Elecciones presidenciales en México

Foto: Flickr, David Agren

Unas elecciones enmarcadas en los tiempos de una de las peores crisis del capitalismo en México.

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El domingo 1 de julio se desarrollarán una de las elecciones más importantes en la historia reciente de México. Después de 30 años de una política brutal contra los trabajadores, la juventud, las mujeres y los pobres del país, hay un ambiente de rabia y frustración que amenaza con desbordarse. La burguesía a militarizado y ahogado el país en sangre para mantener su régimen de explotación. Los candidatos de los diferentes partidos expresan de forma desdibujada estas fuerzas que empujan a lados contrapuestos.

Tres décadas de miseria

Lo que ha representado para las masas más pobres de la población estas últimas tres décadas es una cosa espantosa, y para tener un punto de comparación tenemos que remontarnos a las cifras que había antes del llamado neoliberalismo y ponerlas en comparación con las actuales:

Hace más de 100 años, en los tiempos previos a la revolución mexicana de 1910, el 95% de la población era pobre, para 1981 era del 40%, actualmente los niveles de pobreza son del 85% de la población. Además, el poder adquisitivo de los salarios a caído en un 75% de hace 30 años a la fecha, éste es totalmente insuficiente para poder comprar lo mínimo necesario para sobrevivir.

Se hizo una reforma fiscal para que los grandes empresarios no tuvieran que pagar impuestos o regresárselos y por el contrario ampliar la cantidad de impuestos a una masa cada vez más grande de comerciantes, clase media y trabajadores. Se privatizaron más de mil empresas estatales para que el gobierno no tuviera que intervenir en la economía. Se liberalizó el comercio exterior reduciendo de forma drástica todos los aranceles a los productos extranjeros; se privatizó el sistema financiero mexicano, etc.

En el Consejo Mexicano de Negocios se agrupa la oligarquía. Ellos, junto al imperialismo americano son los que han dirigido la política económica durante los últimos 30 años de forma directa, son los que designan quienes deben de gobernar y que es lo que se debe o no hacer en México. De esta lista de 60 nombres o familias, por lo menos 16 son multimillonarios que entran dentro de la lista de los más ricos de Forbes en este 2018. Estos hombres han incrementado su riqueza en medio del dolor, el sufrimiento y la miseria:

Las 16 familias más acaudaladas de México concentraban en 1996 una riqueza de 25 mil 600 millones de dólares, hoy acumulan 142 mil 900 millones de dólares. Solo 4 multimillonarios concentran lo que casi 20 millones de trabajadores pueden acumular en un año, sin gastar nada.

Tenemos que sumar a estos personajes a los directores y dueños de la banca:

“Los dueños de Bancomer, tienen su sede en Bilbao, España, controla el 23.19% del mercado; Banamex es propiedad del Citi Bank de Nueva York, y controla el 14% de los activos; Santander, también español tiene el 13.5%; Scotiabank el 6. 2 % y HSBC tiene el 6.5%, esto es prácticamente el 70% de la banca, es propiedad de sociedades extranjeras y por supuesto su rentabilidad se reporta a sus centros…” (https://marxismo.mx/los-banqueros-y-lopez-obrador/).

EL crecimiento económico en estas tres décadas es insignificante. Mientras que de 1938 a 1980 el crecimiento del PIB fue en promedio de 6.1% anual, representando un aumento acumulado por habitante de 348% (se aumentó un 200% el poder adquisitivo de las familias obreras). Justo lo contrario vemos en el llamado “neoliberalismo” donde el incremento acumulado de los últimos 30 años es de apenas 21 % del PIB, con un incremento acumulado por persona de apenas el 10%. La pérdida del poder adquisitivo ha sido el 85%

