Portugal está en crisis y van casi siete años. Esto se refleja no sólo
en los raquíticos índices de crecimiento del PIB (siempre por debajo de
la media europea, registrando incluso crecimientos negativos) sino
también en el creciente aumento del desempleo, que probablemente
alcanza más del 10%, y en la explosión de la precariedad, que ya afecta
a la mitad de los trabajadores de menos de 35 años.