La convocatoria de elecciones para el 26 de Junio es ya una realidad. Las direcciones de Podemos e Izquierda Unida, junto con las confluencias en Catalunya y Galicia (En Comú Podem y En Marea, respectivamente), además de Compromís en el País Valenciano, están en conversaciones de cara a lograr un pacto global a la izquierda del PSOE en el conjunto del Estado español. Desde la corriente Lucha de Clases estamos totalmente a favor de lograr dicha alianza.
Por una campaña unitaria y entusiasta de Podemos, IU y sus confluencias
Los medios de comunicación de los grandes empresarios y banqueros, que son todos los que tienen una audiencia de masas, se aprestan a favorecer la victoria de los partidos políticos que mejor pueden seguir favoreciendo su dominio, PP, Ciudadanos y el PSOE. Por contra, nos tenemos que preparar para la demonización de todas las fuerzas políticas que de una manera u otra representan una esperanza de cambio sustancial para todos aquellos que desde el 2011 participamos en el periodo de movilizaciones más importante que se generó en este país desde la Transición.
El resultado que vivamos el lunes 27 de junio, el día después de las elecciones, no es baladí: en cada bar frente al televisor, en cada empresa hablando con los compañeros, podremos ver la cara de nuestro jefe, de sus amigos, de los individuos más reaccionarios del barrio... ¿Se reforzará la confianza de nuestra clase y veremos atemorizados a nuestros enemigos o, en cambio, asistiremos al "giro a la derecha" que intentan proclamar a diario los principales medios de comunicación? ¿El mayor o menor resultado de la izquierda transformadora será intrascendente o no para las luchas que vendrán como consecuencia de la aplicación de los planes que demanda la Comisión Europea y la Patronal españolas?
En este sentido, la pregunta obligada es: ¿Qué es lo más beneficioso para la clase trabajadora y el resto de sectores más humildes que conformamos la inmensa mayoría de la sociedad, aquellos que padecimos los ajustes sociales y las contrarreformas laborales?
La experiencia durante el 2015
Las elecciones de Mayo y Diciembre del pasado año han sido muy ilustrativas al respecto: en las municipales vivimos resonantes victorias para las candidaturas situadas a la izquierda de la socialdemocracia tradicional en lo que constituye un hito jamás alcanzado en la historia de nuestro país: el ser la fuerza dominante de la izquierda en las 3 ciudades más importantes del Estado.
En aquellas ciudades donde se conformaron candidaturas a la izquierda del PSOE se llegaron a alcanzar cifras de voto más importantes, superiores en algunos casos al 30% de los votos. El compañero Íñigo Errejón declaró hace poco que, de cara a las próximas elecciones de Junio, las candidaturas de Podemos se podían «fortalecer» con «personas y propuestas, no hacen falta siglas». Pero la realidad es que, por ejemplo, Manuela Carmena era muy poco conocida para las masas madrileñas seis meses antes de las municipales.
Fue el apoyo de los partidos (de las siglas) de la izquierda transformadora a las candidaturas en las que estaban trabajando las Mareas y otros movimientos sociales, la que fraguó y solidificó a ésta y otras candidaturas, movilizando en el conjunto del Estado a decenas de miles de activistas en una campaña barrio a barrio.
No por casualidad, en aquellos lugares donde la unión de la izquierda venía construyéndose desde hacía más tiempo se alcanzaron en las municipales de mayo los resultados más altos, como fueron los casos de Santiago de Compostela y La Coruña, gracias al proceso de convergencia de las Mareas gallegas, que venía de atrás.
Esta experiencia fue igual de significativa en las elecciones generales: la unidad lograda en Galicia, Cataluña y País Valenciano (junto a la defensa del derecho de autodeterminación), generó un proceso de convergencia en torno a las candidaturas de Podemos en otras comunidades. Ese proceso fue más acelerado en las regiones con una mayor tradición de izquierdas, con mayor sensibilidad hacia el problema nacional y con una mayor composición de clase trabajadora, sobre todo allí donde Podemos aparecía como la única realidad seria a la izquierda del PSOE.
