Este ha sido un inicio de año marcado por los recortes generalizados iniciados por los gobiernos autonómicos en manos de la derecha, concentrados en sanidad y educación primaria y secundaria principalmente, así como también por las numerosas y heroicas movilizaciones del profesorado en Catalunya, Madrid, y otras comunidades, acompañadas por movilizaciones de estudiantes en algunos lugares.
¿A qué nos enfrentamos?
A pesar de dichos recortes, la batería de ataques no ha terminado. Es más, solo acaba de empezar. Con horror observamos cómo en los institutos faltan los recursos más básicos, desde calefacción, papel y fotocopias, hasta substituciones por bajas médicas.
En Formación Profesional, la falta de plazas se está convirtiendo en una pesadilla para aquellos que optan a ella, debido a una falta de incremento de éstas, en un periodo en que aumentó la demanda, lo cual está generando un éxodo hacia los centros privados.
En la universidad vemos cómo la media de las matrículas se ha incrementado con la implantación de los Planes de Bolonia, incrementándose la media de corte debido a la reducción de plazas y a la modificación de la selectividad, cuyo cambio de puntuación (sobre 14 ahora) deja en desigualdad a aquellos que cursaron la selectividad hace más de tres años.
Muchos de los estudiantes que terminan la carrera, y luego el CAP, se encuentran con que sus intentos para entrar en las listas de interinos de docencia se ven frustrados, al no cubrirse las jubilaciones y reducirse las oposiciones.
¿Qué tiene en mente el Gobierno del PP?
En los dos últimos meses hemos ido perfilando cuáles son las perspectivas del nuevo ministro Jose Ignacio Wert. En primer lugar, la primera joya se basa en una reestructuración de la ESO, reduciéndola a 3 años, para incrementar la duración del bachillerato a 3 años.
Alegando una mayor precocidad hacia la orientación del alumno, deja entrever una posible reducción de la educación obligatoria hasta los 15.
En ciclos superiores, la perspectiva no es más esperanzadora. Las declaraciones hechas por Esperanza Aguirre el año pasado sobre la no gratuidad en todas las etapas de la educación es una señal inequívoca de las intenciones del gobierno retrógrado de la derecha.
Por otro lado, las menciones hacia la “inmoralidad” de que los universitarios sólo cubran el 5% del coste de sus estudios y un ataque constante hacia el sistema de becas demostrado en el anuncio de una modificación en el modelo de asignación de becas que premie a los estudiantes con buenos resultados académicos por encima de su nivel de renda familiar, debe ponernos en guardia ante lo que va a suponer una inminente subida de matrículas universitarias.
La gota que colma el vaso
Las actuaciones de la policía, ordenadas por la delegada de Gobierno en el País Valencià, Paula Sánchez, no son algo casual. En este caso, el detonante fueron los estudiantes del IES Lluis Vives, que decidieron protestar, al igual que han hecho muchos otros institutos, por el derecho a disponer de una calefacción y unos recursos mínimos.
La reacción por parte de la policía pone en evidencia la incapacidad del Gobierno para controlar los eventos que van a surgir en los próximos meses en repulsa a sus políticas reaccionarias, no dejando otra alternativa a la clase dirigente que usar la violencia para escarmentar futuras protestas. Como ya expresó claramente el nuevo Gobierno, no iban a permitir campamentos y protestas como las ocurridas a raíz del 15M.
Con lo que no contaban en la Delegación de Gobierno en Valencia era con la voluntad generalizada de lucha que existe entre los estudiantes y la juventud, motivada tanto por la represión como por la creciente sensibilidad ante un futuro más desesperanzador.
Por la unidad del movimiento estudiantil antes y después del 29F
Ya hace un mes los profesores catalanes anunciaron que iban a la huelga el 29 de febrero contra los recortes de la derecha catalana. Asambleas de facultad y asociaciones estudiantiles se sumaron a ese paro. Antes de los sucesos en Valencia, los compañeros de la organización estudiantil nacionalista SEPC extendieron la convocatoria al Pais Valencià y Balears para dicha fecha. Seguidamente, tras la represión en Valencia, los compañeros del Sindicato de Estudiantes (SE) convocaron una jornada de lucha en todo el Estado.
Ahora, correctamente, tras las movilizaciones en apoyo a los estudiantes valencianos, tras las manifestaciones en rechazo a la contrarreforma laboral, es el momento de unificar fuerzas y demostrar la fortaleza del movimiento estudiantil. Como apuntan correctamente los compañeros del SE, “esta lucha no es sólo estudiantil. Es de toda la comunidad educativa, de todo el sector público y de la clase trabajadora en general”. Por ello, la unidad de los estudiantes con el movimiento obrero es necesaria, pero también debe de empezar a materializarse dentro de las filas del propio movimiento estudiantil. Hay también otras asociaciones (de ámbito regional o de ámbito estatal, como Estudiantes en Movimiento) que debían y deben ser invitadas para lograr la máxima resonancia, antes y después del 29F.
Después del 29F debería convocarse unitariamente una reunión estatal de representantes de asociaciones estudiantiles y juveniles de izquierdas, junto con los comités y Asambleas que hayan sido creados durante el proceso de movilización.
¿Qué alternativa nos queda? ¡Afilemos la espada del movimiento estudiantil!
La lógica de la clase dominante, desde el punto de vista de sus intereses, es aplastante. En una economía donde lo que se estila es el ladrillo y servir copas, así como la mano de obra barata para atraer inversiones extranjeras, el gasto actual en educación es “un exceso”. Algo que se demuestra en el hecho que nuestros mejores titulados terminan trabajando en el extranjero debido a este capitalismo débil, incapaz de absorber a mano de obra cualificada.
Sin embargo, desde la óptica de los trabajadores, existen necesidades en sanidad, educación, ingenieros, científicos, servicios sociales, etc. Existen muchísimas necesidades en el mundo y hace falta formarse para crear más riqueza que elimine la desigualdad. Por eso nuestra lucha es la de los trabajadores, que ahora luchan contra la degradación de sus derechos. Si ellos ganan, nosotros ganamos en nuestro futuro.
Los estudiantes no producimos. Si estamos un día de huelga con los brazos cruzados el sistema sigue funcionando. Nuestra fuerza está en ganar la solidaridad y extender nuestra lucha a la clase trabajadora. Ella sí tiene fuerza para parar la economía. Cuando salimos a la calle y se nos ve, nuestros padres, madres, familiares, profesores, etc, se ven reflejados en nosotros y les damos confianza para luchar, como tradicionalmente sucede en Francia donde el movimiento estudiantil tiene la tradición de conectar con el movimiento obrero. Esta fue y es la tradición desde mayo del 68. Ese debe ser también nuestro camino, confluir en las movilizaciones del movimiento obrero organizado, que es el que puede derrotar todos los planes del PP.
Source: Lucha de Clases (Spain)