“Qué parte de la palabra ‘libertad’ no entienden?” –
Pancarta hecha a mano llevada por un niño en la manifestación de St. Paul (Minneapolis)
“Es mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Emiliano Zapata
La multitud se extendía más allá de lo que podía alcanzar la vista y oleadas de aplausos se podían oír entre las miles de coloridas pancartas y banderas en un bramido que aparentemente no se podía detener. El ambiente de celebración era interrumpido por cánticos militantes, música de mariachis, tambores aztecas y gaitas irlandesas que llenaban el aire. Esta es la escena que en un grado u otro se ha repetido a través de EEUU durante las últimas semanas, cuando millones de inmigrantes y trabajadores tomaron las calles en las movilizaciones sociales más masivas en décadas. Nadie temía a “la migra” (servicio inmigración), se podía ver el sentimiento de fuerza y solidaridad, el gigante dormido del movimiento por los derechos de los inmigrantes comienza a despertarse a gran escala. Durante las últimas semanas se ha convertido en el debate más importante del país.
Las manifestaciones y las marchas se han venido sucediendo en docenas de ciudades de todo el país desde principios de año. Pero realmente fueron noticia cuando en Chicago se juntaron 500.000 personas y en Los Ángeles más de un millón. Inspirándose en estas manifestaciones inesperadas e históricas, millones de trabajadores indocumentados salieron a la calle en una oleada de movilizaciones los pasados días 9 y 10 de abril: 40.000 en St. Paul; 5.000 en San Francisco; 30.000 en Madison; 3.000 en Providence; 5.000 en St. Louis; 25.000 en Seattle; 75.000 en Ft. Meyers; 500.000 en Dallas (una ciudad con 1,2 millones de habitantes) y centenares de miles más en ciudades grandes y pequeñas, al este y al oeste, al norte y al sur. En varias ciudades participaron los estudiantes de secundaria con sentadas y también algunas facultades han visto una amplia participación estudiantil, incluida UC Berkeley, el semillero del movimiento contra la guerra de Vietnam en los años sesenta.
Estas manifestaciones de masas han sido organizadas fundamentalmente por coalición de organizaciones por los derechos de inmigrantes además de activistas obreros y comunitarios. Los medios de comunicación hispanos también han jugado un papel vital en la movilización de este número de personas, pero sólo ha podido suceder por que sus llamamientos a la participación encontraban un terreno abonado que permitían estos resultados tan espectaculares. Y aunque la mayoría de los inmigrantes en las calles eran hispanos, también había miles de inmigrantes de todas las partes del mundo, muchos de ellos movilizándose a favor de la reunificación familiar.
Una de las características principales de estas manifestaciones ha sido la pérdida del temor por parte de millones de personas acostumbradas a mirar constantemente por encima de sus hombros o a mantener la cabeza agachada. Se podía sentir el alivio y la alegría de los participantes porque finalmente han conseguido expresar libremente todas sus frustraciones y aspiraciones. Junto con el poderoso César Chávez y el canto unificador: “¡Sí se puede!”, consignas como: “¡El pueblo unido jamás será vencido!” llenaban el aire.
El ambiente general era de amplia unidad y celebración, pero algunas consignas y pancartas eran mucho más militantes y con contenido de clase, incluso revolucionario. Por ejemplo: “¡Aquí estamos, aquí nos quedamos, si nos deportan, regresaremos!, ¡Arriba, arriba con el trabajador, abajo abajo con el explotador!” Camisetas con el Che Guevara y Emiliano Zapata eran algo común, consignas como “¡Viva la revolución! ¡Viva Zapata!” eran coreadas por algunos. Las tradiciones revolucionarias del pueblo mexicano y sus hermanos y hermanas de América Latina no están muertas ni enterradas.
Explotación y racismo
Aunque estas manifestaciones parecen que han estallado de la nada, las contradicciones sociales, económicas y políticas que han creado el escenario para este movimiento de masas llevan décadas acumulándose debajo de la superficie de la sociedad norteamericana. Durante generaciones, millones de inmigrantes de todo el mundo, sobre todo de América Latina, han vivido en las sombras de la sociedad estadounidenses, trabajando duro para conseguir un nivel de vida decente para ellos y sus familias. Lejos de ser “criminales” o “terroristas” como pretenden los medios de comunicación de derechas, los trabajadores inmigrantes están entre los que trabajan más duro y que más sufren del planeta. Sus familias a menudo dependen del dinero que pueden enviar a su país de origen, por eso a menudo no quieren problemas.
