La presidencia de Trump: enormes turbulencias en todo el mundo Share TweetLa siguiente es la primera parte de una introducción sobre perspectivas mundiales, pronunciado el martes 28 de enero en la reunión del Comité Ejecutivo Internacional de la Internacional Comunista Revolucionaria.Como dicen en los aviones, «damas y caballeros, permanezcan sentados con los cinturones de seguridad abrochados, porque hemos entrado en una zona de turbulencias».Solo ha pasado una semana desde que Trump llegó al poder. Han pasado unas semanas más desde que fue elegido en noviembre, y toda la situación mundial se ha transformado.Hemos visto, solo desde el punto de vista de las acciones de Trump, el alto el fuego en Gaza, la amenaza de acción militar contra Dinamarca, miembro de la OTAN y aliado de EE. UU., y Panamá. La idea de que Canadá debería convertirse en el estado número 51 de EE. UU., es decir, la anexión de un país de la OTAN al norte de la frontera.Y esto es solo por mencionar algunas cosas. Lo que realmente podemos ver es una enorme aceleración del ritmo de los acontecimientos en las relaciones mundiales, la economía y la política. Y, obviamente, esto también tiene un impacto en la conciencia.Por supuesto, Trump no es la causa de todo esto. Sin duda, es un síntoma de procesos más profundos que están teniendo lugar, pero al mismo tiempo, es un factor que acelera enormemente los acontecimientos. De eso no hay duda.Además de una serie de acontecimientos desencadenados por las acciones de Trump, en las últimas semanas también hemos visto otros cambios importantes: la caída del gobierno en Francia, la caída del gobierno en Alemania, la caída del gobierno en Canadá. También hemos visto la cancelación de las elecciones en Rumanía, lo que en cualquier otra circunstancia sería algo muy importante, pero ahora queda eclipsado por todos estos otros acontecimientos más decisivos.Ayer [27 de enero] vimos el colapso de las acciones tecnológicas en el mercado de valores estadounidense. Nvidia, la empresa tecnológica, perdió más de 600.000 millones de dólares de su valoración bursátil. En solo un día. Esta es la mayor caída en un día de cualquier empresa, en términos de cantidad de dinero perdido, en toda la historia.Muchas de estas cosas son bastante sorprendentes en sí mismas.Vimos, por ejemplo, una llamada telefónica entre Trump y Frederiksen, el primer ministro danés, sobre la ambición de Trump de anexionar Groenlandia, que aparentemente no fue muy bien. Según el Financial Times, que citó algunas fuentes danesas, Frederiksen dijo que estaban en shock y que ahora sí entendían que se trataba de un asunto serio.Esta es la cuestión. Debido al estilo de Trump, se puede pensar que es todo palabrería. O que es solo la salva inicial en las negociaciones. Pero no estamos hablando de un influencer en las redes sociales. Se trata del presidente de los Estados Unidos de América, la potencia imperialista más importante y poderosa de la tierra. Y cuando dice algo, puede que sea un poco extravagante en la forma en que lo dice, pero hay que prestarle atención.Un comentarista burgués citado en el New York Times dijo que «no hay que tomar a Trump literalmente, pero hay que tomarlo en serio».Por si todo esto fuera poco, ayer tuvimos el enfrentamiento de Trump con Colombia. Fue un enfrentamiento de corta duración, pero creo que es muy revelador. Por alguna razón que solo él conoce, a las cuatro de la mañana, el presidente colombiano Petro decidió publicar un trino en el que protestaba por el trato que reciben los migrantes colombianos deportados por Estados Unidos. No le faltaba razón. Desde el punto de vista de Trump, esto es una cuestión de demostración. Trump está tratando de mostrar que está deportando a migrantes, tratándolos como criminales que deben ser deportados, esposados y encadenados.El presidente de Colombia, Petro, protestó y declaró que no permitiría que dos aviones militares estadounidenses que transportaban migrantes