Las pasadas elecciones de diputados y concejos municipales han representado un punto de inflexión en la lucha de clases del país, pues han significado el inminente desplome de la herramienta que, hasta hoy, había representado los intereses de la clase trabajadora: el FMLN.
No se puede tapar el sol con un dedo, el FMLN ha sufrido una de sus más grandes derrotas desde que se constituyó como partido político a partir de los Acuerdos de Paz, a tal punto que no tiene comparación con ninguna de sus derrotas pasadas, a pesar de que algunos se esfuerzan por hacer creer que es una derrota más en la historia del partido de la cual saldrán bien librados como lo han hecho en ocasiones anteriores. Esta lectura simplista les está saliendo cara, pues negándose a realizar cambios profundos, la dirección está llevando a la aniquilación total al partido que se forjó con el sudor, lagrimas, sangre y vida de miles de militantes honestos que murieron al defender los ideales revolucionarios de un futuro más justo para todos y todas.
¿Quiénes son los culpables de la crisis del FMLN?
¿Pero qué ha fallado realmente? ¿Dónde debemos buscar a los culpables? La dirección del partido y sus mandos medios se han esmerado en hacer creer a las bases y a la opinión pública que los culpables debemos buscarlos en todas partes -la derecha y la compra de votos, Nayib y la campaña de voto nulo, los malos funcionarios del gobierno, etc.- menos al interior del partido. Esto ha bloqueado la posibilidad de encontrar soluciones que eliminarían de raíz los males que han propiciado esta crisis. Si bien es cierto los factores externos influyeron en gran medida en la pérdida de votos debido a que son el reflejo del descontento acumulado, los factores internos, tanto políticos como organizativos, son los realmente claves para entender el desmoronamiento del FMLN. Una mirada rápida a la historia de los últimos 13 años del partido nos ayudará a dilucidar esto de mejor manera.
Cuando en 2005, a propuesta de la Comisión Política ya liderada desde entonces por Medardo Gonzalez, se eliminaron las elecciones internas para elegir a la dirección y a las personas propuestas para desempeñar cargos de elección popular -diputados, concejales, alcaldes, presidente- se dio paso a una manera dictatorial cada vez más marcada para la toma de decisiones. El argumento que manejaron desde entonces fue que eliminando las elecciones internas se fortalecía la democracia interna y que el partido eliminaría las discordias innecesarias entre compañeros y, por tanto, el partido se uniría y fortalecería cada vez más y más. ¡Nada más absurdo!
Con la eliminación de las elecciones internas, lo único que se fortaleció en el partido fue la burocratización de los dirigentes, los cuales mediante métodos autoritarios y antidemocráticos para la toma de decisiones lograron apaciguar por años las críticas al interior bajo la supuesta consigna de la unidad. Como un daño colateral de este craso error, se desarticularon sistemáticamente comités de base que mostraban actitudes críticas hacia la dirección del partido y se descuidó progresivamente la formación política de los militantes. La dirección se blindó de tal manera que nadie se atrevía a cuestionar sus infalibles decisiones, y quienes lo hacían eran estigmatizados, tildados incluso de hacerle el juego a la derecha.
Este error que es fundamental para la sanidad interna de un partido revolucionario, porque coarta el derecho de todo militante a expresarse y ser escuchado con seriedad, se vio reforzado por otro grave error político: el programa reformista impuesto por los dirigentes.
Llegados a este punto es necesario aclarar a que nos referimos cuando hablamos de reformismo, y por qué desde la teoría marxista consideramos que es la razón principal de la bancarrota del FMLN.
