Como previmos claramente1, el llamado “diálogo” nació muerto. Incluso en presencia de las delegaciones de la OEA el 7 de octubre, los golpistas reprimieron brutalmente al pueblo con centenares de bombas lacrimógenas. El papel de la OEA siempre fue buscar una salida negociada para impedir un derrocamiento revolucionario del golpe por parte de las masas, su actuación ha sido simplemente patética, no sólo no ha contribuido en nada favorable, sino que en la práctica, le ha hecho el juego al imperialismo al seguir prolongando, prolongando y prolongando la restitución de Zelaya que originalmente se planteó para el 15 de octubre.
Micheletti pide que sea la corte suprema de justicia la que lo reinstale, mientras que Zelaya demanda que sea el congreso. Presuntamente, aceptar la posición de los golpistas sería aceptar que no hubo golpe de Estado. Tras 16 días de negociaciones, el 23 de octubre, Zelaya dio por concluido el “diálogo”, después de que los golpistas dilataron reiteradas veces el plazo de reinstalación.
La situación está en un punto crítico y lo que haga la dirección de la Resistencia será decisivo.
Tras el llamamiento de Zelaya a las masas a la Insurrección final en septiembre, la dictadura puso en práctica el decreto PCM-M-016-2009 de Estado de sitio, que incidió en la indignación de la Resistencia y su coraje para seguir luchando no sólo por la restitución sino por la Constituyente. El decreto ciertamente impactó negativamente en la frecuencia y masividad de las manifestaciones sin embargo no las sepultó, antes bien entre el sector más avanzado del movimiento las manifestaciones han persistido a pesar del decreto, por ejemplo en las colonias con la llamada bullaranga, es decir, hacer ruido todos a la misma hora, y algunas otras acciones, como vestirse todos de color verde y encender las luces de los autos durante el día. Una lectura es que este tipo de acciones han mantenido en alto la moral de los sectores avanzados de las masas y en tal sentido pueden jugar un papel positivo aunque evidentemente secundario; pero otra lectura que se hace de las llamadas telefónicas de la gente a Radio Globo, es que estas acciones generan desesperación y frustración, ya que han sido insuficientes para derribar a la dictadura y son simplemente una especie de terapia o mecanismo para canalizar la catarsis. El pueblo tiene la fuerza para derribar a la dictadura, pero necesita que su dirección le ofrezca los métodos adecuados y la bullaranga no está en ellos.
Hasta ahora el decreto se ha derogado parcialmente, ya que se ha reinstalado a Radio Globo y Canal 36 lo cual es una importante victoria parcial del movimiento, pero la represión continúa ferozmente. El saldo de muertos se sigue incrementando, en estos días asesinaron al sindicalista Jairo Sánchez, presidente nacional de SITRAINFOP, la represión en las colonias obreras sigue presentándose en las noches, la embajada de Brasil no ha dejado de ser atacada con toda una serie de factores físicos y psicológicos —como ruido permanente, luz intensa por las noches y la puesta de francotiradores, por ejemplo—, es decir, los métodos pacíficos de la Resistencia no han menguado la represión, al contrario, han sido interpretados por la dictadura como un síntoma de debilidad, y la debilidad invita a la agresión.
¿Por qué no restituyen a Zelaya?
Por supuesto que la reinstalación de Zelaya bajo el Plan Arias o alguna otra modalidad, no sólo no resuelve nada, incluso no resolvería el tema de la “constitucionalidad democrática”, además falta muy poco tiempo para el final del periodo presidencial de Zelaya, entonces, ¿cuál es el temor de la dictadura y el imperialismo? ¿Por qué no lo restituyen? En la guerra y también en la lucha de clases, la moral de los combatientes es una cuestión decisiva. Hay ejemplos históricos de ejércitos menos armados y numerosos que han vencido a ejércitos formalmente superiores. La restitución de Zelaya —sea como fuere e independientemente de que sea atado de pies y manos—, sería visto como una victoria por parte de la Resistencia, animaría a las masas y elevaría su moral, le daría confianza en sus propias fuerzas e impulso para seguir luchando por la Constituyente; es por eso que los golpistas están empecinados en evitar a toda costa la reinstalación de Zelaya y arguyendo pretextos estúpidos mantuvieron la situación del “diálogo” en estatus de estancamiento permanente. Esa siempre fue su táctica, los golpistas nunca tuvieron en sus cálculos al “diálogo” como una forma de llegar a acuerdos, sino simplemente para ganar tiempo y preparar la ofensiva para imponer las elecciones el 29 de noviembre. Eso fue claramente explicado por Carlos H. Reyes, el candidato presidencial proletario de la Resistencia, sin embargo, Zelaya insistió en negociar.