colombianos aterrizaran en el país. Al parecer, uno de los aviones ya estaba en el aire. ¿Qué pasó después? Trump publicó un mensaje en las redes sociales diciendo que «el presidente socialista de Colombia, que ya es muy impopular entre su propio pueblo», había decidido rechazar estos aviones y que, por lo tanto, iba a introducir aranceles del 25 % sobre todos los productos colombianos, con efecto inmediato.Y añadió que estaba retirando los visados y permisos de entrada a EE. UU. del presidente Petro, de su gobierno y de sus familias. ¡Y de todos sus partidarios! ¡Estamos hablando de millones de personas!Hizo otras amenazas. Pero en realidad no eran solo amenazas. Empezó a cumplirlas inmediatamente. Al día siguiente, unas 1500 personas tenían citas para solicitar visados en la embajada de Estados Unidos en Bogotá. Se les envió un mensaje diciendo que todas las citas habían sido canceladas.Petro respondió entonces que eso era inaceptable y que Colombia estaba imponiendo aranceles recíprocos a todas las importaciones estadounidenses. Además, decidió publicar un post muy largo en las redes sociales. No sé si lo habéis visto. Dijo todo tipo de cosas. Hizo referencia a la tradición de Sacco y Vanzetti [anarquistas italianos ejecutados infamemente en EE. UU.], llamó a Trump «esclavista blancos» y dijo que no le estrecharía la mano.Sin embargo, al final del día, Petro se vio obligado a dar marcha atrás en todo y Trump publicó otro mensaje en las redes sociales diciendo que le había dado una lección y que «Estados Unidos vuelve a ser respetado».Hay un artículo hoy en el New York Times que describe este enfrentamiento. El titular es «Detrás de la explosión de Colombia: trazando las tácticas de rápida escalada de Trump», y el párrafo inicial dice:«No hubo reuniones en la Sala de Situación ni llamadas discretas para calmar una disputa con un aliado. Solo amenazas, contraamenazas, rendición y una indicación del enfoque del presidente hacia Groenlandia y Panamá».Chas Freeman, ex embajador de Estados Unidos, hizo un comentario interesante sobre Trump. Dijo que es un hombre de negocios. No conoce ni le importan las normas de la diplomacia y las relaciones internacionales entre países, las formalidades y el protocolo, todo eso. Y añadió que no es un hombre de negocios cualquiera. Su experiencia es en el sector inmobiliario de Nueva York. Ese es un sector en el que no hay reglas éticas de ningún tipo. Todo se basa en la intimidación y las traiciones, señaló.Definitivamente ese parece ser el estilo de Trump. Y ahora es el presidente de los Estados Unidos. Por supuesto que esto tiene un impacto. Obviamente, hay un fuerte elemento de esto en sus acciones que a veces pueden parecer impredecibles. Pero, por supuesto, aunque parezca una locura, hay un método en la misma. Y es por eso que necesitamos discutir lo que hay detrás de todo esto.La guerra de Trump contra el aparato estatalTrump siente que, cuando ocupó el cargo de presidente por primera vez, intentó acomodar a las diferentes alas del partido republicano y trabajar dentro de las reglas del Estado. Como resultado de ello, fue frenado, acorralado y lo que él describe como el «Estado profundo» le impidió llevar a cabo su verdadera agenda. Hay algo de verdad en esa descripción.Pero ahora es más fuerte que la primera vez. Tiene un control total, o digamos un control abrumador, sobre el Partido Republicano, mucho más que en 2016.Sin duda, tiene mucho más poder político y está mucho menos dispuesto a hacer concesiones o a permitir que otras personas dicten sus políticas. Solo hay que ver algunas de las otras medidas que ha tomado esta última semana.El miércoles, los funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional fueron enviados a casa, algunos con permiso, otros suspendidos. Se trata de personas que asesoran al gobierno en cuestiones como Irán, Corea del Norte, Ucrania, Oriente Medio en general y muchas otras cosas. La decisión fue tan rápida que, según el