El reformismo como uno de los puntos claves para entender la caída del FMLN
En nuestro artículo titulado La necesidad de desechar las políticas reformistas, el cual pretendía analizar brevemente el reformismo aplicado por el FMLN, explicábamos que: “El reformismo desde sus inicios, tanto teóricos como prácticos, ha estado en constante lucha con la revolución socialista, y no en consonancia con ella como muchos han creído. Entre los principales fundamentos teóricos del reformismo clásico –sintetizados por Bernstein a finales del siglo XIX- destacan: la desaparición de las crisis generales del capitalismo gracias al sistema crediticio, alianzas empresariales, etc.; el ascenso del proletariado a clase media; y la mejora política y económica del proletariado por medio de la lucha sindical. Es decir, el proceso de reformas sociales como el fin último, y no como un medio de la revolución socialista”.[1]
La política reformista se caracteriza por utilizar casi exclusivamente la lucha legal desde el parlamento y el gobierno para aprobar reformas en favor de la clase trabajadora para paliar su situación de miseria actual. Estas reformas se ven expresadas en el incremento del gasto social. Por ejemplo, cuando el FMLN llegó al gobierno en 2009, se comenzaron a aprobar programas sociales, se aprobaron nuevos subsidios y se aumentaron algunos ya existentes, el aumento al salario mínimo, etc. Medidas muy buenas pero que en sí no iban a solucionar las contradicciones profundas entre las clases que experimentaba a diario de primera mano las desigualdades, porque no ponían en el centro de la discusión la toma del poder, ni a mediano ni a largo plazo, por parte de los trabajadores para solventar realmente sus condiciones de vida. Además, están fundamentadas sobre arena, sin cambiar el capitalismo estas reformas buenas en sí mismas son fáciles de revertir de la noche a la mañana, sobre todo ahora con una asamblea dominada por la derecha.
El reformismo es un mal inherente de los partidos de izquierda que han perdido el rumbo, y no es exclusivo del FMLN, la historia se ha repetido una y otra vez con los partidos tradicionales de la clase trabajadora alrededor del mundo, tal es el caso del PT en Brasil, PRD y Morena en México, el PSOE en España, Syriza en Grecia, el kirshnerismo en Argentina, etc. Estos partidos han adoptado programas reformistas, buscando darle un rostro humano al capitalismo han fracasado en el intento de resolver los problemas más acuciantes de los trabajadores. Y debido a la crisis del sistema capitalista, estas concesiones o reformas si no se avanza con medidas estructurales, llegan a convertirse en su contrario: contrarreformas, debido a que el dinero ya no alcanza para seguir manteniendo los programas sociales en un principio, y en el caso del FMLN, en lugar de combatir la elusión y evasión fiscal optó y sigue optando por más endeudamiento. De esta manera se logra llegar a un punto insostenible, donde se pone de manifiesto una cuestión central: o atacamos los bolsillos de la clase dominante para seguir favoreciendo a la clase trabajadora o le recortamos/quitamos a los trabajadores todas las concesiones que antes les dimos. La dirección del FMLN con su política tímida, su miopía revolucionaria y sus negociaciones parlamentarias ha demostrado que prefiere atacar a la clase trabajadora, antes que tocar los intereses de la clase dominante, de tal manera que en el último periodo hemos sido testigos de cómo el FMLN desde el gobierno y el parlamento ha impulsado recortes a los subsidios, ha aprobado nuevos impuestos como el de la telefonía, aprobó una reforma de pensiones que deja intactas las ganancias de las AFP, impulsó y aprobó los /Asocios Públicos Privados, el año pasado se votó a favor de la reforma a la Ley de Extinción de Dominio, dicha reforma dejaba sin dientes la Ley que tenía como objetivo principal combatir la corrupción, etc.
Por su parte las masas proletarias han estado probando estas herramientas tradicionales de lucha una y otra vez a pesar de la traición de las direcciones y, contrario a lo que estos dirigentes reformistas piensan, han estado aprendiendo y sacando conclusiones constantemente, porque la mentalidad de los trabajadores no es estática, no aprenden de los libros aprenden de la experiencia cotidiana. Y sabiendo esto, una de las lecciones que ha dejado los recientes resultados electorales es que la clase trabajadora está harta del reformismo y busca ir más allá por la conquista de sus demandas, porque la crisis cada vez golpea más fuerte: los salarios siguen siendo de hambre, no hay empleo para la juventud, la inseguridad va al alza, la educación de calidad sigue siendo un privilegio de pocos, hay pésimos servicios de salud, la condiciones de explotación no han sido resueltas. Mientras existan estas condiciones miserables las masas seguirán construyendo y buscando una alternativa que en verdad les soluciones sus problemas, irán a prueba y error como en un laboratorio. Por tanto, mientras no exista un partido revolucionario y socialista, seguirán siendo engañadas y traicionadas por los dirigentes, pues solo la lucha por el socialismo puede catalogarse como una alternativa real a esta crisis.