Como complemento a esta política, en el 2006 el presidente Calderón (del derechista PAN) sacó al ejército y la marina a las calles con el argumento de luchar contra el narcotráfico, decretar “una guerra contra las drogas”. Esto le sirvió para que estos órganos de represión estuvieran en las calles intimidando y replegando al movimiento social. El conflicto que se abrió entre los cárteles y el gobierno descompuso toda la estructura política, económica, social del país. Las estructuras estatales se resquebrajaron en partes importantes del país, dando paso a una situación donde el más fuerte es quien domina. Esto, al mismo tiempo, es campo de cultivo para la desaparición y asesinato de mujeres, violencia intrafamiliar, desaparición de niños, etc. A partir de este momento los índices de violencia y desintegración social se incrementaron de forma exponencial hundiendo en la barbarie a la población. Doce años después tenemos más de 300 mil muertos, más de 30 mil desaparecidos, 800 mil desplazados de guerra y un clima de violencia, desconfianza y miedo que se desprende por todos los poroso de la sociedad, siendo las mujeres las más afectadas (7 feminicidios al día; cada 16 minutos hay un ataque sexual a mujeres y miles de desaparecidas). Hay, en promedio, 4 asesinatos políticos –a periodistas o dirigentes sociales- cada mes.

Como si esto no fuera suficiente, hay una invasión de empresas trasnacionales en los territorios indígenas y en zonas que guardan alta riqueza natural (zonas mineras, playas, regiones petroleras, biodiversidad, etc.). Una tercera parte del territorio nacional está concedido a empresas mineras. Esto ha abierto una guerra franca del ejército o la marina, políticas locales o grupos paramilitares financiados por las empresas, contra las poblaciones de cada región. Los primeros intentan despojarlos de sus tierras y casas, los segundos solo quieren que estas empresas salgan de sus territorios.

Este es el contexto donde los dos partidos de la burguesía, Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido Acción Nacional (PAN) y una suma de partidos más pequeños, tratan de llegar, nuevamente al gobierno para mantener su política de ataques o, por otra parte, el movimiento de masas empuja a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y logra imponerse a pesar del fraude que llevan meses preparando.

Un cambio para seguir igual

El candidato de Morena, AMLO, a dicho que lo que está en juego, en resumidas cuentas, en esta elección, son dos proyectos de nación distintos. Lo que está en juego es seguir bajo el río de sangre y miseria que plantea la oligarquía o, un capitalismo más humano con un estado benefactor que apoye a los más pobres. Aunque los caminos que siguen todos los candidatos apuntan al capitalismo, lo que propone Andrés Manuel es volver al país un capitalismo independiente, desarrollado y que le pueda permitir al pueblo tener los beneficios de un capitalismo de primer mundo.

Los proyectos que representan el PRI y el PAN son el de la continuidad de este clima de explotación brutal, de sangre y dolor. Estos partidos representan el programa del imperialismo y la oligarquía. En los diferentes momentos de la campaña electoral hemos visto, no solo su programa, sino características personales de los candidatos de la derecha, Ricardo Anaya del PAN y José Antonio Meade del PRI. Ambos recurren a la mentira de forma descarada y reiteradamente. Los dos son cómplices de la corrupción, de las reformas estructurales (privatización del petróleo y la energía, la reforma fiscal que grava con más impuestos a los pequeños comerciantes, la laboral que termina con todos los derechos de la clase obrera, la reforma educativa que termina con los derechos de los profesores y da pie a la privatización de la educación básica, etc.) que nos han mantenido en la miseria. Ambos son unos cínicos al plantear que el problema de todo es AMLO.

Los dos son participes, de forma directa, del peor cáncer que carcome la sociedad capitalista: la explotación y corrupción. Ricardo Anaya está siendo investigado por lavado de dinero. José Antonio Meade estuvo al frente de la Secretaría de Hacienda cuando se desviaron o robaron miles de millones de pesos que supuestamente las diferentes secretarías tendrían que administrar. El programa de ambos candidatos es mantener la situación como hasta hoy, incluso ir por más: privatizar el agua, la educación superior y terminar con el servicio público de sanidad al cual tiene acceso los trabajadores.

Qué es lo que propone AMLO

AMLO no propone un cambio de sistema -el socialismo por el capitalismo- lo que plantea es volver al capitalismo más humano, en algunos países han llamado esto la “tercera vía”. En su programa de gobierno que ha presentado, en los debates públicos que han tenido los candidatos a la presidencia, él ha dicho que su objetivo fundamental es terminar con la corrupción. No plantea un plan de expropiaciones, tampoco el desarrollar una gran industria nacional como se tenía previamente al neoliberalismo. Para los empresarios ofrece un país de oportunidades, sin privilegios y sin corrupción.

