Los resultados finales de las elecciones venezolanas ya se conocen. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha conseguido aproximadamente el 80 por ciento de todos los ayuntamientos y 17 de los 22 gobernadores que se presentaban a las elecciones (no hubo elecciones en el estado de Amazonas, gobernado por un gobernador pro-Chávez). El PSUV ganó en tres estados, Sucre, Aragua y Guarico, donde se habían elegido gobernadores con la etiqueta de bolivarianos pero que después se unieron a la oposición. Mientras tanto, el rico estado petrolero de Zulia, en la frontera con Colombia, y la turística isla de Nueva Esparta, siguen en manos de la oposición. Además hay que añadir la pérdida de dos posiciones importantes, la Alcaldía Metropolitana de Caracas que ha ido a parar al líder de la oposición Antonio Ledezma, y el estado de Miranda (que rodea e incluye zonas de la capital), donde ha ganado el opositor Capriles Radonsky. Por último, el estado industrial de Carabobo y la región fronteriza de Táchira, donde se cerró el escrutinio pero no se anunciaron inmediatamente los resultados, también han caído en manos de la oposición.
El Municipio Libertador de Caracas (el más poblado de la capital) sigue en manos de la revolución, mientras que el Municipio de Sucre también en Caracas (el segundo más grande) ha ido a parar a la oposición.
En aquellos estados donde ganó el PSUV lo hizo con un margen grande. Más de 10 puntos de diferencia con la oposición en 8 estados, entre 20 y 30 puntos en 4 estados, con más de 30 en otros dos y con más de 50 puntos de ventaja en Monagas y Lara. La oposición sólo ganó con una mayoría considerable en un estado (con más de 10 puntos en Nueva Esparta) y el resto de los triunfos han sido por un margen muy estrecho.
Si tomamos el número de votos, el PSUV y los demás candidatos bolivarianos a gobernador recibieron un total de 5,5 millones (aproximadamente el 58 por ciento de los votos), mientras que la oposición sólo recibió 4 millones de votos (41 por ciento). Esto significa que si se comparan estos resultados con los obtenidos en el referéndum de reforma constitucional de hace un año, las fuerzas revolucionarios han conseguido 1,1 millones más de votos, mientras que la posición ha perdido casi medio millón.
En las elecciones municipales, el PSUV consiguió 263 ayuntamientos y 14 más los ganaron aliados del PSUV, mientras que la oposición sólo ganó en 56. Con relación a 2004, las fuerzas de la revolución han incrementado su control sobre 52 ayuntamientos, mientras que la oposición ha perdido 14. Incluso en estados donde la oposición ha ganado el gobernador, el PSUV ha conseguido avances importantes a nivel local. Este es particularmente el caso de Zulia donde los bolivarianos ganaron en 13 de 19 ayuntamientos (antes sólo tenían 5) o en Carabobo, donde el PSUV ganó 11 de los 13 ayuntamientos (incluido por primera vez el de la capital Valencia).
Sin embargo, la pérdida de Miranda, Carabobo y el Distrito Metropolitano de Caracas, todos ellos muy importantes desde el punto de vista político, económico y de población, y el hecho de que el PSUV no ganó en Zulia (algo esperado), es una seria advertencia para la revolución que se debe añadir a la derrota en el referéndum constitucional.
Hay razones específicas para algunos de estos reveses. La derrota en Táchira fue muy estrecha (6.400 votos o el 1,2 por ciento) y la ayudó le hecho de que un candidato disidente bolivariano recibió 6.200 votos.
En Carabobo, el lugar del gobernador "bolivariano" Acosta Carles afectado por escándalos de corrupción y acusado de irregularidades financieras. Es un representante típico de la especie de políticos corruptos y burocráticos que ocupan muchas de las posiciones elegidas del movimiento chavista. Fue expulsado del PSUV, algo correcto, pero después se presentó como independiente y consiguió 56.000 votos (6.5 por ciento), lo suficiente para evitar la elección del candidato del PSUV Mario Silva (que perdió por 25.000 votos, o el 3 por ciento).
En Miranda, el único lugar donde se presentó a las elecciones un gobernador bolivariano y las ha perdido, el candidato, Diosdado Cabello, está muy desacreditado entre la base revolucioanrio y es visto como el más destacado representante de lo que se conoce como derecha endógena, el ala de derechas burguesa del movimiento bolivariano. No fue elegido en las elecciones internas a la dirección del PSUV, pero entró por detrás cuando Chávez le eligió vicepresidente regional. El estado de Miranda incluye parte de la capital, particularmente el municipio de Sucre en el este, una mezcla de barrios obreros y pobres revolucionarios con urbanizaciones de la pequeña burguesía y clase alta. El municipio de Sucre ha estado gobernador por otro burócrata derechista "bolivariano", Rangel, que también está muy desacreditado.