Como podemos ver, ha sido la política reformista anti revolucionaria, la falta de democracia interna, la burocratización de la dirección la que ha llevado al FMLN a esta crisis profunda. La desconfianza en el carácter revolucionario de las masas les ha pasado una factura grande, pues los ha llevado a confiar únicamente en los esfuerzos parlamentarios, cuando lo que debió haberse hecho siempre fue buscar la correlación de fuerzas con la clase trabajadora en las calles y no con los partidos que sostienen al régimen dentro del parlamento. Se debió utilizar el parlamento para denunciar la ineficacia del mismo para avanzar a la revolución, por medio de la agitación mediante constantes llamados a la movilización en las calles -en contra de la corrupción y las medidas impulsadas por la derecha- y la elevación del nivel político de las masas, y no debió utilizarse para alejarse cada vez más del sentir y pensar del pueblo o para atacarlo con medidas antirrevolucionarias cuando la “correlación de fuerzas en la asamblea” los obligaba a hacerlo o alimentar ilusiones de que a través del parlamento y solo a través de este, consiguiendo una mayoría absoluta de diputados se pueden cambiar las condiciones de vida, negando así el poder revolucionario de las masas en las calles y fábricas a través de las movilizaciones, huelgas, tomas de fábricas, etc.
¿Cuál ha sido la lucha del BPJ dentro del FMLN?
El Bloque Popular Juvenil desde su incorporación a la Corriente Marxista Internacional en 2008, ha jugado un papel de tendencia clandestina dentro del partido, clandestina en el sentido que las tendencias al interior se eliminaron hace casi dos décadas atrás. Desde entonces hemos defendido las ideas del marxismo revolucionario de Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo y Trotsky en todos los espacios que como militantes y simpatizantes del FMLN se nos ha brindado.
Desde entonces venimos criticando y advirtiendo los peligros de la política reformista impulsada por la dirección del partido. En nuestro documento ¿Qué FMLN necesita la clase trabajadora? Escrito en abril de 2008, meses antes que el FMLN llegará al gobierno por primera vez en la historia afirmábamos que:
“Si se nos pregunta si podemos cambiar la sociedad usando las mismas herramientas del sistema nosotros respondemos que sí es posible, pero asumiendo posiciones revolucionarias y teniendo en cuenta que lo fundamental será la lucha del proletariado y la juventud en las calles, fábricas y escuelas. Le debemos decir a la masa que estas instituciones no serán las que necesitaremos para transformar la sociedad de manera radical, sino que las necesitamos destruir y formar instituciones basadas y controladas por el movimiento obrero organizado.(…) Nosotros no creemos que debamos dejar nuestras diferencias para después de llegar al gobierno, pero sí consideramos que la izquierda, la clase obrera y la juventud revolucionaria nos debemos unir para llevar al FMLN al gobierno y los marxistas del BPJ lucharemos fielmente para evitar un fraude electoral, combatir las mentiras de la burguesía y explicar a los jóvenes y trabajadores la necesidad de un gobierno de izquierda que debe aplicar una política verdaderamente de izquierda. Nosotros sabemos que la llegada del FMLN al gobierno no es suficiente para dar una solución a nuestras problemáticas, será necesario que el nuevo gobierno obrero defienda y aplique un programa de clase y socialista”.[2]
Nuestro apoyo crítico hacia el FMLN ha sido una de las grandes diferencias del BPJ al interior respecto a otros colectivos. Los obstáculos y los mismos errores que pudimos haber cometido en el pasado fueron combatidos a través de hacer nuestro el lema de Lenin de “explicar pacientemente”, de esta manera logramos ganar la simpatía de muchos militantes y simpatizantes de izquierda que han apoyado nuestra lucha por llevar y defender las ideas del marxismo científico en el partido, nos acercamos a las bases a través de la participación en comités de base, apoyando en las marchas, difundiendo nuestras posturas a través de nuestro periódico Militante y comunicados coyunturales. En esta lucha ardua, los bloqueos no fueron pocos, la nula aprobación de la crítica y autocrítica sana hizo que muchos dirigentes nos vieran con desconfianza y llegaran a tacharnos en más de una ocasión de ultraizquierdistas, oportunistas y hasta de ser agentes de la derecha. Cuando la dirigencia se veía acorralada por nuestras criticas correctas que dejaban al descubierto su incapacidad de dirigir el instrumento de los trabajadores, utilizaba métodos incorrectos para acallarnos, no solo a nosotros sino a cualquier militante que se atreviera a hacerlo. Siguiendo la herencia venenosa del estalinismo, heredada por la mayoría de partidos de izquierda después de la degeneración de la URSS a manos de Stalin, solucionaban las diferencias políticas a través de aplicar medidas organizativas, un error fatal.
