Grecia: de cientos de miles a millones: el pueblo da un paso al frente y hace historia

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Publicamos a continuación el primer balance político de la Organización Comunista Revolucionaria, sección griega de la ICR, de las históricas concentraciones de masas que tuvieron lugar el viernes 28 de febrero, en el segundo aniversario del accidente ferroviario de Tempi en el que murieron 57 personas.

[Publicado originalmente en griego en marxismos.com]

«Rezo por tu gracia, pueblo mío,

Inclino mi cabeza ante tu sufrimiento

y admiro tus hazañas, pueblo mío».

Nos sentimos autorizados a invocar esta imponente y conocida letra de Michalis Stavrakakis de la canción del gran compositor Yannis Markopoulos para transmitir la esencia de lo que ocurrió en Grecia el viernes 28 de febrero de 2025.

Proporciones históricas

El viernes, en más de 260 ciudades y pueblos de todo el país, y en más de 125 ciudades del extranjero, millones de personas se movilizaron en las mayores concentraciones huelguistas de la historia moderna de Grecia. En Atenas se concentraron más de un millón de personas; en Salónica el número de manifestantes superó los 300.000; mientras que en el resto de Grecia se reunieron varios cientos de miles más.

A diferencia de otras «huelgas generales» muy limitadas a 24 horas, esta huelga general fue realmente general. El Estado estaba paralizado y toda la vida económica del país estaba claramente bloqueada, recordando a los cierres pandémicos de 2020-21. Las convocatorias y preparativos de la huelga por parte de los sindicatos (que oscilaron entre lo inexistente y lo rudimentario) ciertamente no jugaron el papel decisivo en el éxito total de la huelga. Más bien, la clave fue la voluntad universal y espontánea de la clase obrera de participar.

Fue ésta la que arrastró a cientos de miles de pequeñas y medianas empresas a cerrar sus puertas, algunas por sincero deseo de unirse a la protesta, otras por simple miedo, impotencia o incluso vergüenza de enfrentarse al río masivo, impetuoso y espontáneo de los trabajadores y las masas.

Las concentraciones del 26 de enero sólo podían compararse con las más multitudinarias del movimiento anti-Memoranda de 2010-2015. Los mítines del viernes, sin embargo, superaron con creces incluso a aquellos. Además, superaron en escala a cualquier otro acontecimiento de masas que incluso el manifestante medio de edad avanzada pudiera recordar, con la excepción, quizás, de las concentraciones populares espontáneas del 24 de julio de 1974, el día del colapso de la dictadura militar y el regreso de Karamanlis al país.

Lo que estas enormes concentraciones de masas demostraron

La escala sin precedentes de las manifestaciones del viernes demostró que la clase obrera y los estratos pobres de la sociedad griega han entrado decisivamente en la escena histórica y están determinando la evolución del país. Esta irrupción en la escena ha demostrado ser la oposición más consecuente y peligrosa al gobierno y al podrido régimen capitalista en todo el país. Es la única oposición política real. Comparada, en particular, con la cháchara simbólica de la «oposición» oficial en el parlamento, ha surgido como una fuerza verdaderamente irresistible. Ha lanzado al aparentemente poderoso gobierno de Nueva Democracia a una posición defensiva y a un estado de pánico.

Objetivamente hablando, las manifestaciones del viernes marcan la entrada de la sociedad griega en un nuevo periodo de agitación prerrevolucionaria. De hecho, parecía que el terreno estaba preparado desde la primera fase del movimiento de masas que siguió al desastre ferroviario de Tempi en marzo de 2023. Pero como resultado de la estabilización temporal del régimen tras el final prematuro de esa primera fase, y la desilusión de las masas que siguió a la cómoda reelección del gobierno de Nueva Democracia, se pospuso, como resultó, a principios de este año.

Los mítines históricos del viernes fueron la refutación más rotunda de todos aquellos analistas del desastre que, señalando las sucesivas victorias electorales de Nueva Democracia y el colapso de SYRIZA, hablaban de un «giro conservador en la sociedad griega». En general, refutan, de forma asombrosa, a todos los cínicos y escépticos que se apresuraron, directa o indirectamente, a excusar a las direcciones políticas socialdemócratas y estalinistas de la clase obrera por la derrota del movimiento anti memorándum de 2010-2015. Esta es la respuesta a aquellos que culparon a la clase obrera ordinaria y a los pobres por lo que fue un temporal resurgimiento electoral de la derecha que le siguió a esta derrota.