New York Times, algunos de ellos no pudieron salir físicamente del edificio porque sus pases habían sido desactivados incluso antes de que se les informara de su cese.Y luego, el lunes, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva, suspendiendo toda la ayuda exterior durante 90 días, a la espera de una revisión completa. Se ha suspendido toda la ayuda exterior y se ha dicho a las personas que trabajan en ONGs de todo el mundo: «no gasten ni un solo centavo a partir de ahora hasta nuevo aviso». En Ucrania cundió el pánico sobre si esto afectaba o no a la ayuda militar. Hubo idas y venidas toda la semana al respecto.En todos estos casos, Trump dijo que estas medidas eran para asegurarse de que todos están en línea con sus políticas. También ha suspendido todos los programas de diversidad, igualdad e inclusión (DEI) y, no contento con eso, también ha ordenado a los funcionarios públicos que informen sobre sus colegas si de alguna manera intentan mantener políticas como esa, contraviniendo las órdenes de Trump. Se ha creado una dirección de correo electrónico confidencial donde los funcionarios pueden denunciar a sus colegas.Está en guerra con el sistema y con lo que él percibe como «el estado profundo». Esto no significa necesariamente que vaya a ganar en todas las ocasiones, porque el estado capitalista es muy poderoso. Independientemente del resultado, está claro que está en guerra con él y que ha decidido impulsar su agenda, por todos los medios necesarios.A lo que nos enfrentamos es a un cambio decisivo en la situación mundial, que tiene varias implicaciones importantes.La propia elección de Trump, que fue hace solo dos meses, ¡parece ahora que fue hace mucho tiempo!, fue un cambio importante en sí misma. La clase dirigente estadounidense y el establishment de EE. UU. utilizaron todos los trucos de su arsenal para evitar que ganara esas elecciones. Sin embargo, ganó. Y ganó de forma muy convincente.¿Qué significa eso? Hemos visto a los liberales, a los medios de comunicación y a la llamada izquierda levantar un clamor diciendo que la elección de Trump representa «un giro a la derecha» en Estados Unidos, y que es parte de un giro general a la derecha en la política mundial.Pero esto no explica nada. Porque si aceptas este argumento, ¿qué estás diciendo? ¿Que Biden era de izquierdas? Esa es la implicación. Veamos la política exterior. Trump era el «candidato de la paz», mientras que Biden era el candidato belicista. Esa cuestión influyó en el resultado de las elecciones, sobre todo en varios distritos con un alto porcentaje de votantes musulmanes y árabes.Por supuesto, hay elementos reaccionarios que empujaron el voto de Trump. Pero, en sí mismos, no explican su victoria. Por ejemplo, hubo un gran número de estados en los que Trump ganó o aumentó significativamente su voto y que al mismo tiempo también votaron a favor de iniciativas legislativas para consagrar los derechos al aborto en la legislación estatal. Entre ellos se encontraba Florida, donde el voto a favor del aborto obtuvo un resultado superior al de Harris, aunque no alcanzó el umbral requerido.Lo que hemos explicado, y creo que es completamente correcto, es que la razón principal de la victoria de Trump, la conclusión principal que debemos sacar, es que fue capaz de captar, conectar y canalizar ese sentimiento antisistema tan arraigado y generalizado que existe en Estados Unidos.El mismo estado de ánimo existe también en muchos otros países capitalistas avanzados. Se expresa de muchas maneras diferentes. Otro indicio de esto, que fue muy llamativo, fue la reacción al asesinato del director ejecutivo de United Healthcare por parte de Luigi Mangione. El asesinato en sí fue significativo, pero aún más lo fue la reacción del público ante el asesinato, que fue de comprensión y simpatía; no por el director general, sino por Mangione.Mangione se ha convertido en una especie de héroe popular. Esa reacción no solo se dio entre personas