Todas las encuestas celebradas indican una clara victoria del Partido Popular, PP, que puede convertirse en arrolladora, merced al hartazgo de los votantes socialistas con la política de contrarreformas llevada a cabo por el Gobierno Zapatero.
Situación económica
Las elecciones se dan en el contexto de la más grave crisis de la Unión Europea de toda su historia. Cada día cobra más fuerza la posibilidad de una intervención de la política económica del Gobierno español, siguiendo los pasos de Grecia, Portugal, Irlanda e Italia.
Esta situación no solo se da por la mera especulación de los fondos de inversión, sino que encuentra una base económica real: el Estado español tiene una de las deudas externas mayores de los países industrializados, reflejando con ello la débil competitividad histórica de su economía. Vinculado a ello, los bancos españoles andan a la par de los italianos en la posesión de deuda pública conjunta de los cinco países mencionados, deuda “de riesgo”, lo cual penaliza la financiación de la economía española, de sus bancos y empresas, como estamos viendo.
Con cinco millones de parados (21’5% de la población activa), la tasa de paro española es la más alta de la OCDE. Los datos son estremecedores:
- Más de 300.000 familias han perdido su vivienda por la imposibilidad de pagar la hipoteca.
- 1’425 millones de hogares tienen a la totalidad de miembros en el desempleo.
- Más de 1’3 millones de parados han perdido cualquier ayuda social ligada al desempleo, según CCOO.
- El 21’8% de la población vive bajo el umbral de la pobreza.
- El índice de desigualdad social es el más alto de los 17 países de la eurozona.
Con tan alto desempleo, el fin de todo tipo de ayudas sociales, y sin perspectivas a la vista, el consumo está más que deprimido. Un dato: según todas las previsiones oficiales, este año se acabarán comprando poco más de 800.000 automóviles cuando en el 2007 se compraron más de un millón y medio de vehículos. Todo ello a pesar de que el parque de vehículos español es de los más viejos de Europa. A pesar de las necesidades materiales por parte de la población, esta situación no incentiva la inversión privada, que solo se da de forma masiva cuando hay posibilidades de tener un beneficio claro.
A pesar de los ajustes del Gobierno PSOE, y siguiendo la estela de Grecia, los objetivos de déficit pactados con la UE van a ser claramente incumplidos. Según Ángel Laborda, de FUNCAS (Fundación de las cajas de ahorro) el déficit final superará el 7%, e incluso puede colocarse en la órbita del 8% del PIB, bastante mayor que el 6% pactado con la UE. Cuando este dato se confirme definitivamente, una nueva tormenta de desconfianza se abatirá sobre la economía española por parte de los mercados.
La victoria del PP
En el debate electoral que hubo en la televisión entre el candidato del PSOE, Rubalcaba, y el del PP, Rajoy, éste se permitió espetarle a su oponente: “…habéis subido el IVA, habéis suprimido el impuesto del patrimonio… Y a los ricos ¿Qué?...”.
No nos importa la demagogia pertinaz del PP, sino el hecho de que para la inmensa mayoría de este país esas palabras se basan en hechos reales. En otro contexto diferente, la zafiedad, demagogia y falta de alternativas del PP quedarían al descubierto de manera evidente. Pero los hechos, la realidad social dolorosa, esbozados sumariamente más arriba, determinarán el resultado electoral del próximo domingo.
Da igual que una de las principales líderes del PP, Esperanza Aguirre, proclamase en septiembre que habría que reflexionar sobre si la enseñanza pública debería ser gratuita. Para los trabajadores mandan los hechos, y la dura actualidad les indica todos los días que vivimos una situación angustiosa. Si la política de Zapatero, la supuesta “izquierda”, nos acerca diariamente a una situación como la que vive el pueblo griego, piensan, “habrá que dar un cambio para cambiar la situación”... “Los que entren no pueden ser peor que esto”.