El viernes, estas mismas masas se declararon en huelga masiva en los lugares de trabajo donde no hay sindicatos, desafiando las amenazas de despido y de violencia de conocidos representantes del gobierno y del régimen, que hablaron de «inminentes incidentes violentos» que en realidad se produjeron. Se movilizaron no por algunas reivindicaciones económicas, sino por «justicia» contra las acciones provocadoras e inmorales del régimen. Y permanecieron en la calle durante horas, con una perseverancia y una compostura admirables, a pesar del bombardeo químico de la policía. Demostraron así el más alto grado de madurez y disposición a hacer sacrificios para cambiar la sociedad.

Y finalmente, con su impresionante movilización en todo el país, las masas mostraron el verdadero equilibrio de poder en la sociedad, el equilibrio que las direcciones políticas y sindicales de la clase obrera ocultan cuidadosamente en su política de compromiso con el régimen podrido, de tácticas pasivas y desanimadoras. La balanza está abrumadoramente a favor de las fuerzas de la clase obrera y de las fuerzas sociales progresistas de la sociedad, y en contra de las fuerzas de la reacción capitalista y del atraso.

Despiadada provocación y violencia estatal

Frente a este río caudaloso y desbordado de ira popular, el gobierno respondió de la única forma en que puede responder un régimen autoritario: con provocación, violencia de Estado y terrorismo. Así, antes incluso de que transcurrieran dos horas desde el inicio de esta magnífica e histórica concentración popular en Atenas, y antes de que los representantes militantes de los familiares de las víctimas del crimen de Tempi tuvieran tiempo de terminar sus discursos, el gobierno puso en marcha su bien probado método para dispersar la concentración.

Según cientos de testimonios de los congregados, publicados en las redes sociales y documentados por los reportajes de los principales medios de comunicación, pequeños ejércitos de provocadores encapuchados invadieron las protestas desde distintos puntos de la plaza Syntagma. Rompieron ladrillos a mazazos y empezaron a lanzarlos contra la policía, junto con cócteles molotov, congregando con su ejemplo a unos cuantos elementos irresponsables, acalorados y lumpen de la concentración. Esto preparó perfectamente el terreno para que la policía entrara y se dispersara la concentración. El fotoperiodista Orestis Panayiotou resultó herido en la cabeza por el desenfrenado despliegue de violencia policial, al igual que decenas de manifestantes.

El uso masivo de gases lacrimógenos y granadas de estruendo por parte de la policía antidisturbios contra una multitud abarrotada, debido al asombroso tamaño de la concentración, demostró en qué consistía realmente la «gran operación para proteger el derecho de los ciudadanos a manifestarse en Atenas» anunciada durante la semana por los jefes de policía. Era simplemente un plan para proteger al gobierno y al régimen dispersando la concentración.

En las condiciones de caos creadas por este plan estándar, aunque en esta ocasión aún más extremo en su imprudencia de lo habitual y completamente mal concebido, es realmente un «milagro» que no muriera nadie. Fue un «milagro» debido enteramente a la compostura y madurez de las propias masas reunidas, que, aunque amontonadas, soportaron estoicamente los productos químicos y garantizaron la retirada ordenada y segura de niños y ancianos de este campo ardiente de violencia estatal. De hecho, hubo casos notables en Atenas y especialmente en Salónica, de manifestantes que, como se ve en vídeos publicados en las redes sociales, atacaron a los propios provocadores y les quitaron las capuchas, provocando su huida.

Juventud combatiente no doblegada

Sin embargo, a pesar de la orgía de violencia gubernamental-estatal, decenas de miles de jóvenes permanecieron en las calles alrededor de la plaza Syntagma y comenzaron a regresar de nuevo frente al edificio del Parlamento. Algunos de ellos, entre los que se encontraban muchos estudiantes, alzaron las manos al aire en este regreso, para separarse de los provocadores y enviar el mensaje de que la brutal violencia policial no minará su voluntad y valentía a la hora de hacer valer su sagrado derecho de reunión. La imagen de estos jóvenes volviendo a entrar en la plaza con las manos en alto frente a la todopoderosa policía fue una vívida ilustración del cambio cualitativo que se estaba produciendo en la conciencia de los jóvenes gracias a su participación pionera en el movimiento de masas.

Fueron necesarias otras dos grandes y provocadoras intervenciones policiales para expulsar de la plaza a estos jóvenes luchadores espontáneos del movimiento de masas, con la ayuda no sólo de productos químicos y granadas, sino también del tanque de agua blindado especial de la policía, «Ajax». Finalmente, los «guardias pretorianos» de Mitsotakis tomaron el control de la plaza para siempre, 8 horas después de que la policía pusiera en marcha su plan para dispersar la concentración. Fueron 8 horas en las que cientos de miles de manifestantes recibieron una lección política viviente sobre la naturaleza reaccionaria del poder estatal como cuerpo compuesto en última instancia por cuerpos de hombres armados al servicio de la clase dominante.