Estas elecciones han contado con un nivel de participación muy alto (más del 65 por ciento, 15 puntos más que en las anteriores elecciones regionales de 2004). El hecho de que las fuerzas revolucionarias consiguieran aumentar sus votos en más de un millón respecto al referéndum de reforma constitucional se debe principalmente a la participación del propio Chávez en la campaña. Al inicio de la campaña electoral el ambiente entre las masas bolivarianas era apático y se hablaba incluso de perder diez estados. Sólo cuando Chávez se lanzó a la campaña, visitando todos los estados en disputada y algunos de ellos en varias ocasiones, las masas bolivarianas se pusieron tras los candidatos (algunos de ellos conocidos burócratas del ala de de derechas y políticos antiobreros como Rangel en Bolívar, que ordenó a la Guardia Nacional cargar contra los trabajadores de SIDOR a principios de este año).
Este hecho subraya una vez más la enorme reserva de apoyo que tiene la revolución y el propio Chávez, a quién las masas identifican más claramente con la idea de socialismo. Al mismo tiempo, revela el carácter pobre y gris de muchos de los otros componentes de la dirección del movimiento, políticos arribistas grises que no inspiran ningún fervor revolucionario.
La alta participación también significa que la oposición movilizó su base social de apoyo para que votase. Estas elecciones se convirtieron en un referéndum sobre Chávez y el socialismo, y de esta manera lo vio la mayoría de la población. Pero la oposición ya se había movilizado masivamente durante las elecciones presidenciales de diciembre de 2006 cuando recibió 4,3 millones de votos, y en el referéndum constitucional de diciembre de 2007, cuando recibió 4,5 millones.
Abstención en los feudos revolucionarios
La diferencia esta vez, como en el referéndum, no fue tanto la cantidad de votos recibida por la oposición, sino más bien la abstención entre los que tradicionalmente han apoyado la revolución. El punto álgido de apoyo a la revolución desde un punto de vista electoral fueron las elecciones presidenciales de 2006, cuando Chávez recibió 7,3 millones de votos. Esas también fueron unas elecciones extremadamente polarizadas, en las que Chávez situó la cuestión del socialismo en el centro de la campaña, y los trabajadores y pobres venezolanos respondieron masivamente y de una manera entusiasta. Votaron para defender las conquistas de la revolución y hacer avanzar el socialismo de una forma decisiva.
Sin embargo, después de esas elecciones, no se ha tomado ninguna medida decisiva en dirección al socialismo. La clase dominante organizó una campaña de sabotaje de la economía, particularmente la distribución de alimentos. Eso abrió una oportunidad dorada para expropiar a la oligarquía. Se podría haber aprobado una ley que habría permitido hacerlo, pero no se tomaron medidas serias y se perdió el referéndum.
El impacto de las impresionantes conquistas sociales de la revolución, principalmente en los terrenos de educación y sanidad mediante las misiones, se sintió sobre todo entre 2003 y 2006. Ahora que la gente tiene acceso a la educación y la sanidad, sus expectativas son más altas. Quieren que la revolución resuelva sus necesidades más apremiantes con relación a la escasez de alimentos, los aumentos de precios, vivienda, empleos, crimen...
Pero ninguno de estos problemas se puede solucionar realmente dentro de los límites del sistema capitalista. Al principio de su mandato, el Alcalde Metropolitano de Caracas, Barreto, se hizo muy popular al implantar una política de expropiación de la tierra urbana y viviendas, para intentar resolver los problemas de vivienda que afectaban a cientos de miles de caraqueños. Sufrió una fuerte presión de la opinión pública burguesa y del ala de derechas de la dirección bolivariana. Abandonó su política radical, se concentró en organizar acontecimientos culturales y en otros actos que llamaban la atención pero que no resolvían ninguno de los problemas concretos. Nos preguntamos si fue aconsejado por el alcalde de Londres, Ken Livingstone, pero terminó de la misma forma.
