Homenaje a Miguel Hernández

Miguel Hernández. Foto: Maria Piqui

El jueves día 9 de diciembre, 40 afortunados nos reunimos en la sede de Ezker Batua en Vitoria, para participar en un acto de homenaje en el centenario de su nacimiento, al gran poeta del pueblo Miguel Hernández .

En directa consonancia con el lema de la convocatoria “recuperar la memoria para construir el futuro” los asistentes tuvimos la suerte de emocionarnos escuchando como Miguel Fernández rememoraba al poeta acompañado a la guitarra por Jon Redondo.

Miguel y Jon tuvieron la generosidad de permitirnos participar y disfrutar junto a ellos durante 90 intensos minutos de memoria, aprendizaje, y de ese íntimo sentimiento que a uno le embarga cuando le pellizcan el alma con la fuerza y la belleza de una poesía poderosa y profunda como la de Miguel Hernández; y más aún, cuando quien la recita la siente en lo más hondo de su ser.

Pudimos ver al hombre y al poeta Miguel Hernández, no como un fruto perfecto e irreal, sino como el producto contradictorio que se forja con los golpes, el fuego y el agua en la fragua de la vida.

Escuchamos como Miguel Fernández nos glosaba la figura del poeta; enmarcándola en su espacio temporal e histórico concreto, pero sin dejar de extraer el jugo y las lecciones que hoy tienen la fuerza de su poesía y el ejemplo humano y de compromiso con sus ideales y con los trabajadores de este gran rapsoda del pueblo.

Nos habló de su nacimiento en 1910 y de su infancia en Orihuela, pequeña localidad de provincias con fuerte influencia de la Santa Madre Iglesia, de cómo él, hijo de un pequeño ganadero con un rebaño de un centenar de cabras, en los albores del siglo XX y a pesar de su origen humilde tuvo la suerte de poder ir a la escuela y destacar por su inteligencia e individualidad.

Su rebeldía como adolescente; que sintió la necesidad de derramar su fuerza interior y que pese a que con 15 años recién cumplidos tiene que abandonar sus estudios para cuidar las cabras junto a su hermano mayor, es capaz de enfrentar la incomprensión paterna y al destino e iniciar tenazmente su carrera poética.

Su evolución; desde los primeros poemas de “Pastoril “ con toda su inicial puerilidad mimética, de búsqueda de su propia senda, con una temática que es fiel reflejo del ambiente reaccionario que le rodea e influye.

Sus primeras lecturas de Berceo, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Rubén Darío, Virgilio… en la biblioteca del canónigo Luis Almarcha, su amistad juvenil con Ramón Sijé (simpatizante falangista) y con Carlos Fenoll, y de cómo muy pronto despunta por sus cualidades y fuerza poéticas innatas .

Su primer viaje a Madrid en 1931 y la desilusión de no encontrar el apoyo que esperaba;  como continúa su camino y en 1933 escribe su primer poemario completo “perito en luna”; vuelve a Madrid en 1934 y con sólo 24 años tras publicarse en la revista literaria Cruz y Raya su auto sacramental “Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras” empieza a brillar con luz propia en el firmamento poético español de comienzos de los años 30.

En estos sus primeros escarceos literarios, llama la atención de grandes poetas como José Bergamín que afirma que Miguel en sus autos sacramentales alcanza la altura de un Calderón de la Barca, o de Pablo Neruda que al leer sus primeras obras le ensalza como el mejor poeta católico, conoce a Rafael Alberti, al gran Federico García Lorca y por supuesto al que sería desde entonces su amigo Vicente Aleixandre.

Su contacto con los grandes poetas del 27 y con todo el fermento cultural y artístico que se vive en el Madrid de aquellos años; ambiente este que es fiel reflejo en el espejo de la intelectualidad de  unos acontecimientos políticos  marcados por la irrupción en la escena de la historia de las masas laboriosas.

En este contexto con todo el drama histórico de estos años es el que impone su sello en Miguel y le hace crecer como hombre y artista.

En esos años, además de romper las ataduras con el ambiente “intelectual” retrógrado de su infancia; descubre su primer amor que le acompañará hasta el final en la persona de una joven casta y sencilla de su pueblo Josefina Manresa, más tarde en Madrid conoce el amor físico entre iguales, con la gran mujer y pintora de la escuela de Vallecas Maruja Mallo y el amor platónico para con su admirada María Cegarra .

homage_meeting_hernandezEn 1935 participa en las Misiones Pedagógicas y para ganarse el pan de cada día inicia su colaboración en la “Enciclopedia los Toros” de José María de Cossío. De la mano de Carmen Conde participa en la Universidad Popular de Cartagena en un acto de homenaje a Lope de Vega y escribe el drama “Los hijos de la Piedra”.

