En enero de 2006 se presentó la edición cubana de Razón y Revolución en la Feria del Libro de La Habana. El evento fue presentado por mi buen amigo Adán Chávez, el embajador en Cuba de la República Bolivariana, que también es físico. En el transcurso de su intervención Adán dijo que Razón y Revolución era conocido en Venezuela como uno de "los libros del presidente". Ahora, unos meses más tarde, se va a publicar la primera edición venezolana.
Este es un acontecimiento muy importante que demuestra cuán seriamente se están tomando hoy las ideas del marxismo en América Latina. Esto no es casualidad. A pesar de sus recursos casi ilimitados, el continente está atormentado por un tremendo sufrimiento humano: hambre, malnutrición, analfabetismo y enfermedad. La brecha que separa a los ricos de los pobres se ha ampliado hasta convertirse en un abismo insalvable. Esto produce una mezcla explosiva que socava su estabilidad y causa frecuentes convulsiones sociales y políticas.
El malestar económico que afecta a todo el continente de América Latina es parte de una crisis mundial general que afecta a incontables millones de personas. En la primera década del siglo XXI el mundo entero está en un estado de agitación. Esta crisis adopta muchas formas diferentes: económica, financiera, política, diplomática y militar. Las naciones más poderosas, EEUU en primer lugar, intentan enfrentarse a esta inestabilidad universal por medios militares. El único resultado es exacerbar los problemas y multiplicarlos por mil.
Las crisis económicas, las guerras, el terrorismo, las convulsiones políticas, el hambre, la enfermedad y la pobreza son evidentes para todo el mundo. Sin embargo, no son un fenómeno separado y sin relación entre sí, sino que son los síntomas externos de una crisis global del capitalismo. Los mismos síntomas existieron en otros períodos en los que un sistema socio-económico determinado había agotado su potencial progresista y entrado en un callejón sin salida. Estuvieron presentes en el momento de declive y caída del Imperio Romano y también acompañaron al feudalismo hasta su tumba.
Lenin dijo en cierta ocasión que el capitalismo es "horror sin fin". Es suficiente con echar una rápida mirada al estado actual de nuestro planeta para ver la corrección de esta afirmación. Intentar resolver el problema sin comprender en primer lugar su naturaleza y causas sería inútil. Es como un médico que se queja de los síntomas de una enfermedad pero no se molesta en hacer un diagnóstico. Si alguien está enfermo, puede ser agradable escuchar a alguien compadecerse, pero sería mucho mejor recibir el tratamiento adecuado.
La dialéctica y la Revolución Venezolana
La enorme superioridad del método del marxismo se puede ver en El Manifiesto Comunista, el documento fundacional del socialismo científico. Escrito en 1848 por dos jóvenes revolucionarios este texto es el libro más moderno que hoy se puede leer. En realidad, es más relevante hoy que cuando fue escrito. Aquí tenemos una descripción perfecta y un análisis del mundo, no de como era entonces, sino de que como es ahora. ¿Cuántos otros libros escritos hace más de ciento cincuenta años puede tener tal pretensión? ¡Esta es la respuesta final a todos aquellos que plantean que las ideas del marxismo son ideas "viejas", sin relevancia para el mundo en que vivimos!
El marxismo se basa en el método científico, el método dialéctico. La dialéctica ya era conocida por los antiguos griegos y más tarde fue desarrollada por el gran filósofo idealista alemán Hegel (1770-1831). En Hegel, sin embargo, la dialéctica aparece con un carácter idealista y semi-místico. Fueron Marx y Engels, los fundadores del socialismo científico, los que rescataron la dialéctica y la situaron por primera vez sobre una base materialista sólida.
La dialéctica es una filosofía dinámica que ve el mundo en estado de constante cambio. Además, explica que cada proceso inevitablemente llega a un punto crítico (por utilizar una frase de la física) donde la cantidad se transforma en calidad. Esta profunda observación tiene un campo amplio de aplicación, no sólo en la naturaleza sino también en la sociedad y en la política. Aunque esto ha sido cuestionado muchas veces por los oponentes del marxismo, los descubrimientos más recientes de la ciencia han establecido más allá de toda duda la validez de la dialéctica. El presente libro trata esto más detalladamente.
Tomemos sólo un ejemplo: la teoría del caos y sus derivadas (la complejidad y la ubicuidad) que utilizan la ley de la transformación de cantidad en calidad. Eso puede explicar tal variedad de fenómenos como los ataques cardiacos, las crisis de la bolsa, los terremotos, los incendios forestales, las avalanchas, el aumento y la disminución de las poblaciones animales, las guerras, las revoluciones e incluso los cambios de la moda y escuelas artísticas. Esto incluso se puede expresar matemáticamente en un tipo de ecuación conocida como una ley de potencia. Éste es un descubrimiento de lo más extraordinario.
El proceso molecular de la revolución socialista
La transformación de la cantidad en calidad es la esencia de la revolución. Hay un punto definido donde el poder de la vieja clase dominante es aplastado decisivamente y toda la situación cambia de rumbo. A menos y hasta que no se alcance este punto, no se puede decir que la revolución se ha completado. ¿Cómo se aplica esto a Venezuela? Aquí podemos decir decididamente que la revolución ha comenzado. Pero ¿podemos decir que se ha completado? ¿Podemos decir que ha habido un cambio decisivo en las relaciones de propiedad y en el Estado hasta un punto en que no puede haber marcha atrás? Algunos lo han afirmado. Pero, en mi opinión, eso no sólo es una equivocación sino que es irresponsable.
