Tras el éxito de su gira por la zona oriental de Venezuela, el vienes 27 de junio el marxista británico Alan Woods presentó su libro, Reformismo o Revolución. Marxismo y socialismo del siglo XXI, en el Estado Zulia.
Zulia es el estado más poblado del país y la cuna de la industria petrolera venezolana, donde todavía hoy se concentra el 50 por ciento de la mano de obra. En una mañana radiante y calurosa, la tierra "del sol amada" (como proclama la canción popular zuliana) parece empeñada en hacer honor a su sobrenombre. El impresionante Lago de Maracaibo (en realidad un mar más que un lago) pinta de azul el horizonte y llena con su inmensidad todo el paisaje. La sensación que tiene el viajero a lo largo de los 8 kilómetros y medio que tiene de extensión el magnífico puente sobre el lago es la de volar sobre las aguas.
El puente une Maracaibo, el municipio más poblado de Venezuela y capital del Zulia, con los centros petroleros de la costa oriental del Lago: Cabimas, Ciudad Ojeda, La Grita... Estos son nombres asociados con los primeros pasos del movimiento obrero organizado en Venezuela: la huelga general petrolera de 1936 -dura lucha violentamente reprimida por las grandes multinacionales petroleras y la oligarquía- que alumbró el nacimiento y extensión de los sindicatos en la industria petrolera y prácticamente en el país. A medida que uno entra en estas ciudades, la llanura se llena de campos petroleros, torres, balancines y pebeteros.
El acto con Alan se celebró en el Club Lago La Salina. "Este espacio antes era un coto privado de la nómina mayor de PDVSA. Tras el paro petrolero se abrió al pueblo y al conjunto de la clase obrera y hoy se utiliza como centro de formación, para organizar debates, foros, etc.", explica Freddy Leal, Gerente de Salud de PDVSA Occidente y uno de los organizadores del evento, que nos recibe en la puerta del Club. En la Sala se han colocado doscientas sillas y está prácticamente llena. Un auditorio entusiasta compuesto por trabajadores y militantes revolucionarios de Cabimas, Maracaibo y Ciudad Ojeda recibe con una calurosa ovación al camarada Alan, que ya es muy conocido por sus libros y artículos (en particular sus artículos acerca del referéndum constitucional tuvieron un gran impacto).
El enorme interés que suscitó el acto se refleja en el hecho de que antes de iniciarse el mismo ya se vendieron más de una decena de libros y varios ejemplares de El Militante. Entre el público hay petroleros de los Talleres Centrales de PDVSA en La Salina, médicos de Barrio Adentro, doctores, trabajadores y directivos del Hospital Socialista Coromoto de Maracaibo. También hay trabajadores de otras empresas de la zona y varios miembros de Consejos Comunales, algunos jóvenes estudiantes de la Universidad Bolivariana, profesores y estudiantes de la Universidad del Zulia (LUZ), un nutrido grupo de la Universidad Bolivariana de Trabajadores y hasta un representante del colectivo de ciudadanos colombianos llegados a Venezuela huyendo de la barbarie y la miseria que crea la oligarquía del país vecino.
La presentación del evento corrió a cargo de Freddy Leal y Freddy Parra, director del Hospital socialista Coromoto de Maracaibo (interesante experiencia de un hospital de alto nivel que cedido por la vieja PDVSA cuartorrepublicana a un consorcio privado ha sido recuperado, nacionalizado y abierto al pueblo).
Tras las intervenciones de ambos camaradas, Alan inició su discurso haciendo un recorrido por las dramáticas e inhumanas condiciones de vida a las que condena el sistema capitalista a las masas en todo el mundo. A continuación explicó qué es el socialismo y como éste no tiene nada que ver ni con el régimen burocrático y totalitario que se derrumbó en la URSS, ni con la caricatura que pretenden presentar los reformistas. La reacción del auditorio fue igual de entusiasta y acogedora que en sus anteriores actos.
"Tras la caída del Muro de Berlín, la burguesía lanzó una campaña sin precedentes contra las ideas del socialismo. Muchos ex estalinistas, ex izquierdistas, ex guerrilleros... se sumaron a ese coro: el socialismo ha muerto, el marxismo ha muerto, el socialismo y la revolución ya son imposibles, etc. En ese contexto, un hombre, un líder de masas, tuvo el coraje y el valor de levantarse y decir que el socialismo es la única alternativa, para Venezuela y para la humanidad. Ese hombre es Hugo Chávez".
La audiencia aplaudió, puesta en pie. Entonces Alan explicó cómo los "asesores ", los reformistas y burócratas de todo tipo están intentando darle la vuelta a la idea del socialismo. Empezaron a plantear la economía mixta, que el socialismo no tiene por qué tocar la propiedad privada de los capitalistas y demás: "Estos son los Heinz Dieterich de este mundo, porque no hay un solo Heinz Dieterich, hay muchos".
Alan criticó con dureza a quienes aducen como excusa para no avanzar hacia la expropiación de los capitalistas y la construcción del socialismo un supuesto bajo nivel de conciencia de las masas. "La revolución venezolana ha durado ya 10 años. He estudiado varias revoluciones del siglo XX, XIX, XVIII, XVII... y os aseguro que ninguna ha durado ese tiempo, porque es imposible mantener a las masas durante tanto tiempo en ebullición, luchando, sin caer en la apatía y la desmoralización. Y sin embargo, los trabajadores en Venezuela siguen luchando para completar la revolución. Yo os digo que los que afirman eso mienten. Esto lo que refleja es un altísimo nivel de conciencia revolucionaria".