Para los más pobres también ofrece un buen catálogo de propuestas, particularmente con respecto a la juventud: se compromete a dar educación para todos, a todos los niveles; sistema de salud universal; además habla de becas para todo mundo que esté estudiando y programas donde el Estado empleará a millones de jóvenes al año. Dice que elevará las pensiones para adultos mayores y a madres solteras, etc. Todo esto es un buen comienzo y son obviamente medidas que los marxistas apoyamos.

Él ha dicho que los recursos para estos proyectos, y un gran plan de infraestructura nacional, se obtendrá eliminando la corrupción y recortando los altos salarios de la burocracia, así como reducir el número de trabajadores del estado, además de ahorrar en gastos innecesarios, etc. (AMLO calcula que por todas estas políticas su gobierno podría obtener cerca de 800 o 900 mil millones de pesos) Es decir, lo que propone es que los intereses de las grandes empresas o los bancos no sean tocados, que no se pidan más prestamos al extranjero, etc. Nosotros tenemos dudas verdaderas sobre la posibilidad de que el dinero que él ahorre con las medidas antes mencionadas alcance para todas las reformas que se están planteando. Además, tenemos que tomar en cuenta que el gran proveedor del gasto del Estado, Petróleos Mexicanos (PEMEX), está siendo desmantelado y rematado a empresas privadas; que los costos de las mercancías a nivel internacional son bastante bajos y que las negociaciones sobre el TLC no vislumbran un buen camino, por el contrario, las medidas proteccionistas que está implementando el gobierno de Trump afectará en la inversión externa y en las posibilidades de exportación de productos manufacturados en el país.

El programa que plantea AMLO es de reformas, en un momento donde a nivel internacional, prácticamente ningún país del mundo se permite dar reformas, por la pequeña recuperación endeble del capitalismo, después de la crisis internacional del 2008. Todo lo contrario, lo que vemos son a gobiernos de derecha y reformistas asumir el plan de “reajustes” de la gran burguesía que contiene ataques a todos los derechos y niveles de vida de la clase obrera y sus familias. Nosotros como socialistas no nos oponemos al plan de reformas que AMLO plantea, lo que pensamos es que dentro del capitalismo actualmente, no se pueden llevar delante de forma duradera si no se rompe con el capitalismo. Además, hay una férrea oposición por parte de la oligarquía y el imperialismo para que AMLO pueda llegar al gobierno y desarrolle su programa.

La oligarquía y el imperialismo contra AMLO

En las semanas pasadas se ha desatado un conflicto entre AMLO y la oligarquía nacional. El conflicto comenzó cuando el candidato a la presidencia dijo que no estaba de acuerdo en que el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México se construyera (se pretende construir un nuevo aeropuerto en una zona donde los terrenos son fangosos y se hunden, para mantener estable las pistas del aeropuerto costaría mucho dinero. Además, existe un aeropuerto, más cerca de la Ciudad de México el cual ahora es militar y AMLO está planteando que ése se habilite para que sea comercial y ahorrarse gastos innecesarios). Días después el hombre más rico de México, Carlos Slim, salió a defender el proyecto aeroportuario, afirmando que sería un retroceso para miles de familias el cancelar el proyecto del nuevo aeropuerto, que se quiera cancelar el desarrollo del país. Slim es uno de los principales inversionistas de este jugoso negocio en el cual no invierte nada de su dinero y sí de las pensiones que maneja su empresa Inbursa.

Más tarde se filtró que en la reunión que tuvo AMLO con banqueros, estos salieron muy inconformes con los planteamientos que el candidato hizo. En mensajes de WhatsApp representantes de Bancomer, uno de los principales bancos del país, decían estar totalmente en contra de AMLO. Además, él acusó a la oligarquía (mafia en el poder es como nombra AMLO a la oligarquía) públicamente de forzar a uno de los candidatos de la derecha a declinar para juntar los votos de ambos para enfrentársele. Los empresarios salieron a decir que eso era una mentira.