«¡Dimisión!»: el cambio de conciencia

Los mítines del viernes expresaron de forma característica el efecto directo y decisivo que un movimiento de masas puede tener en la conciencia de las masas. El 26 de enero, la principal consigna que surgió espontáneamente en la concentración de la plaza Syntagma fue «¡Asesinos!», una consigna que atribuye claramente al gobierno la responsabilidad del crimen de Tempi de hace dos años, pero que no tocaba todavía la cuestión de la propia posición del gobierno en el poder.

Al principio de la manifestación del viernes, como resultado de la insidiosa campaña de despolitización de la cuestión por parte del gobierno -promovida hipócrita y tímidamente por toda la cúpula de la oposición parlamentaria- ni siquiera se levantó la consigna «¡Asesinos!». Pero a medida que avanzaba el mitin, la constatación del enorme volumen y poder de la multitud congregada, combinada con el escandaloso intento de disolver el mitin por parte de la policía, dio lugar no sólo a la reaparición de la consigna «¡Asesinos!», sino también a la aparición espontánea de la consigna «¡Dimisión!». Esta consigna desenmascaró a todos los oradores «antipolíticos», expresando de la forma más sencilla la esencia de la enorme movilización del viernes, a saber, el hecho de que planteaba la cuestión del poder.

El gobierno y la clase dominante fingen no entender

Las históricas manifestaciones del viernes han intensificado el pánico en los círculos del gobierno y de la clase dominante. Ya este pánico, que empezó a cundir después del 26 de enero, llevó al gobierno a contradecirse repetidamente. Sus declaraciones públicas iban desde atacar abiertamente a los que pretendían participar, acusándoles de «desestabilizar el país», hasta prometer ser el «protector y garante del derecho de manifestación» en vísperas de la huelga.

Al caer la noche del 28 de febrero, el portavoz del gobierno felicitó a la policía por su comportamiento «responsable» (es decir, asesino). Las declaraciones públicas de los apologistas del establishment, como las de los famosos periodistas que emitían los «boletines informativos» propagandísticos del archi reaccionario y archi progubernamental SKAI, revelaron una auténtica desesperación política al intentar cerrar los ojos ante la nueva realidad que han creado estas concentraciones. Su política es «fingir que no entienden». Muy característica de estos intentos fue la declaración del director de Kathimerini, Alexis Papachelas, quien, tras verse obligado a admitir la importancia histórica de las concentraciones, pidió al gobierno que se llevara el mensaje de que deben «trabajar para garantizar la justicia y crear un Estado moderno».

Pero por mucho que el gobierno y la clase dirigente se obstinen en cerrar los oídos a los atronadores cánticos populares de «¡Dimisión!», no pueden hacer retroceder el desbordante río de la ira popular. Las manifestaciones del viernes han demostrado a todos el enorme poder que posee la clase obrera cuando entra en lucha. Esto, combinado con la decisiva politización del movimiento de masas que ahora se refleja en sus reivindicaciones clave, son ahora el factor decisivo. Por mucho que lo intenten, el gobierno y la clase dominante no pueden ignorar este hecho.

Ya en el último mes, hemos visto expresiones cada vez más abiertas de descontento -incluso de protesta abierta- contra la gestión del gobierno de la cobertura mediática en los medios capitalistas de los acontecimientos en torno al crimen de Tempi y el movimiento de masas que ha provocado. Esto refleja el grado de aislamiento social del gobierno, así como la ansiedad de la clase dominante sobre el futuro político inmediato de su régimen en su conjunto.

De hecho, la clase dirigente y sus representantes públicos consideran ahora al primer ministro Mitsotakis y a su gobierno como fatales para la estabilidad política del régimen. Les atribuyen la mayor parte de la responsabilidad por el hecho de que, a pesar de la relativa estabilización económica del capitalismo griego en los últimos años, sus métodos a la hora de gestionar políticamente el crimen de Tempi hayan «conseguido» sacar al pueblo a la calle en todo el país en un movimiento sin precedentes por su magnitud. Por lo tanto, si hubiera partidos o líderes a disposición de la clase dominante que pudieran ofrecer al régimen una salida viable, se desharían del gobierno en este mismo instante y lo empujarían a elecciones con el fin de socavar el movimiento de masas.

