Francia: en nombre de la «estabilidad» política

Imagen: Propia

Gracias al apoyo del Partido Socialista (PS) y de la Agrupación Nacional (RN), François Bayrou, dirigente del Movimiento Democrático liberal, ha tenido éxito donde fracasó el gobierno del anterior primer ministro Michel Barnier: han aprobado un presupuesto.

[Publicado originalmente en francés en marxiste.org]

En su contenido de clase, este presupuesto no difiere del preparado por Barnier. Es un programa de austeridad severa, con ataques a los oprimidos y explotados, todo en beneficio de los grandes capitalistas.

Para justificar su voto, los dirigentes del PS y RN afirman haber obtenido «concesiones» e incluso haber conseguido «victorias». Esto es ridículo. En comparación con el presupuesto que fue rechazado el pasado diciembre, el presupuesto de Bayrou simplemente ha robado a Pedro para pagar a Pablo. A veces simplemente se trata de desplumar a Pablo de una manera diferente. Por ejemplo, el ataque a la baja por enfermedad en la función pública ha cambiado de forma, pero no de contenido: a los funcionarios enfermos se les seguirá pagando un 10 % menos. Todo lo demás es igual.

El carácter de este presupuesto es tan flagrante que los dirigentes del PS y del RN prefieren insistir en una justificación más fundamental de sus acciones: han elegido la «estabilidad» política. Al hacerlo, están en sintonía con la clase dirigente francesa, que también sueña con la estabilidad política, siempre que garantice la defensa de sus intereses de clase. Eso es exactamente lo que está haciendo el actual gobierno —el enésimo gobierno de los ricos—, con el apoyo del PS y del RN.

El papel de los dirigentes sindicales

Fuera de la Asamblea Nacional, el gobierno de Bayrou también cuenta con el apoyo decisivo de los dirigentes nacionales de los sindicatos. En lugar de organizar la lucha contra este gobierno, los dirigentes sindicales están trabajando para asegurar su supervivencia.

Esto queda muy claro en el caso de Marylise Léon, secretaria general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT). En una entrevista con France Info el 4 de febrero, ella también dio la bienvenida a la «estabilidad» política. Aunque se vio obligada a admitir que «socialmente, es un presupuesto injusto», no obstante: «es bueno que haya continuidad política», «estabilidad» y «que por fin podamos salir de este estancamiento, porque hay enormes expectativas en el mundo laboral», expectativas para las que «todavía no hay respuestas», lo que ha generado «mucha impaciencia».

Resumamos las etapas de esta lamentable retórica: 1) los trabajadores están «impacientes» por obtener respuestas a sus «expectativas»; 2) el presupuesto de Bayrou no solo no cumple con estas «expectativas», sino que es «socialmente injusto»; 3) lo esencial, sin embargo, es la «estabilidad», la «continuidad política», gracias a la cual los trabajadores pueden esperar que el mismo gobierno burgués satisfaga sus «expectativas» en el futuro, en lugar de satisfacer las de la clase dominante.

Si esta eminente burócrata sindical hace comentarios tan absurdos y contradictorios, es porque la crisis del régimen la obliga a hacerlo. Está contra la pared, obligada a defender el régimen capitalista, aunque eso signifique decir tonterías.

La posición de la dirección de la Confederación General del Trabajo (CGT) no está tan abiertamente en consonancia con los intereses de la clase dominante. En general, Sophie Binet y sus compañeros evitan ensalzar públicamente las virtudes de la «estabilidad» política. Pero al aceptar participar en la farsa del «cónclave» para debatir la reforma de las pensiones, de la que nada positivo puede salir para nuestra clase, la dirección de la CGT está desempeñando un papel nada desdeñable en la (relativa) estabilización de la situación política, en beneficio de los capitalistas.

Es cierto que, en un comunicado de prensa publicado el 4 de febrero, la dirección de la CGT «pide que se multipliquen las luchas para invertir la relación de fuerzas y obligar al gobierno a abandonar sus planes nefastos». Pero esto es muy general y no nos compromete a nada concreto.