Pero los problemas les buscan a ellos. Los políticos de ambos partidos juegan con las vidas de millones de personas en un intento de conseguir votos para las elecciones de este año. También esperan distraer a la opinión pública de la pesadilla de Iraq y el descontento con la economía jugando una vez más con la “seguridad nacional”. La ley HR4437, presentada por el congresista de Wisconsin James Sensenbrenner, es un ataque violento contra los derechos de los trabajadores sin documentos, y por extensión, contra los derechos de la clase obrera estadounidense.
¿Trabajos mal pagados e incluso no pagados? Trabajadores sin documentos. ¿Trabajo peligroso casi como un esclavo expuesto a productos químicos tóxicos? Trabajadores sin documentos. ¿Violencia y extorsión por parte de los empresarios y la policía que saben que un trabajador sin documentos tiene difícil quejarse? Trabajadores indocumentados. ¿Insultos racistas o ser tratados como ciudadanos de segunda clase? Trabajadores indocumentados. ¿Ningún derecho político, sindical e incluso civil? Trabajadores indocumentados. ¿Deportaciones por intentar organizar un sindicato y el temor constante a las redadas del servicio de inmigración? Trabajadores indocumentados. ¿La separación repentina y traumática de las familias debido a las deportaciones? Trabajadores indocumentados. Todas las esperanzas es que sus hijos e hijas vivan mejor. Pero tan como están las cosas en la sociedad y en la naturaleza, se ha llegado a la “gota que ha colmado el vaso” donde han dicho “ya es suficiente”.
Como hemos explicado en otros artículos, la ley propuesta por Sensenbrenner es una batería de medidas reaccionarias que criminalizarían a millones de trabajadores indocumentados y a cualquiera que se atreva a ayudarles. El simple hecho de dar a un inmigrante indocumentado un vaso de agua después de caminar días por el desierto podría ser castigado con la cárcel. La ley también prevé la construcción de un muro que separe la frontera con México y la deportación obligatoria de millones. Esta ley arrogante y racista fue la “gota que colmó el vaso”.
Ahora intentan buscar soluciones de “compromiso”. Pero ninguna de las propuestas se ha consultado con los trabajadores inmigrantes, sus familias o con el movimiento obrero en general. Programas de “trabajador invitado” o “en camino de la ciudadanía”, son algunos de los intentos de dividir a los trabajadores inmigrantes basándose en el tiempo que llevan en EEUU. Pero lo que realmente es necesario es una reforma de la ley de inmigración y de los documentos de residencia para que todo el que lo desee pueda trabajar. El movimiento ha cogido un impulso tremendo y no debería detenerse hasta conseguir los mismos derechos que todos los trabajadores, tanto nativos como nacidos en el extranjero.
No es sorprendente que algunos empresarios se opongan a esta legislación draconiana que amenaza su fuente de mano de obra barata. Muchos empresarios apoyan la presencia de trabajadores inmigrantes en el país porque sin ellos muchas industrias no funcionarían. Los inmigrantes permiten a los empresarios extraer mayores beneficios de toda la clase obrera, imponiendo la competencia entre trabajadores “con documentos” y “sin documentos”, presionando a la baja los salarios en una economía donde es difícil encontrar un empleo. La ausencia de protecciones legales contra los salarios bajos o impagados, las condiciones laborales inseguras, las malas condiciones de la vivienda, hace que los trabajadores sin documentos sean víctimas de la superexplotación y aumenten los beneficios. Enfrentando entre sí a los trabajadores, los empresarios pueden desviar nuestra atención del problema real: un sistema económico que pone los beneficios antes que las personas.
Conciencia de clase
La base del movimiento por los derechos de los inmigrantes tiene una perspectiva obrera debido a su aplastante composición obrera. La comunidad inmigrante está formada por millones de trabajadores que hacen los trabajos más difíciles y tediosos del país. Según el AFL-CIO, los accidentes laborales entre los trabajadores extranjeros han aumentado un 46 por ciento entre 1992 y 2002.
