¡O pueblo!
Soy el primero y el único
El más maravilloso entre todos los gobernantes
Soy la luna en la oscuridad y el blanco del jazmín
Soy el creador del primer cadalso y el mejor mensajero...
Cuando pienso en entregar mi poder, mi conciencia me frena
¿Quién gobernará a estas personas?
¿Quién sanará a los lisiados, los leprosos y los ciegos?
¿Quién resucitará a los muertos?
¿Quién sacará de su abrigo la luz de la luna?
¿Quién traerá la lluvia?
¿Quién dará a las personas noventa azotes?
¿Quién les crucificara en los árboles?
¿Quién les obligará a vivir como vacas?
¿Y a morir como vacas?
Cuando pienso en abandonarles
Derramo lágrimas
Confío en Alá
Y decido gobernar a las personas
Desde ahora hasta el día del Juicio Final...
Nizar Kabani
“Biografía de un ejecutor árabe”
En la página web del periódico estadounidense Post Gazette
leemos una interesante opinión sobre las elecciones y la “democracia”
en Egipto: “La democratización en Egipto puede esperar otro día, cuando
se haya estabilizado la situación en Gaza, cuando Oriente Medio se haya
enfriado, si eso ocurre alguna vez”. (www.post-gazette.com/forum).
Otros gobernantes y medios de comunicación árabes han propagada
argumentos similares. A menudo escuchamos comentarios como: “los árabes
no están preparados para la democracia”, “cuesta tiempo, ya sabes, es
una sociedad dominada por la religión”, “después de todo estamos en una
situación mejor que la de otros pueblos”, “qué alternativa hay: ¿el
socialismo? Antes estuvo Nasser y mirad lo que ocurrió”.
Esta es la opinión de muchos de los que están influenciados por
el pensamiento político burgués. Dicen que podemos conseguir
pacíficamente la democracia, paso a paso. Dicen que antes no teníamos
esta Infitah (apertura), que tenemos más candidatos a la presidencia,
más libertad, etc., Y añaden que a pesar de la ocupación imperialista
de Irak, etc., occidente todavía es democrático.
Todos estos argumentos son utilizados para hacernos creer que
Egipto hoy ha tenido las primeras elecciones democráticas y
multipartidistas, que todo el mundo debería dar la bienvenida a esta
situación porque se trata de un tremendo paso adelante. Muchos otros
egipcios, especialmente los pertenecientes a la clase media, durante
los últimos años han estado pidiendo una verdadera infitah. Pero para
sorpresa de los medios de comunicación occidentales, la actual oleada
de “movimientos por el cambio en Egipto” han expresado sentimientos
“antioccidentales”.
¿Qué supondrán estas nuevas elecciones para el 44 por ciento de
los egipcios que, según los indicadores del Banco Mundial de 2003,
viven con menos de 2 dólares al día? Supongamos por un momento que
estas elecciones han sido libres y justas. ¿Cómo tres minutos ante una
urna electoral, a diferencia de ocasiones anteriores, como en Marruecos
por ejemplo, pueden afectar a las vidas de los millones de pobres
egipcios y provocar un verdadero cambio?
El actual dictador, Hosni Mubarak, gobierna Egipto desde 1981
cuando sucedió a Anwar Sadat, que fue asesinado debido a su política
hacia Israel. En noviembre de 1981, en un discurso ante la Asamblea del
Pueblo, Mubarak expuso su política y el futuro que quería para Egipto:
no regresar a los días restrictivos de Nasser, una producción que
beneficiara a toda la sociedad, seguirían las ayudas a la alimentación,
se reducirían las importaciones de productos de lujo innecesarios y los
partidos de oposición estarían permitidos.
Estas palabras de la clase dominante egipcia era un intento de
apaciguar a las masas. Era un intento desesperado de evitar otra
insurrección. Sólo unos años antes ya habían tenido una prueba de la
furia de las masas egipcias. El 18 y 19 de enero de 1977, en un
esfuerzo por reducir el coste de las subvenciones, el gobierno aumentó
un 21 por ciento los precios de varias mercancías. El resultado fue que
estallaron las primeras “revueltas” desde 1952. La insurrección estalló
mientas Anwar Sadat estaba de vacaciones en Aswan, al sur del país. La
población tomó las calles pero no había ninguna organización capaz de
dirigir y después de dos días, cuando los pobres se habían retirado,
Sadat sacó al ejército y los tanques a la calle.
¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Ha encontrado Mubarak
milagrosamente la vara de Moisés para abrir el Mar Rojo? Echemos una
mirada a lo que ha ocurrido desde entonces.
Menos de cinco años después del discurso de Mubarak en la
asamblea, en febrero de 1985, estalló una insurrección de cientos de
reclutas de las Fuerzas Centrales de Seguridad en El Cairo y otras
ciudades. Los reclutas, que vivían en tiendas de campaña escuálidas en
Giza (en los alrededores de El Cairo), reaccionaron con furia cuando
escucharon la intención del gobierno de ampliar el reclutamiento.
Durante varios días quemaron hoteles de turistas, tiendas de vídeo,
nightclubs y discotecas. Mubarak tuvo que recurrir al ejército para
controlar la situación.
Como dijo correctamente Mustafa Kamel El-Sayed, director del
Centro para el Estudio de los Países en vías de Desarrollo , en un
artículo titulado ¿Qué hemos hecho con la ayuda de EEUU?: “El
desarrollo económico de Egipto no es el principal objetivo, sino más
bien la estabilidad del régimen egipcio, que se ha enfrentado en enero
de 1977 a una revuelta popular...”. (Al-Ahrm Weekly Online,
20-21/6/2001). Egipto es el principal receptor de ayuda estadounidense
del mundo después de Israel. EEUU ha concedido a Egipto 117.000
millones de dólares y a Jordania otros 22.000 millones en ayuda
extranjera como recompensa por la firma de los acuerdos de paz con
Israel.
En realidad, la ayuda militar ha superado la ayuda económica
casi en la mitad. Sólo este dato revela bastante el orden de
prioridades de los políticos estadounidenses cuando se trata da dar
ayuda a Egipto. Este país recibe aproximadamente 1.800 millones de
dólares anuales en concepto de ayuda económica y militar
norteamericana.
En 1991 Egipto comenzó a implantar un Plan de Ajuste
Estructural del FMI y el banco Mundial, a cambio de un préstamos de 300
millones de dólares, un préstamo del Club de París de 28.000 millones
de dólares y 15.000 millones en concepto de reestructuración de la
deuda.
Egipto ha acelerado la privatización de su enorme sector
público, que representa aproximadamente el 70 por ciento del PIB del
país, este plan fue anteriormente rechazado por los funcionarios
egipcios en los años ochenta. Además, a principios de los años noventa
se creó el Fondo Social para el Desarrollo (FSD), con el apoyo de las
Instituciones Bretton Woods y otros donantes. La principal tarea de
este Fondo fue calmar los efectos del ajuste estructural creando
empleos a pequeña escala y el desarrollo de “micro-empresas”.
¿Qué se ha conseguido?
Actualmente la deuda nacional de Egipto representa entre el 120
y el 130 por ciento del PIB. El informe del PANUD de 2000 situaba a
Egipto en el puesto 119 del IDH (Índice de Desarrollo Humano). En el
año 2005 Egipto ocupaba la misma posición.
La mayoría de los 70,5 millones de egipcios (36,5 millones en
1974) se concentran en aproximadamente el 5 por ciento del territorio
del país. Esta tierra mayoritariamente agrícola se concentra en el
estrecho Valle y Valle del Nilo. La alta densidad de población supone
una enorme carga para la infraestructura y los servicios del país,
además ha provocado una masiva migración a El Cairo y Alejandría,
creando una superpoblación urbana.
Según el gobierno la tasa de desempleo es del 9,3 por ciento,
pero fuentes independientes ponen la tasa en más del 20 por ciento. El
partido de Mubarak, el Partido Democrático Nacional (PDN) ha prometido
crear 4,5 millones de empleos. Karima Koraywm, profesor de economía de
la universidad de Al-Azhar, cree que esta procesa cae en el reino del
pensamiento utópico. Korayem ha señalado que la “experiencia del Fondo
Social para el Desarrollo no ha demostrado ser un éxito. Muchos de los
individuos que cogieron préstamos no los han podido pagar. No es sólo
una cuestión de financiación” (Al-Ahram Weekley Online. 1-7/9/2005), se
trata de un problema de ausencia de apoyo técnico y seguimiento. Pero
¿por qué Mubarak no creó todos estos empleos durante los 24 años que ya
lleva en el poder?
