La violación de una mujer menor de edad por parte de elementos de la policía en la Ciudad de México, la manipulación de pruebas en la investigación por parte de la Procuraduría General de Justicia (videos editados o presentados de manera parcial), decir ante la opinión pública que la compañera violada mintió en sus declaraciones, aunado con la actitud indolente de la Procuradora y las declaraciones irresponsables de la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum ha provocado la indignación del sector más activo del movimiento de mujeres, que en los últimos años se han manifestado contra los feminicidios y la ola de violencia que recorre el país.
La rabia está justificada
En lo que va del año más de 1,200 mujeres fueron asesinadas, el año pasado fueron 3,580 mujeres. Cada 160 minutos es asesinada una mujer o una niña, además los actos de violencia cotidiano que tenemos que padecer las mujeres pobres y trabajadoras en el transporte público, el trabajo y el hogar es síntoma de un sistema podrido y en decadencia.
En sectores importantes de mujeres, particularmente jóvenes, hay un sentimiento de que estos actos de barbarie deben terminar y para que esto ocurra se necesitan soluciones radicales, eso se expresan las magníficas manifestaciones y protestas de masas que han sucedido en los últimos años.
Además, instintivamente algunas compañeras en el movimiento cada día cuestionan no solamente tal o cual aspecto del régimen político, de sus leyes o actos de corrupción; como elementos aislados. Hay un sentimiento de que todo esta mal y debe cambiarse radicalmente; en el fondo existe una expresión latente de lucha abierta contra el sistema capitalista que es el generador de la desigualdad, la explotación, la violencia y los actos de barbarie.
Cada hecho de violencia, o algún feminicidio, generá un proceso colectivo de manifestación, organización y la rabia que busca ser canalizada para frenar estos actos de barbarie. Estos a su vez ha sacado a relucir la incapacidad de los gobiernos en turno y del Estado burgués.
La reciente violación de una menor por policías en la delegación Azcapotzalco en la Ciudad de México ha sacado a relucir los actos de corrupción y podrido de las instituciones del Estado, aún y con el nuevo gobierno y la Cuarta Transformación. La justicia para los oprimidos y explotados no vendrá de la mano del actual Estado y sus leyes, sino que será producto de la organización y la lucha masiva en las calles.
La vergonzosa actuación del gobierno de la Ciudad de México, de la Jefa de Gobierno, y la Procuradora, que en teoría se asumen como progresistas y defensoras de los derecho de las mujeres, nos muestra a su vez los limites para resolver las acuciantes demandas de las masas trabajadoras, las mujeres, los pobres y los oprimidos, por parte del reformismo y aquellos que pretenden transformar la sociedad en los marcos del capitalismo.
La manifestación del viernes 16 de agosto donde acudimos cerca de 5 mil mujeres y hombres en la Glorieta de Insurgentes y las diversas concentraciones de cientos de mujeres a nivel nacional fueron convocadas a partir de las lamentables declaraciones de Claudia Sheinbaum y la PGJ.
Sin embargo la manifestación derivó en una serie de enfrentamiento entre grupos minoritarios que al termino de la misma realizaron diversos destrozos en la estación del metrobús Insurgentes, confrontaron a hombres y mujeres trabajadores por igual, que en ese momento salían de sus centros de trabajo o se dirigían al transporte público. Esos actos opacaron la participación y la manifestación de miles de mujeres. Más tarde una estación de policía fue incendiada.
Si somos objetivos los hechos relevantes de la jornada del 16 de agosto es la participación de miles de mujeres en la Ciudad de México, dispuestas a organizarse para ponerle fin a la violencia y los feminicidios, convocadas en solamente cuestión de días a través de las redes sociales o los espacios que el movimiento ha construido durante los últimos años. La manifestación estuvo llena de energía pero no logró canalizarse a un proceso organizativo o de lucha superior.
Aunque los medios de comunicación, como suelen hacerlo, han resaltado los actos de los grupos minoritarios, que la protesta de miles de mujeres.
El precio del ultraizquierdismo
Como marxistas no condenamos la violencia desde el punto de vista de la moral y no nos negamos a realizar acciones radicales. Nos declaramos enemigos del Estado, el capital, la violencia del capital y los feminicidios como cualquier participante en la manifestación, sin embargo nuestras acciones están determinadas por su efectividad para elevar el nivel de consciencia de las masas explotadas, de los sectores oprimidos y en este caso en las mujeres estudiantes y trabajadoras comprometidas con la lucha.
