La revolución Cubana está siendo nuevamente acosada por las potencias capitalistas. Se vuelve a mostrar el odio de la burguesía a una revolución que, pese a sus errores y dificultades, se ha mantenido en pie y continúa siendo un foco de atracción para los obreros y campesinos de América Latina y a nivel mundial. En esta batalla, la Corriente Marxista Internacional se coloca incondicionalmente del lado de la revolución cubana contra el griterío del imperialismo y la opinión pública burguesa “democrática”.
La revolución Cubana está siendo nuevamente acosada por las potencias capitalistas. Hay una histérica campaña de desprestigio a nivel internacional que vuelve a mostrar el odio de la burguesía a una revolución que, pese a sus errores y dificultades, se ha mantenido en pie y continúa siendo un foco de atracción para los obreros y campesinos de América Latina y a nivel mundial.
Orlando Zapata, un preso que había sido detenido inicialmente por delitos comunes como estafa, lesiones con arma blanca, violaciones a domicilio y desórdenes públicos, entró en huelga de hambre exigiendo televisión, cocina y teléfono personal en su celda, alentado y manipulado por la contrarrevolución que opera en Miami hasta que finalmente murió al negarse a probar alimentos. Es sin duda lamentable la muerte de este preso pero ello solo ha sido la punta de lanza para desatar la actual campaña contra la revolución Cubana.
Después de la muerte de Zapata otros cuatro presos iniciaron una huelga de hambre, aunque al poco tiempo desistieron. Sólo la ha mantenido el activista Guillermo Fariñas desde su casa en Santa Clara dónde se encuentra en arresto domiciliario.
La burguesía muestra su doble moral. En las cárceles de EEUU mueren al año 7.000 reos, muchos de ellos asesinados o por suicidios, pero cuando muere un preso en Cuba los imperialistas repentinamente se empiezan a preocupar por los derechos humanos de los encarcelados. El objetivo no es buscar el bienestar de los presos, sino chantajear a la revolución cubana y dar pasos en su lucha por aplastarla, utilizando una hipócrita fraseología llena de palabras como transición a la democracia, que no es otra cosa que su intento de que Cuba retorne al capitalismo.
Los capitalistas no basan sus acciones en argumentos morales, sino en el beneficio de sus intereses de clase. Un ejemplo claro de ello es el más reciente informe de la evaluación de derechos humanos a 194 países que el Departamento de Estado Estadounidense realiza año con año, donde los países con peor evaluación son Cuba y Venezuela, mientras que en Honduras, aunque se critican algunos crímenes durante el gobierno de Micheletti, reconoce como democrático al gobierno de Porfirio Lobo sin mencionar las torturas, el asesinato y encarcelamiento que están sufriendo los obreros, campesinos y estudiantes de ese país. No escuchamos ninguna declaración de Barack Obama o el Parlamento Europeo en contra de ese régimen, pero sí su condena contra la revolución cubana y venezolana.
Los capitalistas y sus representantes en los gobiernos estadounidenses y de la UE no se han limitado a hacer declaraciones contra Cuba, sino que han montado una serie de acciones que buscan desestabilizarla, impulsando movilizaciones de las damas de blanco en Cuba, aunque minúsculas, donde han participado diplomáticos Estadounidenses y Europeos como el alemán Volken Pellet. También en Miami se han organizado manifestaciones contra la revolución cubana donde han participado “honorables” ciudadanos como el terrorista Posadas Carriles. Estas acciones han sido respondidas por movilizaciones más numerosas donde han salido a las calles los estudiantes de la FEU y se han organizado multitudinarios actos de protesta en ciudades como Santiago de Cuba o La Habana, a nivel internacional también hemos visto importantes acciones que muestran la solidaridad a favor de la revolución cubana.
La auténtica preocupación de los imperialistas no son los derechos humanos, las libertades y la democracia, lo que buscan es el aplastamiento de la revolución. Lo que el imperialismo no puede permitir es la existencia de un país que desafía el dominio del imperialismo y en el que se abolió la propiedad privada de los medios de producción. En el actual contexto de oleada revolucionaria en América Latina, la revolución cubana sigue siendo una inspiración para millones de obreros, campesinos y jóvenes. La abolición del capitalismo y la planificación de la economía son la base para los avances que la revolución cubana logró en los terrenos de la educación, la sanidad y la vivienda entre otros. Los “derechos democráticos” de los que habla el parlamento europeo y la prensa burguesa internacional, no son otros que el “derecho” a explotar el trabajo ajeno, el “derecho” a vivir en la calle por no poder pagar una vivienda, el “derecho” al analfabetismo por falta de una educación digna, el “derecho” a morir de enfermedades curables porque una sanidad pública que alcance a todos no produce beneficios, el “derecho” al desempleo y la pobreza, el “derecho” a la propiedad privada de la mayoría de la tierra por parte de un puñado de latifundistas ociosos, etc. Las masas en América Latina ya conocen todos estos “derechos democráticos”.
En esta batalla, la Corriente Marxista Internacional se coloca incondicionalmente del lado de la revolución cubana contra el griterío del imperialismo y la opinión pública burguesa “democrática”. El pueblo cubano ha resistido enormes presiones, particularmente después de la caída de la URSS, y pese a todo, heroicamente, han logrado mantener la revolución a flote. El aislamiento de la revolución en una pequeña isla a 90 millas de los Estados Unidos inevitablemente ha creado serios problemas. El propio Fidel advirtió contra el burocratismo y la corrupción. Las relaciones de Cuba con el mercado mundial capitalista son totalmente desiguales y una fuente de penetración del capitalismo en la economía planificada. Dentro de Cuba se ha abierto un debate sobre el futuro de la revolución. Algunos abogan por reformas de mercado “a la china” (o siguiendo el modelo de “Vietnam”). Debemos advertir que eso sería un desastre, porque abriría las puertas a la rápida restauración del capitalismo. Pero en ese debate también se oyen otras voces que abogan por solucionar los problemas a los que se enfrenta la revolución mediante una mayor participación de la población en la gestión de la economía y del Estado, defendiendo la revolución, no con la introducción de medidas capitalistas.
Para nosotros, la mejor manera de defender la revolución cubana es con la más amplia democracia obrera, es decir el control obrero de la economía y del estado a través de consejos de trabajadores como defendió e implantó Lenin en la Rusia revolucionaria de 1917. Pero, la garantía de la continuación de la revolución cubana es, sobre todo, con el derrocamiento del capitalismo en los países de América Latina que viven procesos revolucionarios, allanando el camino para la planificación racional y democrática de la economía en beneficio de la mayoría de la población. No hay ni puede haber socialismo en un solo país como siempre han explicado los marxistas, y como se demostró con la restauración del capitalismo en la URSS y Europa del Este, y también en China y Vietnam, con consecuencias desastrosas para las masas. La victoria del socialismo, en última instancia, sólo se podrá completar con la expropiación de la banca y las grandes empresas en los países capitalistas avanzados, es decir, con la abolición del régimen de la propiedad privada de los medios de producción y su sustitución por el control democrático y colectivo de la economía por parte de la clase trabajadora a escala mundial. Por este motivo es importante y crucial la construcción de una auténtica Internacional socialista, anti-capitalista y revolucionaria. Para salvar la revolución cubana, para profundizar la revolución venezolana y completarla, la Corriente Marxista Internacional apoya con todas sus fuerzas el llamado del camarada Hugo Chávez por una 5ª Internacional que ponga fin al capitalismo en todo el planeta.
Corriente Marxista Internacional (www.marxist.com)
editor@marxist.com