Las elecciones del 24 de mayo dieron la victoria a candidaturas situadas a la izquierda de la socialdemocracia en las tres ciudades más pobladas del estado español por primera vez en nuestra historia contemporánea. Este hecho, que es un reflejo político de las extraordinarias movilizaciones sociales que se han dado en años anteriores, abrió la posibilidad de lograr en el conjunto del estado una alianza electoral de las fuerzas que se han opuesto a los recortes sociales de los últimos gobiernos del PSOE y del PP.
Editorial de Lucha de Clases nº 27
Necesitamos la Unidad Popular
En ese contexto, si los impulsores de las candidaturas municipales de unidad popular se hubieran planteado ya el 25 de mayo aunar fuerzas a nivel estatal, lograr resultados similares a los conseguidos en Madrid o Coruña (más del 30%) no habría parecido un deseo sino un objetivo realista por el que luchar. Tras las elecciones del 24M era posible haber lanzado una campaña en todas las ciudades y pueblos, logrando multiplicar las decenas de miles de activistas movilizados en las principales ciudades del estado bajo el anterior paraguas de las candidaturas municipales de unidad popular. Aún hoy es posible.
Es cierto que en los dos últimos meses la equivocada política electoral de la dirección de PODEMOS, quitando importancia a la consecución de una candidatura unificada de la izquierda y los movimientos sociales, ocasionó un parón importante a este proceso. Hay que decir también que si la política de la dirección de IU hubiera sido otra antes del 24 de mayo, actuando constructivamente en todas partes a favor de las candidaturas municipales de unidad popular, los máximos dirigentes de PODEMOS se hubieran encontrado con muchos menos argumentos que oponer a dicha propuesta.
Afortunadamente, mejor tarde que nunca, parece que se avizora en el horizonte el frente único que necesitamos la clase trabajadora y sectores más humildes de la sociedad para concentrar nuestro voto en torno a un frente conformado por PODEMOS, IU, las Mareas Gallegas, Chunta, Compromís y otras fuerzas de la izquierda en la mayor parte del Estado. Esto no tiene una mera importancia electoral, trasciende este proceso. En no pocas ocasiones en la historia, los resultados electorales obraron de catapulta para amplificar movilizaciones sociales de muy amplio calado.
La situación económica y las elecciones
El gobierno de Rajoy atrasó todo lo posible las elecciones, en principio para poder presentar unos falaces presupuestos electoralistas, restituyendo parte de lo quitado a funcionarios y otros colectivos, a pesar de que en el presente año el objetivo de déficit se va a incumplir. En realidad, lo que busca el PP es ganar el máximo tiempo posible para tratar de escalar en las encuestas y ser el partido más votado en las elecciones.
Sin embargo, otra situación es la que se va a encontrar la ciudadanía en enero próximo, cuando un gobierno sin mayoría absoluta tenga que ejecutar los presupuestos del 2016, sumándoles muchos miles de millones a los recortes previstos en ellos, debido al incumplimiento del objetivo de déficit en el presente año en las comunidades autónomas y la Seguridad Social. Solo en esta última, se prevé un desfase que se puede aproximar peligrosamente a los 10.000 millones de euros.
En cualquier caso, estas regalías y las cifras positivas del empleo creado durante el 2015 no pueden esconder la realidad acuciante que siguen viviendo los trabajadores y desposeídos. Las contrarreformas laborales de los últimos años han posibilitado un crecimiento de la productividad del 9% entre el 2003 y el 2014, superior al resto de competidores europeos, pero el crecimiento de los dos últimos años no ha paliado los retrocesos sociales vividos por la clase trabajadora. Al contrario, se promovió una distribución de la renta mucho más desigual, que se refleja en una degradación completa de la vida cotidiana que padece la mayoría de la sociedad. Por tanto, la revancha que esperan millones de personas en este país contra las políticas procapitalistas de austeridad del PP es demasiado grande como para que pueda desmontarse con medidas bastante cosméticas.
