La lucha y la victoria temporal de los vecinos de Gamonal, en Burgos, supone una inspiración para la clase trabajadora de todo el Estado. La manera en que los vecinos de este barrio obrero de Burgos han doblado el brazo al ayuntamiento del PP, a los constructores corruptos y su corte mediática, a pesar del peso contundente del aparato del estado, expresado en las porras policiales y las pelotas de goma, no puede sino despertar nuestra admiración.
El alcalde Lacalle, parece que tras recibir un toque de la dirección nacional del PP, se ha visto obligado a suspender temporalmente las obras y llamar a conformar un denominado “grupo de trabajo” con el que espera ganar tiempo enredando a los vecinos con reuniones mientras espera a que amaine el temporal.
La tesitura del PP era complicada: si no retrocedían, el enfrentamiento iba a ir a más, ante la actitud irredenta de los vecinos. Ahora bien, si ceden, este ejemplo de lucha servirá aún más de inspiración ante un contexto donde abunda el material combustible ante el desencanto social existente.
Tras meses de calma chicha en los que parecía que el ciclo de movilizaciones iniciado en 2010 había llegado a un punto muerto, la explosión acaecida en la supuestamente tranquila y conservadora Burgos demuestra que hay mucho más cabreo bajo la superficie de lo que se ve a simple vista.
Gamonal es un barrio obrero como otro cualquiera de nuestras ciudades, que creció al calor del polo de desarrollo industrial de Burgos en los 60 y 70. Hoy en día, de sus 70.000 habitantes, 18.000 están en el paro. La guardería pública del barrio está amenazada de cierre por una deuda ridícula de 13.000 euros. En esta situación, el Ayuntamiento de Burgos pretende convertir la principal arteria del barrio, donde se puede aparcar gratis, en un bulevar, eliminando dos carriles y todas las plazas de aparcamiento. Para acceder a una plaza en el aparcamiento privado, el alquiler a 40 años de la plaza tendría un coste de 19.800 euros, algo inasumible para los vecinos del barrio.
El proyecto del bulevar pone en evidencia, una vez más, cómo la política institucional está al servicio de los grandes intereses empresariales, en este caso constructoras. La obra, con un costo estimado de ocho millones de euros, fue adjudicada al empresario Méndez Pozo, alias “El Jefe”, a la sazón dueño del Diario de Burgos. Méndez Pozo es el clásico empresario español acostumbrado a hacer sus negocios favorecido por la cercanía a las instituciones.
Tras meses de protestas ignoradas por el ayuntamiento, y ante la inminencia del inicio de la obra, la indignación estalló en la noche del viernes 10 de enero. La respuesta del ayuntamiento y de los medios burgueses, tanto de Burgos como de fuera, ha sido la criminalización del movimiento. La respuesta del aparato del Estado ha sido la represión más brutal, en la línea de lo que pudimos ver en las cuencas mineras en 2012, con decenas de detenidos. Dos jóvenes del barrio fueron condenados rápidamente y la asamblea de vecinos organizó una colecta para ayudar a pagar su fianza. La policía impuso un auténtico toque de queda no declarado en el barrio, apaleando y deteniendo a cualquier vecino que vieran en la calle.
La clave de la victoria de los vecinos, temporal por ahora, reside en su unidad y su alto nivel de organización. Gamonal es un barrio con fuertes tradiciones sindicales y de organización vecinal. En los cinco días que ha durado éste proceso hasta ahora, los vecinos se han reunido dos veces al día en asamblea para discutir los pasos a dar en la lucha y para mantener la moral. La mayoría de las veces, las asambleas agrupaban a unos pocos centenares de vecinos, pero alguna hubo con la presencia de hasta 2.000 personas. También llegó a haber manifestaciones de más de 5.000 asistentes el fin de semana pasado. Esto entronca con las mejores tradiciones del movimiento obrero español, capaz de dotar de formas organizativas originales al movimiento espontáneo de la clase.
Una prueba del carácter organizado y obrero de esta lucha es que ningún comercio del barrio ha resultado dañado en los enfrentamientos, ni tampoco el coche de ningún vecino. Los medios de la burguesía clamaban contra la “violencia” y el “vandalismo” de los manifestantes. ¡Cuánta hipocresía! Los mismos que condenan al paro y a la exclusión social a toda una generación, que niegan a las mujeres el derecho a decidir sobre su embarazo, que preparan una batería de leyes para reprimir la protesta social… no pueden dejar de mentir sobre el “civismo” de nuestras luchas. Sencillamente, los vecinos consideran el barrio como lo que es: de ellos, suyo, sentimiento potenciado aún más tras la victoria lograda.
Los compañeros de IU, el PCE y la UJCE, junto a otras organizaciones de izquierda, han estado desde el primer momento con la lucha de los vecinos, interviniendo en las movilizaciones y asambleas. Raúl Salinero, concejal de IU en el Ayuntamiento de Burgos, ha declarado “...luchamos para que Gamonal sea la chispa que arranque la revolución en todo el país...”.Eso es lo que queremos, y para eso es necesario que toda la organización se ponga manos a la obra para apoyar y extender las luchas, para canalizar la explosión social inevitable de la que Gamonal es un primer episodio. En este sentido IU tiene la oportunidad y la responsabilidad de ser la organización que canalice estos esfuerzos, que sirva de puente entre el movimiento obrero tradicional y los nuevos movimientos sociales, que sea la referencia, no sólo electoral sino también de lucha y organización, de la gente que quiere transformar la sociedad.
En definitiva, junto a significativas victorias sindicales, como la del conflicto de limpiezas en Madrid y otras, la lucha de Gamonal y Burgos es la primera gran victoria popular contra la derecha y su corrupción política regional. Como las luchas obreras que están floreciendo en los últimos meses, constituye una reivindicación de los métodos de lucha que se están radicalizando: la huelgas indefinida, el seguimiento y la firmeza en el seguimiento de las mismas cercano al 100% en muchos casos, piquetes, cajas y colectas para financiar la movilización, solidaridad y luchas de masas que implican a toda la población, la superación del miedo a la represión policial, contundencia en la movilización ... ¡Qué duro aprendizaje! ¡Y qué lejos queda la sana ingenuidad del principio de las movilizaciones del movimiento del 15M con su agitar de manos en silencio! En definitiva, la lucha de los vecinos, su nivel de conciencia expresados en su organización, unidad y firmeza, han sentado un precedente del que miles de activistas están tomando nota muy peligroso para el capitalismo español y muy alentador para la clase obrera.