En un inicio, la Resistencia tenía un representante en la mesa de “diálogo” (Juan Barahona. En el caso de Carlos H. Reyes, correctamente declinó ante la invitación que le hiciera Zelaya de formar parte en la mesa), pero afortunadamente salió sin haber respaldado la trampa de las negociaciones. En realidad lo que los golpistas buscan, es llegar lo más cerca posible al 29 de noviembre para que, ante la bancarrota de la economía, las masas acepten el proceso electoral arrodilladas por su condición económica que es muy grave. Sobra decir que las elecciones bajo control de los golpistas serían fraudulentas por principio básico, para intentar evitar la victoria electoral de Carlos H. Reyes. La Resistencia ha confirmado que no aceptará el proceso electoral sin la restitución de Zelaya.
¿Cuál era la alternativa al diálogo?
La insurrección de masas. La dictadura debe ser derribada por la fuerza de las masas hondureñas y centroamericanas, y debe ser implantado un régimen de democracia obrera surgido de la Constituyente revolucionaria, o de cualquier otro modo los ataques de la oligarquía al pueblo, volverán una y otra vez en distintos momentos, expresiones, magnitudes y ritmos. Las direcciones del FMLN y del FSLN deberían llamar —simultáneamente— a manifestaciones masivas y a una huelga general de 24 horas, en solidaridad con la revolución hondureña, pero más allá de eso, enfrentar conjuntamente el proceso contra la oligarquía centroamericana, quitarle los poderes económicos y políticos a la oligarquía de la región, basados en la fuerza de las masas trabajadoras. Los trabajadores del campo y la ciudad pueden paralizar la sociedad, bloquear carreteras, gestionar la producción para beneficio de la Resistencia, organizar el transporte, el abasto, controlar el suministro de la energía eléctrica y el agua, tomar el control de los bancos, los puertos, los hospitales, las escuelas, los medios masivos de comunicación; eso evitaría los saqueos anárquicos y pondría el poder y control de la sociedad en manos de los trabajadores.
Paralelamente, organizar comités de autodefensa, organizar la logística de las manifestaciones sobre la base de la autodefensa, por ejemplo evitando rutas donde pudieran ser emboscados. Cientos de miles de manifestantes bien organizados, con objetivos claros y respaldados por piquetes de autodefensa armados habrían hecho sucumbir a la policía y al ejército. Los soldados y policías están bajo enorme tensión, se la pasan drogados cuando salen a reprimir, hace meses que no van a sus casas; algunos de ellos son elementos lúmpenes sin escrúpulos, pero hay quienes aún recuerdan sus orígenes de clase y sus familias son parte del movimiento. Más allá de llamamientos verbales, esporádicos y superficiales, un trabajo sistemático hacia los soldados y policías podría surtir un efecto decisivo en este periodo.
Las condiciones objetivas existen, lo que hace falta es la dirección marxista enraizada en las masas que organice el proceso, he aquí un factor primordial. Una política basada en un programa socialista de transformación social, con una estrategia y tácticas internacionalistas y con base en el poder de los trabajadores puede paralizar y gestionar la sociedad, tendría mucho más efecto en relativamente poco tiempo que por ejemplo las décadas de guerra de guerrillas en Guatemala, Nicaragua y El Salvador. Pero para lograrlo, hace falta construir un partido de las masas proletarias y campesinas. La ausencia de ese partido es un aspecto que está determinando el rumbo y los ritmos del proceso. Pero a la vez, la coyuntura se levanta como una oportunidad de que el proletariado hondureño de el paso hacia la construcción de un partido de clase.