Se calcula que 11 millones de trabajadores inmigrantes viven en EEUU sin documentos, ellos forman la principal columna vertebral de la economía norteamericana: como trabajadores agrícolas rompiéndose la espalda en los cultivos, como asistentas y conserjes en hoteles y complejos de oficinas, como empaquetadores de carne, en las fábricas, en la construcción, en las cocinas y comedores de los restaurantes.
Debido a la crisis económica en sus países de origen, millones han tenido buscar una vida mejor al otro lado de Río Grande. Esta situación es el resultado directo de la política exterior de EEUU y la política neoliberal del Banco Mundial, FMI y acuerdos de “libre comercio” como el ALCA. Muchos también han escapado de la persecución política y han tenido que reconstruir sus vidas en las “entrañas de la bestia”, el país cuya política les ha obligado a huir de sus hogares en primer lugar. Después de huir de la persecución y la dureza económica en casa, ahora se enfrentan a la misma situación aquí: en la tierra de “la leche y la miel”.
No es sorprendente por tanto que millones hayan llegado a la conclusión de que deben ponerse firmes y luchar por sus derechos. Por ejemplo, en un giro irónico y dialéctico de la historia, sólo en Washington hay unos 600.000 salvadoreños expatriados, muchos debido a la guerra sucia patrocinada por EEUU en los años ochenta. Ahora están comenzando a organizarse y a expresar su ardiente deseo de justicia social luchando por los derechos de los inmigrantes, justo a la sombra de la Casa Blanca y el Pentágono.
“Gran paro nacional”
Millones de trabajadores de todo el mundo celebran el 1º de Mayo −el día internacional de los trabajadores− pero muchos no saben que la tradición comenzó aquí en EEUU, como parte de la amarga lucha por las 8 horas diarias. A lo largo de los años, este día en EEUU es celebrado sólo por unos pocos sindicalistas y activistas. El Día del Trabajo se pasó al final del verano y se ha convertido en “un largo fin de semana veraniego para hacer barbacoas y beber cerveza”, un intento consciente de eliminar su contenido de clase al día. Este 1º de Mayo, sin embargo, verá regresar su contenido de clase original como día internacional de la solidaridad de la clase obrera.
El movimiento por los derechos de los inmigrantes está entrando en una nueva etapa y decisiva.
Comenzando con un llamamiento a la acción en Los Angeles, el movimiento por un “gran paro nacional” se ha extendido como una bola de fuego. La convocatoria por un “día sin inmigrantes” −sin ir a la escuela, el trabajo, el boicot a los comercios al por menor, para demostrar el poder económico de los trabajadores inmigrantes y sus familia−. Esto es una reminiscencia de la película cómica: Un día sin un mexicano, sólo que ahora se está haciendo realidad. Los medios de comunicación hispanos han recogido la convocatoria con entusiasmo, se están celebrando asambleas comunitarias en todo el país para discutir esta cuestión.
Aunque millones de trabajadores indocumentados tienen motivos de queja contra sus empresarios, la convocatoria de paro del 1º de Mayo no es una “huelga” en el sentido clásico de la palabra: un intento de conseguir mejores salarios y condiciones labores de un empresario. Es un intento de demostrar la importancia de estos trabajadores y sus familias en la economía. Pero es inevitable que en muchos casos el resentimiento con los bajos salarios y malas condiciones laborales juegue un papel importante a la hora de aumentar la proporción del paro.
Para miles de trabajadores indocumentados y sus aliados con documentos, no es una cuestión de participar o no en una huelga general, es cuestión de organizarse, y ya han decidido seguir adelante con ello. En muchos centros de trabajo se han formado comités para que no se trabaje el 1º de Mayo. Es de prever que esto provoque despidos. El ambiente entre muchos es de desafío a los empresarios que intenten evitar que no sigan adelante con ello. Muchos creen que si pierden sus empleos a las pocas semanas pueden ser deportados. Pero ahora han comenzado a tomar el destino en sus manos y están decididos a seguir adelante sin que nadie les pare.