La oligarquía agrupada en el Consejo Mexicano de Negocios sacó un comunicado llamado “Así no”, donde le exigían a AMLO que no les llamara mentirosos y decían que ellos tienen derecho a defender sus puntos de vista y decir lo que no les gusta de las propuestas de los candidatos. Días más tarde, publicaron una carta con cientos de firmas de empresas y empresarios, que ocupaban más de 2 páginas en todos los periódicos de circulación nacional, cerrando filas frente a AMLO y las próximas elecciones. En ella defendía su punto de vista de clase, sus intereses y dejaban claro que ellos son los que proporcionan trabajo y que no se van a callar.

Además, las grandes empresas como tiendas al menudeo Soriana, Teléfonos de México, Mineras, tiendas departamentales, empresas vendedoras de productos envasados, Coca Cola, etc. Han sacado videos, volantes y todo tipo de propaganda “invitando” a reflexionar a sus trabajadores para que no voten por la alternativa populista. La gran burguesía está en una campaña implacable para evitar que AMLO llegue al gobierno, y si esto no fuera posible, forzarlo a que aplique el programa de estas empresas -que es lo que se ha hecho los últimos 30 años-.

AMLO es muy claro, no quiere conflictos con la burguesía, no la va a atacar como clase, lo único que va a hacer es quitar privilegios, por ejemplo, la condonación millonaria de impuestos que reciben las grandes empresas, o los contratos secretos que tienen con las diferentes instancias del gobierno, etc. Por eso, también, hay una parte de la pequeña burguesía nacional, e incluso gran burguesía, que apoya a AMLO. Estos sectores no se han beneficiado por entero con todas las reformas, ni con la entrega de bienes públicos, la violencia brutal que hay en el país les pega en los bolsillos, han tenido que abandonar territorios por el narco, etc. Creen necesario que esto se calme, piden un cambio en la política del país, no son ninguna clase revolucionaria ni mucho menos, lo que quieren es seguir manejando sus negocios, extraer riqueza de los recursos naturales y de la mano de obra, etc. Pero no pueden seguir haciéndolo en las condiciones actuales.

Si AMLO gana la presidencia este conflicto será el preludio de una campaña de sabotaje económico y político de la oligarquía y el imperialismo, si es que su gobierno no se arrodilla ante ellos. Su objetivo es bastante claro: cualquier gobierno tiene que estar a sus servicios, si AMLO no se alinea lo presionarán o intentarán echarlo del gobierno. Tenemos ejemplos recientes en América Latina sobre conflictos entre las oligarquías nacionales y los gobiernos reformistas que nos ejemplifican esto.

Desde la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela en el 98, se sucedieron una serie de movimientos y giros bruscos a la izquierda que lograron, en algunos países, hacerse del gobierno. Estamos hablando de los llamados “gobiernos progresistas” –en realidad ninguno de ellos fue más allá de los límites del capitalismo-.

Aunque no es el momento de analizar en profundidad ninguno de estos gobiernos, si podemos dar algunas generalidades que son bastante ilustrativas de cómo es que la oligarquía y el imperialismo respondieron. Se pueden dividir en dos periodos estos gobiernos, antes de la crisis económica internacional del 2008 y después de ella. En el periodo previo a la crisis estos gobiernos pudieron aprovecharse de los altos costos de las materias primas y del petróleo, principalmente, para que los recursos que ingresaba el Estado se ocuparan en crear infraestructura y programas de ayuda a las capas más necesitadas de la población (no podemos meter en un solo saco a todos los países, el caso de la revolución venezolana fue el más avanzado y tuvo un apoyo decidido de la clase obrera y los pobres del campo y la ciudad, también donde los programas sociales se profundizaron más).

Después de la crisis la situación cambió drásticamente y uno a uno, los llamados “gobiernos reformistas” tuvieron que recortar el gasto social y comenzar a aplicar contra reformas, en oposición a los intereses de los tajadores. Si un gobierno acepta las reglas del capitalismo las tiene que aceptar no solo en época de bonanza, principalmente las tiene que aplicar en épocas de crisis. De esto se desprende un proceso de crisis interna, desmoralización y falta de confianza en estos gobiernos, por parte de los trabajadores.