Qué duda cabe de que si en comunidades con una tradición fuerte de IU, como Andalucía, Madrid o Asturias, se hubiera llegado a una unión electoral los resultados hubieran sido apabullantes, con lo que se hubiera sobrepasado al PSOE. Decimos más, un acuerdo estatal entre IU y Podemos hubiera tenido (¡y tendrá!) un fenómeno de arrastre muy superior a la mera suma aritmética electoral lograda por ambas organizaciones el 20D. Es un caso claro donde la suma de 1 +1 es igual a una cifra superior a 2. Incluso los sociólogos burgueses de Demoscopia y del CIS, aún con datos distorsionados y en parte falsificados, tienen que reconocer muy a su pesar la verdad de este razonamiento.
Poner los intereses particulares al servicio de los generales
Hay que reconocer el papel actual de Pablo Iglesias, al enmendar en los hechos el error pasado, de cara a tender la mano a IU, a pesar de las fuertes presiones en sentido contrario de otros compañeros de la dirección. Igualmente, Alberto Garzón, su elección como cartel electoral de IU y su orientación positiva a converger con Podemos, "no se caen del cielo", sino que son frutos del proceso de maduración política colectiva que se ha dado en este país tras la eclosión de Podemos.
Desde Lucha de Clases apoyamos el proceso actual de negociaciones entra ambas direcciones que, desde nuestro punto de vista, debe cuajar en la conformación de una coalición electoral, independientemente del puesto electoral que tenga que ocupar tal o cual dirigente, sin vetos ni condiciones inasumibles. Pensamos que la coalición electoral es la mejor forma que puede garantizar la unidad que ahora necesitamos, que queda muy bien explicada por la expresión que acertadamente Alberto Garzón rescató del tradicional Frente Único, "marchar separados, golpear juntos".
Si logramos la unidad, habrá más diputados de IU y más de Podemos. Pero lo que que queremos y necesitamos la inmensa mayoría es mucho más que eso, antes y después de las elecciones. Como se vislumbró en los meses previos de las municipales de 2015, la unidad entre Podemos e IU provocará una entusiasta oleada de movilización electoral de decenas de miles de personas que estarán dispuestas a participar activamente en esta batalla política pateándose las calles, puerta a puerta. Tratándose ahora de unas elecciones generales, esto tendrá unos efectos mucho mayores que hace un año. En este sentido, hay que favorecer la campaña que posibilite la mayor movilización posible de las fuerzas progresivas de la sociedad que, por cierto, no son las que exactamente se expresan ahora en las reuniones internas de Podemos o IU.
Por una campaña unitaria y entusiasta Podemos-IU
En algunos medios de la prensa burguesa, probablemente de forma bastante interesada, ha trascendido el que, incluso en caso de llegar a un acuerdo final, Podemos e IU van a llevar dos campañas separadas.
Independientemente de lo cierto o no que haya en estas informaciones, debemos plantear las preguntas adecuadamente: ¿el hecho de que Alberto Garzón y Pablo Iglesias asistan al mayor número posible de mítines juntos, no multiplicará la asistencia del público a niveles nunca vistos en las pasadas elecciones? ¿Qué foro, palacio de congresos o plaza de toros no podrán llenar... juntos? Evidentemente, no pueden ir a todas las ciudades. Por tanto ¿No se necesita acaso que el mayor número posible de dirigentes de ambas organizaciones, junto con otros dirigentes conocidos como Ada Colau, Julio Anguita o Beiras, favorezcan este proceso unitario que contrarreste la campaña venenosa que van a lanzar los principales medios de comunicación de la derecha? ¿No se necesita replicar este proceso en cada pueblo o barrio?
Podemos e IU pueden lograr los mítines más multitudinarios en décadas. Esta puede ser una campaña mucho más participativa y vibrante que la que interesadamente están tratando de favorecer los medios burgueses. Ellos quieren fomentar la abstención, quieren que en los barrios obreros la gente se quede en casa. No hay ninguna duda de que una campaña unitaria de este tipo generaría certezas y confianza en una parte del electorado socialista y, también, de antiguos abstencionistas e indecisos.