El efecto del paro laboral del 1º de Mayo puede ser muy poderoso. En algunas industrias de servicios la gran mayoría de los trabajadores son inmigrantes, la ausencia de estos trabajadores se dejaría notar. En algunos hoteles el 90 por ciento de las camareras son hispanas. Se calcula que nacionalmente, uno de cada tres trabajadores de restaurantes no tiene documentos. The Wall Street Journal daba la siguiente información: Según el Pew Hispanic Center, de los 1,5 millones de trabajadores de la industria hotelera, 150.000 no tienen documentos. En la manufactura alimenticia, de los 1,5 millones de trabajadores 210.000 no tienen documentos. Hay 1,2 millones de trabajadores en el sector de jardines, de éstos 300.000 no tienen documentos. El boicot a las empresas de venta al por menor el 1º de Mayo también tendría su impacto económico, se espera que millones de trabajadores inmigrantes participen además de otros muchos en solidaridad con ellos.
El paro, incluso en un solo sector de la clase obrera, es un paso serio y debe prepararse metódicamente. Deberíamos formar inmediatamente comités de acción en cada centro de trabajo, escuela, barrios y discutir los preparativos para el 1º de Mayo, incluido un plan de acción para coordinar una respuesta masiva contra los empresarios que despidan a trabajadores por no ir a trabajar ese día. Estos comités de acción se han formado ya en muchos centros de trabajo pero debemos vincularlos enérgicamente a nivel local, estatal y nacional. Se deben hacer esfuerzos para unir a trabajadores de todos los sectores de la economía, especialmente sindicalistas que saben muy bien que una ofensa a uno es una ofensa a todos.
Unidad de clase
Muchos sindicalistas e incluso sindicatos locales, han apoyado el movimiento por los derechos de los inmigrantes, especialmente en la industria de servicios. Muchos militantes están apoyando totalmente el paro y se han manifestado en contra de las principales propuestas debatidas en el Congreso, en particular el sistema de dos clases que relegaría a los “trabajadores invitados” a permanentes ciudadanos de segunda clase.
El Local 952 del sindicato de Carpinteros en Cosa Mesa recientemente aprobó una resolución pidiendo la legalización de los trabajadores inmigrantes y contra del programa de “trabajador invitado”. Condenaban las alternativas que se estaban debatiendo en el Congreso porque no “hacen nada para eliminar los incentivos económicos que tienen empresarios sin escrúpulos para contratar y explotar a trabajadores inmigrantes, no hacen nada por los 11 millones de trabajadores que tenemos en el país contribuyendo a nuestras comunidades”.
Esta resolución continúa diciendo que el “sindicato se opone a cualquier forma de sanción empresarial porque históricamente han sufrido las ‘sanciones empresariales’ en forma de despidos de trabajadores por organizar sindicatos y practican la discriminación en el empleo. El sindicato se ‘opone a las propuestas de trabajadores invitados porque estos programas ‘de braceros modernos’ crean un estatus de servidumbre para los trabajadores’”.
El ambiente de muchos trabajadores se puede ver en la siguiente anécdota que recogía David Bacon en su artículo Congreso Must Face Reality – Immigrants Want Equality?:
“Cuando el senador John McCain, copatrocinador del plan de trabajador invitado del Senado, intentó esta semana defenderlo ante una audiencia de sindicatos de la construcción en su estado, fue abucheado. Les dijo a los trabajadores de la construcción que incluso un salario de 50 dólares a la hora no estarían dispuestos a coger lechugas, queriendo decir que sólo los mexicanos estarían dispuestos a hacer el trabajo agrícola. Para algunos en la audiencia, los comentarios de McCain recordaban al antiguo senador de California George Murphy, que tristemente declaró en los años sesenta que sólo los mexicanos llevarían a cabo este tipo de trabajo porque ‘ellos están más cerca del suelo’. Sobra decir que McCain en realidad no incluía en su ley ninguna garantía salarial para los ‘trabajadores invitados’, mucho menos 50 dólares la hora (unas cinco veces más que los recogedores actuales de lechuga)”.