Nosotros siempre estuvimos claros de que nuestro trabajo en el FMLN era principalmente ese: difundir las ideas del marxismo revolucionario, impulsar el debate y la crítica para la transformación del partido, de tal forma que se pasara de un programa tibio y reformista a uno verdaderamente revolucionario. En esto abocamos todas nuestras fuerzas en los últimos 10 años.
Elecciones 2018: punto de inflexión
Los desastrosos resultados electorales no son fortuitos, sino más bien son el fruto de casi una década de aplicar un programa absurdo y reformista desde el gobierno y el parlamento que no tenía como objetivo avanzar en la construcción del socialismo. Ha sido un revés a partir de todos los errores cometidos, los cuales de no enmendarse presagia, no solo la derrota en la carrera por la presidencia del próximo año, sino el aniquilamiento total de todo el partido.
Para los marxistas del BPJ, particularmente, esta derrota no ha sido una sorpresa, lo veníamos advirtiendo desde hacía mucho tiempo atrás, cualquiera que se tome la molestia de visitar nuestra web podrá comprobarlo por sí mismo. Para muestra, sírvanse los siguientes extractos de publicaciones de años atrás:
En nuestro articulo El caso Funes y las lecciones para la izquierda salvadoreña, escrito en 2016 se lee:
“Un error en la teoría se expresará tarde o temprano en un error elevado a la décima potencia en la práctica, como decíamos más arriba la única forma de evitar este tipo de errores es iniciando un procesode democratización del partido, debatiendo nuestro programa, táctica y estrategia a desarrollar. Las presiones que tienen nuestros funcionarios son muchas y debemos empujarles para que las medidas que puedan tomarse en el futuro no sean a beneficio de la burguesía y en detrimento de la clase obrera. Durante estos años de experiencia en el parlamento, y en el poder Ejecutivo, es claro de cuán importante es contar con métodos extraparlamentarios para desarrollar la lucha revolucionaria. Debemos utilizar las instituciones del Estado como tribunas de agitación y no como una vía de enriquecimiento personal.
Necesitamos un FMLN democrático y revolucionario, con una política de clase independiente; en determinados momentos en el parlamento se pueden hacer alianzas mínimas con algunos partidos ajenos a la clase obrera, esto dependerá de un contexto y análisis especifico de cada caso, de preferencia estas alianzas breves deben de llevarse a cabo cuando hay entrampamientos para aplicar políticas en contra de la burguesía y a favor de la clase obrera, de ningún modo esto debe de convertirse en una regla para todo. El proletariado solo puede confiar en sus propias fuerzas. Elevar el nivel político de la clase trabajadora debe de ser nuestro principal objetivo, de ningún modo debemos obviar la lucha de clases por la abstracta consigna de la unidad nacional“[3].