Pero actualmente no tienen ninguna solución política de este tipo. Tanto la extrema derecha (Solución Griega, Victoria, Voz de la Razón) como el centro-izquierda pro-memoranda (PASOK, SYRIZA, Nueva Izquierda) no tienen más que una débil influencia electoral, y es extremadamente dudoso que puedan formar futuros socios de gobierno estables con la Nueva Democracia. Esto significa que la burguesía se ve obligada a ignorar descaradamente la voluntad política de la clase obrera y las masas pobres en lucha, y a apoyar al gobierno de Mitsotakis «hasta nuevo aviso». Su lógica es la misma que ha gobernado los propios ferrocarriles griegos, terminando en el crimen de Tempi, es la lógica característica de la podredumbre del capitalismo griego en general: «Vayamos ciegamente a donde nos lleve Mitsotakis, a ver dónde acabamos».

¿Qué hacer?

Está claro, pues, que quien piense que las masivas concentraciones de huelga del viernes, las mayores de la historia moderna del país, bastarán para hacer realidad el objetivo central del movimiento, encapsulado en la omnipresente demanda «¡Dimisión!», está profundamente equivocado. El gobierno se aferrará al poder con más fuerza que nunca. Esto significa que sólo intensificando la lucha podrá el movimiento de masas forzar la dimisión del gobierno.

Sin embargo, los acontecimientos han demostrado claramente que ninguna de las direcciones sindicales o políticas que apoyan formalmente al movimiento de masas quiere una escalada directa. Las direcciones del PASOK, SYRIZA y Nueva Izquierda -esta última representa una fuerza parlamentaria a tener en cuenta pero insignificante en términos de influencia popular- compiten entre sí para fijar la fecha más propicia para presentar una moción de censura contra el gobierno en el Parlamento. Está claro que, a estas alturas, un movimiento de este tipo sólo puede tener un carácter simbólico, ya que el gobierno se limitaría a reunir su mayoría parlamentaria. Mientras tanto, se sabe que los burócratas sindicales que tienen una dirección mayoritaria en el GSEE sólo se vieron obligados en el último momento, bajo la ola espontánea de la cólera de los trabajadores, a anunciar una huelga general de 24 horas para el 28 de febrero. Por supuesto, no tienen ninguna intención de ir a más.

Por último, los dirigentes sindicales del KKE (Partido Comunista Griego), así como la dirección política del partido -como ha demostrado toda su historia con respecto al movimiento de masas de Tempi, incluyendo su primera fase en marzo de 2023, pero también el período del mes crucial que siguió a las manifestaciones del 26 de enero- sólo son capaces y están dispuestos a promover una táctica de desactivación del movimiento, aunque encubierta en «palabrería de combate» sobre la escalada. Han demostrado suficientemente que lo «mejor» que podemos esperar de ellos son iniciativas para movilizaciones esporádicas, incluso para nuevas «huelgas generales» de 24 horas sólo de los sindicatos controlados por el PAME (el frente sindical del KKE). Tales movilizaciones reunirían el apoyo y la participación de sólo una pequeña parte de las masas movilizadas el viernes. Por lo tanto, darían claramente la impresión, no de escalada, sino de desescalada.

La actitud de estos dirigentes sindicales y políticos es, pues, un obstáculo para la necesaria continuación del movimiento hasta la realización de la consigna «¡Dimisión!». El papel entonces de la dirección de la Asociación de Familiares de las Víctimas de Tempi, cuya figura más militante es la presidenta Maria Karystianou, se vuelve crucial para intensificar inmediatamente la lucha.

La Asociación, con su postura militante, se ha ganado un prestigio entre la masa de trabajadores y jóvenes, que las direcciones políticas y sindicales socialdemócratas y estalinistas (en bancarrota) nunca consiguieron entre ellas en los años anteriores. Sólo sectarios mojigatos o «amigos» -es decir, enemigos velados del movimiento de masas- podrían ignorar este hecho objetivo o, peor aún, promover planes de «acción militante» para la continuación del movimiento que no tengan en cuenta el papel decisivo que la Asociación desempeña en el movimiento de masas.

Esta idea de «continuación militante sin la Asociación» (que ya está siendo promovida en la práctica por el PAME y por diversas organizaciones de la izquierda extraparlamentaria) actúa para socavar el movimiento. Cualquier organización política o sindical que la promueva no hace más que añadir leña al molino de la operación reaccionaria para extender la hostilidad hacia los partidos y la política entre las masas. Esta es la política que están aplicando metódicamente el gobierno y todo tipo de portavoces de la clase dominante.