Alan recordó el golpe de abril de 2002, la victoria de las masas ante el mismo y puso el ejemplo de cómo el diálogo entonces con los empresarios, lejos de servir para que estos invirtiesen, fue utilizado por ellos para preparar el siguiente golpe: el paro patronal de diciembre. "¿Creéis que pensaron: ¡‘qué gobierno tan dialogante'!? ¡‘Vamos a hablar con ellos'¡ No! Lo interpretaron como un síntoma de debilidad y se lanzaron a por la yugular. Eso es lo que volverán a hacer ahora. La burguesía nunca aceptará la revolución".
Alan preguntó al auditorio quién organizó el golpe.
- "¡La burguesía!" gritaban muchos. "¡La oligarquía!"
- "¿Y quienes forman la oligarquía?"
- "¡Los capitalistas, los empresarios! ¡Cisneros, Mendoza!" se oía desde distintos lugares de la sala.
- "¡Y creéis que si ahora se le tiende la mano a esos sectores, que si se dialoga con ellos, cambiarán, invertirán?"
- "¡Noooo¡ ¡Nunca!"
En las intervenciones, varios de los participantes mostraron su inquietud por la reunión de Chávez con los empresarios el pasado 11 de junio y por cómo ese hecho está envalentonando a un sector de los dirigentes reformistas. Hubo muchas preguntas: ¿Cómo llevar la revolución hasta el final? ¿Puede intervenir el imperialismo? ¿Cómo ganar las elecciones del 23 de Noviembre?
En su respuesta, Alan hizo hincapié en la necesidad de derrotar la oposición en las elecciones de noviembre, y pedir el voto para el PSUV, pero al mismo tiempo advirtió de una situación peligrosa para la Revolución:
"El referéndum constitucional del 2 de diciembre fue una luz roja. Los reformistas quieren hacernos creer que todo está bien. Pero no es un buen amigo ni alguien a apreciar, el que te dice que todo va bien cuando no es así. Tenemos que ser críticos, siempre desde la defensa de la revolución, pero críticos. El referéndum de la reforma no lo ganó la contrarrevolución, lo perdimos nosotros. Y lo perdimos porque tres millones de chavistas no acudieron a votar. ¿Por qué no acudieron? Vosotros lo sabéis mejor que yo. Porque están cansados, cansados de discursos y de ver que no se solucionan los problemas, cansados de oír hablar del socialismo y de ver que siguen las lacras del capitalismo".
Los reformistas sólo tienen una frase: "No se puede expropiar, no se puede construir el socialismo, no se puede establecer el control obrero... Yo vengo aquí a traeros un mensaje muy simple: sí podemos. El auditorio estalló en aplausos y se puso en pie coreando la frase lanzada por Alan: ¡¡Sí podemos!! ¡¡Sí podemos!!
Alan recordó a Bolívar. "Si alguien le hubiese dicho a Bolívar que no se podía y le hubiese hecho caso, hoy seguiríais bajo el dominio español. Cuando me hablan del sueño de Bolívar me arrecho (ya estoy hablando venezolano) -bromeó Alan entre las risas del auditorio-. No era un sueño, un sueño es algo irreal, la unidad de América Latina, el socialismo, no son sueños, son una idea brillante y una necesidad. Pero sólo se pueden lograr expropiando a los capitalistas y construyendo el socialismo.
Solamente si la revolución termina el trabajo, si soluciona estos problemas, ganaremos; si no, la situación se puede volver muy difícil y la revolución puede ser derrotada. Pero eso exige expropiar a los capitalistas. No queremos tocar la propiedad privada de los trabajadores, de los campesinos o de la clase media, pero sí hay que tocar, y tocarla a fondo, la riqueza de los capitalistas: los bancos, la tierra y la gran industria. Sólo así podremos planificar democráticamente la economía y resolver las necesidades del conjunto de la población".
Al final del acto, Alan llamó a luchar contra cualquier intento de dividir y romper el PSUV. "Fuera del movimiento bolivariano no hay nada. Hay que luchar dentro del PSUV para convertir a éste en un partido genuinamente socialista y revolucionario, de los trabajadores, y derrotar el intento de la burocracia de convertirlo en un partido reformista".
El acto terminó en un ambiente general de entusiasmo. Mucha gente se acercó al ponente para felicitarlo, pedir su firma para el libro y expresar su total apoyo a las ideas expresadas, incluyendo dirigentes de los obreros petroleros, veteranos del movimiento de izquierdas y el camarada de Colombia. Este entusiasmo se reflejó en el hecho de que prácticamente todo el material que había en la mesa se agotó (todos los ejemplares del libro Reformismo o Revolución se agotaron y se hizo una lista de personas que se apuntaron para comprarlo en cuanto llegasen más ejemplares a Maracaibo. También se agotaron los ejemplares de El Militante y varios de los otros libros de la Fundación Federico Engels). Cuarenta de los asistentes se apuntaron para participar y colaborar en la construcción de la Corriente Marxista.