Lo que nos interesa resaltar en este momento es la actitud de las diferentes oligarquías (los capitalistas, banqueros, terratenientes), que, junto con la mano del imperialismo norteamericano, prepararon una reacción rabiosa a todas estas reformas. Podemos recordar algunas: en Venezuela el golpe de estado que fue derrotado por las masas en el 2002, el paro petrolero del 2004, el sabotaje económico, la huelga de capitales, el sancionar las exportaciones de petróleo venezolano, los intentos de asesinato a Chávez, etc.; Los intentos de golpes de estado en Bolivia contra Evo Morales; el golpe de estado contra Mel Zelaya en Honduras y después los escandalosos fraudes electorales, etc.

Aquí vemos cual es la forma de actuar de estas mafias capitalistas que gobiernan los diferentes países, que deciden todo y que cuando alguien se les opone mínimamente sabemos cómo actúan. No es que alguno de los presidentes antes citados –Chávez quiso ir más lejos pero tampoco rompió con el capitalismo- quería el socialismo, solo querían reformas, “volver al capitalismo más humano”. En todos los casos la oligarquía y el imperialismo respondieron con una patada en la boca a estas “buenas intenciones”.

Votar, organizarnos y luchar

Para las organizaciones sectarias, grandes y pequeñas, lo único que pueden ver es que AMLO es un reformista y que no rompe con el capitalismo, sobre este “descubrimiento” su táctica es simple, lo meten en el mismo costal que el PRI y el PAN, omitiendo un pequeño detalle, que la candidatura de AMLO tiene un apoyo de masas de la clase obrera del campo y la ciudad y los sectores más pobres del país. Las últimas encuestas le dan una ventaja de 20 puntos por arriba a su más cercano contrincante, llegando hasta un 58% en las preferencias electorales. Los miembros de estas organizaciones sectarias se abstraen de la realidad, para ellos el hecho de que existan millones de gente que va a votar por AMLO, les da igual; como ellos no están al frente de esta lucha y las banderas rojas de la hoz y el martillo no están agitándose, entonces simplemente omiten este “pequeño incidente electoral”.

La dirección nacional de Morena también ha puesto su granito de arena para hacer que grupos de izquierda que tienen demandas y luchas legítimas se alejen de ellos. El giro a la derecha que represento las alianzas de Morena con partidos reaccionarios como el Partido Encuentro Social (PES) -el cual tiene un programa religioso y reaccionario- y la incorporación de candidatos indeseables y corruptos a diferentes candidaturas, ha hecho que algunos se hayan alejado. Nosotros, en cada ocasión donde hemos tenido la posibilidad de exponer nuestro punto de vista hemos dicho claramente que estamos en contra de la política de alianzas de Morena, criticamos su programa porque no rompe con el capitalismo y nos manifestamos contra la imposición y destrucción de la democracia interna de ese partido.

Ahora bien, ¿sería importante para la clase obrera y pobres del país que experimentaran un gobierno de AMLO, sí o no? ¿Acaso una victoria de AMLO sería visto como un golpe a la oligarquía y aumentaría la confianza del movimiento obrero en sus propias fuerzas? Hay algunos lunáticos que dicen que mientras peor estemos la lucha de clases será más radical, hemos tenido 12 años de guerra civil que han demostrado la falsedad de esta perspectiva. Pensamos que es positivo que AMLO llegue al gobierno para que las masas puedan ponerlo a prueba.

Los marxistas pensamos que dentro del capitalismo no se pueden resolver los problemas más urgentes que vive el país, pero eso lo sabemos nosotros, los que estudiamos la historia y tenemos claro que el socialismo es la salida. Pero los 15, 20 o 30 millones, que van a votar por AMLO, no saben esto aún, tiene que experimentar en carne propia las limitaciones de un programa reformista. Lenin decía que la escuela de la vida es la única forma en que aprenden las masas.

Algunos dicen, hay que darle una oportunidad a AMLO, nosotros decimos hay que ponerle a prueba, hay que precipitar la experiencia de las masas por vía de su experiencia. Por esto, a pesar de todo lo que criticamos a AMLO pedimos un voto muy crítico por él en las próximas elecciones. Y además explicamos que no solo es necesario votar sino organizarnos y luchar.