El factor Zelaya
Zelaya pudo haber aceptado las condiciones de los golpistas para encontrar una salida personal que lo pusiese a salvaguarda a él y a su familia, para empezar, podría haber actuado desde un inicio como un miembro de su clase y haber sido uno más de la larga lista de títeres de la oligarquía, pero se ha negado a hacerlo; es un hombre honesto, bien intencionado y las masas hondureñas confían enormemente en él. Zelaya entró al juego del diálogo esperando resolver la coyuntura pacíficamente y a la vez enviando una señal de apertura y tolerancia, aunque siempre aclaró la no disponibilidad de los golpistas a encontrar una solución al atolladero, es claro que Zelaya tuvo ilusiones en una salida negociada, quería una salida con base en la diplomacia y no con base en las masas; pero la OEA es sólo un diplomático engendro reaccionario del imperialismo que ha dejado solo a Zelaya en la práctica, por la sencilla razón de que la “democracia” burguesa tiene intereses de clase. Cualquiera puede decir o hacer más o menos lo que se le antoje, siempre y cuando no afecte los intereses del capital financiero, terrateniente e industrial, que en un país como Honduras están fundidos en la propiedad de diez familias oligárquicas subordinadas al imperialismo.
¿Cómo respondió la dictadura a la tolerancia, apertura, buenas intenciones respetuosas de la democracia y métodos pacíficos de Zelaya? Con represión criminal y ganando tiempo en la mesa de “diálogo” para imponerse en las elecciones del 29 de noviembre a través de la fuerza y del fraude. ¿Qué es lo que ha hecho la diplomacia internacional? Condenar a los golpistas. ¿Qué es lo que hacen los golpistas con la condena diplomática? Reírse.
Explicaba Lenin que “de buenas intenciones está plagado el camino al infierno”. No se trata de las intenciones de Zelaya o Micheletti, sino de la lógica de la lucha de clases en medio de una recesión internacional, de crisis orgánica del capitalismo, del avance de la revolución proletaria en Sudamérica y de cómo el imperialismo pretende cerrarle paso en Centroamérica. Como un capricho de la historia, la revolución llegó montada en el sombrero de un terrateniente. Las medidas favorables al pueblo que implementó Zelaya, pusieron en alerta histérica a la oligarquía que las consideró como una traición, si Zelaya se aleja de las masas, de algún modo la oligarquía le pasará la factura tarde o temprano. Si Zelaya quiere llevar esta revolución hasta sus últimas consecuencias, debe expropiar a las 10 familias de la oligarquía y a los intereses del imperialismo en el país. Sólo rompiendo de manera decidida con los límites estrechos de la “democracia” capitalista se pueden resolver los problemas más urgentes de las masas hondureñas.
De no expropiar a la oligarquía, la posibilidad de derrota será mayor. La oligarquía y el imperialismo están decididos a ir hasta el final, es una lucha a muerte. No pueden permitirse otra derrota como las de los últimos años en Venezuela, Bolivia o Ecuador. Paralelamente, las masas también saben que de ser derrotadas en esta batalla, significaría un escenario de pesadilla por un periodo y por tanto van a hacer todo lo que esté en sus manos para vencer. ¡Y vaya que lo están haciendo! Una victoria en Honduras sería un punto de inflexión para todo el continente y una derrota en cierto sentido también, aunque por supuesto no determinante a largo plazo; pero sí sería la primera victoria en años para el imperialismo y la reacción regional. Sin embargo, en las condiciones actuales, ningún Estado puede durar mucho tiempo sin poseer una base de masas. Una dictadura militar no sirve para tal propósito. Como consecuencia, sólo es posible un bonapartismo enfermizo y débil con toda su estructura defectuosa e inestable. Por lo cual, sin duda el régimen militar será desplazado en alguna de las crisis a las que se enfrente y será sustituido por algún tipo de régimen “democrático” también inestable, sobre todo si pretenden salir del atolladero a través de las elecciones del 29 de noviembre sin haber reinstalado a Zelaya.