No sólo se trata de que no se hayan solucionado muchos de los problemas cotidianos de la clase obrera venezolana. Además está el hecho de que en muchas ocasiones, cuando los trabajadores y los pobres tomaron la iniciativa, mediante la acción directa, para resolverlo de una manera organizada, se enfrentaron con el muro desmoralizador de la burocracia, la ineficacia y la corrupción. Esto procedía tanto de las viejas estructuras del estado capitalista que en gran medida permanece intacto y de la nuevo burocracia "bolivariana" que tiene un miedo mortal a la participación directa de la clase obrera. Por si esto fuera poco, los que organizaron los complots y golpes reaccionarios de la oposición están libres andando por las calles y nunca fueron llevados ante un tribunal. Esto incluye el recién elegido gobernador de Miranda, Radonsky, que participó en el asalto a la embajada cubana durante el golpe de abril de 2002; Antonio Ledezma, el nuevo alcalde metropolitano de Caracas que participó en el golpe de 2002; y a Enrique Salas Feo, vencedor en Carabobo, que jugó un papel activo tanto en el golpe de 2002 como en el cierre patronal petrolero en diciembre de ese mismo años, entre muchos otros.
En este contexto, para muchos, los discursos sobre el socialismo no significan nada. El hecho de que la abstención entre las masas bolivarianas es lo que ha llevado a perder estados clave en estas elecciones se puede comprobar fácilmente mirando las cifras reales.
Tomemos el municipio de Sucre en el este de Caracas, que forma parte del estado de Miranda y al mismo tiempo del Municipio Metropolitano de Caracas y que fue clave para perder ambos. Dentro de este municipio hay zonas de clase media, como la parroquia Leoncio Martínez, donde gana tradicionalmente la oposición, la oposición ganó con un 81 por ciento y el PSUV consiguió un 19 por ciento de los votos. Aquí la abstención fue del 35 por ciento, la media nacional. Sin embargo, en las zonas obreras y pobres del mismo municipio, donde ganó el PSUV, la abstención fue significativamente más elevada. En Caicaguita (el PSUV sacó un 64 por ciento de los votos) la abstención fue del 43 por ciento; en Filas de Mariches (PSUV consiguió el 75 por ciento de los votos) la abstención fue del 44 por ciento; en La Dolorita (70 por ciento para el PSUV) la abstención fue del 40 por ciento. En la parroquia de Petare, la más grande del municipio, Chávez recibió 112.000 votos en diciembre de 2006, mientras que la oposición sacó 96.000 votos, la abstención fue del 27 por ciento. En esta ocasión, el candidato del PSUV, Aristóbulo Isturiez, obtuvo 77.000 votos y el candidato de la oposición, Ledezma, sacó 97.000 votos, la abstención fue del 40 por ciento. La oposición apenas aumenta mientras que el voto revolucionario pierde 35.000.
Se pueden dar cifras similares en las zonas obreras y pobres que rodean la capital y en todo el país. En las parroquias de Antímano y Sucre, al oeste de la capital y feudos de la revolución, la abstención fue de un 44 y un 41 por ciento respectivamente. En las zonas escuálidas de El Hatillo (este de Caracas) donde el 81 por ciento votó a la oposición y en San Antonio de los Altos (Miranda), donde la oposición recibió un 78 por ciento, la abstención fue sólo del 31 y el 28 por ciento, por debajo del nivel estatal.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de estos resultados?
Los resultados en esta ocasión fueron mejores que los conseguidos en el referéndum de reforma constitucional. Es correcto contrarrestar las mentiras y la propaganda de los medios de comunicación capitalistas que ahora dicen que Venezuela ha votado contra Chávez. Sin embargo, no se puede afirmar que se trata de una victoria y que todo es un jardín de rosas. Como decía un activista del PSUV de Caracas: "Si esto es una victoria, ¿por qué me siento tan mal con ella?" No se puede decir, como hacen algunos en la dirección bolivariana, que el problema fue logístico. Que los activistas revolucionarios no consiguieron poner los medios técnicos para llevar a la población a los colegios electorales. Algunos incluso sugieren que es necesaria una nueva ley electoral para llevar los colegios electorales a las zonas podres donde hace sólo diez años no participaban en las elecciones. Todo esto puede que sea necesario, ¡pero desde luego eso no fue lo que impidió a las masas revolucionarias y a los pobres participar en masa en diciembre de 2006!
Las razones de este revés no son técnicas sino políticas. Esta idea es la que llevamos ya un tiempo explicando. Estos resultados necesitan ser analizados de una manera sobria como otra advertencia para la revolución. Si no se resuelven los problemas concretos de las masas, la desilusión, la desmoralización y el escepticismo pueden aparecer y crear las condiciones para que la oligarquía regrese.