Así piensan millones de trabajadores más atrasados políticamente, agobiados y noqueados por la crisis, que conocen a alguien que perdió su casa, que están en el paro, o que llegaron a perder su prestación social. No pueden entender que la vida sea peor de lo que ya es actualmente… Pero se engañan, será peor aún.
Mucha gente necesitará pasar de la sartén al fuego, para avanzar políticamente y tomar conciencia de que con el voto no sirve, de que hace falta luchar e interesarse más en política, buscando una alternativa visible con la que identificarse. En muchos barrios obreros deprimidos ganará la derecha en votos, lo cual no debe sorprendernos en este contexto.
Muchos de ellos, dentro del contexto de lo que son unas elecciones, no ven todavía en Izquierda Unida, con tan solo dos parlamentarios, una alternativa real ni una fuerza que vaya a desnivelar ostensiblemente la situación.
Realmente, las elecciones no las va a ganar el PP, las va a perder el PSOE, que quizás sufra la derrota más estrepitosa de la reciente historia democrática. Lo paradójico del asunto es que, al día siguiente de las elecciones, cuando Rajoy llame a Zapatero y Rubalcaba para que cumplan como “hombres de Estado” y apoyen los “inevitables” ajustes que va a llevar a cabo, muy posiblemente se colocarán en la foto detrás del líder del PP, “responsablemente”, para respaldar el esfuerzo nacional y que “España siga en el euro”.
Al igual que Don Rodrigo, según cuenta la tradición, se vio abandonado en la batalla del Guadalete frente a árabes y bereberes por gran parte del ejército, millones de votantes socialistas desertarán en masa el próximo 20-N… y lo harán merecidamente.
Muchos hablarán de “giro a la derecha” en la sociedad en la misma noche electoral del 20-N. La cuestión es que en días o semanas, muchos que votaron al PP, se verán obligados a movilizarse debido a la brutal política que va a implementar. Por tanto, este supuesto giro a la derecha es algo superficial. Debemos entenderlo y estar preparados para ello. La tomadura de pelo de Rajoy, ese “Y a los ricos ¿Qué?...”, se va a volver en su contra más tarde o más temprano en forma de rabia e indignación que movilizará a millones.
Nuestra oportunidad como Izquierda Unida
El 15-M anticipa que se está preparando un tremendo giro social a la izquierda, dentro de un contexto de polarización entre las clases. Como dijo Alberto Garzón, candidato de IU en Málaga, ayer: “…Esto ya no es lucha de clases, es guerra de clases”.
El 20 de Noviembre Izquierda Unida alcanzará un porcentaje de voto significativamente más alto que el conseguido en las elecciones del 2008, quizás más del doble. Esto se plasmará en la conformación de un grupo parlamentario visiblemente superior a los de las últimas elecciones habidas, ya sean ocho, una decena, o quizás más los diputados conseguidos.
Después de las movilizaciones del movimiento 15M, con el inicio de los salvajes ataques que ya está preparando la burguesía española, a través ahora del PP, y con los acontecimientos sociales que ello va a implicar, un sector de la nueva generación que entró en la escena política a partir de las movilizaciones de mayo, empezará a sacar la conclusión de la necesidad de organizarse políticamente.
IU ya anunció su apoyo a la creación de la Plataforma ciudadana para la defensa de los servicios públicos, que propuso CCOO a final de septiembre, para lo cual se comprometió a la participación activa de sus militantes en la misma. Inmediatamente después de las elecciones, debemos ser los primeros en responder ante las primeras andanadas de ataques que lance el PP, vinculando la lucha del 15M con los sindicatos obreros tradicionales y a toda la izquierda para conformar un frente de lucha contra los ataques del gobierno Rajoy. Por todo esto, y ante la decepción con el PSOE, muchos trabajadores y jóvenes nos van a votar el 20-N y muchísimos más nos mirarán para ver qué hacemos a partir de entonces.
Ya tenemos que prepararnos desde IU para el día después de las elecciones
Distintos medios han publicado estos días cómo Rajoy ha pactado con Merkel el rescate de la economía española a cambio de un ajuste de decenas de miles de millones de euros en los gastos sociales… para abrir boca.