El capitalismo es un modo de producción caduco, reaccionario que está llevando a la humanidad a la barbarie y destrucción; esto es particularmente cierto en los países centroamericanos. La industria centroamericana nació demasiado tarde para competir con los productos baratos que la industria extranjera, —fundamentalmente estadounidense—, es capaz de lanzar a los mercados totalmente protegidos, incapaz de encontrar incluso un mercado interno debido a la población empobrecida. “El capitalismo en sus últimas etapas no sólo reduce a la clase obrera a un estado de pauperización, porque no puede proporcionar ninguna seguridad ni en el empleo ni en el sustento, arruina también a la clase media (pequeños empresarios, profesionales, trabajadores de cuello blanco, pequeños comerciantes) y todo ese estrato de población cuya posición social está entre la clase obrera industrial y la clase capitalista.”2
La oligarquía no estará tranquila hasta no obligar a claudicar a Zelaya o asesinarlo políticamente. La vulnerabilidad de Zelaya estará en relación directa en si se apoya decididamente, o no, en las masas. Pero pareciera que Zelaya no tiene un plan acabado tras la ruptura del “diálogo”, está más bien en una situación de indefensión, reciclando su discurso de que el mundo entero lo reconoce como el presidente, pero no da alternativas claras a la crisis —por lo menos hasta ahora—. Es decir, Zelaya no claudica, sigue confiando en la OEA, pero alerta acerca del fraude electoral y prácticamente le pasa la estafeta al pueblo y a la Resistencia. El “diálogo” dio tiempo a los golpistas para terminar de tejer la trampa; ahora que se ha roto, la confrontación persistirá, pero ahora la agenda la debe poner la dirección de la Resistencia.
El imperialismo ha llenado las arcas de los golpistas para comprar conciencias, por eso algunos personajes cercanos a Zelaya sucumbirán a la oferta del mejor postor y le traicionarán, eso será usado por los golpistas para intentar debilitar su imagen.
Proceso Centroamericano
Como hemos explicado antes, el golpe siempre ha sido débil y no hay condiciones históricas para que la dictadura se implante por un periodo de años3. La estrategia del imperialismo en la zona coloca el conflicto hondureño en el epicentro de la lucha contra el avance de la revolución bolivariana, que se desarrolla contradictoriamente en Venezuela, Bolivia y Ecuador y Centroamérica. Ni la oligarquía ni el imperialismo esperaban la respuesta que las masas dieron al golpe desde el 28 de junio, de forma tal que lo que esperaban fuera un conflicto controlable y de corta duración, ha costado —tan sólo a la industria privada— 50 millones de dólares y 100 mil empleos, según cifras de los golpistas.
Contrariamente a lo que buscaba el imperialismo, no sólo no se ha obstaculizado el proceso de la influencia de la revolución bolivariana, sino que producto del golpe, la revolución ha estallado en Honduras y se está fermentando su extensión a otros países centroamericanos. En este periodo hemos asistido en Puerto Rico a una huelga general y en Nicaragua se están gestando ataques oligárquicos al presidente Daniel Ortega, expresado por ejemplo en que la derecha está amenazando con paralizar la Asamblea; no olvidar que meses antes del golpe, también el presidente guatemalteco Álvaro Colom también fue atacado por la oligarquía, de hecho el comercio se ha reducido en 20 por ciento en esta coyuntura. A condiciones similares, procesos similares. En Centroamérica hay y habrá enormes convulsiones sociales y políticas. Aún es posible que Venezuela, Bolivia y Ecuador, hagan algo más sustancial por el proceso hondureño, en palabras del presidente Chávez: "El golpe estamos obligados a derrotarlo (… ), bajo ningún concepto vamos a reconocer las elecciones y tendremos que aplicar medidas más severas contra el golpe (…), estamos frente a un gran compromiso". Los países del ALBA pueden hacer mucho más por la revolución hondureña, promover y organizar un bloqueo económico que asfixie al régimen golpista, por ejemplo, sin embargo una auténtica solución radica en que la dirección revolucionaria en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia terminen de expropiar a los capitalistas de sus propios países, disuelvan a sus ejércitos profesionales y armen a sus pueblos. Eso no sólo ayudaría a vencer al pueblo hondureño, sino que prendería la mecha de la revolución en todo el continente.
