no siempre es el caso actualmente.
CIUDADANOS
Sin duda, el gran perdedor de estas elecciones ha sido CIUDADANOS, que sacó el 13,9% y 3,5 millones de votos, cuando en noviembre las encuestas le daban por encima del 20%. De manera cínica, ahora los medios de comunicación burgueses se hacen eco de que durante meses las perspectivas electorales de CIUDADANOS estuvieron infladas, como si la cosa no fuera con ellos. El campeón del cinismo vuelve a ser el diario El País. Este diario desplegó una campaña de apoyo desvergonzada a favor de CIUDADANOS en las semanas previas a la campaña electoral. Todavía, en un artículo del 6 de diciembre sobre el Día de la Constitución, El País señalaba: “El líder de Ciudadanos convierte los actos de celebración del texto fundamental en una reivindicación de su capacidad para unir a los españoles” (Rivera, en el Congreso: “Viva la Constitución, visca la Constitució”. El País, 6 de diciembre).
Claramente, las causas del declive de Ciudadanos en su intención de voto se deben al acusado perfil derechista imprimido a su mensaje político en las últimas semanas. Ensoberbecido por las encuestas infladas de sus jefes del IBEX35, Albert Rivera decidió disputarle abiertamente al PP la franja del electorado que aún le era fiel a éste, pensando que CIUDADANOS ya no podía crecer más por su flanco “izquierdo”.
Rivera cometió un error garrafal cuando pretendió probarse el traje de “hombre de estado” duro y agresivo, tras los atentados yihadistas de París, adhiriéndose al reclamo del envío de tropas a Siria. La clara y firme oposición de la dirección de PODEMOS a una nueva aventura imperialista en Siria, alertando de un nuevo 11M en España como consecuencia, y el reproche permanente que Pablo Iglesias le hizo sobre esto a Rivera durante semanas, sin duda ayudó a exponer la naturaleza reaccionaria de Rivera y de Ciudadanos antes sectores de las masas de la población antes quienes había calado el discurso demagógico “semiprogre” de Ciudadanos. También la mayor dureza del PSOE hacia Ciudadanos, tras el buen resultado de este último en las elecciones catalanas, y las evasivas descaradas de Rivera sobre si estaría dispuesto a derogar leyes reaccionarias del PP como la reforma Laboral o la Ley Mordaza, así como su desprecio abierto hacia el problema de la violencia machista, terminaron por frenar su ascenso.
La clase dominante, tras detectar este declive, que se profundizó con el mediocre desempeño de Rivera en los debates electorales de los principales candidatos en El País y La Sexta, le retiró abiertamente su apoyo y decidió potenciar las opciones de PP y PSOE para tratar de asegurar un gobierno estable tras el 20D con sus fuerzas más confiables.
Así, el mismo El País que unos días antes había ensalzado hasta el paroxismo al pobre Albert Rivera, declaraba sólo unos días más tarde, tras el debate del 7D en La Sexta: “Desde el principio se temía que Rivera y sus Ciudadanos fueran más una marca que un proyecto, un estado de ánimo más que una verdadera formación política lista para gobernar el país. Lamentablemente, lo que se le ha visto en los debates no ha servido para despejar ese temor. Seguramente es pronto para conclusiones drásticas, pero es obvio que Rivera es aún un edificio a medio construir. En cambio, Pedro Sánchez ha demostrado mayor altura política, profundidad de propuestas y un aplomo personal más acorde a lo que se espera de un candidato a jefe del Ejecutivo” (Editorial El País, 9 diciembre).
Está claro que CIUDADANOS ejercerá el papel para el que fue diseñado por la oligarquía española: servir de sostén parlamentario del régimen, y eso significa apoyar abierta o veladamente al partido prosistema de turno, sea el PP o el PSOE. Así, frente a su dureza inicial contra el PP, cuando aún se creía sus opciones de victoria, diciendo que nunca apoyaría una investidura de Rajoy, un par de días antes de las elecciones del 20D declaró que se abstendría en la votación de investidura para facilitar la formación del gobierno de la fuerza más votada: esto es, del PP.
¿Y ahora qué?