Sobre el terreno, la población ha recurrido a otros medios,
incluso sobornando a los parlamentarios para poder encontrar un empleo:
“El nepotismo está en todas partes, tienes que pagar 10.000 y 15.000
para conseguir un empleo”. (Agence France Press y Daily Star,
5/9/2005).
Con unos niveles de analfabetismo del 45 por ciento, las
mujeres están particularmente afectadas por el desempleo (el 60 por
ciento de las mujeres adultas y el 36 por ciento de los hombres son
analfabetos). “Muchas mujeres pobres no tienen carnés de identidad, eso
las dificulta el acceso a los servicios. Aunque las mujeres tienen
garantizados todos los derechos constitucionales sobre la base de la
igualdad, todavía tienen dificultades para participar en la vida
económica, el acceso a la educación y los servicios sanitarios,
mientras que su participación activa en la política es muy limitada”.
Los datos del Banco Mundial sugieren que casi el 50 por ciento
del PIB egipcio en 2000 fue generado en el sector servicios. El
turismo, que representaba el 4 por ciento del PIB en 2000 y el
principal generador de ingresos de la economía, emplea a 2,2 millones
de personas, y se vio duramente afectado por los atentados terroristas
en EEUU de septiembre de 2001. Según datos oficiales, el crecimiento
económico real de Egipto ha caído aproximadamente entre un 5% y un 2,1%
al año.
En enero de 2003 el gobierno de Mubarak decidió devaluar la
libra egipcia. Como consecuencia, el ya debilitado poder adquisitivo de
la clase obrera sufrió otro revés. Como el 72 por ciento de los bienes
de consumo, alimentación e industria son importados, los precios del
té, el combustible de cocina, el azúcar, el transporte y otros
servicios se dispararon. Oficialmente, el valor de los salarios de los
6,8 empleados públicos se ha reducido a la mitad.
“Los pensionistas vieron como se reducían sus pensiones. Los
trabajadores de la recogida de basuras vieron como su sustento se iba a
empresas sanitarias europeas, las familias de repente se enteraron de
que los tasas sanitarias se calcularían según el consumo de
electricidad. Los ciudadanos reclamaron pero los tribunales se pusieron
a favor de este nuevo sistema incomprensible”. (Mona El-Ghobashy,
Egypt’s Summer of Discontent. Informe publicado por Middle East Report.
18/9/2003).
Con la invasión de Afganistán y especialmente la de Irak,
Egipto ha sufrido más golpes en su economía. Sus exportaciones a Iraq
dentro del programa Petróleo por Alimentos perdieron un valor entre
1.200 y 2.000 millones de dólares. Después llegó el último atentado
terrosita que ha afectado al sector turístico del país, un pilar de la
economía egipcia.
Un régimen represivo
“Las fuerzas armadas egipcias producen dirigentes, los
mantienen en el puesto, los utilizan para la influencia
Egipcio-Occidental en los países vecinos y les proporciona el talento
administrativo para las industrias del país”. La economía de Egipto
está controlada y dirigida por una clase de oficiales pro-occidental,
que utiliza la riqueza del país para mantener su base de poder... A
Occidente le gusta la política de este régimen y lo ayuda equipando y
manteniendo al ejército y las fuerzas de seguridad”. (Said K- Aburish.
Brutal Friendship. The West and the Arab Elite. Indigo. 1998. p. 72).
Durante décadas la elite dominante egipcia (desde el golpe de
estado de los Oficiales Libres de 1952) ha estado acostumbrada a
gobernar a la población con puño de hierro. Mubarak ha hecho su carrera
en las fuerzas armadas pero, significativamente, nunca perteneció al
movimiento de Oficiales Libres. Eso le convirtió en un buen candidato
para dirigir el proceso de desmantelamiento de las reformas del período
de Nasser, privatizando y abriendo la economía a Occidente.