Las contradicciones de un posible gobierno de AMLO

Las elecciones del 1 de julio van a ser un parte aguas en la historia moderna de México. Algunos sectores de la burguesía ya están aceptando que AMLO va a ganar las elecciones y que les va tocar negociar con él para atarle las manos y no vaya demasiado lejos en sus reformas. La oligarquía más reaccionaria está preparando el fraude -desde hace meses están alineando sus piezas para llevar adelante un fraude descomunal- (han votado la Ley de Seguridad Interior la cual permite que el ejército pueda intervenir en caso de un conflicto post electoral, han purgado los órganos del Estado para que no haya filtraciones al momento de tomar medidas duras, le han entregado la seguridad cibernética del proceso electoral a una de las empresas de Carlos Slim, han contratado para transportar las boletas electorales a una empresa vinculada a el ex presidente Fox -loco reaccionario de derecha-, no están haciendo nada las autoridades electorales para frenar la compra masiva de votos, no han parado la campaña negra de miedo que están haciendo los partidos de la derecha al llamar por teléfono a la gente para decir mentiras sobre AMLO, etc.)

Aún con todo esto, es muy difícil que se puedan imponer por medio del fraude. AMLO está casi a 15 millones de votos de distancia del segundo lugar. Por esto la oligarquía quiere, por todos los medios, quitar a uno de los candidatos de la derecha, para que la votación se cierre entre AMLO y Meade o Anaya, y así el fraude se pueda realizar. Si la burguesía quiere ir por ese camino seguramente estallarán movilizaciones gigantescas, no solo contra el fraude electoral, sino contra todo lo que hemos comentado arriba, la gente ya no aguanta más.

Ahora mismo lo más probable es que AMLO gane las elecciones. Esto abrirá un nuevo periodo en la lucha de clase en México. Las presiones a las que estará sometido un gobierno de AMLO serán enormes. Por un lado, el imperialismo americano tratará de mantener su control del gobierno mexicano por medio de amenazas y chantajes económicos, políticos y militares (la cancelación del TLC, más aranceles a productos mexicanos, reducción de la inversión extranjera directa, etc.). A lo interno, la oligarquía presionará para que todas las promesas que ha hecho AMLO se queden en el papel y se traccione cualquier aspiración de cambio. A lo interno de las camaras, tanto a de Senadores como la de Diputados, es posible que Morena no tenga la mayoría y que esto paralice las iniciativas que pueda mandar el nuevo presidente (un sabotaje parlamentario). Incluso dentro de Morena habrá traiciones y algunos de los diputados y senadores, a la hora de votar una postura clara -a favor del pueblo o de la burguesía- dejarán las filas del lopezobradorismo.

Las fuerzas que se mantienen al margen de Morena y que tiene demandas legítimas también presionarán al gobierno. Los más importante por su magnitud serán los profesores para que se termine la reforma educativa, en este terreno la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha luchado incansablemente por derogarla. Otro de los casos va a ser el sacar a las mineras de los territorios donde las comunidades autónomas indígenas se oponen a que sigan operando, en varios de estos territorios hay policías comunitarias o comités de autodefensas armados. Podemos seguir enumerando casos donde el gobierno va a tener que tomar decisiones claves frente a sectores combativos de la izquierda.

Todas las promesas que ha hecho AMLO la gente que le apoya: los subsidios para la juventud, los programas de vivienda, echar atrás la reforma energética, terminar con la violencia, etc. En cada uno de estos puntos AMLO se verá sometido a presiones de dos fuerzas antagónicas, la de los trabajadores y sus aliados y, la fuerza de la burguesía. No podemos decir ahora mismo de qué lado se va posicionar el gobierno en cada uno de los puntos, lo que si podemos decir es que no va a ver mucho margen de acción para poder maniobrar. O tracciona abiertamente las aspiraciones de cambio de un pueblo, desmoralizándolo por un tiempo y ayudando a que la clase obrera y la juventud saque conclusiones revolucionarias o, por el otro, moviliza al pueblo para enfrentarse a la burguesía y el imperialismo, al estilo cardenista de los años 40.

Los marxistas estaremos atentos a cómo se desarrolla la lucha de clases en este nuevo periodo, habrá muchas oportunidades para hacer crecer una fuerte corriente revolucionaria, que, aprendiendo de los errores del pasado, pueda salir fortalecida de la lucha revolucionaria.