que se consideran de izquierdas, sino también entre muchas personas que se consideran conservadoras y republicanas, incluidos muchos partidarios de Trump. Esa es la cuestión significativa.Este es un fenómeno muy peculiar, ¿no? Trump está aprovechando la ola de descontento contra el sistema. Hay una crisis de legitimidad de todas las instituciones burguesas. Hay un enfado contra las grandes empresas, contra políticos de todo tipo, contra el Estado, etc. Pero él mismo es multimillonario, y todo el mundo sabe que lo es. Y se rodea de multimillonarios.Este es un reflejo profundamente confuso de ese estado de ánimo. Pero ciertamente es un reflejo de ello. Y la razón también está clara, tanto en Estados Unidos como en Europa hemos visto la completa bancarrota y el fracaso de la izquierda, que ha sido totalmente incapaz de capitalizar tal estado de ánimo.Venimos de un período en el que las figuras y los partidos antisistema de izquierdas estaban en auge en toda Europa y América tras la crisis de 2008 y los movimientos masivos contra la austeridad de 2011. Podemos, Syriza, Mélenchon, Corbyn, Sanders: todos fracasaron por completo. De una u otra forma se demostró en la práctica las limitaciones y el fracaso de sus ideas reformistas. El ejemplo más extremo fue el gobierno de Syriza en 2015, pero también el respaldo de Bernie Sanders a Clinton en 2016. Capitularon despejando el camino para gente como Trump.Relaciones mundiales¿Qué va a hacer Trump? Ni siquiera creo que lo sepa él mismo.En su discurso de investidura dijo: «Vamos a hacer cosas que sorprenderán a la gente». Y la gente está ciertamente conmocionada. Al menos yo lo estoy.El presidente del Atlantic Council, un think tank de derechas, Fred Kempe, dijo que Trump «es tanto el producto como el proveedor» de una nueva era que se caracterizará por «más intervención gubernamental, menos causa común, más mercantilismo, menos libre comercio y más fanfarronería de gran potencia».En la forma en que Trump se comporta hay un fuerte elemento de esta fanfarronería de gran potencia. La gran potencia está mostrando a los chiquillos quién manda. Esto se puede ver claramente en la forma en que trató a Petro.Obviamente, las personalidades juegan un papel importante en la historia. El materialismo histórico no está en contradicción con eso, al contrario.Al mismo tiempo, Trump es también el reflejo, la personificación, de tendencias más profundas en las relaciones mundiales, la política mundial y la crisis del capitalismo que debemos explicar.Hemos explicado estas tendencias subyacentes en el último documento de perspectivas mundiales en 2023, en el manifiesto de la ICR y en los artículos y debates que hemos mantenido sobre las perspectivas mundiales y las relaciones mundiales. Hemos reconocido que la situación mundial está dominada por:a) el declive relativo del imperialismo estadounidense.b) el auge de nuevas potencias imperialistas jóvenes y dinámicas, como China, que también están llegando a sus límites hasta cierto punto. También se incluye en esta categoría Rusia, de una manera diferente y relativa.c) el hecho de que este enfrentamiento permite a una serie de potencias de rango medio actuar de manera más independiente, equilibrando un bloque contra el otro, lo que se puede ver en muchos ejemplos diferentes, como Turquía, Arabia Saudí, India y otros.Hemos hablado del declive relativo del imperialismo estadounidense y del ascenso de China, que desafía al primero por la hegemonía mundial. Pero hay otra tendencia adicional a la que no hemos prestado tanta atención, una que ahora se coloca en el centro de la ecuación, que es la crisis prolongada del capitalismo europeo.Creo que este marco general nos permite explicar el significado de la política exterior de Trump.Hay algunas diferencias importantes entre su política exterior y la de Biden. La política exterior de Biden se basaba en la negativa a aceptar las limitaciones del poder estadounidense y, como resultado de