El poder ejecutivo en Egipto está vinculado con el Jefe del
Estado, el Presidente de la República, que también actúa como el
Comandante Supremo de as Fuerzas Armadas. Mubarak introdujo el estado
de emergencia en víspera del asesinato de Anwar Sadat. Y recientemente
alabó a Ariel Sharon como un socio por la paz, a pesar de que es visto
como un criminal de guerra en el mundo árabe. Esto demuestra que
Mubarak está preparado a plegarse ante occidente.
Según el Informe de Amnistía Internacional de 2004, los
prisioneros de conciencia en Egipto continúan siendo sentenciados a
cárcel. “miles de seguidores sospechosos de grupos islamistas
prohibidos, incluidos posibles prisioneros de conciencia, son detenidos
sin cargos ni juicio; algunos durante años. Otros cumplen sentencias
impuestas en juicios injustos ante los tribunales de excepción. La
tortura y los malos tratos a los detenidos son algo sistemático. Las
penas de muerte continúan”.
La Hermandad Musulmana sigue siendo la fuerza de oposición más
fuerte de Egipto. Está prohibida desde 1954 cuando sus dirigentes
intentaron asesinar a Gamal abd Al-Naser. El régimen ver a la Hermandad
como una amenaza para la democracia y la seguridad. En los años
cincuenta y setenta el estado egipcio dirigió su maquinaria policial
contra el movimiento comunista. Después aplastaron a los islamistas,
pero después del ataque al movimiento en los años noventa los
islamistas han colaborado bastante con el gobierno.
Sin embargo, a pesar de la represión hay algunos grupos
pequeños de izquierda. Cuando la policía arrestó a cinco comunistas en
abril de 2003, el oficial de la seguridad del estado Sherif Mahdy
Ibrahim Mahmood los describió como miembros clandestinos de una
organización comunista que pretende derrocar el régimen existente. Un
ingeniero de 35 años, Ashraf Ibrahim, fue detenido y acusado de dirigir
una organización ilegal. En un ordenador de Ashraf la policía encontró
los siguientes libros: Bolchevismo, el camino de la revolución,
Historia del trotskismo británico y Lenin y Trotsky, qué defendieron
realmente (obras de Alan Woods y Ted Grant).
Este tipo de reacción refleja no la fuerza del régimen, sino su
debilidad. ¿Cómo cinco personas pueden ser una amenaza? El director del
Centro Al-Ahram para Estudios Estratégicos y Políticos dijo que todo
esto “sonaba a chiste”. En realidad, hay un patrón recurrente. Es lo
mismo que ocurrió en Túnez y Argelia. El estado, después de “acabar”
con los islamistas, empezó a atacar a los activistas sindicales, de
izquierdas, de derechos humanos, estudiantes, periodistas, abogados,
etc., El nivel de represión se intensificó durante los movimientos de
solidaridad con la Intifada y en contra de la guerra de Irak.
¡Occidente promoviendo la democracia!
La declaración de Lord Cromer en la época en que Gran Bretaña
dominaba Egipto: “No gobernamos Egipto, sólo gobernamos a los
gobernantes de Egipto”. (Edward Said. Culture and Imperialism. Vintage.
Gran Bretaña. 1994. p. 239) sigue siendo válida actualmente. La única
diferencia es que EEUU es el jugador principal en el movimiento de
peones, ayudado por las instituciones internacionales como el FMI y el
Banco Mundial que también están dominadas por los estadounidenses.
El principal argumento de George W. Bush y Tony Blair para
justificar la invasión de Iraq fue que el régimen de Sadán Hussein
tenía armas de destrucción masiva. Los belicistas y los barones del
petróleo en Washington y Blair con su camarilla en Londres, dicen que
llevar la “democracia” a Oriente Medio es su principal objetivo. Todo
esto sólo para encubrir lo que realmente están haciendo. Aquí tenemos
la nueva constitución de Iraq, las elecciones en Afganistán, las
elecciones municipales en Arabia Saudí y ahora las elecciones en
Egipto.
Desde la creación de la mayoría de los países de Oriente Medio
por parte de las potencias imperialistas, después del colapso del
Imperio Otomano y en víspera de la Primera Guerra Mundial, los
dirigentes de Arabia Saudí, Jordania, Líbano, Egipto, Siria y ahora la
Autoridad Palestina, así como los del Norte de África, ofrecieron
estabilidad a las clases dominante de Occidente.