Al mismo tiempo, el escenario internacional irá mostrando de forma diáfana la gravedad de las contradicciones de la presente crisis capitalista. El comercio mundial ha descendido un 3,4% hasta el verano, reflejando que la economía mundial no termina de arrancar, ni en la UE ni en los EEUU. Esto es lo que está detrás de la caída del crecimiento chino que, al fin y al cabo, es la principal fábrica mundial que surte al resto. En un determinado momento, la dinámica de crecimiento actual de la economía española cambiará de sentido, golpeando nuevamente la psicología de las masas.
Los efectos de Grecia en el estado español
Otra acusación recurrente por parte de la derecha irá encaminada a presentar como fracasadas las políticas de la izquierda alternativa, en la medida que PODEMOS respaldó a Tsipras y a Syriza, cuya política de gobierno fue la contraria a la que defendió.
Hace año y medio, aún después de su éxito inicial en las europeas, Pablo Iglesias derrotaba de forma reiterada a sus contrincantes, debate tras debate, defendiendo una política que incluía nacionalizaciones de sectores estratégicos. Aunque esta denominación fuera ambigua, fue una de las razones que permitió a PODEMOS despegar a pesar de que la derecha más reaccionaria presentara a Pablo Iglesias como a un peligroso extremista. El que su programa tuviera la apariencia, ante el conjunto de la sociedad, de ser radical y directo favoreció las expectativas de PODEMOS.
La perseverancia de los compañeros Errejón e Iglesias de anclar su giro a la moderación, presentándose a sí mismos como herederos de la tradición socialdemócrata, está vinculada a su defensa de PODEMOS como una mera máquina electoral que trascienda el espectro de la izquierda “anti-sistema”. En los hechos, los compañeros de la dirección se han movido en sentido contrario al que lo hacían los millones que buscan una auténtica salida por la izquierda, ocasionando finalmente confusión.
El caso griego (con un PASOK en riesgo de extinguirse y una Syriza desplomándose), o el fracaso de Hollande en Francia, tratándose de un país capitalista mucho más fuerte (superado ahora a su vez por las dos fuerzas políticas situadas a su derecha), muestran la falta de alternativa de la socialdemocracia. En cambio, los fenómenos del laborista de izquierdas Corbyn en Gran Bretaña, o incluso del candidato Demócrata Bernie Sanders que en los mismísimos Estados Unidos no rehúye la etiqueta de "socialista" y sube en las encuestas, reflejan que incluso en los países más ricos las masas buscan una salida por la izquierda.
Una salida socialista al caos capitalista
Hoy, la globalización capitalista significa que los potentados imponen la mayor desigualdad de rentas de la historia del capitalismo a escala planetaria. Si un gobierno anuncia una subida de impuestos a los ricos, éstos reaccionan trasladando sus inversiones al país vecino. Hugo Chávez pudo paliar en Venezuela este boicot de los capitalistas porque la posesión de la segunda empresa petrolífera pública mundial que es PDVSA le permitió impulsar inversiones y programas sociales sin parangón gracias a la renta petrolera, en un contexto de alza de precios del petróleo, lo que solidificó su apoyo popular.
Por tanto, es la defensa y aplicación de un programa auténticamente socialista lo que podría mostrar avances sociales a las masas a nivel mundial, faltas de un referente. Grecia y España, Gran Bretaña y Estados Unidos ahora, Latinoamérica mucho antes..., son muestras de un proceso general donde si las masas ven una alternativa a la izquierda se orientan a ella.
Pablo Iglesias explicaba, cuando PODEMOS subía como un tiro en las encuestas, que ganar unas elecciones no significa que alcancemos el poder. Pero esto solo puede significar que nuestro objetivo debe ser arrebatar el control de las principales palancas de la economía a los capitalistas; esto es, una política socialista, haciendo inmediatamente un llamamiento internacional a las masas a escala global para que se nos unan.
Como fue en el caso de Rusia en 1917 y, aún con sus limitaciones y distorsiones, en Cuba, en Chile con Allende, o en Venezuela con Chávez, un país que demuestre palmariamente que se enfrenta al capitalismo generaría una ola inmediata de apoyo y simpatías en todo el mundo. Nos atrevemos a decir que hoy, debido a la recurrente y duradera crisis capitalista, un llamamiento para una alianza internacional de países para construir el socialismo, tendría mucha más audiencia que en periodos pasados. Ese debe ser nuestro camino.