La derrota del referéndum el año pasado fue interpretada por muchos en el ala de derechas del movimiento revolucionario como un significado de que "las masas no están preparadas para el socialismo", "fuimos demasiado lejos y muy rápido", etc., Presionaron para seguir una línea de colaboración con la oligarquía, abriendo negociaciones con los capitalistas, ofreciéndoles todo tipo de incentivos y levantando el control de precios. Como era de esperar, nada de esto funcionó. La inversión privada aún está a un nivel extremadamente bajo y la oligarquía continúa con el sabotaje de la distribución de productos básicos.
Ataque a las conquistas de la revolución
Ha pasado menos de una semana desde que la oposición ganó en algunos municipios y regiones y ya han lanzado un ataque contra el movimiento revolucionario y las conquistas de la revolución. En Carabobo, Miranda y en la zona metropolitana de Caracas ya hay muchas noticias de estos ataques. Bandas reaccionarios de Primero Justicia amenazaron con cerrar Radio Voz de Guaicaipuro, una emisora de radio revolucionaria de Los Teques, en el estado de Mirando. También en Los Teques hubo enfrentamientos entre oficiales de la policía leales al nuevo gobernador de derechas y el pueblo revolucionario, cuando la policía intento tomar el Ayuntamiento, controlado por el alcalde del PSUV. El recién elegido alcalde de Caracas amenaza con destituir a todo el equipo de Ávila TV, dirigida por jóvenes activistas revolucionarios de la capital. También hay noticias de grupos de gamberros echando a consejos comunales de los edificios que utilizaban en Baruta, al este de Caracas. Muchos de los lugares para programas educativos fueron cerrados por los gobernadores opositores, hay amenazas contra los médicos cubanos y el programa Barrio Adentro en Miranda y en Carabobo. También en Mariches, municipio de Sucre, bandas de Primero Justicia intentaron echar a las misiones de los edificios que utilizaban con el argumento de: "ahora nosotros gobernamos Miranda", pero fueron expulsados por la población que organizó su defensa.
La contrarrevolución ahora se siente más fuerte, envalentonada por sus avances electorales. Pero el pueblo revolucionario no ha sido derrotado y como demuestra la experiencia de revoluciones pasadas, algunas veces el látigo de la contrarrevolución puede espolear la radicalización del movimiento revolucionario.
¡Hacia el socialismo!
La correlación de fuerzas aún es favorable, como refleja el resultado global: 5,4 millones de votos frente a 4 millones. Hay cientos de miles más (más de un millón en realidad) que votaron por el socialismo en diciembre de 2006 que se entusiasmarían con una política audaz.
La única manera de superar este punto puerto es que la clase obrera entre en escena de una manera clara. Por ahora el potencial revolucionario del sindicato UNT está paralizado por su dirección, dividida entre los que tiene un miedo mortal a la iniciativa revolucionaria de los trabajadores y los que mantienen una posición sectaria desesperada hacia el movimiento revolucionario de las masas. La reciente asamblea de sindicatos de la UNT en Zulia demostró el camino para avanzar: unir a la UNT sobre la base de la lucha por el socialismo y el control obrero.
El sistema capitalista mundial está en crisis y eta crisis se está desarrollando frente a los ojos de millones de personas. Esta crisis ya está afectando a Venezuela, con los precios del petróleo más bajos, hundimiento de la demanda de otras materias primas y bienes manufacturados. Esto significará una posibilidad mucho menor de utilizar los recursos petroleros para financiar programas sociales y una inversión masiva en obras públicas, que es lo único que ha mantenido la economía, a pesar de la huelga de capital por parte de la oligarquía.
El intento de regular la economía capitalista no puede funcionar y no ha funcionado. Una política de gasto social y obras públicas, limitar la libre actividad de las empresas privadas, mientras la economía sigue siendo capitalista, sólo provocará inflación, una huelga de capital y sabotaje económico. No puedes controlar lo que no puedes planificar y lo que no tienes no lo puedes controlar.
La elección ahora es mucho más clara: la expropiación de la clase capitalista permitiría un plan democrático de producción bajo el control de la clase obrera, así a los enormes recursos de Venezuela se les podría dar un uso productivo en beneficio de la mayoría. Chávez, en su análisis de los resultados electorales dijo que este era un nuevo mandato para el socialismo. El socialismo sólo se puede implantar a través de la nacionalización de la tierra, los bancos y las principales industrias bajo el control democrático de los trabajadores.
Source: El Militante