Sin permiso del enemigo - El trotskismo de Celia Hart y Dante Castro
El enemigo existe, es cierto. Bloquea, hace atentados, intenta survertir los logros, quiere acabar con esa esperanza en pie que es la Revolucion Cubana, pero no debemos permitirle que administre nuestra libertad de pensar, cuestionar, polemizar,criticar, reconocer nuestros errores, ni darle la posibilidad de que sea mediante sus manipuladores medios de prensa que nuestros pueblos conozcan de los problemas y dificultades para levantar una sociedad humanamente mejor, es decir una sociedad que como pedia Jose Marti establezca como ley primera el respeto a la dignidad plena de cada cual.
En nombre del enemigo seguramente Stalin justifico los asesinatos de bolcheviques, el envio a Siberia de verdaderos comunistas, la censura total a todos los que no se inclinaban ante el y gesto asi el principio del fin del socialismo en la Union Sovietica; socialismo que cuando el Che conocio en su primer viaje a la URSS le dejo desencantado por lo que definio en El socialismo y el hombre en Cuba, como formulas congeladas.
En nombre del enemigo Dante Castro no se contenta con intentar ridiculizar a Celia Hart, sino que la acusa de complicidad infantil con Carlos Alberto Montaner, adversario jurado de la Revolucion Cubana, porque este, desde Miami, se ha complacido con las ideas de Celia y justamente debe haberlo hecho sabiendo que al pronunciarse desataria ese terror en algunos miopes que a lo largo de la historia del ideal socialista le han hecho ese juego a los burocratas empeñados en silenciar toda contradiccion entre los comunistas como si fueramos miembros de una nueva iglesia de dogma irrebatible y no personas convencidas de la complejidad dialectica del mundo y la sociedad que queremos cambiar.
Por un elemental deber con la veracidad que debe caracterizarnos frente a las mentiras historicas del enemigo, los revolucionarios debemos aprender las lecciones de la Historia. La caida de la Union Sovietica, su desmantelamiento sin que se alzara una sola voz para impedirlo, sin que hubiera una manifestacion en las calles de Moscu, es una leccion lo suficientemente amarga como para no acusarnos gratuitamente,ni ver en Trosky el diablo que Stalin creo, cuando los hechos, que al decir de Lenin, son testarudos, le dieron la razon. No es extraño, entonces que Celia Hart se sienta atraida por Trosky al descubrir que no era exactamente como nos lo enseñaron en los manuales y que encuentre cierta afinidad entre el impulsor de la revolucion permanente y el hombre que en el mensaje a la Tricontinental pedia crear dos, tres, cuatro Viet Nam para acabar con el imperialismo.
Entonces, el escandalo de infantilismo que describe Dante Castro es a causa de Montaner, que estara gozoso de esas acusaciones vertidas contra Celia Hart, mujer revolucionaria, hija no de vacas sagradas, como dice Dante Castro, sino de una heroina que cuando el fantasma del stalinismo impedia ver en la Nueva Trova, la primera expresion genuinamente artistica de la revolucion acogio a sus fundadores en la Casa de las Americas, y de un hombre, que con aciertos y desaciertos, como los tiene cualquiera, acumula el merito de un pensamiento democratico revolucionario desde los años de la insurreccion y una obra apegada al esfuerzo de que el ideal socialista constituya una nueva espiritualidad para los terricolas.
Los que aspiramos a ser portadores de las mejores ideas para la humanidad estamos obligados a respetar la diferencia de enfoques,la diversidad de puntos de vista, la valentia de atreverse frente a lo establecido para no ser estandartes de un pensamiento unico a la inversa, que fue la propuesta estalinista que fracaso. Sobre eso deberia meditar Danton Castro. La unidad socialista frente al imperialismo tiene que pasar obligatoriamente por la diversidad.Y eso si va a enfurecer al enemigo porque le quitaremos uno de sus argumentos mas fuertes contra nosotros, el del sectarismo,el dogmatismo, el de la falta de flexibilidad. Creo que tanto Trosky como el Che son dos buenos estandartes para quitarnos definitivamente el estigma estalinista. Sin permiso del enemigo hagamos la revolucion permanente en nosotros mismos para poder convocar a los otros a hacerla.
Soledad Cruz es periodista y escritora cubana.
Publicado originalmente en Rebelión