La dirigente del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) acababa de dirigirse a un mitin de seguidores del PPP en la ciudad de Rawalpindi cuando se produjo el atentado. Las primeras noticias hablaban de al menos 100 muertos en el atentado, pero las últimas noticias sitúan la cifra en 15.
Este ataque mortal contra el PPP se produce en medio de una campaña electoral donde, después de años de dictadura militar, las masas luchaban por conseguir un cambio. Existía una oleada de apoyo al PPP, parecía seguro que ganaría las elecciones a la asamblea nacional y provincial que se van a celebrar el 8 de enero de 2008.
La campaña estaba cobrando fuerza, el ala marxista del PPP estaba consiguiendo un apoyo entusiasta gracias a su mensaje socialista revolucionario en zonas tan alejadas como Karachi y las regiones tribales de Waziristán, en la frontera norte. Estas elecciones habrían reflejado un gran giro a la izquierda en Pakistán. Esta perspectiva estaba provocando alarma en la camarilla dominante, eso es lo que está detrás de la atrocidad de hoy.
Es un crimen contra los trabajadores y campesinos de Pakistán, una provocación sangrienta que pretende que no se celebren unas elecciones que seguramente ganaría el PPP, este atentado es una excusa para nuevas restricciones y posiblemente la reintroducción del estado de excepción y la dictadura. Es un acto contrarrevolucionario que debe ser condenado sin ningún tipo de reservas.
¿Quién es el responsable? La identidad de los asesinos aún no se conoce. Pero cuando he preguntado a los compañeros de Karachi la respuesta fue inmediata: "fueron los mulás". Las oscuras fuerzas de la contrarrevolución en países como Pakistán habitualmente van vestidas con el atuendo del fundamentalismo islámico. Incluso circulan rumores sobre que Benazir fue disparada en una mezquita, aunque los medios de comunicación insisten en que el asesinato fue el resultado de un atentado suicida.
Cualesquiera que hayan sido los detalles técnicos del asesinato, quienquiera que sea el agente directo de este acto criminal, los hilos de la conspiración sin duda llegan muy arriba. Los llamados fundamentalistas islámicos y los jihadis sólo son los títeres y asesinos a sueldo de las fuerzas reaccionarias que están atrincheradas en la clase dominante y aparato del estado pakistaníes, financiadas espléndidamente por los Servicios de Inteligencia Pakistaníes (ISI), señores de la droga con vínculos con los talibán y el régimen saudí, siempre ansioso de apoyar y financiar cualquier actividad contrarrevolucionaria en el mundo.
La guerra en Afganistán está teniendo unos efectos catastróficos en Pakistán. La clase dominante pakistaní tenía ambiciones de dominar el país después de la expulsión de los rusos. El ejército pakistaní y el ISI llevan décadas entrometiéndose allí. Ellos son una mezcla de talibanes y señores de la droga (que es lo mismo). Han conseguido enormes fortunas del tráfico de drogas que está envenenando Pakistán y desestabilizando su economía, sociedad y política.
El asesinato de Benazir Bhutto es sólo otra expresión de la absoluta podredumbre, degeneración y corrupción que está carcomiendo los órganos vitales de Pakistán. La miseria de las masas, la pobreza, las injusticias, claman solución. Los terratenientes y los capitalistas no tienen esa solución. Los trabajadores y campesinos miraban al PPP en busca de una salida.
Algunos en la "izquierda" dirán: pero el programa de Benazir no podría haber proporcionado la solución. Los marxistas del PPP luchan por el programa del socialismo, por el programa original del PPP. Pero las masas sólo pueden aprender a través de la experiencia qué programa y política son los correctos.
Las elecciones de enero habrían dado a las masas la oportunidad de por lo menos avanzar un paso en la dirección correcta, de infligir una derrota decisiva a las fuerzas de la reacción y la dictadura. Después habrían tenido la posibilidad aprender de programas y políticas, no en la teoría sino en la práctica.