Balance tras la ruptura del “diálogo”
Entonces, el balance general después del golpe del 28 de junio coloca un saldo a favor de los trabajadores. Esta es una cuestión fundamental que no hay que perder de vista. El golpe catalizó la lucha de clases, potenció la unidad en la acción de los trabajadores, elevó abruptamente el nivel de consciencia y la moral revolucionaria de amplios sectores las masas colocando sobre la mesa el cuestionamiento del sistema capitalista, además está acelerando las contradicciones en el conjunto de Centroamérica. ¡Mal negocio para los golpistas! La situación sólo está expresando la inviabilidad histórica del capitalismo centroamericano.
Sin embargo, si bien en este momento el proceso es favorable a la clase obrera, el campesinado pobre y los pobres urbanos, está sumergido en enormes contradicciones —como todo en la vida, la naturaleza, la sociedad y el universo observable—, que inciden en la orientación de clase, las posibilidades de derrota o victoria y también en los ritmos del proceso de la revolución.
Un aspecto fundamental que está determinando todo, es la ausencia de un partido de los trabajadores y en concreto, la ausencia de una dirección marxista enraizada con las masas y sus organizaciones tradicionales. Dichas ausencias han impedido que la dictadura sea derrotada hasta ahora a pesar de la enorme energía que las masas han desplegado en las calles. La represión no ha logrado sepultar a las manifestaciones, que en momentos decisivos fueron impresionantemente masivas, por ejemplo, el 15 de septiembre, que contó a cientos de miles de manifestantes en todo el país.
En septiembre con la coyuntura del ingreso de Zelaya, las masas estaban aún frescas y hasta ahora no se puede decir que prevalezca desmoralización generalizada, lo que existe entre las masas es cansancio. Hoy, cuatro meses después de movimiento, las masas están fatigadas. Es lógico que el movimiento social no pueda ser permanente ni eterno. La lógica de marcha, tras marcha, tras marcha, y después de eso: marcha; es desgastante para cualquiera. Así está la situación tras la ruptura del diálogo, cuando la dictadura intentará prolongar un régimen hostil a las masas, a través de la fuerza militar y el fraude electoral. Sin embargo, un factor que se ha destacado desde el 28 de junio, es el enorme caudal de energía social de las masas que se mantuvieron por décadas duramente oprimidas, su fuerza se desató de forma no prevista por nadie y ha alcanzado una magnitud revolucionaria que podría haber derribado al Estado burgués con una dirección que hubiese organizado la insurrección en tales términos.
Así que está por verse si hay de parte de las masas una respuesta a la coyuntura fraudulenta del golpismo, y si la dirección de la Resistencia es capaz de organizar ese caudal de energía de las masas de manera adecuada a la situación y no sólo con marchas y medidas totalmente secundarias y como la bullaranga. Son momentos decisivos de este periodo de la revolución. Los métodos de las acciones que proponga la dirección, también son decisivos.
No es suficiente “tener la razón histórica” como lo dijo Juan Barahona en la asamblea del domingo 25 de octubre, no es suficiente “tener fe”, como lo expresara Zelaya a Radio Globo el mismo día, es necesario tener la política, el programa, la estrategia y los métodos adecuados. La dictadura no caerá como una manzana podrida, se le debe derribar o no caerá, sino que intentará prolongarse en un régimen con careta democrática emergido de las elecciones golpistas.
El factor de la dirección del Frente
Nadie puede negar las buenas intenciones, la gallardía, dignidad y combatividad de la dirección del Frente Nacional contra el Golpe de Estado. Se ha venido conformando con el desarrollo de los acontecimientos. Antes del golpe, no había una dirección tan cristalizada, tan unificada. La trayectoria de sus dirigentes es larga, proviene del movimiento popular desde hace muchos años, son compañeros probados en la lucha; sin embargo, es claro también que no es la dirección de un partido, sino precisamente de un Frente. El movimiento obrero hondureño no pudo construir el partido antes de que estallara la revolución y eso tiene y tendrá consecuencias. La relación que existe entre el partido y el Frente, es la misma relación existente entre un edificio (que tiene una estructura, cimientos a los que se calcularon cargas y esfuerzos), y una construcción temporal, coyuntural.