En el artículo Un verdadero vuelco hacia la izquierda o capitular ante el enemigo de clase, escrito en agosto de 2017, asegurábamos que:
“Hemos vertido en nuestras páginas, no en pocas ocasiones, cómo esta actitud más propia de los partidos afines al capital y no de partidos revolucionarios, está llevando por la senda del descalabro todo un proceso de años de consolidación, de luchas, de tradiciones y métodos, que terminará por arrastrar todo el aparato organizativo y en su momento—esperemos que no sea así—lo sepultará bajo los escombros de la decepción y la desconfianza de la clase trabajadora.(…)
El desencanto y desilusión en muchos compañeros militantes y simpatizantes con respecto a los zig-zags del partido y sus acuerdos y negociaciones por arriba, continúan socavando la base social del FMLN. Los que están a la cabeza se encuentran entre la indecisión de aplicar un programa de medidas transitorias hacia el socialismo que, inevitablemente tocará los intereses de la clase dominante, o continuar con el programa de la conciliación de clases y la unidad sin principios que pregonan los reformistas desde dentro. Estos agentes de la derecha, que se escudan en una fraseología de izquierda son los elementos más nocivos para el movimiento revolucionario en las circunstancias actuales. El tiempo para rectificar el rumbo se agota, lo mismo que la paciencia de las masas, el periodo que se avecina marcará la radicalización de las tendencias en el seno del FMLN, o hay un vuelco hacia la izquierda revolucionaria o el ala reformista del partido terminará por crear las condiciones más convulsivas, violentas y catastróficas que preparará el camino para la victoria de la reacción[4]
Y en la editorial de febrero 2018, previo a las elecciones, titulada Perspectivas políticas de las elecciones 2018 advertíamos que:
“Se pinta un panorama gris para el FMLN haciendo muy posible que las posiciones ganadas en el pasado sufran un serio revés, esto significaría no solo la perdida de escaños en el parlamento sino también la perdida de alcaldías considerados bastiones históricos dando paso a una ofensiva brutal de la derecha para dar paso atrás a los programas (o los que queden de ellos) impulsados por el FMLN en el pasado, presionados por el imperialismo norteamericano a través de sus entidades internacionales todas aquellas “recomendaciones” parasalirde la crisis económica (aumento al IVA, reducción del gasto público, una nueva reforma al sistema de pensiones, flexibilización laboral) serán retomadas por los diputados de derecha apoyados por otros sectores del Estado, como la Sala de lo Constitucional, y presionarán porque estos se cumplan convirtiendo los últimos años del periodo de Sanchez Cerén, y en dependencia de cómo el FMLN reaccione, como la muestra más clara del fracaso de un gobierno reformista. Esto dejaría solo dos alternativas para los diputados y alcaldes del FMLN que puedan ser electos en estas próximas elecciones: o dan un giro hacia las masas, convocándolas a las calles y a las tomas de fábricas o claudican a las presiones de una muy posible mayoría de diputados de derecha, (…) Creemos que las bases del FMLN, de los sindicatos y de las organizaciones que haremos un llamado al voto al FMLN en estas elecciones debemos también explicar que no se trata si tienes treinta o diez diputados en la Asamblea, sino en la capacidad que tengan estos para agitar al conjunto de la clase obrera alrededor de un programa revolucionario. Salir de cualquier revés solo será posible si el actual programa se sustituye con uno auténticamente socialista“.[5]
Ante la crisis profunda que revelaron los resultados electorales, comenzamos una campaña para pedir la destitución de la Comisión Política, pues los consideramos los grandes culpables de este crimen. Su dimisión habría dado paso a la posibilidad de llamar a un congreso para elegir una nueva dirección y sobre todo un nuevo programa. Sin embargo, contrario a tomar una actitud favorable que diera muestras de querer enmendar la situación, la arrogancia ha salido a flote de manera más marcada que nunca.
La CP se aferra a sus puestos, conseguidos por medio de una pantomima de elecciones internas con planilla única en 2015. Se han llamado en diferentes municipios a ampliadas y asambleas que solo tienen como único objetivo soltar presión, nosotros hemos estado participando en estos espacios sin mayores frutos siendo bloqueados cada vez que nuestros argumentos generaban simpatía entre las bases. La dirección del partido no quiere cambiar nada, seguirá aplicando métodos incorrectos y una política de reformismo. ¡Están llevando al vertedero al proyecto histórico que hasta hoy había sido la herramienta de la clase trabajadora!
Trotsky advertía de manera contundente en el Programa de Transición que: La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección revolucionaria. La dirección deformada y burocrática del FMLN se empeña en dejar clara su crisis profunda, su incapacidad y su falta de voluntad para rescatar lo poco que ha quedado del partido.