ello, en continuar de manera absurda y peligrosa con el intento de mantener la dominación estadounidense sobre todo el mundo.Esa dominación existió durante casi 30 años después del colapso de la Unión Soviética, pero ya no existe.Puede verse una manifestación de esto en la guerra de Ucrania. La idea era que EE. UU. iba a derrotar a Rusia y debilitarla hasta el punto de que nunca más sería capaz de invadir otro país, desafiando la voluntad de Washington. Biden hizo un famoso viaje a Polonia al principio de la guerra cuando dijo que el objetivo de la guerra en Ucrania era un cambio de régimen en Moscú.Tenemos una posición similar en Oriente Medio, donde Biden efectivamente dio un cheque en blanco a Netanyahu con todas las consecuencias que eso conllevaba. Aunque algunas de esas consecuencias no eran necesariamente las mejores para los intereses de Estados Unidos en la región.Por el contrario, la política de Trump parece ser que Estados Unidos necesita defender solamente sus intereses de seguridad nacional. Estados Unidos tiene su propia esfera de influencia, que se encuentra principalmente en su vecindad, en América del Norte. Estados Unidos debería fortalecer su posición allí, en lugar de gastar mucho dinero y hombres en guerras en lugares lejanos que no le interesan.Así, en la rueda de prensa previa a su investidura, habló de Groenlandia, el Canal de Panamá, Canadá y México.Como parte de este plan para fortalecer a EE. UU. y concentrarse en sus intereses inmediatos de seguridad nacional, quiere poner fin a la guerra en Oriente Medio y a la guerra en Ucrania. Eso también podría, tal vez, atraer a Rusia y separarla de China.Tal política, piensa Trump, permitiría entonces a EE. UU. concentrarse en la principal amenaza a su dominación mundial, que es China. Hay que admitir que, desde el punto de vista de los intereses generales de la clase dirigente estadounidense, esto tiene mucho más sentido que la política descabellada de Biden.Algunos quizás escuchais el podcast Against the Stream y tuvimos un episodio en el que hablamos mucho sobre un podcast que habíamos escuchado, en el que Gideon Rachman, del Financial Times, un liberal, entrevistaba a Dan Caldwell, un asesor del equipo de transición del Pentágono de Trump.Lo que decía Caldwell me pareció muy interesante. Lo primero que dijo es que era un veterano del ejército, que había participado en la guerra de Irak. Hay muchos de este tipo, ¿verdad? Muchos veteranos del ejército que se han politizado por su experiencia en las aventuras militares imperialistas de Estados Unidos. Hay muchos de ellos entre los partidarios y asesores de Trump.Dan Caldwell explica que Estados Unidos mató «hasta un millón de árabes, iraquíes y sirios» y «más de 4000 estadounidenses que llevaban uniforme. Varios miles más que eran contratistas fueron asesinados». Además, «los costes monetarios fueron significativos. Más de 2 billones de dólares y contando porque la guerra de Irak sigue en curso». Y llega a la conclusión de que se trata de «una política exterior que creo que nadie puede decir con la cara seria que ha hecho que Estados Unidos sea más seguro y que podría decirse que no ha hecho que el mundo sea más seguro o más estable».Y por eso sostiene que Estados Unidos no debería seguir esa política. Estados Unidos debería concentrarse en sus intereses naturales de seguridad nacional. Gideon Rachman, que es un liberal, le pregunta asustado: «¿pero qué pasa con Ucrania?».Trump ha dicho que la guerra de Ucrania nunca debería haber comenzado. También ha dicho que Zelensky nunca debería haber ido a la guerra, ya que los rusos tienen muchos más tanques que Ucrania. Se puede deducir el pensamiento de Trump: «no se busca pelea con un enemigo mucho más grande». Su enfoque consiste en reconocer la fuerza relativa de cada potencia.Volvamos a Dan Caldwell. Cuando se le preguntó sobre Ucrania, dijo: «Para responder a su pregunta, no para esquivarla, la guerra es una tragedia. Pero para Estados Unidos, el que Rusia controle o no el Donbas o Crimea no es un interés vital para nosotros».Trump también ha hecho declaraciones en la misma línea: que la guerra en Ucrania nunca debería haber comenzado, que es el resultado de las provocaciones de la OTAN contra Rusia, y que puede entender que Rusia tenga intereses de seguridad nacional en Ucrania.Dan Caldwell lo expresa en términos de la necesidad de que Estados Unidos reconozca que hay cosas que puede hacer y cosas que no.