Antes de llegar a la Sala Fernando Ortiz, pequeña y acogedora, pero difícil de localizar, anduve mirando algún que otro stand. Realmente hay de todo, como en farmacia surtida, desde cuquitas para niñas pequeñas hasta textos de Medicina o de Filosofía. Y también compradores para todo.
Por eso no me extrañó que en la presentación de La guerra civil en Francia y El 18 de brumario de Luis Bonaparte, de Carlos Marx, y de El Estado y la Revolución, de V.I. Lenin, hubiera un poco de debate luego que Jordi Rosich realizara una introducción. Jóvenes de América Latina, estudiantes de Medicina en Cuba, buscaban textos para entender mejor las clases que recibían.
¡Qué bueno, son jóvenes interesados!, pensé y con el afán de saber e informar me acerqué, grabadora en mano, a Jordi, del Comité directivo de la Fundación Federico Engels, responsable de la presencia de esos libros en la Feria y de otros títulos: Reforma o Revolución y La crisis de la socialdemocracia, de Rosa Luxemburgo, Rosa Luxemburgo o el precio de la libertad, de Jörn Schütrump. También se presentará Bolchevismo, el camino a la revolución, de Alan Woods, autor de Razón y Revolución, con el que ocurrió el relanzamiento de la fundación en 1995. Pero es mejor que Jordi, promotor también del grupo Manos Fuera de Venezuela, un español aún joven y totalmente apasionado por la filosofía, explique sobre esta importante institución enclavada en Madrid:
“Cuando hace 12 años aparece Razón y Revolución, uno de los libros mas divulgados, de Woods, el contexto político reflejaba una gran oleada de ideas reaccionarias por parte de la burguesía y la intelectualidad burguesa en el sentido de que el Socialismo no servía, que la caída de los países del Este probaba que la Revolución era una perspectiva innecesaria y abocada al fracaso. En aquel momento pensamos que se imponía una labor de volver a mostrar la vigencia del marxismo como método, como ideología, filosofía, manera de entender y transformar al mundo. Tuvimos una intensa actividad de publicación por un lado la de los clásicos porque lamentablemente somos la única organización que aprecia en Marx, Engels y Lenin una vigencia muy clara, en muchos aspectos de la vida económica, política y social de España”.
¿Cuántos libros de esta naturaleza han publicado?
A memoria, deben ser más de 40 entre libros, folletos de información que circulan fundamentalmente en España.
¿Por qué su presencia en la Feria de La Habana?
Queremos hacerles llegar estos libros a otros países sobre todo porque no se trata de ideas nacionales, interesan a cualquier persona culta, joven que quiera conocer ideas revolucionarias.
¿Y de la vinculación política de los jóvenes en su país?
Creo que hay dos aspectos: por un lado lo que ha habido en España en los últimos años ha sido un incremento muy alto de la participación de la juventud en los grandes acontecimientos políticos, el ejemplo más claro la movilización contra la guerra, millones de personas, estudiantes y jóvenes participaron en ese proceso, y no solo eso, muchas de las movilizaciones contra Aznar, contra la derecha en España fueron protagonizadas por estudiantes. Este hecho indica que más allá de los aspectos concretos por los que se lucha en un momento determinado, lo que existe es un gran cuestionamiento: lo que hace poco tiempo se asumía como justificado: el papel de la prensa, del estado, del capitalismo como sistema social, todo eso para un sector importante de la juventud en España está en interrogante, ya no hay nada seguro de lo que ofrecía el capitalismo a mediados de los 90. Otra cosa es que la juventud en España debata hoy ideas marxistas, esa es una labor en la que estamos trabajando, estamos tratando con sectores interesados en ese sentido. Pienso que para cualquier joven que trate de explicarse la actualidad desde el marxismo uno de los referentes es la Fundación. Y lo cierto es que desde que en 1995 empezamos con la publicación del libro de Woods, hay un interés creciente por las ideas marxistas.
Pero, ¿solo se dedican a circular textos?