Las acciones al finalizar la manifestación del 16 de agosto pueden estar justificadas, para algunos, desde el punto de vista de la rabia contenida y acumulada, al sacar la conclusión que el Estado no ha realizado ningún tipo de acción ante las violaciones, la violencia y los feminicidios sino todo lo contrario, pero si somos sinceros carecen de efectividad para explicarle nuestras causas a sectores amplios de la población, de los trabajadores, las mujeres trabajadoras, y los jóvenes tampoco generaran un proceso de organización y no suman adeptos a nuestra lucha y causa.
Creemos que las amplias masas organizadas y luchando en las calles son las que pondrán fin a la violencia y los feminicidios, el Estado ha sido incapaz de resolver esta problemática. Si bien algunos sectores, con fundamento, condenan el actuar de los políticos provenientes de Morena y su actitud oportunista en el caso de la violencia hacia las mujeres, debemos analizar que tipo de acciones son las que resolverán nuestras problemáticas de raíz.
A partir del incidente en el metrobús Insurgentes y la quema de la estación de la policía, la derecha y sus medios de comunicación lanzaron una campaña difamatoria con la finalidad de generar confusión en contra del movimiento, para aislar la justa lucha de las mujeres contra el feminicidio y que exijimos justicia ante la violación de nuestra compañera en la delegación Azcapotzalco.
También señalamos que las agresiones hacia mujeres y hombres que se salían de sus centros de trabajo no suma a la causa en la lucha contra la violencia y los feminicidios sino que tiende a dividirnos.
La lucha radical y revolucionaria de la mujer no vendrán de pequeños grupos mediante la acción directa, sino de las amplias masas organizadas y movilizadas, sólo así podremos obtener justicia y ponerle fin a este sistema opresor y explotador.
Sin embargo no condenamos hipócritamente estos hechos desde la óptica de la derecha, sino desde su efectividad en la lucha de las mujeres y la lucha revolucionaria y estamos dispuestas a continuar en un debate fraterno.
Nuestra lucha es en conjunto con los sectores oprimidos y explotados, todo aquello que nos divide es reaccionario, todo aquello que nos une, nos hace avanzar en la consciencia y en la organización es revolucionario.
Por un movimiento revolucionario contra la violencia hacia la mujer y contra el capitalismo
Como mujeres marxistas y revolucionarias intervenimos fraternalmente en el movimiento de mujeres, no pretendemos imponer nuestras ideas, ni monopolizar el movimiento, en los marcos de discusión democrática planteamos nuestras demandas y reivindicaciones para discutirlas fraternalmente con todas las demás compañeras.
Aspiramos a la unidad de los explotados y los oprimidos, somos firmes defensoras de los derechos democráticos de la mujer como el derecho al aborto, repudiamos y nos organizamos contra la violencia feminicida y los actos de barbarie en contra de la mujer en este país y a nivel internacional, reivindicamos el legado de las mujeres revolucionarias y socialistas de principios de siglo como Rosa Luxemburgo y algunos de los postulados de las Conferencias Internacionales de Mujeres Socialistas.
Aspiramos a abolir este sistema basado en la violencia, la desigualdad y la explotación, el sistema capitalista. Para lo cual consideramos se necesita crear un movimiento revolucionario de mujeres, para que en conjunto con la clase trabajadora y los demás sectores oprimidos podamos dar una lucha contra los que nos violentan y nos oprimen.
Entendemos la rabia que entre las compañeras existe, no la condenamos como lo hace de manera hipócrita la derecha y sus grandes medios de comunicación, pero hacemos un llamado abierto y fraterno a discutir ¿qué métodos de lucha puede llevar al triunfo al movimiento de las mujeres?, ¿quiénes son nuestros enemigos y quiénes nuestros posibles aliados?.
El actual movimiento de mujeres tiene un alto potencial revolucionario, es deber de todas aquellas personas que abanderen las causas de la izquierda, del socialismo y la causa revolucionaria realizar este debate fraterno y sumarnos a las acciones colectivas y masivas para ponerle fin a este sistema opresor y explotador.