La “estabilidad” significa que los gobiernos impidan el
surgimiento de cualquier fuerza opositora al imperialismo. La
estabilidad significa dictadura y represión. También significa mantener
el status quo para perpetuar la hegemonía imperialista y el control
económico de la región. Hoy, cuando las potencias occidentales,
especialmente EEUU y Gran Bretaña, dicen que están luchando por la
“democracia” en la región, están - a diferencia de algunos de sus
predecesores que lo hacían abiertamente - admitiendo indirectamente que
han apoyado regímenes antidemocráticos durante décadas.
Durante los últimos meses se nos ha dicho que “Irak se ha
convertido en una democracia”. La democracia se consigue cuando hay
“elecciones libres y justas”. Pero por supuesto, no unas elecciones
cualquiera, ¡sólo las bendecidas por el sello de EEUU! 15 de los 16
candidatos que se presentaron a las últimas elecciones en Afganistán
dijeron que las elecciones no eran justas. A pesar de esto, como el
gobierno estadounidense dijo que eran unas “elecciones justas y
libres”, se nos quiere hacer creer que hoy Afganistán es una
democracia. ¡Esto significa ignorar la esencia y concentrarse en lo
superficial!
Con la ocupación de Iraq, y el sufrimiento diario de los
palestinos, los regímenes árabes se han vuelto más inestables que nunca
e intentan hacer algo para sobrevivir. Las ideas del imperialismo están
sembrando la furia y la inquietud en las masas y en las calles. Están
buscando la forma de contener esto. Por eso intentan mejorar algunos de
los derechos humanos de estos regímenes, o al menos que se vea un
cambio. Por supuesto que se impulsará la “democracia”. EEUU en sus
acuerdos con algunos regímenes árabes, especialmente el egipcio, el
saudí y el sirio, se está enfrentando a un dilema real.
Según decía The Economist: “Las potencias occidentales
necesitan sostener a los mismos gobiernos árabes que esperan reformar
si quieren evitar peligros inmediatos”. (The Economist. Democracy for
Arabs. 10/6/2004). Pero aquí reside el problema. La reforma podría
abrir la puerta a un movimiento más radical que amenaza la propia
existencia de estos regímenes. No llevar adelante las reformas podría
radicalizar aún más la calle y hacer que los aliados de EEUU fueron más
inestables. Todo esto, combinado con el deterioro de las condiciones de
vida de la clase obrera y el temor a una nueva revuelta, forma el
contexto de la llamada reforma incluidas las “primeras elecciones
multipartidistas en Egipto”.
En un reciente artículo publicado por la revista de derechas
The Economist, se da un buen informe de la realidad de esta
“democracia” alabada por EEUU y sus aliados. “No resulta sorprendente
que muchos árabes sospechen que las reformas en Egipto y en otras zonas
son sólo cosméticas, con la intención principal de calmar a la
administración Bush y que alaba activamente la democratización como una
herramienta para acabar con el terrorismo”.
“Basta decir que la presión estadounidense por la
democratización ha sido inconsistente. El programa de ayuda
norteamericana significa promover la reforma, la Iniciativa Asociación
Oriente Medio, consiguió menos efectivo en un año que lo gastado por
EEUU en Iraq en un solo día.
“Muchos árabes piensan que su constitución [Irak] es el resultado
de un complot norteamericano para dividir y vencer. La mayoría de los
reformistas árabes realizan críticas mucho más cáusticas que las
realizadas por Michael Moore a la ‘estrategia para la libertad’ de
George W. Bush. La mayoría creen que la sed de petróleo de EEUU supera
a sus principios democráticos”.
The Economist concluye con una cita de un funcionario egipcio:
“Estas elecciones sólo fueron un taladro que el gobierno nunca habría
aceptado sin la presión exterior”. (The Economist. 9/9/2005).
En realidad - no como dice The Economist - la política
estadounidense sí ha sido consistente. Es una política de clase
capitalista que sólo se preocupa por sus intereses internos y externos.
La ayuda de EEUU a las víctimas del tsunami que afectó al Sudeste
Asiático hace unos meses fue el equivalente a tres días de gasto en
Iraq. El comportamiento de la clase dominante norteamericana hacia el
desastre Nueva Orleans y el tipo de trato recibido por “su propio
pueblo” ha destapado la máscara de este sistema cruel.
