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La primera víctima de la guerra es la verdad. Este es también el caso de la intervención militar rusa en Ucrania. Los marxistas necesitan poder cortar la niebla de mentiras y propaganda de guerra y analizar las verdaderas razones detrás del conflicto; qué lo ha causado; y los intereses reales que subyacen a las excusas y justificaciones de las distintas partes implicadas.

El presidente ruso Vladimir Putin, en un discurso a la nación rusa ayer afirmó que “Ucrania fue creada por Lenin”. La verdad es que la Revolución de Octubre tuvo el gran mérito de liberar a las nacionalidades que habían sido oprimidas por la Rusia zarista, a la que Lenin llamó “prisión de las naciones", y que negaba todos los derechos a las minorías étnicas. Presentamos esta carta de Lenin, escrita en 1919, que desarrolla en pocas páginas la posición del marxismo sobre la cuestión de las nacionalidades. ¡Que hable Lenin!

Finalmente, ha comenzado. Las fuerzas rusas han desatado un ataque masivo contra Ucrania. A primera hora de la mañana, en un breve discurso televisado, el presidente ruso Vladimir Putin anunció una “operación militar especial” de madrugada. A los pocos minutos de la transmisión, alrededor de las 5 a.m. hora de Ucrania, se escucharon explosiones cerca de las principales ciudades ucranianas, incluida la capital, Kiev.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha reconocido la independencia de la República Popular de Donetsk y de Lugansk (RPD y RPL) en el sureste de Ucrania y envió tropas rusas de “mantenimiento de la paz” a ambos territorios. Esto representa una escalada significativa del conflicto entre Rusia y el imperialismo occidental ¿Qué intereses se esconden detrás del conflicto y cuál debería ser la posición del movimiento obrero internacional?

En noviembre de 1918, la revolución estalló en Alemania. En la primavera de 1919, la clase trabajadora logró tomar el poder y declarar una República Soviética en Baviera. En su breve y heroica vida, la república tuvo que luchar no solo contra la contrarevolución abierta, sino también contra los resultados de su propia inexperiencia. Sin embargo, como explica Florian Keller, de la Corriente Marxista Internacional en Austria, estos acontecimientos representan uno de los episodios más inspiradores de la Revolución Alemana de 1918-1923. Las lecciones que se pueden extraer no tienen precio para los revolucionarios de hoy.

El llamado convoy de la libertad ha copado los titulares de las últimas semanas y bloqueado el centro de la ciudad de Ottawa, alrededor de Parliament Hill, la sede del parlamento canadiense, durante una semana. A esto le ha seguido el bloqueo de cientos de camioneros, opuestos a la obligación de vacunarse contra el Covid-19, en diversos puntos de la frontera con EEUU.

 “De lo expuesto se deduce que la revista, que quiere ser órgano de prensa del materialismo militante, debe ser, primeramente, un órgano combativo en el sentido del desenmascaramiento y persecución sin tregua de todos los ‘lacayos diplomados del clericalismo’ de nuestros tiempos, lo mismo si actúan en calidad de representantes de la ciencia oficial o en calidad de francotiradores que se tildan a sí mismos de publicistas ‘demócratas de izquierda o ideológicamente socialistas’.”[1] (Lenin, Sobre el significado del materialismo militante)

El llamado “acuerdo” con el FMI ha impulsado la crisis que recorre al régimen político del país al acelerar el proceso de desagregación del Frente de Todos. Si bien la renuncia de Máximo Kirchner buscaba dar contención política a la base del Frente de Todos y puntualmente a la del kirchnerismo, la misma se sustenta en la realidad de crisis económica, social y política que atravesamos hace ya varios años y que fue profundizada por la pandemia. Esto implica que la realidad política sobre la que estamos interviniendo está atravesada por la crisis orgánica del capitalismo en su fase histórica de declive irreversible.

Treinta años han pasado desde la publicación de El Final de la Historia y el Último Hombre. Regodeándose tras el colapso de la URSS, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama hizo una afirmación asombrosa. La humanidad había alcanzado “el final de la historia como tal: es decir, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como forma final de gobierno humano”.

El posmodernismo es una escuela de pensamiento filosófico amorfa que saltó a la fama en la posguerra. Comenzando como una tendencia marginal, desde entonces ha crecido hasta convertirse en una de las disciplinas dominantes de la filosofía burguesa, impregnando gran parte, si no la mayoría, de la academia de hoy en día. Aquí publicamos un análisis de Hamid Alizadeh y Dan Morley, el primero de una serie de artículos que analizan diferentes aspectos del posmodernismo desde una perspectiva marxista.