Se nos ha tratado de persuadir mediante la máxima popular de que “los trapos sucios se lavan en casa” que al hacer pública la crítica le “hacemos el juego a la derecha”; ante esto, respondemos que la crítica pública es clave y la única alternativa cuando dentro del partido a partir de la crisis y desde antes no se han abierto espacios de debate real que nos lleven a sacar conclusiones revolucionarias, y que cuando se ha logrado tener un espacio las opiniones no han sido tomadas en serio. ¿Hacerle el juego a la derecha? ¿Acaso no se dan cuenta que los únicos que han allanado el camino para el regreso de la derecha han sido ellos mismos, con su falta de claridad y capacidad para dirigir la lucha de clases? La experiencia nos hace creer que el partido bajo la dirección actual no hará ningún cambio sustancial, que dejará pasar el tiempo para que la critica se diluya y sumergirá a los militantes en una dinámica de estancamiento y contemplación.
Nuestro trabajo independiente y las organizaciones de masas
Todo lo planteado anteriormente, ha llevado al BPJ a través de una discusión amplia en Asamblea a la decisión de romper con el FMLN, con su dirección burocratizada y reformista principalmente. Esto no quiere decir que creamos que dentro del partido no hay elementos rescatables, claro que los hay, a todos estos camaradas les dedicamos nuestra admiración y respeto. Nuestra lucha nunca fue en contra de las bases, sino contra la dirección podrida que representaba, representa y representará un freno para la revolución socialista que anhelamos miles de revolucionarios alrededor del mundo. A todos aquellos militantes que quieren construir junto a nosotros el partido revolucionario les abrimos las puertas de la organización para que puedan unirse a nosotros en esta tarea histórica del proletariado.
Nuestra declaración de independencia solo parte en términos formales, puesto que en términos reales siempre hemos sido independientes política y financieramente. Esta decisión, está enmarcada en un análisis dialéctico de la lucha de clases en El Salvador y alrededor del mundo, pero no implica que nuestro objetivo haya cambiado, al contrario, sigue siendo el mismo: Luchamos por la construcción del partido marxista revolucionario que nos llevará hacia el socialismo, para esto nos abocamos a las masas proletarias que son las designadas históricas para llevar a cabo una revolución de este tipo. Y evidentemente las masas ya no están siendo orientadas y no están siguiendo al FMLN.
Las perspectivas de la lucha de clases se presagian muy agitadas para el próximo periodo, la derecha con mayoría parlamentaria no desaprovechará una mínima oportunidad para recobrar todo aquello que ha perdido y atacará de manera cruda a la clase trabajadora. El FMLN no será una opción real de las masas para buscar la presidencia en el próximo periodo, la disputa será entre Bukele y el designado por la burguesía, que será seguramente Calleja. Es una verdad hoy más que nunca que cualquier partido que no se dote de un programa verdaderamente revolucionario fracasa en su intento de desarrollar una revolución triunfante. Las simpatías y el apoyo que cualquier candidato de izquierda pueda obtener serán puestos a prueba a partir de la política que se decida aplicar. Y ante esto no hay una tercera vía, o es una política reformista o es una política verdaderamente anticapitalista y revolucionaria. De elegir la primera, el descrédito y la decepción antes las masas llegará más rápido de lo que llegó con el FMLN en el pasado.
Como defensores del marxismo, confiamos plenamente en el potencial revolucionario de las masas proletarias, que son un gigante dormido que tarde o temprano despertará para acabar de una vez y para siempre con las condiciones de miseria que el capitalismo les impone y la condena a una vida decadente y miserable. Nosotros estaremos siempre dispuestos a dar la vida en esto si es necesario, llevando por todos los medios posibles los planteamientos del socialismo y luchando hombro a hombro por la construcción de un partido marxista y revolucionario pues es la única forma de conquistar una sociedad totalmente diferente a la que nos condena el sistema capitalista.
¡Basta de traiciones, no más oportunismo y reformismo en el movimiento obrero!
¡Por la construcción de un partido revolucionario y socialista!
¡Socialismo o barbarie!
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