La elecciones o los “tres minutos de libertad”
A pesar de la naturaleza del régimen egipcio, del extendido
abuso de los derechos humanos, la corrupción, la supresión de
libertades, la colaboración con el estado imperialista israelí, el
periódico británico The Times, por ejemplo, todavía encuentra útil
propagar el mismo viejo engaño: “Sin embargo, las elecciones suponen un
nuevo capítulo de la historia egipcia, a largo plazo podrían llevar a
una mayor democracia...” (The Times. 6/9/2005).
Según Human Rights Watch en un informe publicado antes de las
elecciones: “Las primeras elecciones presidenciales multipartidistas en
Egipto del 7 de septiembre ha ayudado a abrir un debate público en el
país... Pero las principales características de décadas de gobierno
autoritario siguen en su lugar, haciendo que las elecciones libres y
justas estén totalmente fuera de su alcance...”.
En este breve informe de 13 páginas se dice que “el monopolio
de la vida política del Partido Democrático Nacional, su vasta red de
mecenazgo, el control estatal de los medios de comunicación y las tres
semanas de campaña han hecho imposible que estas elecciones reflejen la
elección libre del electorado”.
En la mayoría de los países de Oriente Medio el partido
gobernante, apoyado por los ricos, controla y domina los medios de
comunicación, las imágenes del gobernante aparecen en todas partes: en
las tiendas, en las calles, en los autobuses, trenes... con todos los
recursos a su disposición. En palabras del poeta sirio Nizar Kabbani:
“Antara está en todas partes, incluso en nuestros dormitorios y baños.
Está omnipresente y es omnipotente”.
Cuando se inició la campaña electoral se anunció que los
partidos de la “oposición” tendrían unos minutos para hacer oír sus
voces y colgar algunos carteles con las imágenes de sus dirigentes. Y
si uno de los partidos va más allá del especio permitido, es decir, que
reparta panfletos allí donde no tiene derecho a repartirlos, se pueden
enfrentar al arresto. Las bandas armadas a sueldo de la policía en los
barrios pobres, recibían 20 libras egipcias (2 libras esterlinas) a
cambio de sus servicios para aterrorizar a los opositores, otros fueron
contratados para sobornar e intimidar a los votantes, una muestra del
poder y despilfarro de recursos a gran escala.
Tamer Said, un egipcio de Alejandría, publicó su opinión en
Have Your Say en la página web de la BBC y resumió el juego electoral
de la siguiente manera: “Debemos afrontarlo, no existía una concepción
real. Era un despilfarro de recursos preciosos, que representan un
ejemplo de cómo puedes ampliar el sufrimiento de una economía golpeada
de muerte por la ignorancia y la corrupción”.
En las últimas elecciones hay unos cuantos ejemplos de eso.
Mubarak, o el faraón como le llama el periódico Al-Quds Arabi, aunque
tiene 77 años, parecía muy joven en todos los coloridos carteles.
Sahabi, jefe del partido religioso Umma, dijo que si ganaba las
elecciones devolvería la presidencia a Mubarak porque “es un sabio para
todos nosotros”.
Como era de esperar el “faraón” ganó las elecciones por un gran
porcentaje. Sin embargo, en esta ocasión el resultado parece haber
escapado al amaño electoral. En realidad, para el 77 por ciento de los
votantes que no fueron a votar, lo que parece cierto es que no creían
en que las “reformas” anunciadas por el régimen difirieran mucho de
otras ocasiones. Algunos se quedaron en casa y otros siguieron el
boicot de la Hermandad Musulmana, de algunos partidos de izquierda y
del movimiento Kefaya.
“Kefaya” y la democracia
La imagen generalizada del mundo árabe presentada por Albert
Hourani parece sombría pero certera: “El vínculo entre el régimen y los
grupos sociales dominantes podría volverse frágil. Se podría observar
como un patrón recurrente en la historia de Oriente Próximo. Las clases
que dominaban la estructura de riqueza y el poder social en las
ciudades querían la paz, el orden y la libertad de la actividad
económica, apoyarían a un régimen en la medida que les diera lo que
ellos quieren, pero no moverían un dedo para salvarle, aceptarían su
sucesor siempre que siguiera una política similar”. (Albert Hourani. A
History of the Arab Peoples. Faber and Faber Ltd. Gran Bretaña. 1991.
p. 454).