Más allá de los votos conseguidos por cada formación, lo verdaderamente importante para la formación de un gobierno estable es la composición de la fuerza parlamentaria de cada partido. Bien es verdad que esta distribución de escaños es bastante antidemocrática porque privilegia la asignación de los mismos a las circunscripciones rurales más despobladas, donde la derecha es tradicionalmente más fuerte, en detrimento de las grandes ciudades. En base a eso, la distribución final de escaños ha quedado así:
PP: 123 escaños
PSOE: 90 escaños
PODEMOS y aliados: 69 escaños
CIUDADANOS: 40 escaños
ERC: 9 escaños
DiL (exCDC): 8 escaños
PNV: 6 escaños
IU-UP: 2 escaños
EH BILDU: 2 escaños
Coalición Canaria (CC): 1 escaño
Mayoría parlamentaria: 176 escaños
Un pacto PP-Ciudadanos daría 163 diputados. Necesitaría 13 más para conformar una mayoría sólida. En el pasado, los nacionalistas burgueses de PNV, CiU y CC, acudían al gobierno de turno de PP o PSOE a ofrecer sus servicios parlamentarios a cambio de algunas prebendas. El problema es que el PP está tan desprestigiado, y es tan odiado en Euskadi, Catalunya y Canarias –y la crisis es tan grave que la capacidad de la derecha española de ofrecer migajas ha quedado tan considerablemente reducida en estos tiempos de crisis- que es altamente improbable ningún pacto sólido de estas fuerzas nacionalistas con una derecha española que se ha mostrado estos años rabiosamente antinacionalista. En realidad, estas fuerzas nacionalistas, en Euskadi y Catalunya en particular, se sentirían más cómodas alcanzando algún tipo de acuerdo con el PSOE. Pero un acuerdo con el PSOE, incluso aunque tuviera el aval de CIUDADANOS, tampoco garantiza una mayoría absoluta en el parlamento ante la previsible negativa de PODEMOS y de IU a avalar un gobierno de este tipo. Como además, ERC ha declarado que se abstendrá de participar en la vida parlamentaria de Madrid, se dificulta mucho más cualquier perspectiva de un gobierno “progresista” bajo la conducción del PSOE.
Se mire por donde se mire, sólo algún tipo de colaboración PP-PSOE-CIUDADANOS podría dar un mínimo de estabilidad –aunque sea inicial- a un futuro gobierno en La Moncloa. Es improbable que asistamos a un bloqueo parlamentario y a la repetición de elecciones dentro de dos meses, ya que no habría ninguna garantía que su resultado condujera a un parlamento “más gobernable”, con el agravante para la clase dominante de que PODEMOS y sus aliados pudieran seguir incrementando su base parlamentaria.
Por esa razón, ahora toda la prensa burguesa está llena de llamamientos enternecedores al diálogo, al consenso, a la negociación y al acuerdo, como máximas virtudes de la “democracia”. Es una lástima que estas almas tan sensibles no prestaran la misma ternura ante la violencia que las familias trabajadoras hemos sufrido durante los 4 años del gobierno de Rajoy con su reforma laboral, sus leyes represivas, sus recortes sociales, sus desahucios, o su precarización del empleo. Entonces, demandaban que el gobierno impusiera su mayoría parlamentaria, no importaba el dolor que ésta causaba a millones de personas oprimidas y explotadas en nuestro país.
Durante la campaña electoral, se insinuó que una manera de favorecer un acuerdo de este tipo sería sustituyendo a Mariano Rajoy al frente del gobierno con la actual vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría o alguna otra figura relevante del PP “no manchada por la corrupción”.
No está claro qué puede pasar exactamente. Es posible que Pedro Sánchez, dirigente del PSOE, y cuya cabeza cuelga de un hilo ante los malos resultados de su partido, demande la formación de un gobierno “progresista” con el apoyo parlamentario de PNV, CC, ERC y DiL (la nueva coalición nacionalista catalana impulsada por Artur Mas). Pero sin el aval de PODEMOS tal gobierno no podría ser investido. Y es de suponer que los dirigentes de PODEMOS exigirían compromisos muy concretos y claros a un gobierno del PSOE antes de garantizarle su investidura. Pero la burguesía española, jamás le tolerará al PSOE que saque los pies del plato del ajuste y la austeridad, para satisfacer a PODEMOS, quien además le podría retirar su apoyo parlamentario al PSOE en cualquier momento ante la más mínima marcha atrás en los eventuales compromisos alcanzados.
Sólo si el aparato del PSOE tuviera el arrojo suficiente de zafarse de la presión implacable del ala burguesa del mismo, encabezada por Felipe González, podría plantearse como hipótesis un gobierno del PSOE en minoría con apoyo condicional en su investidura del resto de formaciones de la izquierda (PODEMOS-ERC-IU-Bildu) y nacionalistas (PNV, DiL, CC) que sumarían más diputados que una eventual coalición de derechas PP-Ciudadanos, en una situación similar a la ocurrida en Portugal hace unas semanas. Pero vemos esta hipótesis muy improbable, más aún cuando hay cada vez más voces dentro del PSOE que están proponiendo facilitar la investidura de un gobierno del PP absteniéndose en la segunda votación, como ha reclamado Ciudadanos. De esta manera, el aparato del PSOE y la propia burguesía parecerían preferir no dejarle a PODEMOS y sus aliados todo el protagonismo en la oposición al nuevo gobierno que se forme.
Por eso todos los caminos conducen a algún tipo de acuerdo PP-PSOE-CIUDADANOS, abierto o velado, para facilitar la investidura de un nuevo gobierno del PP, que podría verse facilitado con la jubilación de las figuras más quemadas e impopulares de la derecha de la legislatura pasada.