Ahora parece lo más probable es que les nieguen esta oportunidad. El objetivo de esta provocación criminal es bastante claro: suspender las elecciones. Aún no se ha visto la respuesta de las autoridades pakistaníes, pero sería impensable que se puedan celebrar ya las elecciones el 8 de enero. Las pospondrán durante algún tiempo.
¿Qué efecto tendrá este acontecimiento sobre las masas? Acabo de hablar por teléfono con los compañeros de The Struggle en Karachi, donde están luchando contra las bandas reaccionarias del MQM en una feroz campaña electoral. Me dijeron que hay un sentimiento general de conmoción entre las masas. "La gente está llorando y las mujeres gimen en sus casas. Ahora mismo las puedo escuchar", me dijo el compañero.
Pero el lamento se convertirá en rabia. "Ha habido tumultos en las calles de Karachi y en otras ciudades. La gente está bloqueando las carreteras y quemando neumáticos". Esa es la advertencia a la clase dominante de que la paciencia de las masas se agota. El movimiento de las masas no puede ser detenido con el asesinato de uno de sus líderes, ni con mil.
Las masas siempre se apegan a sus organizaciones tradicionales de masas. El PPP se desarrolló al calor del movimiento revolucionario de 1968-1969, cuando los trabajadores y campesinos casi toman el poder.
El dictador Zia asesinato al padre de Benazir. Eso no impidió la resurrección del PPP en los años ochenta. Las fuerzas del terrorismo de estado asesinaron al hermano de Benazir, Murtazar. Después exiliaron a Benazir e instalaron una nueva dictadura. Eso no impidió que el PPP resucitara de nuevo cuando 2-3 millones de personas salieron a las calles para darle la bienvenida.
Las masas se recuperarán de la conmoción y dolor momentáneos. Con el tiempo estas emociones serán sustituidas por la rabia y el deseo de venganza. Lo que hace falta no es la venganza individual, sino la colectiva. Lo que hace falta es preparar a las masas para una nueva ofensiva revolucionaria que acaba de raíz con los problemas de Pakistán.
La camarilla dominante puede retrasar la fecha de las elecciones, pero tarde o temprano tendrán que convocarlas. Los reaccionarios calculan que la eliminación de Benazir debilitará al PPP. ¡Es un serio error de cálculo! El PPP no puede ser reducido a un solo individuo. Si eso fuera así, entonces habría desparecido después de la muerte de Zulfiqar Alí Bhutto.
El PPP no es un individuo. Es la expresión organizada de la voluntad de las masas para cambiar la sociedad. Esos tres millones que salieron a las calles para celebrar el regreso de Benazir. Son los decenas de millones más que se preparaban para votar por un cambio en las elecciones de enero. Estos millones ahora están de luto, pero el luto no durará para siempre. Encontrarán formas efectivas de lucha para conseguir que se escuche su voz.
Las masas deben protestar por el asesinato de la dirigente del PPP con un movimiento nacional de protesta: mítines de masas, huelgas, manifestaciones de protesta, culminando con una huelga general. Deben elevar la bandera de la democracia. ¡Contra la dictadura! ¡No al estado de excepción! ¡Inmediata convocatoria de nuevas elecciones!
La dirección del PPP no debe capitular ante las presiones que pretenden retrasar las elecciones. ¡Celebración de elecciones nacionales y provinciales! ¡La voz del pueblo debe ser escuchada! Sobre todo, el PPP debe regresar a su programa y principios originales.
En el programa fundacional del PPP está inscrito el objetivo de la transformación socialista de la sociedad. Éste incluye la nacionalización de la tierra, los bancos y las industrias bajo el control de los trabajadores, la sustitución del ejército permanente por una milicia de obreros y campesinos. Estas ideas son tan correctas y relevantes hoy que cuando fueron escritas.
No hay nada más fácil que arrebatar la vida de un hombre o una mujer. Los humanos somos criaturas frágiles y fáciles de matar. ¡Pero no se puede asesinar una idea cuando ha llegado su momento!