Kefaya (Suficiente) es un movimiento nuevo creado por un grupo
de intelectuales egipcios, incluido el poeta Ahmed Fouad Nejm y el
novelista Bahaa Taher. Kefaya ha estado detrás de varias protestas
públicas en las calles de los últimos meses. En su Declaración a la
nación el movimiento Kefaya expone sus reivindicaciones:
“Elecciones verdaderas que abran la puerta a un cambio
democrático, circulación pacífica del poder entre todos los partidos y
poderes políticos, conseguir los intereses de la población y salvar a
Egipto de la corrupción y la subordinación política y económica...
justicia en la distribución de la riqueza nacional, derecho a
desempleo, derecho a educación y tratamiento médico gratuito, derecho a
vivienda y una vida digna.
La seguridad de la libertad individual se consigue garantizando la
libertad humana civil individual, ante todo la que acompaña a la
libertad de elección, la libertad de pensamiento, la libertad de
intercambio de información, la libertad de organización y expresión...
la eliminación de todas las formas de opresión”.
El movimiento Kefaya exigen el final del monopolio impuesto de
la riqueza y poder. Esto se conseguirá a través de la readaptación de
la institución presidencial, es decir, la circulación constitucional
del poder, las elecciones libres y directas, etc., corrigiendo la
situación legal y judicial de Egipto (eliminando el estado de
emergencia y sus leyes, y todas las leyes y tribunales especiales) para
garantizar la independencia de la judicatura y garantizando la
separación de poderes.
Las reivindicaciones del movimiento obviamente son democrático
burguesas. Kefaya es un movimiento de algunas capas de la clase media.
Una de las consecuencias de la política neoliberal en Egipto ha sido la
reducción de las clases medias. Hay personas, principalmente
profesionales, trabajadores de cuello blanco y estudiantes, que han
visto como caían drásticamente sus niveles de vida y están descontentos
con el gobierno por su postura ante la invasión y ocupación de Iraq,
así como por el sufrimiento de sus hermanos en los territorios
ocupados. Algunos de ellos han abandonado Egipto en busca de mejores
empleos. Hay que mencionar que la Hermandad Musulmana está representada
en Kefaya pero como individuos.
Los objetivos de Kefaya son reivindicaciones legítimas que toda
la población árabe aspira a conseguir. Sin embargo, la fuerza que
históricamente debía defender este programa de tareas democrático
burguesas, la burguesía progresista, hace tiempo que abandonó la escena
histórica. Las fuerzas que tienen interés y son capaces de provocar
este cambio social y político en Egipto, y en todo Oriente Medio y el
norte de África, son los campesinos pobres y la juventud dirigidos por
la clase obrera.
Hoy en día la democracia en las sociedades capitalistas ha
asumido un significado sombrío. Las principales decisiones que afectan
a la vida cotidiana de las personas no se toman en tres minutos ante
una urna electoral, las toman las instituciones internacionales, las
grandes empresas, los terratenientes y los bancos. La democracia en la
sociedad burguesa es una democracia de la minoría, sólo de las clases
poseedoras. La separación de los poderes ejecutivo y legislativo que
defiende el movimiento Kefaya, es decir, una clase de personas que
decidan lo que se debe hacer, mientras que otra clase lo cumple, es la
forma de democracia de una sociedad de clases.
La democracia real significa que la mayoría decide no sólo en
el parlamento, sino también en los centros de trabajo, las fábricas y
las oficinas, en el ejército, en las escuelas y en las universidades.
Pero esto es posible sólo cuando la clase obrera es dueña de los medios
de producción. El movimiento Kefaya no tiene este programa para Oriente
Medio, sólo los socialistas tienen interés en luchar por estos
objetivos democráticos y de unir a estas capas medias con los
trabajadores en la lucha para cambiar la sociedad o participar en otras
formas de lucha (movimiento contra la guerra, derechos humanos y
movimiento obrero, etc.,).