Si la dirección del KKE poseyera hoy una política y una táctica verdaderamente revolucionarias, llamaría a través de los sindicatos y asociaciones estudiantiles que controla a la acción conjunta con la Asociación para realizar la demanda central que el movimiento de masas está planteando ahora. Explicaría a los militantes y valientes padres y familiares de las desafortunadas víctimas que la causa para reivindicar su memoria sólo puede lograrse mediante el derrocamiento inmediato de este gobierno, que no ha dudado en ocultar los miembros quemados de sus hijos y en utilizar métodos mafiosos para engañarlos y encubrir el crimen.

Al mismo tiempo, quiere subrayar honesta y claramente, tanto a los propios familiares como a todos los trabajadores y jóvenes implicados en el movimiento en general, que exigir «Justicia» no es sólo una cuestión de exigir responsabilidades penales a los funcionarios del gobierno, ya sean del Estado o de la empresa implicada, sino que, ante todo, es una cuestión política. Se trata de aplicar un programa político que pueda garantizar de la manera más radical y eficaz el servicio público y seguro de los trenes. Tal programa debe incluir la nacionalización de los ferrocarriles bajo control obrero y social, y el desarraigo del podrido aparato estatal actual que encubre crímenes mafiosos como el del 28 de febrero de 2023. Un programa revolucionario y anticapitalista, que sólo un gobierno obrero puede aplicar, con un auténtico partido comunista revolucionario en la vanguardia como su garante.

Desgraciadamente, la dirección del KKE no quiere adoptar tal política revolucionaria, porque, como ha demostrado repetidamente en todos los grandes movimientos de los últimos 15 años, no quiere asumir las responsabilidades que se derivarían de ella. Ha demostrado que no desea librar una verdadera lucha por el poder contra el capitalismo y su régimen podrido.

Sin embargo, este hecho político objetivo está lejos de significar que los trabajadores y los jóvenes deban «cruzarse de brazos» y dejar la escalada de la lucha en manos del destino. Cada militante pionero del movimiento obrero y de la juventud debe actuar de forma organizada y coordinada en cada lugar de trabajo, barrio, escuela y universidad para hacer avanzar la causa de la escalada inmediata de la lucha hoy.

Los comunistas revolucionarios, como parte integrante de la vanguardia del movimiento de masas que está sacudiendo los cimientos del podrido régimen burgués en Grecia, nos dirigimos a los miles de compañeros de lucha del movimiento y les llamamos a luchar con nosotros por lo siguiente:

  • ¡Abajo el gobierno de Nueva Democracia responsable del crimen de Tempi y su encubrimiento mafioso! La omnipresente consigna «¡Dimisión!» que se levantó en los mítines del 28 de febrero debe ponerse en práctica mediante la lucha de masas, como condición previa absoluta para cualquier desarrollo pro-popular, pro-obrero y progresista en el país.
  • Por un gobierno obrero que garantice el castigo a todos los culpables y proceda a la renacionalización de los ferrocarriles bajo control obrero y popular, para atajar radicalmente su criminal abandono y evitar un «nuevo Tempi».
  • Por un nuevo poder estatal basado en el control democrático permanente y la participación activa del pueblo trabajador, que sea capaz de garantizar la eliminación definitiva de los miserables fenómenos de encubrimiento estatal de los crímenes.

Al mismo tiempo, los comunistas revolucionarios proponemos a aquellos junto a los que luchamos las siguientes tácticas y métodos de lucha para la victoria del movimiento de masas:

  • Intensificación inmediata de la lucha con una huelga general política de 48 horas.
  • Ninguna complacencia, ninguna confianza en las direcciones sindicales y políticas de la oposición parlamentaria que quieren desactivar el movimiento y subordinarlo a sus propios objetivos y planes parlamentarios y burocráticos.
  • Elegir, a través de asambleas en cada lugar de trabajo, barrio, escuela y colegio, Comités de Lucha revocables, comprometidos con el objetivo de la escalada inmediata y la organización de la lucha hasta la victoria final. Buscar la mayor coordinación posible entre ellos para lograr una acción militante unificada y común a nivel de rama, barrio, municipio, ciudad, región y nación.

Hoy en día -como ha quedado bien demostrado, no sólo por las consignas políticas de los mítines, sino también por todas las encuestas relevantes disponibles que muestran un estado de ánimo antisistema entre el pueblo griego- todo militante o simpatizante del movimiento de masas se da cuenta de que los problemas de la sociedad son profundos y sistémicos. Por lo tanto, hacemos un llamamiento a todos nuestros camaradas pioneros en el movimiento para que se organicen en la Organización Comunista Revolucionaria, la sección griega de la Internacional Comunista Revolucionaria (ICR), con el fin de luchar con nosotros para construir un partido revolucionario de masas, el catalizador que, si existiera hoy, haría que la causa de la victoria del movimiento en desarrollo fuera tan simple y fácil como exige su escala histórica.

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