No, en la Fundación Engels no se trata de la publicación por la publicación, lo que queremos es aportar ideas, armas en las grandes contradicciones: hay una crisis del sistema, se ve su decadencia y, sin embargo, en el movimiento político no hay una alternativa visible de acción, de lucha, no solo un referente ideológico. Por eso muchos de los que integramos la fundación participamos de forma activa en lo que es el movimiento sindical, tenemos una relación muy estrecha con el sindicato de estudiantes, que tiene un origen y dirección revolucionaria y marxista; es una excepción histórica hasta cierto punto, que en España una organización que se declara marxista tenga una influencia tan masiva, y pienso que ha sido producto de la divulgación de las ideas de los clásicos. También tenemos una relación muy estrecha con El Militante, un periódico mensual, una corriente que agrupa a estudiantes a trabajadores que luchan por la creación de una alternativa revolucionaria.
¿Y con Cuba, qué vínculos tienen?
La Feria es una experiencia muy positiva, alguien que no haya participado no se puede hacer una idea del interés que existe, hay un interés general por la literatura pero también por los libros marxistas, una gran frescura, de debatir, preguntar, no hay ese elemento de apatía que pudiera haber después de tanto tiempo de resistencia. El otro vínculo es la campaña por los Cinco héroes. Estamos en contacto directo con ellos, les enviamos paquetes, aun así alguno ha sido interceptado por el gobierno norteamericano. Otro de los puntos fuertes es la campaña Manos fuera de Venezuela y eso tiene que ver con Cuba también.
Y Jordi amplía estos criterios: “En el caso de Cuba hoy el contexto es complejo: hay un sector hipotéticamente de izquierda que está despistado. Hay una línea muy clara de división: nosotros no somos demócratas en ese sentido: la crítica que se le hace por parte del capitalismo a Cuba nos parece absolutamente hipócrita, en un contexto además donde en España la represión, la eliminación de derechos democráticos, el derrumbe de conquistas sociales es un hecho cotidiano. Te pongo un ejemplo concreto: quince días antes de venir aquí se prohibieron manifestaciones en España, organizadas por los estudiantes. Hay un clima en el que los derechos democráticos se están restringiendo y, por lo tanto, no hay ninguna autoridad moral ni política para criticar a Cuba en ese aspecto. Nosotros creemos en la democracia revolucionaria, en la discusión franca entre personas que defienden conquistas de la revolución desde distintas posiciones, pero no le hacemos el juego a ninguna maniobra envolvente del imperialismo. Para un sector de la izquierda oficial española, y creo que del mundo, ese juego a la democracia les impide entender la cuestión de fondo independiente de los errores y de las cosas que habrá que corregir en cualquier revolución. Para nosotros está muy claro: o estás en el campo del imperialismo o en el de la revolución. No tenemos ningún inconveniente en defender a la Revolución cubana por lo que significó y significa, por las conquistas sociales en un país como este en el que se pudo derrotar al capitalismo al lado de la potencia más grande de la tierra. Cualquier persona normal, sensible ve eso y nosotros lo vemos, incluso, en relación con la Revolución bolivariana y cómo Cuba y Venezuela pueden ser un punto de referencia”.
Apagué la grabadora y caminé pensativa por las atestadas calles de La Cabaña. La llovizna y el cielo gris me acompañaban junto a las palabras de Jordi al hablar sobre Cuba y la seudo izquierda que juega a la democracia, entonces la presencia de Marx y Engels, se me hizo más real, especialmente en la carta que el primero le escribió en 1860, a Fernando Freiligrath: “Bien es verdad que las tempestades remueven el fango, que ningún partido revolucionario huele a agua de rosas, que, en cierto momento se acopia toda clase de desechos, “Aut, aut”*. Por lo demás, cuando se piensa en los gigantescos esfuerzos dirigidos contra nosotros por todo el mundo oficial que, para perdernos, no se contenta con rozar el código penal, sino que lo enmaraña completamente; cuando se piensa en las calumnias esparcidas por la “democracia de la imbecilidad”, que nunca ha podido perdonar a nuestro partido el tener más inteligencia y carácter que ella; cuando se conoce la historia contemporánea de todos los demás partidos, y cuando, en fin, uno se pregunta qué se podrá realmente reprochar al partido entero (y no son las infamias de un Vogt de un Tellering, que se pueden refutar ante los tribunales), se llegará a la conclusión de que el partido, en este siglo XIX, se distingue por su limpieza (...) He expresado mi opinión y espero que la compartas en lo esencial”.
(*) Del latín: Y bien, y bien
Tomado de La Jiribilla