Incluso en el país más influenciado por las técnicas de márketing y por los gastos fastuosos en anuncios de TV en las campaña electorales, como es el caso de los EEUU, los partidos recurren al puerta a puerta por parte de simpatizantes como un elemento fundamental. Una campaña como la del socialista Bernie Sanders no podría haberse puesto en pie si no es por la esperanza de un gran y gigantesco cambio, "una revolución", que prometía Bernie Sanders: una revolución contra los poderosos.
Aquí necesitamos generar la misma ilusión. Creemos firmemente que la inmensa mayoría de los militantes y dirigentes de Podemos e IU empujaremos en esa dirección en el próximo periodo. Tenemos que poner todas las medidas posibles para garantizar la máxima movilización diaria de nuestra clase, empezando por los elementos más avanzados. Y, lógicamente, debemos maximizar nuestras fuerzas, no desperdiciarlas, ni anularlas.
Podemos entender el que por las premuras motivadas por los pocos días que quedan para cerrar candidaturas electorales no pueda ser posible el proceso necesario que garantice que el conjunto de las bases de toda la izquierda participemos en la elaboración del programa electoral. No dudamos de que los compañeros que negocien este aspecto (por parte de IU, Podemos y las otras confluencias electorales de la izquierda) llegarán al acuerdo de establecer reformas sociales bastante progresistas que apoyaremos. Ahora bien, sí debemos advertir sobre las presiones que va a haber para rebajar el alcance de dichas mejoras. A la hora de la verdad, sin el control en manos del Estado de las palancas económicas fundamentales que detentan las 200 familias de la oligarquía española (como la banca, las empresas del IBEX35 y los grandes latifundios), bajo el control democrático de los trabajadores que las hacen funcionar; y sin repudiar la deuda pública usurera que enriquece a los bancos y fondos de inversión especulativos, será imposible revertir todos los ataques acumulados desde el inicio de la crisis y planificar la economía en interés de la mayoría de la sociedad. Sólo así podremos terminar con la precariedad creciente del trabajo, otorgar viviendas a quien las necesite, garantizar las pensiones de nuestros mayores, aumentar los salarios y reducir la jornada laboral para repartir el trabajo y terminar con el desempleo.
Los compañeros de Lucha de Clases nos comprometemos participar en esta oleada popular en la medida de nuestras fuerzas, favoreciendo la unidad política de la izquierda transformadora, debatiendo amistosamente sobre el mejor programa y estrategia posibles que necesitamos la clase trabajadora, ahora y después de las elecciones, para lograr una sociedad que supere todas las lacras que genera el sistema capitalista.
La burguesía y todos sus representantes en cada pueblo y barrio pueden llevarse un palo muy gordo el 26 de junio. El 27 podemos amanecer como la primera fuerza electoral. Esa es la verdad. Y lo seremos mientras más contundente dejemos clara nuestra voluntad de acabar con el poder que ejercen hoy por hoy los ricos y poderosos.
Con muchos más votos y cargados de autoridad moral como fuerza mayoritaria, exigiremos al PSOE, cuyos dirigentes vuelven a decir que nunca apoyarán al PP, que nos respalden. Estamos seguros de que ese proceso será muy aleccionador para millones de tradicionales votantes socialistas que nunca comprenderán el que sus dirigentes respalden entonces al PP.
Decenas de miles de personas entrarán a la política activa, darán oxígeno al conjunto de organizaciones populares. Madurarán aún más en el debate posterior, cuando la Comisión Europea, el FMI y la Patronal española presionen para lograr su gobierno. Si ellos lo logran, millones de personas (y no sólo los que respalden a nuestra lista electoral) se sentirán robadas y estafadas. Reaccionarán en consecuencia ante los primeros ataques sociales. Pase lo que pase, los próximos meses y años supondrán la intensificación del proceso político que vimos nacer tras las movilizaciones populares del 2011. Favorezcamos la unidad ahora de todos los militantes y luchadores que estamos llamados a combatir, de una manera u otra, codo con codo.