La dirección tiene sobre sus espaldas una enorme responsabilidad histórica. En la lucha de clases como en la guerra, la estrategia y tácticas se plantean dinámicamente con el desarrollo de los acontecimientos, no se plantean como algo fijo y para todo el proceso. Un general que sólo alcanza a ordenar “avanzar” o sólo “retroceder” o sólo “resistir”, no obtendrá resultados muy promisorios. Tiene que avanzar, retroceder o resistir, dependiendo de las circunstancias. Esto nos lleva al tema de la “lucha pacífica”. Por definición la lucha de clases no es pacífica. Hay mucha violencia en la explotación del hombre por el hombre y la violencia siempre proviene del Estado. Si los golpistas no han reprimido con muertos masivamente se debe a que incendiarían Centroamérica en su conjunto, pero es evidente que la violencia ha sido el pan de cada día del pueblo y particularmente desde el golpe de Estado. Predefinir como algo inamovible a la lucha como “pacifista” responde en parte a la reacción de los dirigentes a la penosa experiencia guerrillera de Centroamérica, con décadas de guerra civil y resultados muy dolorosos para el pueblo. Pero, en realidad el método guerrillero no se basaba en el poder de las masas, sino en un grupo aislado de ellas, valiente, decidido, sacrificado, pero aislado de las masas. Los pueblos son los actores de la historia, no un reducido grupo armado por más bienintencionado que sea.
En realidad, en los momentos decisivos de por ejemplo, Cuba y Nicaragua, las masas a través de la huelga general fueron las que derribaron a la dictadura y la guerrilla jugó un papel catalizador, pero sin el factor de las masas, jamás habrían tomado el poder. Por el contrario, en Honduras no se desarrolló por fortuna una lucha bajo métodos guerrilleros, ni antes ni ahora (y esperemos que no surja un movimiento guerrillero). Precisamente, una característica fundamental del proceso hondureño actual, es que la revolución ha estallado con las masas haciendo política en las calles, han desplegado una enorme energía social, pero no se ha canalizado para detener al aparato productivo, económico y represivo del régimen, se ha expresado en las históricas marchas, pero la energía se ha dispersado como se dispersaría el vapor sin la caldera. Es imposible que la energía se mantenga indefinidamente en el tiempo, si los dirigentes insisten en las marchas como un fin en sí mismo, agotarán y aislarán el movimiento. El pueblo tiene que volver a la lucha por la subsistencia, hay que administrar las fuerzas del movimiento, hay que presentar un plan de lucha concreto que se base no en las marchas como eje fundamental sino en el poder de los trabajadores en las relaciones de producción.
¿Cuál es la alternativa a la violencia golpista?
A pesar de que la Resistencia se ha declarado pacífica, la violencia del Estado ha generado muertos, desaparecidos y torturados todos los días. Es necesario organizar la autodefensa del movimiento o los muertos seguirán sumando, o, es posible que elementos desesperados tomen acciones por cuenta propia en acciones aisladas, que a la vez profundicen la represión al movimiento. Los métodos no son una cuestión moral: “pacíficos” o “violentos”, sino que se definen en función de desarrollo de la lucha. Hay que basar la lucha en el poder de las masas no en el armamento de un grupo aislado decidido a morir. Sólo el contraataque enérgico puede impedir el crecimiento de la represión golpista. A pesar de que se piense que no se provoque a los golpistas, para que no se genere la represión, la represión continuará, como mínimo, es necesario defenderse. En tiempo de guerra, y la lucha de clases es una guerra entre las clases, el enemigo no puede tener puntos de ventaja que le permitan atacar mejor y masacrar las filas de la Resistencia en una etapa posterior.