De hecho, hoy mismo, en la prensa, los máximos mandatarios de la UE se expresan muy crudamente sobre la situación: Barroso habla de “crisis sistémica” y Van Rompuy de “intervenir los presupuestos de los estados nacionales”.
El PP fracasará a la hora de estabilizar al capitalismo español en este contexto. Los países capitalistas más fuertes de la UE no tienen recursos suficientes para tapar todas las deudas y burbujas especulativas generadas por el anterior boom económico en los países menos competitivos, en particular en el caso del Estado español, cuya deuda conjunta pública y privada es la mayor de los países que son o amenazan ser intervenidos.
En un momento dado, en Europa va a haber una implosión de la deuda de los bancos y del pago de la deuda pública, entonces estaríamos hablando de implosiones económicas de países enteros, generando situaciones sociales como en la Alemania de los años 20.
Esta situación, en términos históricos, está “a la vuelta de la esquina” y tenemos que estar preparados para ello.
Cayo Lara realizó unas declaraciones muy acertadas que recogió El País:
“La asociación de la banca lo está proponiendo: crear un banco malo y que el Estado asuma parte de las pérdidas de la burbuja. Emplazamos solemnemente a Mariano Rajoy y a Alfredo Pérez Rubalcaba a que se comprometan a que en ningún caso el Estado asumirá ni un solo euro de estos bancos malos para que entre todos paguemos las averías que han creado. Que PSOE y PP asuman un compromiso público. La banca quiere colocarnos a todos los ciudadanos sus activos tóxicos”.
El compañero Llamazares también dijo en la Convocatoria Social:
“Miremos a Islandia y a América Latina: ¡No reconozcamos la deuda, no reconozcamos al FMI, llevemos a los tribunales a todos los delincuentes!”, refiriéndose indudablemente a los poderes financieros.
De hecho, la idea de reclamar el no pago de estas deudas injustas, no solo la de la deuda pública, sino la de la hipotecaria para aquellas familias que están en paro, o incluso la de la “dación en pago” (dejar de pagar la hipoteca al banco, y no tener ninguna deuda a cambio de la entrega de inmueble hipotecado) están vinculadas automáticamente al control de la totalidad del sistema bancario y plantea inmediatamente la cuestión de “quién controla la sociedad”.
La verdad es que el desarrollo de los acontecimientos europeos en las últimas semanas ha evidenciado que el programa que presentamos no da respuesta a sucesos como los que van a darse en las próximas semanas.
El programa
El programa pergeñado por la alianza electoral llevada a cabo por IU con otras pequeñas formaciones (ecologistas, Chunta Aragonesista, Iniciativa per Catalunya…) hace énfasis en la creación de tres millones de empleos y mejorar el estado del bienestar, objetivos positivos que, de lograrse, supondrían un avance tremendo con respecto a la situación actual.
Para ello, se propone una subida de impuestos a las rentas altas, la lucha contra los paraísos fiscales y la evasión fiscal para contar con los recursos suficientes con los que llevar adelante estas medidas. Dicho programa está en la órbita del keynesianismo, de la socialdemocracia de los años 60 en sentido clásico, que, en virtud de la alianza electoral con las formaciones anteriormente mencionadas, queda por debajo de lo aprobado en la Convocatoria social del 8 y 9 de octubre en Madrid.
En la Convocatoria social, con la aportación de miles de compañeros, los planteamientos iniciales fueron empujados aún más a la izquierda. En dicha reunión final de Madrid, el programa aprobado defendió la nacionalización de la banca, del transporte, de la energía y las comunicaciones. Se aprobaron otras consignas avanzadas: por ejemplo, que el salario de los representantes políticos sea igual al salario medio interprofesional; o la posibilidad de efectuar un revocatorio de cualquier político a mitad de mandato, siguiendo el ejemplo venezolano…
La Convocatoria Social y la profundización de nuestro programa
Partiendo del merecido salto que vamos a dar en estas elecciones del 20N, tenemos que sacar las mejores conclusiones sobre cómo gestionar esta representación que nos otorga nuestra base social.