En el contexto actual, el papel de la dirección de la CGT no es pedir vagamente «más luchas», antes de encerrarse durante tres meses en un «cónclave» con los cardenales del sindicato patronal, Medef. Su papel debería ser proponer un plan de acción serio para construir movilizaciones masivas, en las calles y en los lugares de trabajo, con el objetivo de derrocar al gobierno de los ricos, que se han repartido 100.000 millones de euros en dividendos solo en 2024, y sustituirlo por un gobierno de los trabajadores.

Los límites de La France Insoumise

Jean-Luc Mélenchon, dirigente de La France Insoumise (FI), tiene, por tanto, razón al denunciar la «colaboración activa» de «toda la oficialidad mediático-político-sindical», sin la cual «Macron no duraría ni ocho días». Pero la dirección de FI también tiene cierta responsabilidad en la situación actual.

El PS no estaría en condiciones de apoyar al gobierno de Bayrou si Olivier Faure (PS) y otros no se hubieran salvado de un naufragio electoral total gracias a Mélenchon y sus camaradas. El PS se benefició de las coaliciones con la FI tanto en las elecciones de mayo de 2022 como en las de julio de 2024. Sin el salvavidas de la coalición electoral con La Francia Insumisa, el PS habría visto aniquilada su representación parlamentaria. Como siempre, el reformismo de izquierdas (La Francia Insumisa) ha demostrado ser incapaz de romper con el reformismo de derechas (PS, Los Verdes y el Partido Comunista). El primero necesita al segundo, como vínculo intermedio, si no quiere romper con la propia clase capitalista.

Además, no basta con criticar el apoyo de la «burocracia sindical» al gobierno de Bayrou, de pasada, en una entrada de blog. Debemos sacar conclusiones prácticas. En lugar de encerrarse en el Palacio Borbón y confinar su «lucha» contra el gobierno a la Asamblea Nacional, los dirigentes de la FI deberían explicar sistemáticamente a los trabajadores que no tienen nada bueno qué esperar del parlamento. Los trabajadores deben prepararse para grandes luchas fuera del parlamento, y los activistas sindicales deben presionar a sus dirigentes para que sigan estas tácticas.

Al mismo tiempo, la dirección de la FI debería actuar sin esperar el permiso de Marylise Léon y Sophie Binet. Jean-Luc Mélenchon y sus camaradas deberían poner toda su fuerza y autoridad en preparar una movilización masiva de trabajadores y jóvenes.

En cambio, los dirigentes de la FI se están preparando... ¡para las elecciones municipales de marzo de 2026! Dada la urgencia de la situación, y en particular los 300.000 puestos de trabajo amenazados en la industria y el comercio minorista, la campaña electoral y preelectoral de los dirigentes de la FI es en gran medida irrelevante. Así lo demostró la enorme tasa de abstención en las elecciones parciales de Villeneuve-Saint-Georges, en las que el 60 % de los votantes registrados no acudieron a las urnas, a pesar de la prominencia mediática de estas elecciones.

A pesar de todos sus errores, la Izquierda Unida conserva una base de apoyo masivo entre los sectores más explotados y oprimidos de la población. Sus reuniones, como la que se celebró recientemente en la Universidad Jean Jaurès de Toulouse, atraen a miles de personas. El potencial de la Izquierda Unida es considerable, pero sus dirigentees lo están desperdiciando al negarse a romper con el ala derecha del reformismo y a participar en una verdadera lucha, fuera del parlamento, contra el régimen capitalista francés. Esta es una de las contradicciones centrales de la situación actual.

En esta etapa, el Partido Comunista Revolucionario no tiene las fuerzas necesarias para compensar la perjudicial moderación de los dirigentes de la FI y la CGT. Pero sí tenemos el programa firme y las ideas del marxismo revolucionario. Esta es nuestra ventaja decisiva y la garantía de nuestro éxito futuro. La experiencia de la lucha de clases acabará convenciendo a millones de jóvenes y trabajadores de que la única manera de poner fin al declive social, la pobreza, el desempleo, la opresión y todos los flagelos del capitalismo es derrocar el sistema, expropiar a los grandes capitalistas y reorganizar la sociedad según líneas socialistas. Por eso hacemos un llamamiento a la creciente capa de personas que ya lo han entendido para que se unan a nosotros.

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