“Nosotros no sólo planteamos la democracia, sino que el proletariado se convierta en la dirección política del país y que se formule un proyecto nacional. (…) Se trata de encontrar un organismo de coordinación de la insurgencia, porque ya se tiene muy claro que ningún gremio en particular puede desarrollarse más allá de un límite, sin enfrentarse al Estado. En vez de hacerlo como gremio (que no se ha podido), los haremos como clase obrera.” (Rafael Galván, dirigente de la Tendencia Democrática en los años 70)
Ha pasado más de un mes y la huelga de hambre de los compañeros del SME continua, el balance no es halagador, hasta ahora se han retirado algunos compañeros por recomendaciones médicas, los que continúan han bajado bruscamente de peso poniendo su vida en serios problemas. Los resultados políticos de esta huelga son raquíticos, para el gobierno simplemente no tienen ningún sentido, le da absolutamente igual lo que pueda suceder a alguno de los compañeros que valerosamente mantienen el ayuno.
Los caminos de la lucha
Después que el gobierno declarara inexistente la compañía Luz y Fuerza del Centro, los trabajadores pertenecientes al SME han salido a las calles una y otra vez, las tácticas han sido variadas pero el resultado el mismo.
Está claro para Calderón que este ha sido su “golpe maestro” del sexenio, aprovechó el peor periodo de la crisis económica, donde los trabajadores resentían más el desempleo y el alza de precios, para neutralizar las luchas solidarias; los medios de comunicación masivos, fieles ciervos del poder, crearon la gran pantalla para justificar este golpe y los tres poderes del Estado avalaron tal medida.
El espurio y toda la burguesía sabían perfectamente a lo que se atenían cuando lanzaron el ataque, un gran movimiento de masas con los sindicatos y AMLO al frente era lo único que pudo haber regresado el empleo a los trabajadores del SME, esto hubiera significado un durísimo revés al gobierno, sin embargo no ocurrió así. El golpe parece firme, la burguesía cerró filas y no está dispuesta a dar un paso atrás.
Por el otro lado, las tácticas que aplicó la dirección del SME, aunque fueron radicalizándose paulatinamente, perdieron tiempo precioso para desarrollar medidas de lucha que pusiera de rodillas al gobierno, por ejemplo la huelga general. Si bien pudimos ver dos paros de 24 horas, en el mejor de los casos fueron de sectores de servicio, estudiantes y poco más. Los sectores importantes, que están relacionados directamente con la producción de la riqueza, los sectores industriales, prácticamente no jugaron un papel.
Esto se puede entender por dos aspectos, por un lado las direcciones de los sindicatos industriales son comparsas del gobierno en turno, son direcciones que lejos de ver por el interés de los trabajadores avalan las medidas anti obreras de la patronal, están coludidos por miles de negocios con los representantes del gobierno y miran al puesto sindical como una forma de obtener prebendas. Estas simplemente son el brazo de la burguesía y del gobierno ante los trabajadores.
Por otra parte, los sectores más activos de la lucha, particularmente los trabajadores afiliados al SME, no recibieron una orientación clara de acercarse a las zonas industriales, la orientación se fijó a los sectores más volátiles y menos difíciles de convencer, pero desgraciadamente menos importantes para realizar una huelga.
No se menosprecia el papel que han jugado los estudiantes, profesores o las organizaciones populares de los barrios, pero en todo caso estos sectores tendrían que haberse sumado a contagiar el ambiente de indignación a todos los trabajadores en las empresas privadas, industriales, etc. Esta era la clave y única posibilidad real de dar marcha atrás a este ataque.
Las reglas jurídicas y la lucha en las calles
Puede haber muchas argumentaciones para poder explicar porque no se hizo esto, la más recurrente es que se tenía que esperar a agotar los recursos legales. Tenemos que comprender que estas leyes no están hechas para una sociedad justa, todo lo contrario, las leyes y los órganos que las impartes son garante del funcionamiento “normal” de la explotación.
Los magistrados, jurados, etc. no funcionan al margen de un aparato general, el Estado está hecho para hacer respetar los derechos de los poderosos, lo podemos ver en múltiples ejemplo, tal vez el más ilustrativo es la forma en que se avaló el escandaloso fraude en el 2006 o los resolutivos contra la huelga legítima de los mineros de Cananea.
Reducir una lucha a los límites legales es querer convencer a un tigre que se vuelva vegetariano. Si la burguesía y el gobierno títere de Calderón actúan para defender sus intereses y a partir de eso formulan sus leyes, como pedir que esas leyes puedan revertir el ataque.
La huelga de hambre, ¿dónde debe terminar?
El movimiento se ha desgastado en pequeñas batallas pero la voluntad está ahí, sin embargo las buenas voluntades y las ganas no resuelven nada, esta es una guerra en donde la dirección general de la burguesía y el gobierno están resueltos a vencer.
La lucha a llevado a derrotas que en cierta medida muestran desesperación, la huelga de hambre implica que los activistas se tienen que paralizar en los campamentos, los compañeros que están en ayuno reducen su actividad a dormir para mantener las fuerzas para seguir con la huelga, y en términos generales lo que plantea es un cambio de estrategia.
Si hasta ahora la dinámica había sido el buscar el apoyo de los sindicatos, movilizaciones masivas e intentos de paros para conseguir echar abajo el decreto de extinción y el regreso a laborar, ahora la huelga de hambre plantea la dinámica de resistencia, aunque se sigue volanteando, participando en las manifestaciones y apoyando luchas de otros sectores, todo el movimiento está girando en torno los compañeros en ayuno.
El movimiento ha pasado de la ofensiva a la defensiva, del coraje y rabia a la resistencia, esta táctica en todo caso habla del ambiente general del movimiento. Desgraciadamente esto no es positivo para conseguir la victoria.
Algunos compañeros ya han levantado la huelga por recomendación médica, y aunque es voluntaria la fecha en la que los demás puedan replegarse, puede existir la rabia suficiente entre alguno de nuestros camaradas para seguirla hasta el final, es decir hasta la muerte. Esto no cambiaria en nada la situación, debería de haber un replanteamiento en la orientación de la lucha, si bien no es el mejor ambiente para buscar solidaridad, si se podría discutir tácticas para reagrupar las fuerzas del movimiento, por ejemplo hacer un trabajo sistemático en las zonas industriales llamando a la conformación de una nueva central sindical, esta consigna ya está sonando en la CNTE, este trabajo no tendría grandes resultados a corto plazo pero si ayudaría depurar una organización nacional obrera que pueda enfrentar los ataques venideros y seguir la lucha por la reinstalación.
Otra medida es la de elevar las miras de este movimiento sindical a uno político, buscando un vínculo con el movimiento de AMLO y luchar para que este demande la reapertura de LyFC, así como la recontratación. En general, como dijo Rafael Galván, dirigente de la Tendencia Democrática en los años 70, lo que no hemos podido hacer como gremio lo tendremos que hacer como clase.
¡Larga vida al SME!
¡Viva la lucha unitaria de los trabajadores!
¡Por el derrocamiento de Calderón!
Fuente: Militante (México)