En IU no podemos contentarnos con depender de los procesos de desencanto que se repiten cada vez que la socialdemocracia gestiona el poder (en los 80-90 con Felipe González, y ahora con ZP), eso es algo que se tiene muy asumido en la organización: debemos dar un vuelco en la acción política de muchos de nuestros dirigentes que estaban demasiado absorbidos por la llamada “política institucional”.
Después de las elecciones, en el marco del debate que seguirá con la Convocatoria Social, los que defendemos la lucha por el socialismo, que somos mayoría en IU, debemos conectar con la experiencia viva de las masas, que ya están sacando conclusiones avanzadas. La explicación de un programa socialista se puede realizar con ejemplos concretos de una manera muy clara.
Por ejemplo, tomemos el caso del Estado español. En nuestro país tenemos 5 millones de parados. La EPA indica que estos 5 millones suponen un 27% añadido más a los cotizantes de la Seguridad Social. Eso quiere decir que, con un nivel medio de productividad, si estos 5 millones se incorporasen en el conjunto de sectores que conforman la economía, se crearía “automáticamente” en torno a un 27% más de bienes (valor real) para la economía española. Este solo ejemplo es una condena diáfana del derroche anárquico que representa, año tras año, el capitalismo.
La cuestión es: ¿Quién tiene poder para decidir que se lleva a efecto la creación de estos empleos y de la inversión que lleva aparejada? Como el capitalismo es un sistema que se caracteriza por producir mercancías para obtener beneficios (no por producir bienes que sean necesitados porque son útiles, que es lo que defendemos en IU) tenemos que AHORA, con la crisis actual, el capital privado no se va a dar de puñetazos para invertir aquí, como explicamos en los primeros párrafos de este artículo.
Si no es el Estado, como correctamente planteamos en nuestro programa, no va a ser nadie. Realmente, habrá una democracia económica auténtica si ésta consiste en que se pueda planificar la economía; pero no se puede planificar lo que no se controla, y no se puede controlar lo que no se posee: por eso hace falta una política socialista de verdad, opuesta a la que ha llevado el PSOE hasta ahora. Solo con subir impuestos los ricos, no solucionamos la actual crisis. Es más, en el marco del capitalismo, se desalentaría al inversor privado, que se llevaría sus inversiones a otro país. Esta es la experiencia de un gobierno como el venezolano, que ha llevado reformas sociales a favor de la mayoría y que se encontró con una huelga de inversiones de los capitalistas privados y una evasión millonaria de divisas por parte de los ricos.
Por eso, nuestra política debe pasar por controlar los sectores fundamentales de la economía, empezando por aquellas empresas públicas que fueron privatizadas en los años 90, y siguiendo inmediatamente con las empresas fundamentales que conforman el IBEX 35.
La crisis capitalista, la debacle de la UE actual sometida al capital financiero, plantean también la pregunta de ¿Qué Europa queremos? Como Cayo Lara ha afirmado en algunos mítines, ésa solo puede ser, frente a la “Europa de los mercados”, la “Europa de los trabajadores”. Una Europa que no reconozca las deudas de los bancos, que los nacionalice. Que unifique los recursos económicos de verdad, estableciendo iguales derechos sociales, sin dumping social ¿Qué solución “realista” tenemos los trabajadores y la inmensa mayoría de la sociedad si no ésa, enfrentados a la actual locura que parece pintada por Goya en su cuadro Saturno devorando a su hijo? Luchemos por una Europa Socialista y hagamos un llamado al resto de los pueblos de Europa, como proclamaba aquella pancarta colgada en el Partenón ateniense: “pueblos de Europa, levantáos”.
Esto solo lo puede empezar a llevar adelante un gobierno de izquierdas que tenga detrás el respaldo de la inmensa mayoría de la sociedad, empezando por la clase trabajadora y la juventud. Este es el reto que tenemos por delante en los próximos años.
Fuente: Lucha de Clases (Estado Español)