Las tareas de PODEMOS
El actual escenario no es más que un reflejo de la inestabilidad política y social de la propia sociedad española. No son ni la acción ni la campaña electoral inteligente diseñada por la dirección de PODEMOS las responsables últimas del buen resultado electoral conseguido, sino el carácter revolucionario de nuestra época y la búsqueda por parte del sector más activo de las masas de una salida en medio de la crisis del capitalismo.
PODEMOS debe evitar a toda costa entrar en maniobras y negociaciones parlamentarias a espaldas de sus bases y de sus electores y hablar con un lenguaje claro e inequívoco, proclamando abiertamente sus objetivos y su programa.
La dirección de PODEMOS debe plantearse como primera tarea, emplazar públicamente a PSOE, IU, ERC, PNV, etc. a comprometerse a derogar todas las leyes antisociales del PP desde el primer día de constitución del nuevo parlamento, aprovechando la minoría parlamentaria PP-Ciudadanos, elevando proposiciones de ley para tal fin. Esto ayudará a esclarecer ante las amplias masas cuál es el verdadero carácter de cada grupo y su verdadero compromiso con los intereses populares, y expondrá el carácter falso y limitado del “progresismo” de los dirigentes del PSOE y Ciudadanos.
Igualmente, los parlamentarios de PODEMOS deben someter al Parlamento sus propuestas electorales más relevantes: aumento del salario mínimo, incremento de ayudas a la dependencia, renta mínima garantizada, separación completa de la Iglesia del Estado, tarifa social de luz y agua, dación en pago con alternativa habitacional, auditoría de la deuda externa, “impuesto de solidaridad” a los bancos, reducción del IVA, etc.
Cada propuesta parlamentaria de este tipo debería acompañarse de una campaña de agitación en los barrios, pueblos, calles y universidades para darle la máxima publicidad a estas iniciativas.
De esta manera, la labor parlamentaria de PODEMOS, combinada con la agitación y movilización de masas en la calle, puede ser muy útil en acelerar la experiencia de las capas populares más retrasadas políticamente, que le han dado una última oportunidad a los partidos del régimen, y que necesitan de más experiencias para convencerse de la justedad de nuestras propuestas y demandas.
Por otro lado, los dirigentes de PODEMOS y de IU, los dirigente sindicales, los activistas de ls Mareas y de las plataformas anti-desahucios deben comenzar desde principios del año a preparar movilizaciones en la calle para exigir el fin de las políticas de ajuste, como han prometido todos los partidos políticos en la campaña electoral. Esto es tanto más necesario cuanto que el voto combinado de la izquierda, desde la socialdemocracia, hasta la izquierda nacionalista catalana y vasca, pasando por PODEMOS e IU, suman una mayoría clara en estas elecciones del 20D. De lo que se trata es de reimpulsar las Marchas de la Dignidad, sumando a todo el que quiera luchar, que combine movilizaciones en cada zona y sector con la preparación en primavera de una gran marcha a Madrid que exija la derogación de toda la legislación reaccionaria del PP y un programa activo contra los ajustes y la austeridad, y donde las propuestas programáticas de PODEMOS podrían ser una base para el mismo, completado con las aportaciones de las demás organizaciones obreras, populares y de izquierda que participen en la Marcha de la Dignidad.
Pase lo que pase, el gobierno que se forme será débil, inestable y perderá muy pronto su base social. No puede durar, y no durará, lo que abrirá un período intempestivo de crisis políticas, dimisiones, rupturas, rejuntes, etc. que conducirán tarde o temprano a la convocatoria de elecciones anticipadas donde la izquierda anti-austeridad habrá tenido unan oportunidad tras otra de emerger como una fuerza social de masas. De manera que toda la situación prepara un avance decisivo hacia la izquierda que saldrá a la luz en unas nuevas elecciones que reflejarán el incremento de su base social de apoyo en la militancia política y en la movilización social.
Pero la conclusión que también debe sacarse es la siguiente: no hay alternativa a la austeridad sin romper con el capitalismo, como está demostrando la amarga experiencia de Grecia, Venezuela y otras partes. Un gobierno de la izquierda que se proponga resolver los problemas sociales debe someter al control popular las palancas fundamentales de la economía a fin de planificar los recursos productivos para tal fin, repudiando la deuda que hay que abonar a los grandes bancos, financieros, fondos de inversión especulativos y organismos de crédito internacionales. De lo que se trata es de nacionalizar los bancos, grandes empresas y monopolios –comenzando por las empresas del IBEX 35- y los grandes latifundios, bajo el control de los trabajadores, compensando únicamente a los pequeños accionistas y ahorradores. La Corriente Lucha de Clases defiende estas posiciones, ayúdanos a difundirlas y extenderlas en el conjunto del movimiento ¡Únete a nosotros!