Locura por la escasez de mano de obra: otro síntoma del caos del capitalismo

En todo el mundo, las empresas se están enfrentando a una grave escasez de trabajadores, provocando un estancamiento de la producción y una ruptura de las cadenas de suministro. El mercado capitalista significa anarquía y crisis. Solo la planificación socialista puede ofrecer un camino a seguir.

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La escasez de mano de obra es un problema creciente en todo el mundo y en una variedad de industrias. Es simplemente una expresión de la aguda crisis del capitalismo actual.

Como si ya no hubiera suficientes conflictos a los que se enfrenta la clase capitalista, ahora tienen que lidiar con el creciente problema de la escasez de mano de obra. Aparentemente hay demasiados puestos vacantes, pero muy pocos trabajadores para cubrirlos. De hecho, en algunas industrias esta escasez está demostrando ser casi paralizante y es un factor clave que contribuye al problema del colapso de las cadenas de suministro.

Los capitalistas lo achacan al devastador impacto de la pandemia, que dislocó a toda la economía mundial y aún no se ha recuperado, y puede que nunca vuelva a la “normalidad”. Pero la verdadera responsabilidad recae en el propio sistema capitalista, un sistema anárquico plagado de crisis, que es incapaz de satisfacer las necesidades de la sociedad.

Conductores y transporte

En los últimos meses, este problema se ha sentido más agudamente en Gran Bretaña, donde la escasez de conductores de vehículos pesados ​​se ha descontrolado. En la actualidad, hay una escasez de más de 100.000 conductores en el Reino Unido, de un total de aproximadamente 600.000 conductores antes de la pandemia.

El Brexit agravó en parte este problema. De estos 600.000 camioneros, decenas de miles eran conductores de la UE. Con las nuevas restricciones a la libertad de movimiento tras el Brexit, la facilidad para vivir, trabajar y viajar entre la Europa continental y Gran Bretaña se ha vuelto cada vez más complicada. Esto ha interrumpido el suministro constante de inmigrantes de la UE de los que dependían muchas empresas británicas.

La actual escasez de conductores también se ha visto agravada por un enorme retraso en las pruebas de licencia de conductores de vehículos pesados, ya que se cancelaron 28.000 pruebas durante el transcurso de la pandemia. Se necesita casi un año de preparación para el permiso de conductor de vehículos pesados, por lo que la escasez durará todavía un tiempo.

Pero una de las causas más fatales es simplemente la devastación del sector del transporte desde hace muchos años. Las condiciones laborales y salariales se han reducido, con largas jornadas, sin pausas para ir al baño y el maltrato en los almacenes se ha convertido en la norma. Estas malas condiciones han obstaculizado durante mucho tiempo la contratación. Más de la mitad de los conductores tienen más de 45 años.

Solo recientemente, tras meses de peticiones por parte de la Asociación de Transporte por Carretera, las empresas de logística y las cadenas de supermercados, el gobierno conservador cedió finalmente y emitió 5.000 visas de corto plazo. Pero estas solo son válidas hasta febrero. Es como una tirita que se pega a una herida abierta. De hecho, por el momento, el gobierno ha tenido que recurrir al ejército para conducir camiones de gasolina, tras una grave escasez. La reciente crisis del combustible provocó colas kilométricas, con caravanas de automóviles siguiendo a los camiones cisterna en una búsqueda desesperada de gasolina.

Comida y carne

Esta escasez de mano de obra no es exclusiva del transporte, aunque este sector personifica los problemas al que se enfrentan muchas empresas. La falta de trabajadores también está afectando a la industria alimentaria. Los agricultores no pueden encontrar trabajadores para recoger verduras, que se están pudriendo en los campos. También hay un excedente estimado de 100.000 cerdos, debido a la enorme escasez de carniceros cualificados en los mataderos, por lo que muchos animales son sacrificados prematuramente.

