La marcha de la economía mundial ha enfriado el optimismo oficial de hace unos meses, cuando sectores dirigentes del kirchnerismo menospreciaban el impacto en el país de la crisis internacional.
El frente más complicado es el exterior, donde las exportaciones a Europa cayeron un 5% en el primer cuatrimestre del año, 300 millones de dólares, y se mantiene un déficit comercial importante con EEUU.
Caída de la actividad económica
Contradictoriamente, el importante auge económico de Argentina desde el 2003 hasta la fecha ha hecho más dependiente al país del mercado mundial. Aunque se diversificaron las exportaciones, fortaleciendo los vínculos comerciales con Latinoamérica y Asia, estos últimos sienten también los embates de la crisis internacional. Así, el crecimiento económico de Brasil cayó del 7,5% en 2010 al 2,5% en 2011, y se espera un 2,75% este año.
En China, la tasa de crecimiento anual cayó del 10% al 7,5%, y su producción industrial disminuyó en junio al nivel de hace 7 meses por la caída de sus exportaciones a Europa.
En Argentina, estos efectos se notan claramente. El PBI creció un 5,2% el primer trimestre en relación al año anterior, y el PBI industrial lo hizo sólo un 1,6%, y se prevé un crecimiento para este año del 3,5%-4%, la mitad que en 2011.
Argentina y Brasil han adoptado medidas proteccionistas (trabas a las importaciones, devaluación del real brasileño) que, sumadas a los efectos de la crisis internacional, añaden más restricciones al intercambio comercial. Así, el comercio argentino con Brasil cayó un 32% en junio respecto al mismo mes del año pasado, un 30% las exportaciones y un 34% las importaciones. Esto es un asunto serio. El 20% de las exportaciones argentinas van a Brasil, y también el 40% de las exportaciones industriales. Concretamente, el 47% del intercambio comercial con Brasil corresponde a automóviles y autopartes. No es casual que las menores ventas a Brasil provocaran paradas de producción en las plantas cordobesas de FIAT y Renault.
Brasil bajó ahora las tasas de interés para estimular el consumo y concedió ayudas para comprar automóviles. Están por verse los efectos de estas medidas en el consumo local y en las exportaciones argentinas.
La política del gobierno
En esta situación el gobierno está acentuando su papel de árbitro entre las clases para amortiguar las contradicciones sociales, tratando de mantener a raya las tendencias más depredadoras del capital (caso Repsol-YPF) y de disciplinar al movimiento obrero (control de la CGT, y retos de la presidenta contra determinados conflictos gremiales: Subte, camioneros, docentes, Cerro Dragón, etc.).
El gobierno ajustó ciertos gastos ante la menor previsión de ingresos fiscales, reduciendo subsidios al consumo y a las empresas. La nacionalización parcial de YPF buscaba, justamente, reducir las compras de combustibles en el exterior y hacerse con una caja importante, que se enviaba casi toda al extranjero. También se introdujeron fuertes restricciones a la salida de dólares del país, tanto a empresas como particulares, al necesitarse este año 10.000 millones de dólares para terminar de honrar los pagos de la deuda pública, que incluyen el pago en agosto del último bono del “corralito” a los ahorristas estafados por los bancos en el 2002.
Esta falta de dólares se agrava porque los grandes y medianos terratenientes están reteniendo la exportación del grano especulando con una devaluación mayor del peso en próximos meses que les deje una ganancia extra al cambiar sus dólares, y así enriquecerse todavía más. Son los mismos que cuando la soja escala cerca de los 600 dólares la tonelada, y ganan como nunca, hicieron un paro de actividades a comienzos de junio para protestar por la actualización del impuesto bonaerense al valor de sus tierras, que no se incrementaba hacía más de 30 años.
El gobierno también fue muy ofensivo contra las subas salariales, y consiguió imponer subas promedio por debajo de la inflación del 25%.
El gobierno vacila en acometer un ajuste mayor por miedo a perder apoyo popular, y porque sigue apostando al estímulo estatal como medio de conjurar la crisis. De ahí su último plan de créditos para adquisición de viviendas, a través de la ANSES, o la marcha atrás parcial en la quita de subsidios y en el aumento de las tarifas del transporte urbano. Pero si, como es probable, la crisis internacional se profundiza en los próximos meses, la situación no podrá sostenerse sino a costa de un mayor endeudamiento público a tasas altas con una inflación creciente, o lanzarse a un ajuste más descarnado.
Scioli y las tareas al interior del kirchnerismo
Los sectores decisivos de la clase dominante mantienen su acoso al gobierno kirchnerista, al que no toleran por los fuertes vínculos que lo atan a las masas populares y porque no lo controlan. Tienen dos candidatos para disputar la presidencia en el 2015. Uno es Macri, pero tiene límites claros de aceptación popular. El otro es Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, un verdadero Caballo de Troya de la derecha dentro del kirchnerismo, como todo el mundo sabe. Pero los responsables de la “amenaza Scioli” son los mismos jefes oficialistas que lo rescataron del ostracismo político al que había caído desde poco después de asumir como Vicepresidente con Kirchner en 2003, tras enfrentarse con Cristina en el Senado, y lo invistieron de una autoridad moral y política que no tenía, y lo pusieron por dos veces al frente de la provincia más importante del país, contra el sentimiento de los sectores más activos de las bases.
Esto pone también de manifiesto la falta de organización y democracia dentro del kirchnerismo, que debe ser combatida desde las bases mismas ¿Cómo puede darse un real movimiento de liberación donde las bases tienen nulo papel de discusión, crítica, elección y decisión; salvo asentir a lo que viene “de arriba”? Esto crea el terreno inevitable para las intrigas, la lucha de camarillas y el arribismo, la mendicidad de favores y migajas del poder, un medio ideal para el desaliento y desmoralización del activismo más comprometido. El activismo sano del kirchnerismo y los sectores de la CTA y de la CGT ajenos a estos manejos, deben abrirse paso y fortalecer un polo de izquierda en su seno que hable desde el punto de vista de los trabajadores, que exija la ampliación de la democracia interna y actúe como una referencia contra cualquier deriva derechista o contraria a los intereses obreros y populares.
“El mundo que se derrumba sobre nosotros”
En una situación donde, como dice la Presidenta: “El mundo se derrumba sobre nosotros”, nunca fue tan evidente, en Argentina y el mundo, el papel reaccionario de la propiedad privada de los grandes medios de producción (bancos, latifundios, monopolios, redes de transporte) que sólo funcionan gracias al trabajo de la clase obrera. O se avanza hacia la estatización, bajo control obrero democrático, de las palancas fundamentales de la economía, o será inevitable el ajuste vía hiperinflación o vía recortes y desempleo.
Hay que comenzar por la estatización del 100% de YPF y reestatizar el sistema ferroviario. Por supuesto, que no faltan las voces dentro del oficialismo, cantando la vieja melodía desmoralizante del “No se puede”, “No da la correlación de fuerzas”, etc. Pero esto es una excusa que revela la confusión política de estos sectores. Con una oposición desarbolada, y un apoyo popular y una mayoría parlamentaria como la actual, no hay razones para no avanzar en esta línea, que sería recibida con entusiasmo por los trabajadores y la mayoría del pueblo.
Source: El Militante (Argentina)