Después de no superar la primera ronda de las elecciones presidenciales francesas, Jean-Luc Mélenchon, a diferencia de otros candidatos perdedores, decidió no apoyar directamente a Emmanuel Macron en la segunda ronda. En lugar de eso, lanzó una votación entre sus partidarios del movimiento La France Insumisa, para decidir si votar en blanco, abstenerse, o votar a Macron en la segunda ronda.
El hecho de que hubiera dos opciones en la votación para no apoyar a ninguno de los candidatos en la segunda ronda (en blanco y abstención), podría haber llevado fácilmente a una división en el voto de "izquierda" de los partidarios de Mélenchon y por lo tanto a una victoria de los sectores que querían votar a Macron. Pero, a pesar de esta ventaja, la propuesta de votar a Macron, no prevaleció. Los resultados publicados ayer mostraron que sólo el 34,83% de los simpatizantes de Mélenchon prefirieron votar por Emmanuel Macron, mientras que el 36,12% prefirió votar en blanco y otro 29,05% a favor de la abstención. Eso significa que más del 65% de los votantes de Mélenchon se oponen directamente a elegir el "mal menor" en la próxima ronda del domingo 7 de mayo.
El resultado de la votación de La Francia Insumisa es otro ejemplo más de la radicalización que tiene lugar en Francia, con grandes capas de trabajadores y jóvenes entendiendo que resolver los problemas de la sociedad francesa requiere una lucha más profunda. También revela el colapso de la legitimidad de la burguesía y de sus partidos.
El hecho es que los dos candidatos de la siguiente ronda representan los intereses de la clase capitalista francesa. La idea de que apoyar a un candidato capitalista contra otro resolvería alguno de los problemas de los trabajadores y de la juventud escamotea el hecho de que ambos representan intereses que se oponen directamente a los de las masas. De hecho, el surgimiento de gente como Marine Le Pen y su partido nacionalista refleja, en una forma distorsionada, los sentimientos anti-establishment de una capa de gente cansada de las políticas anti-obreras de los gobiernos de derecha y de "izquierda" durante años.
El 1º de mayo en Francia fue otro ejemplo de este creciente estado de ánimo de radicalización en la sociedad. Por supuesto, los principales medios de comunicación no dudaron en señalar que hubo una baja participación en las manifestaciones. Pero a pesar de que los sindicatos no pudieron ponerse de acuerdo sobre una línea política mutua para una convocatoria o movilización general, 80.000 personas marcharon en París y otras cantidades estimables marcharon en el resto del país. De hecho, a pesar de todo, un gran número de personas, especialmente estudiantes, utilizaron el 1º de mayo como una oportunidad para protestar contra las clases dominantes.
En París, un gran grupo de manifestantes marchó desde la Plaza de la República gritando consignas contra Le Pen y gritando: "Contra la ofensiva patronal, los sindicatos lucharán". En algunos lugares, sin embargo, la policía, como se vio en otras manifestaciones en toda Francia en las últimas semanas, reaccionó brutalmente a las protestas. Esto llevó a por lo menos 168 manifestantes y 6 policías heridos.Está claro que la ira y la frustración crecen día a día entre las masas. El estado de ánimo en la clase obrera y la juventud ha empezado a cambiar, como podemos ver en la serie de manifestaciones de las últimas semanas.
Esta atmósfera sólo será más intensa cuando Macron o Le Pen ganen las elecciones. El resultado de la votación a favor de Mélenchon en la primera ronda muestra el potencial y la necesidad de un movimiento que luche con un claro programa de clase. En tales condiciones, un programa claro que proponga acabar con el capitalismo y la expropiación de la clase dominante, podría encontrar un eco entre las masas. El panorama político de Francia está siendo sacudido constantemente por crisis, escándalos, elecciones, así como con protestas y manifestaciones. Independientemente de si Macron o Le Pen obtienen la victoria el 7 de mayo, las condiciones para la clase trabajadora seguirán empeorando. Los problemas a que se enfrenta la clase obrera francesa y europea no pueden resolverse dentro de los límites del capitalismo. Cada vez más capas de trabajadores y de la juventud no tendrán más opción que entrar en la arena de la lucha de clases. Lo que estamos presenciando en estos días son meras anticipaciones tempranas de lo que aguarda el próximo período.