Incluso las profesiones de cuello blanco se han visto afectadas, con escasez en las principales firmas de contabilidad, derecho y consultoría. Y dada la gran demanda de todo tipo de trabajadores, ¡ahora también hay escasez de agencias de empleo!

Problema internacional

Este problema de grave escasez de mano de obra no solo afecta a Gran Bretaña. Es una tendencia mundial, que está empezando a afectar a un país tras otro. Por lo tanto, es evidente que deben intervenir otros factores además del Brexit.

En Estados Unidos, hay escasez en una amplia gama de industrias, particularmente en la manufactura y el comercio minorista. Un propietario de una empresa de ropa comentó: “En más de 30 años en el negocio minorista, nunca antes había visto algo así”. En Canadá, la consultora Deloitte estima que más del 30% de las empresas se enfrentan a escasez de mano de obra. Esta es especialmente alta en los sectores de fabricación y construcción. Y un informe de la UE ha identificado escasez de trabajadores en la construcción, ingeniería, desarrollo de software y atención médica. Incluso la lucrativa industria minera australiana se ha visto afectada por la escasez de trabajadores cualificados, al igual que otros sectores del país.

En otros lugares, el 62% de las empresas checas han informado de una falta prolongada de trabajadores para las ofertas de trabajo existentes. Y Singapur se ha visto particularmente afectada por la escasez de mano de obra, especialmente en el sector de la restauración.

Palabras huecas

Un país tras otro se enfrenta a esta escasez de trabajadores. Sin embargo, los capitalistas y sus medios de comunicación tratan de pintar esto como una serie de problemas aislados, como si solo afectara a industrias particulares en países particulares. Pero esta es claramente una tendencia global y general, y cada vez se hace más difícil ignorarla.

Como es habitual, los políticos de las grandes empresas están esquivando el problema. En un discurso fanfarrón en el reciente congreso del Partido Conservador, por ejemplo, Boris Johnson pidió a las empresas que superaran el problema simplemente aumentando los salarios:

“Esa es la dirección en la que va el país ahora", afirmó el primer ministro del Reino Unido, “hacia una economía de altos salarios, altamente cualificados, de alta productividad y, sí, por lo tanto, una economía de impuestos bajos”.

De manera similar, cuando se le presionó sobre la cuestión de la escasez de mano de obra, la respuesta del presidente Joe Biden fue “pagarles [a los trabajadores] más”. Estas son peticiones huecas. La causa fundamental de este problema es precisamente y, en última instancia, el sistema capitalista que ambos hombres defienden.

Crisis capitalista

No negamos que existan factores que agravan este problema, como el Brexit o la pandemia. Pero estos actúan más como catalizadores del problema subyacente: el declive y la decadencia a largo plazo del capitalismo.

Durante décadas, los capitalistas se han negado a invertir realmente en industria e infraestructura, o educación y formación; o a pagar salarios más altos para atraer nuevos trabajadores a industrias vitales. En cambio, se han atacado los salarios y las condiciones para aumentar sus ganancias a corto plazo. En muchos sectores, la patronal se ha basado en el uso de mano de obra barata, explotada y migrante para cubrir puestos de trabajo, reducir los salarios y las condiciones laborales, y obtener superbeneficios. Las restricciones a la libre circulación a nivel internacional debido a la pandemia (y al Brexit) cortaron este suministro, provocando convulsiones en todo el sistema.

Cuando las economías reabrieron y la demanda se disparó, muchas empresas no estaban preparadas. Quebraron o descubrieron que habían quemado la fuerza laboral restante, y muchos dejaron estos trabajos o cambiaron de especialidad. Cada vez más, dada la crisis actual, las empresas que se enfrentan a la peor escasez de mano de obra se ven obligadas a aumentar los salarios y atraer a los trabajadores para que regresen.

La Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU., por ejemplo, ha revelado que el salario promedio por hora de todos los empleados del sector privado en el país aumentó a 30,85 dólares en septiembre. Del mismo modo, a los conductores de vehículos pesados ​​en Gran Bretaña se les ofrece un salario de £ 60.000 o más, junto con bonificaciones para registrarse. Los grandes empresarios esperan que cualquier costo adicional sea transferido a los consumidores. Esto, a su vez, ha provocado temores de un regreso de la “estanflación": el aumento de los precios junto con el estancamiento de la producción económica.