«Creo que Estados Unidos debería esforzarse por seguir siendo el país más poderoso del mundo. Pero, en mi opinión, eso es diferente de intentar alcanzar la primacía. En mi opinión, intentar ser la potencia dominante es diferente de intentar ser el país más poderoso... No estoy defendiendo, aceptando ni apoyando el declive estadounidense. Estoy defendiendo lo contrario, que tenemos que hacer cosas para revertir el declive estadounidense. Y creo que nuestra búsqueda de la primacía nos ha debilitado en última instancia como país».Es un punto de vista bastante interesante y nos da una idea del enfoque de Trump en materia de política exterior. Esto tiene ciertas implicaciones. Es un reconocimiento de que Estados Unidos tiene sus propios intereses de seguridad nacional y esferas de influencia. Pero de ello se deduce que otras potencias también tienen las suyas y que es necesario llegar a algún tipo de negociación y acuerdo entre ellas.Esto se expresa en el dicho de Trump de «paz a través de la fuerza». Eso nos acercaría a la situación mundial que existía antes de la Primera Guerra Mundial, con diferentes potencias luchando por repartirse el mundo. Eso tiene implicaciones muy importantes, no solo para Ucrania, de la que Trump quiere desenredarse, sino también, diría yo, para la posición de Taiwán.La pregunta obvia que surge es: ¿es de interés nacional de EE. UU. defender a Taiwán de China? Ya en julio del año pasado, Trump dijo que «Taiwán está a 9.500 millas. Está a 68 millas de China... y nos está costando mucho dinero» a cambio de nada.En el podcast que mencioné, Dan Caldwell dijo que él no era partidario de asumir ningún compromiso de seguridad con Taiwán y que, en lugar de suministrarles armas de prestigio, Estados Unidos debería proporcionarles drones y defensas aéreas más baratos para que puedan disuadir a China de apoderarse de ella.Desde el punto de vista de Trump, sí, China es el principal rival de EE. UU. en el mundo. De eso no hay duda. Pero eso no significa que EE. UU. deba comprometerse a ir a la guerra con China por Taiwán.¿Qué conclusión va a sacar Xi Jinping de la derrota de la OTAN en la guerra de Ucrania? Va a sacar la conclusión obvia de que el poder de EE. UU. tiene límites definidos.Por supuesto, hay diferentes opiniones, incluso dentro del bando de Trump, sobre China. Algunos la ven principalmente como un rival económico, otros consideran que ya se ha convertido en un adversario militar.Estos son algunos de los aspectos que determinan la política exterior de Trump, así como el hecho de que es ante todo un hombre de negocios y, por lo tanto, está mucho más interesado en utilizar medios económicos que militares. Esto es lo que vimos en el enfrentamiento con Colombia. No amenazó con enviar a los marines ni con organizar un golpe militar, sino que amenazó con aplicar sanciones económicas a través de aranceles. Utilizó el poder económico de Estados Unidos frente a Colombia para lograr sus objetivos.Fue un caso similar con Dinamarca acerca de Groenlandia. Sí, dijo, no descartaba la acción militar, pero toda la cuestión se planteaba en términos de una compra de Groenlandia y amenazó a Dinamarca con aranceles de represalia.Trump está al frente de la potencia imperialista más fuerte del mundo y su política sigue siendo imperialista, pero es una política que, a diferencia de la de Biden, se basa en cierto grado de reconocimiento de que Estados Unidos no es la única potencia mundial y que su poder tiene ciertos límites.