A principios del 36 tras la muerte en diciembre del 1935 del que fuera su amigo de infancia; escribe la “Elegía a la muerte de Ramón Sijé” que junto “a las coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique alcanza las más altas cimas de la poesía elejiaca en lengua castellana impresionando entre otros al tan parco en halagos Juan Ramón Jiménez que ensalza esta obra en el diario el Sol.

Se publica su libro de poemas amorosos “El rayo que no cesa” y acaba su obra teatral “El labrador de más aires”. En el transcurso de este año Miguel que participa abiertamente con el movimiento de los oprimidos se afilia al Partido Comunista y al poco de iniciarse la guerra civil se incorpora como voluntario al V Regimiento y como un miliciano más , se va a cavar trincheras al frente.

Cuando le descubre el comandante Carlos es nombrado comisario de cultura y en febrero de 1937 es destinado a Andalucía al “Altavoz del pueblo”. Este es el año de la publicación en Valencia de “Vientos del Pueblo”, el poeta participa en la ciudad del Turia en el 2º Congreso Internacional de Intelectuales en defensa de la cultura y asiste en la URSS como parte de una delegación del ministerio de instrucción pública al V Festival de Teatro Soviético, finalmente en diciembre le nace su primer hijo Manuel Ramón que muere 9 meses después.

Miguel participa como poeta y combatiente en diversos frentes de la guerra, estos dos últimos años están jalonados de reveses en lo personal y en las esperanzas de cambio social, pero a pesar del peso muerto y la amargura de la derrota no pierde la esperanza, en los albores del 39 escribe su poemario “El hombre acecha” y le nace su 2º hijo Manuel Miguel.

En abril del 39 Franco el asesino del pueblo español proclama el triunfo de su dictadura; así comienza una nueva cruzada contra centenares de miles , de hombres, mujeres y niños a los que los poseedores y sus agentes uniformados tienen que hacerles pagar a sangre y fuego por haber osado luchar para romper sus cadenas, junto a ellos empieza también el particular via crucis del poeta.

Miguel intenta huir a Portugal para desde allí cruzar a Chile, pero es detenido por la policía Salazarista que le entrega a la guardia civil, pasa por cárceles de Huelva y Sevilla y termina encerrado en la prisión de Torrijos en Madrid allí enterado del hambre y las penurias de su familia que le narra su esposa Josefina compone las “Nanas de la Cebolla”.

Inesperadamente es puesto en libertad y Miguel marcha de nuevo a Orihuela para reunirse con su familia, reconocido y denunciado, se reinicia su calvario, en 1940 le trasladan a la prisión del Conde de Toreno en Madrid donde le condenan a la pena capital. Más tarde tras la intervención entre otros de Cossío le conmutan la pena de muerte por la de 30 años de prisión.

En septiembre del 40 es trasladado a la prisión de Palencia y en noviembre al penal de Ocaña entre rejas inicia su último poemario inconcluso el “cancionero y romancero de ausencias”. Enfermo es trasladado a principios de 1941 al reformatorio de adultos de Alicante donde su precario estado de salud empeora seriamente; manifestándose una grave afección pulmonar que se complica con tuberculosis.

Durante todo ese año, se suceden las “visitas” de altos representantes del Régimen especialmente de su mentor de la infancia el canónigo Luis Almarcha (uno de los consejeros directos de Franco denominados los 40 de Ayete, miembro después del “Consejo del Reino ” y finalmente obispo de León) Todos le dicen que para poner fin a su calvario y poder ser trasladado a un hospital de tuberculosos Miguel sólo tiene que consentir en que se publique un escrito suyo en la prensa del “Movimiento”, el poeta se niega y les espeta a los inquisidores que poco le conocen aquellos que piensan que va a consentir en prostituirse renunciando a sus pensamientos e ideales.

Su agonía dura todo un año, los fascistas no perdonan, le niegan el traslado a un hospital especializado en Valencia y le dejan morir poco a poco como a un perro. Finalmente Miguel fallece en 1942 a los 31 años de edad.

Hoy después de más de 3 décadas de “democracia” la figura de Miguel Hernández sigue sin ser un plato de gusto para el “establishment” de la cultura oficial, para todos esos sesudos estudiosos y literatos que intentan restar valor a su lírica, especialmente a su poesía de combate y de compromiso con quienes un día se levantaron para acabar con la explotación del hombre por el hombre.

Afortunadamente para los que hoy , aún más que ayer, conformamos la mayoría laboriosa y creadora, no nos pueden borrar la magia de su poesía y podemos seguir gritando como lo hacían en el preludio a sus “Cantos Iberos” Gabriel Celaya y Blas de Otero:

“Cantemos como quien respira. Hablemos de lo que cada día nos ocupa. Nada de lo humano debe quedar fuera de nuestra obra.

En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos.

La poesía no es un fin en sí, la poesía es un instrumento entre otros para transformar el mundo”

IMAGENES: http://www.flickr.com/photos/luchadeclases/sets/72157625589241698/


[descargar]