Incluso la burocracia del AFL-CIO está a favor de una fuerte reforma de la ley de inmigración. Linda Chavez-Thompson, vicepresidenta del AFL-CIO recientemente dijo lo siguiente:
“Nos basamos en su trabajo cotidiano. Los derechos básicos de estos trabajadores, un salario mínimo, un trabajo seguro y trato justo, son constantemente pisoteados. Esta explotación nos afecta a todos, tanto a extranjeros como nativos, la revisión de las leyes de inmigración de nuestra nación es esencial para conseguir este objetivo.
“Trágicamente, todas las reformas de inmigración propuestas que actualmente circulan por los pasillos del Congreso no protegen ni siquiera los derechos básicos de los trabajadores inmigrantes y sus familias. Una reforma efectiva debe incluir tres objetivos interdependientes...
“En primer lugar, nuestra gobierno debe imponer uniformemente unas leyes en los centros de trabajo. Todos los trabajadores, incluidos los inmigrantes, deberían ganar un salario mínimo, tener trabajos seguros y recibir un trato justo. Cuando los inmigrantes son tratados mal, las condiciones en los centros de trabajo empeoran para todos los trabajadores. En segundo lugar, debemos rechazar los programas de ‘trabajadores invitados’. Porque estos trabajadores dependen totalmente de los empresarios tanto para su vida como para su estatus legal, los trabajadores invitados son carne de explotación. “Y por último, debe existir un camino a la residencia permanente para los trabajadores inmigrantes que ya están aquí”.
La unidad de toda la clase obrera en la defensa de los trabajadores inmigrantes tiene una importancia fundamental. El coraje de los trabajadores indocumentados que se enfrentan a la deportación sólo por reivindicar sus derechos básicos es una inspiración para toda la clase obrera. Los empresarios pueden ver claramente el peligro de trabajadores sin documentos uniéndose con el resto de sus hermanos y hermanas de la clase obrera, ellos buscan dividirnos.
En la época de decadencia económica capitalista sólo hay migajas, en realidad, los empresarios cada vez quieren imponer más ataques y arrancar más concesiones de los trabajadores. Con los trabajadores inmigrantes en primera línea, el movimiento obrera en su conjunto puede finalmente hacer frente a la ofensiva de los empresarios que nos han mantenido a la defensiva durante casi tres décadas.
Embrión revolucionario
El desarrollo del movimiento en muchos sentidos es un microcosmos de una revolución, con implicaciones importantes para el futuro y con lecciones importantes que la clase obrera y los revolucionarios deben absorber. Todas las alzas y bajas de un proceso revolucionario, los avances y las retiradas, el optimismo y la confianza seguidos por el pesimismo y el derrotismo, se adueñan del movimiento en diferentes etapas. El rápido aumento de la conciencia ha llevado a una situación muy dinámica y fluida.
En muchas ciudades la energía de las masas ha barrido a un lado a la dirección tradicional del movimiento por los derechos de los inmigrantes, que se había acostumbrado a décadas de trabajo lento y batallas por reformas menores, pero ahora no pueden mantener el movimiento como en el pasado y en muchos casos se han convertido en un obstáculo para el avance del movimiento. Cada vez más la base está poniendo el ritmo al movimiento y surgen nuevos dirigentes y portavoces.
La organización del movimiento ha sido impresionante, superando las mejores expectativas de los organizadores. Los que están participando en el movimiento surgirán de este proceso con una gran experiencia y perspicacia, está claro que muchos de los mejores dirigentes de la futura revolución socialista de EEUU surgirán de la base de este movimiento. Pero la organización metódica y la dirección de confianza y probada con raíces profundas en la clase obrera no puede salir en el calor de la lucha.
La necesidad de un partido revolucionario que luche con el resto de nuestra clase es algo vital. No es una forma de minimizar el espíritu de lucha y creatividad de la clase obrera, sabemos muy bien que los movimientos y oportunidades revolucionarias no surgen todos los días. Debemos construir una dirección revolucionaria experimentada y previsora que se vincule orgánicamente con las luchas de nuestra clase. De no ser así, todo el entusiasmo y energía de estos movimientos podría disiparse sin conseguir nuestro objetivo final: acabar con este sistema explotador de una vez por todos. Hombro con hombro con la clase obrera, podemos y cambiaremos esta sociedad.
¿Y ahora qué?