El propio presidente Chávez ha comparado la Revolución Venezolana con el mito de Sísifo. En esta antigua leyenda griega, Sísifo está obligado a pasar toda la eternidad empujando una piedra pesada cuesta arriba por una colina, pero justo antes de llegar a la cima la piedra rueda hacia abajo. Los trabajadores y los campesinos de Venezuela han conseguido milagros, pero a pesar de todos sus esfuerzos, la Revolución Bolivariana no ha pasado todavía el punto crítico en el que la cantidad se transforma en calidad. El capítulo final de la Revolución Bolivariana no se ha escrito todavía.
Cuando discutí mi libro con el presidente Chávez hace varios años, me dijo que estaba particularmente impresionado por el capítulo titulado: El proceso molecular de la revolución. En él podemos leer lo siguiente:
"Tanto en la vida real como en la química, los procesos moleculares tardan su tiempo. Ningún químico se quejaría nunca de que la reacción esperada estuviese tardando demasiado, especialmente si no se dan las condiciones para una reacción rápida (alta temperatura, etc.). Pero en un momento determinado se alcanza el estado de transición químico. Llegado a este punto, la presencia de un catalizador es de gran ayuda a la hora de llevar el proceso a un desenlace exitoso, del modo más rápido y económico. De la misma manera, en un momento dado, el descontento acumulado en la fábrica explota. La situación cambia radicalmente en el espacio de 24 horas. Si los activistas no están preparados, si se han dejado decepcionar por el ambiente superficial, el movimiento les pillará con la guardia baja.
"En la dialéctica, más pronto o más tarde, las cosas se transforman en su contrario. En las palabras de la Biblia, "los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros". Lo hemos visto muchas veces, especialmente en la historia de las grandes revoluciones. Secciones previamente atrasadas y pasivas pueden ponerse al día de golpe. La conciencia se desarrolla mediante saltos bruscos. Esto se puede ver en cualquier huelga. Y en cada huelga podemos ver elementos de una revolución, aunque en un estado embrionario, no desarrollado. En este tipo de situaciones, la presencia de una minoría consciente y audaz puede jugar un papel similar al de un catalizador en una reacción química. En algunos casos, incluso un solo individuo puede jugar un papel absolutamente decisivo".
El presidente estaba muy interesado en algo llamado energía de Gibbs que mencioné en este contexto. En realidad, en sus discursos lo mencionó en varias ocasiones. Pero ¿qué es la energía de Gibbs? En el mismo capítulo expliqué:
"El proceso de una reacción química implica cruzar una barrera decisiva, conocida como estado de transición. En este punto, antes de que los reactantes se conviertan en productos, no son ni una cosa ni la otra. Algunos de los viejos vínculos se están rompiendo y se están formando otros nuevos. La energía necesaria para sobrepasar este punto crítico se conoce como la energía Gibbs. Para que una molécula pueda reaccionar, necesita una cierta cantidad de energía, que en un punto determinado le lleva a un estado de transición. A temperaturas normales, sólo una pequeña fracción de las moléculas reactantes tiene suficiente energía. A temperaturas mayores una proporción más grande de las moléculas tendrá esta energía. Por esto, el calor es una de las maneras de acelerar una reacción química. Se puede facilitar el proceso con la utilización de catalizadores, ampliamente utilizados en la industria. Sin catalizadores, muchos procesos, aunque seguirían dándose, lo harían tan lentamente que serían antieconómicos. El catalizador no puede cambiar ni la composición de las substancias implicadas, ni alterar la energía Gibbs de los reactantes, pero puede facilitar el camino entre ambos".
Se puede hacer una analogía aproximada entre un catalizador en la química y el partido revolucionario. En un momento en que todas las condiciones objetivas para la revolución están dadas, aún necesitamos un catalizador para que el proceso dé fruto. Sólo los hombres y las mujeres que comprenden lo qué es necesario y que tienen la suficiente energía y determinación, pueden llevar a las masas a la victoria. Este es el equivalente revolucionario de la energía de Gibbs.
La necesidad de la teoría marxista
Cuando el presidente adelantó la idea del socialismo del siglo XXI, quiso dejar claro que el tipo de socialismo que se necesita no tiene nada que ver con el modelo burocrático desacreditado del estalinismo ruso. El socialismo es democrático o no es nada. Pero el tipo de democracia que necesita la clase trabajadora tampoco tiene nada en común con la democracia burguesa corrupta de EEUU, una "democracia" que es sólo una hoja de parra para la dictadura del gran capital.
La primera condición para el establecimiento de una verdadera democracia obrera es la participación activa de las masas en la revolución desde el mismo inicio. Ninguna persona seria puede dudar del papel colosal que ha jugado el presidente Chávez en la Revolución Bolivariana. Pero un hombre, no importa cuanto talento o coraje tenga, no puede llevar adelante él solo la revolución. Una revolución por su misma esencia es la tarea de las masas y sólo puede triunfar en la medida que movilice y arme a las masas.
Las primeras armas que se necesitan son las ideas: ideas correctas, científicas y revolucionarias que realmente correspondan con la situación y las necesidades de las masas. El propio Marx dijo que las ideas, cuando se apoderan de las mentes de las masas, se convierten en una fuerza material. Y las únicas ideas realmente consistentes son las ideas del marxismo. Es absolutamente imperativo que los trabajadores y los jóvenes de Venezuela, comenzando con los activistas, la vanguardia proletaria, conozcan a fondo estas maravillosas ideas. Son como un compás que apunta infaliblemente hacia la victoria de la revolución socialista. Si
la presente obra, aún de forma limitada, ayuda a presentar el marxismo a un público más amplio en Venezuela, mi trabajo no habrá sido en vano. Armados con estas ideas, y organizados en una genuina tendencia marxista de masas, los trabajadores de Venezuela serán invencibles.
Londres, 16 de junio de 2006