En cada fábrica, en cada centro de trabajo, en cada escuela, no hay uno sólo sitio en el que la Resistencia no tenga adeptos, incluidos los bancos, las trasnacionales, las maquiladoras, qué decir de los médicos, los maestros, los controladores aéreos, los trabajadores de la energía, del agua, del transporte, inclusive en el ejército hay adeptos a la Resistencia: ¡eso es un tremendo avance con relación a antes del golpe! ¡Hay que aprovechar esa penetración del movimiento en las capas de la población trabajadora, exponiendo un plan de lucha concreto! En todos los centros de trabajo hay miembros y simpatizantes de la Resistencia inclusive en las capas de mandos medios, pero no están orientados, no están coordinados, se presentan anónimamente en las marchas, poco a poco la cotidianidad se impone y sólo el núcleo duro de la Resistencia se mantiene. Lo que hace falta es organizar esa fuerza bajo un plan de lucha concreto. En agosto la Corriente Marxista Internacional propuso una estrategia y programa que hoy es más útil que nunca.4
A organizar el boicot activo de las elecciones
EN CASO DE QUE EL RÉGIMEN GOLPISTA SE MANTENGA CON EL APOYO DEL IMPERIALISMO Y LOGRE AVANZAR HASTA LA REALIZACIÓN DEL PROCESO ELECTORAL, LA TAREA DEL MOVIMIENTO SERÍA EL BOICOT DE LAS ELECCIONES, Para que el boicot sea efectivo debe ser un BOICOT ACTIVO, es decir, debe ir acompañado de bloqueo de carreteras, piquetes masivos en todos los colegios electorales, para evitar que el puñado de gente que pueda estar a favor del golpe, acceda a las urnas, y con ese puñado traen de legitimar la elección.
El boicot debería ser organizado por el Frente, explicándolo masivamente. El pueblo se puede organizar en comités por barrio, ¡cada barrio un comité del Frente! Los comités pueden reunirse frecuentemente para analizar y discutir los pasos y las acciones. Hay pasos importantes en este sentido se están organizando brigadas de concientización a las colonias obreras. ¡Adelante compañeros!
Cada comité enviaría a un representante para una coordinación regional de comités.
Cada comité regional debería enviar a sus representantes o delegados a una Coordinación departamental de comités y cada comité departamental enviaría delegados a una Coordinación Nacional de comités. En cada nivel de comité se exponen los problemas y las ideas del movimiento y se toman decisiones democráticamente. Las discusiones que se lleven en la dirección del Frente, se pueden transmitir a todos los niveles de comités, así, cuando sea necesaria una acción, se puede organizar rápida y correctamente.
Todos los comités a todos los niveles, deberían asegurar el control democrático de sus representantes a través de los puntos sencillos que se proponen a continuación:
- Cada representante deberá ser elegido en asamblea democrática.
- . Revocabilidad en cualquier momento si la asamblea democrática así lo decide.
Los comités pueden actuar como motores para agitar en los barrios, las regiones, los departamentos en contra de las elecciones golpistas, convencer a los trabajadores hondureños y sus familias de que no vayan a votar si es que no se reinstala a Zelaya. Los comités tendrían vigencia para la organización del pueblo en esta revolución, más allá de la organización ante el problema del boicot.
En caso de que los golpistas logren celebrar las elecciones, eso no será ninguna solución; y de la misma que el régimen Micheletti, sería un régimen en crisis desde el primer día y que en la vía de los hechos profundizaría el proceso revolucionario de la región, tal es la razón de la visita en estos días del subsecretario de Estado estadounidense para América Latina, Thomas Shannon, que está intentando destrabar y a la vez colocar más candados a la restitución de Zelaya.
La clase obrera organizada constituye la fuerza más poderosa de Centroamérica. Sólo hace falta contar con la política necesaria para luchar por la defensa de sus organizaciones y pasar a la contraofensiva derribar a la dictadura. Es necesario que los dirigentes adopten las medidas que frustren los planes golpistas, la creación de milicias obreras, comités de fábrica y tomas de tierras. A la vez que se organiza el boicot activo de las elecciones, se dan pasos en la organización de la Constituyente y en la construcción del partido del proletariado hondureño.
Es necesario adoptar medidas para preparar el movimiento para una etapa superior, es necesario darle a las masas algo por lo que luchar además de los puntos generales de la restitución de Zelaya y la Constituyente en abstracto, hay ponerlas en movimiento pero no en marchas y activismo desgastante: hay que crear consejos de fábrica y aldea, crear tribunales de trabajadores, y tener listas las condiciones para cuando la coyuntura vuelva a ser propicia para la insurrección.
México, D. F. 27 de Octubre de 2009.
Samuel Santibáñez
2 La amenaza del fascismo: ¿Qué es y cómo combatirlo? Ted Grant, Obras. Volumen I. Fundación Federico Engels.