Los últimos cincuenta años de la historia egipcia demuestran
claramente que el “nacionalismo árabe” es incapaz de unificar al pueblo
árabe y conseguir un cambio real de la estructura de poder de la
sociedad. El movimiento comunista oficial, dominado por las ideas
estalinistas y que ha colaborado con la llamada burguesía progresista,
traicionó a la clase obrera en toda la región. Por ejemplo, en 1965 la
derecha del Partido Comunista de Egipto disolvió el partido y se
integró en el régimen de Nasser para servir como una herramienta
propagandística. El movimiento islamista, aparte de tener un programa
reaccionario, es en realidad un movimiento burgués dispuesto a
compromisos con los gobernantes de la región.
El movimiento obrero
Egipto tiene una clase obrera grande y fuerte. Según las cifras
de 2004, el 68 por ciento de la fuerza laboral (compuesta por 20,71
millones de personas) se encuentra en la industria y el sector
servicios.
Recientemente Middle East Times informaba de que
aproximadamente 450.000 trabajadores perdieron sus empleos al principio
del programa de privatización que duró desde 1991 hasta el año 2000. El
mismo programa incluía planes de jubilación que han provocado despidos
en masa.
Legalmente, los trabajadores egipcios tienen derecho a huelga.
En la práctica, cualquier acción industrial es severamente reprimida
por la Ley Laboral Unificada (Ley 12 de 2003) que afirma que los
trabajadores o sindicatos sólo tienen derecho de ir a la huelga u otros
tipos de protesta si son aprobadas por la Federación General de
Sindicatos (GFTU). Los trabajadores de los sectores público y privado
dicen que prácticamente es imposible conseguir esta aprobación.
A pesar de todo el movimiento obrero es desafiante. Según el
informe anual del Centro Land para los Derechos Humanos (LCHR), Egipto
tuvo 743 protestas obreras desde 1998 a 2003. En 2004 el número fue de
267, un aumento del 200 por ciento. El caso Ora Misr es el último de
esta oleada ascendente de luchas obreras: “Los trabajadores aquí no
tienen otra opción sino ir a la huelga sin la aprobación legal, estamos
ante una ley que niega a los trabajadores el más mínimo derecho
sindical”. Como decía un activista sindical a Middle East Times: “En
toda la historia del Centro (LCHR) no hemos registrado ni un solo caso
donde el GFTU aprobara la huelga”. (19/8/2004).
En otro caso, el de la Empresa Eléctrica Egipcia, cuyos
empresarios huyeron al extranjero dejando tras de sí enormes pérdidas y
deudas, los trabajadores de la empresa organizaron manifestaciones,
después ocuparon la fábricas y llevan seis meses gestionándola ellos
mismos.
Los sindicalistas militantes regularmente se enfrentan a la
represión de las fuerzas de seguridad del Ministerio de Interior. El
sábado 30 de julio de 2005, por ejemplo, el coordinador general del
Centro para los Servicios Sindicales y de Trabajadores (CTUWS), Kamal
Abbas, sufrió un ataque brutal en El Cairo.
Kefaya ha atraído el apoyo de trabajadores profesionales. Sin
embargo, los trabajadores normales, que forman el grueso de la fuerza
laboral, han ignorado este movimiento. Por esa razón es urgente crear
un verdadero movimiento sindical independiente.
“El gobierno está privatizando todo el sector público, incluso
se habla de privatizar el Canal de Suez... Propongo que lancemos
nuestra propia federación sindical independiente en julio, coincidiendo
con los acontecimientos que conmemorarán la revolución egipcia”, estas
son las palabras de un parlamentario, El-Badry Fraghali (Al-Ahram
Weekly. 16-22 de junio de 2005).
Como se suele decir, ‘las viejas costumbres deben desaparecer’,
pero aprendiendo de las experiencias anteriores y vinculado con el
surgimiento de un nuevo movimiento obrero militante, a la nueva
generación de jóvenes que se oponen al capitalismo y al imperialismo,
el movimiento obrero encontrará su camino y aprovechará las
oportunidades que se presentarán en el próximo período.
El actual malestar que rodeó a las últimas elecciones es
simplemente un reflejo de un proceso más profundo que se está
desarrollando en la sociedad egipcia. No podrán contener demasiado
tiempo a las masas. El sufrimiento de las masas no se aliviará
simplemente porque haya más candidatos a la presidencia. Las masas
pedirán más y en algún momento la poderosa clase obrera egipcia pondrá
su sello en los acontecimientos.