El movimiento ha conseguido un impulso tremendo y no podemos quedarnos aquí. El impresionante despliegue de solidaridad que hemos visto estas últimas semanas no se puede disipar. El paro del 1º de Mayo pretende demostrar a los empresarios y su gobierno que estos millones de trabajadores y sus familias son esenciales para la economía. Si el 9 y el 10 de abril son una prueba, si nos organizamos como hemos descrito anteriormente, el mensaje será alto y claro. ¿Pero cuáles son nuestros objetivos a largo plazo?
Los senadores continúan negociando entre sí siguiendo sólo sus cálculos electorales. No les preocupan el destino de los millones de personas que tienen que decidir. Por lo tanto, necesitamos dejar claro que exigimos una amnistía general para todos los trabajadores sin documentos, documentos para todos y un sistema eficaz de conseguir la ciudadanía para todo el que quiera.
Los hispanos son la minoría más grande del país, millones están entre los trabajadores más oprimidos de la sociedad norteamericana. Durante años hemos explicado que debido a sus condiciones de vida, estos trabajadores estaban destinados a jugar un papel de dirección en la lucha de la clase obrera para cambiar la sociedad. Ahora se está haciendo realidad. Son cientos de miles que nunca habían participado en una política y que ahora están dispuestos al paro laboral y al boicot. Esto demuestra lo rápidamente que puede cambiar la conciencia basándose en el cambio de condiciones.
En la actualidad existe un sentimiento general de “unidad inmigrante”, independientemente de la clase. Por ejemplo, muchos empresarios hispanos están apoyando el movimiento por ahora y están de acuerdo en dar libres a sus trabajadores el 1º de Mayo. Sin embargo, esta “primavera” del movimiento no durará siempre. Finalmente se tendrá que dividir en líneas de clase, los intereses de los empresarios y los intereses de los trabajadores entrarán en colisión. Los empresarios inmigrantes que ahora tienen la ciudadanía son de los peores explotadores de sus comunidades, saben que los recién llegados sólo tienen la opción de aceptar los salarios y condiciones que les ofrecen.
Los únicos aliados de los trabajadores sin documentos son los otros trabajadores. Para conseguir esto, los trabajadores indocumentados deben unirse con el resto de la clase obrera, vincular su lucha por los derechos de los inmigrantes con los otros movimientos sociales y luchas que se están desarrollando en el país, incluido el movimiento contra la guerra y sobre todo el movimiento obrero. ¡En la unidad de los trabajadores está la fuerza!
¡La revolución mundial!
El mundo está en rebelión. Las manifestaciones de masas en Francia y la derrota del CPE demuestran que con la lucha unida, podemos incluir en los políticos que en tiempos normales no consultan con nosotros. En América Latina, el proceso revolucionario en Venezuela está enviando ondas sísmicas a todo el continente. Se están preparando convulsiones colosales en México y tendrán un efecto en EEUU, con un largo alcances, sobre todo después de la reciente muestra de fuerza de los trabajadores hispanos, la mayoría de los cuales son mexicanos.
Las manifestaciones de masas por los derechos de inmigración de estas últimas semanas son sólo una prueba de lo que va a ocurrir con otros sectores de la sociedad estadounidenses, cuando éstos se unan con los trabajadores sin documentos en una lucha unida contra el decadente sistema de beneficio. Desde Tierra del Fuego hasta Alaska, la clase obrera unida va a cambiar este continente y pondrá fin a la miseria de la explotación de una vez por todas.
¡Una ofensa a uno es una ofensa a todos!
¡Por una reforma de la ley de inmigración que satisfaga las necesidades de todos los trabajadores!
¡Papeles para todos los trabajadores inmigrantes y sus familias!
¡Aceleración del proceso de adquisición de la ciudadanía estadounidense y del proceso de reunificación familiar!
¡Por la unidad de toda la clase obrera y la juventud en la lucha por los derechos de los inmigrantes!
¡Por la organización de comités de acción en cada fábrica, instituto, barrios, vinculándolos local, regional y nacionalmente para la huelga general/boicot del 1º de Mayo!
¡Por el final del ALCA y otros acuerdos comerciales que obligan a buscar refugio económico lejos de sus hogares!