En cualquier caso, la respuesta desesperada de la patronal es insuficiente y llega demasiado tarde. El cortoplacismo de los capitalistas se vuelve en su contra. Y la anarquía que se apodera de la economía global no muestra signos de ceder en el corto plazo.

“Gran reevaluación”

Todos estos factores se han visto agravados por un aumento en el número de trabajadores que ahora están decidiendo cambiar de carrera o dejar trabajos poco gratificantes e industrias estresantes. El fuerte impacto de la pandemia y la imposición de bloqueos nacionales claramente influyó en la conciencia de muchos trabajadores. La interrupción de su vida cotidiana enfrentó a muchos con el hecho de que están descontentos con su trabajo, su ubicación y su vida.

Esto también está dando lugar a una “gran reevaluación", en la que los trabajadores optan por cambiarse a industrias que les ofrecen una mayor satisfacción laboral o un salario más alto. Una encuesta reciente en cinco países y realizada en una variedad de industrias por los gigantes de la consultoría McKinsey destacó, por ejemplo, que un 40% de los trabajadores encuestados estaban planteándose renunciar a su trabajo en los próximos tres a seis meses.

En Estados Unidos, afirma el mismo informe, más de 15 millones de trabajadores ya han dejado sus trabajos desde abril. Y un estudio de trabajadores en el Reino Unido e Irlanda reveló que el 38% de los encuestados planeaba dejar su trabajo actual en los próximos 6 a 12 meses. De hecho, el plan de desempleo en el Reino Unido y los controles de estímulo en EE. UU. supuso que a muchos trabajadores se les pagaba más por quedarse en casa que en circunstancias normales. En tal situación, ¿por qué regresaría un trabajador a un trabajo que no ofrece nada más que un salario bajo y muchas horas de trabajo?

Esta gran reevaluación y cambio entre industrias también se ha visto favorecida por el hecho de que la pandemia ha revelado a muchos el verdadero valor de su trabajo, mostrando quiénes son realmente los que mantienen en funcionamiento a toda la sociedad. Ser considerado “esencial” o “clave", aplaudido públicamente por luchar en el epicentro de la pandemia o por mantener servicios vitales, ha demostrado a muchos trabajadores que, en última instancia, los empresarios los necesitan a ellos más de lo que éstos necesitan a aquéllos.

Para planificar, no para lucrar

Todo esto refleja el malestar general del sistema capitalista, un sistema cuyos cimientos son tan frágiles, que bastan unos pocos golpes para enviarlo hacia el caos y el colapso; un sistema que tiene la absurda contradicción de tener escasez de mano de obra junto con un alto desempleo.

Bajo una economía planificada socialista, con control y gestión democráticos de los trabajadores, tales crisis y contradicciones se resolverían fácilmente. Con la inversión en tecnología y automatización, las horas de la jornada laboral podrían reducirse drásticamente para todos. Cualquier trabajo restante se repartiría, sin pérdida de salario.

La formación y la educación continua serían una cuestión de rutina, permitiendo el cierre de industrias obsoletas y la transición de los trabajadores a nuevos lugares, en lugar de ser arrojados a la basura de la llamada “destrucción creativa” del libre mercado. Cambiar de especialidad no crearía tensiones ni incertidumbre. Los trabajadores, que controlarían los centros de trabajo y la economía en general, recibirían un verdadero salario digno y sentirían respeto y dignidad en su trabajo.

Pero una sociedad así no se producirá por sí sola; ni evolucionará naturalmente a partir del sistema capitalista en decadencia. Hay que luchar conscientemente por ella. Sólo mediante una transformación socialista revolucionaria de la sociedad se podrá acabar de una vez por todas con el caos y la anarquía del capitalismo.

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