Elecciones alemanas: gane quien gane, ¡la guerra, la crisis y la austeridad persisten! Share TweetDurante tres años, la coalición gobernante de Alemania, formada por Verdes, Socialdemócratas (SPD) y Liberales (FDP), estuvo en reparación. Ahora finalmente la han retirado de circulación: los costos son demasiado altos y los beneficios inexistentes. La clase capitalista la tiró a la papelera del reciclaje electoral. Pronto tendremos que dar la bienvenida a sus cargos a una nueva selección de delincuentes conocidos. El espectáculo de la llamada democracia continúa ininterrumpidamente, aunque no es perfecto ni ciertamente convincente.[Publicado originalmente en alemán como editorial de Der Kommunist #8, y en derkommunist.de el 11 de diciembre de 2024]Gobierno de crisisLa coalición del “semáforo” [por los colores de los partidos que la componen, rojo, amarillo y verde] se vio afectada por crisis desde sus inicios. Este fue el resultado de la crisis del capitalismo: decadencia económica, polarización política y pérdida de confianza de las masas en los partidos establecidos.El 6 de noviembre, tras no poder aprobar un presupuesto, el gobierno colapsó. Pero contrariamente a lo que afirman los medios de comunicación, no se trataba de una cuestión de partidos ni de sus ideologías, sino que una expresión de las profundas contradicciones del propio capitalismo alemán, así como de su posición en el mundo.Una semana antes, el Canciller Olaf Scholz (SPD) había organizado una llamada cumbre económica con destacados representantes del capital alemán. Entre los invitados se encontraba la Federación de Industrias Alemanas (BDI), la principal organización patronal de Alemania, así como algunos dirigentes sindicales que discutieron la situación sin llegar a ninguna conclusión. Es decir, el gobierno no pudo satisfacer las demandas del capital.El capital exige austeridadEl ex Ministro de Finanzas Christian Lindner (FDP) no fue invitado. En lugar de ello, organizó su propia cumbre con representantes igualmente destacados del capital, como el presidente de la Confederación de Asociaciones Patronales Alemanas (BDA). Lindner presentó un documento económico que unos días después envió a sus socios de coalición con la aprobación de los capitalistas.En este documento, el FDP pedía sobre todo la desregulación empresarial: recortes de impuestos; suspensión del Convenio Colectivo, la Ley de la Cadena de Suministro, la Ley de Transparencia Retributiva y la Ley de Protección de Datos de los Empleados; abolición de los requisitos de presentación de informes y documentación; ampliación de la jornada laboral semanal y vitalicia; socavar las normas de seguridad en el lugar de trabajo; reducir las prestaciones por desempleo; recortar el gasto social y mucho más.Unas semanas después del colapso de la coalición, Lindner reiteró su programa: “Una pizca de Milei y Musk haría bien a nuestro país”. La portada de una edición reciente de Handelsblatt, portavoz de los capitalistas, estaba impreso con una imagen de una motosierra con los colores del FDP y el título “Anhelo de terapia de choque”. El FDP recibe el apoyo del director del Instituto de Investigación Económica de Alemania, Clemens Fuest, conocido por su frase "Armas y mantequilla, eso es el paraíso". El presidente del Deutsche Bank también pide “reformas estructurales”.Crisis económicaLa economía alemana ha estado atrapada en una crisis profunda y en espiral desde 2018. Desde 2019, el PIB ha crecido solo un 0,3 por ciento. Este estancamiento dura ya cinco años. En el mejor de los casos, en 2025 las cosas seguirán en la misma línea: el Instituto de Investigación Económica (IW), afiliado al BDI, predice un crecimiento del 0,1 por ciento.La tasa de desempleo sigue aumentando a medida que la producción industrial ha caído una quinta parte desde su máximo en noviembre de 2017. Cada vez más empresas se declaran en quiebra, amenazan con trasladar la producción al extranjero, cierran operaciones, despiden a sus empleados o comienzan a recortar salarios.Esta ola de desindustrialización está devorando inexorablemente toda la economía alemana. Según el IW, desde 2020 se han perdido 210 mil millones de euros en inversiones en maquinaria, vehículos, equipos técnicos y edificios. La clase capitalista no quiere invertir. Es responsable del estancamiento de la productividad laboral y, por tanto, del crecimiento económico.Subsidios para la economía y el ejército.En septiembre, el BDI presentó un programa con el que la clase capitalista quiere “volver a poner en forma la economía alemana”. Se llama Caminos para la transformación de la Alemania industrial. Se pretende que actúe como una 'Agenda 2030' -inspirada en las reformas económicas favorables a las empresas llevadas a cabo en la década de 2000 bajo el lema de 'Agenda 2010'- como ha sido exigido durante mucho tiempo por todos los capitalistas y planeado por la derecha del CDU para el próximo gobierno.Además de una enorme desregulación, como pide el documento del FDP, el capital exige un “programa de inversión” de 1,4 billones de euros. Este dinero se recaudaría hasta 2030 y al menos 450 mil millones de euros procederían del Estado. Al mismo tiempo, la clase dominante cuenta con un mayor rearme y militarización. Esto no está incluido en los 1,4 billones de euros. Es por eso que una amplia gama de capitalistas están pidiendo más “fondos especiales” –es decir, préstamos especiales– para el ejército alemán.El objetivo declarado de los presupuestos anteriores es alcanzar el objetivo del dos por ciento de gasto militar de la OTAN a más tardar en 2028. La ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock (Verdes), está a favor del tres por ciento, mientras que los "expertos" económicos incluso han pedido un presupuesto anual de defensa del cuatro por ciento del PIB. Comparado con el PIB actual, eso equivaldría a 180.000 millones de euros al año, casi el 40 por ciento del presupuesto actual. Ese es el tamaño del actual presupuesto de bienestar social.Ataques a todos los nivelesPor eso la clase dominante quiere ahora un gobierno que pueda pasar a la ofensiva. Se supone que el líder de la CDU, Friedrich Merz, debe restaurar las condiciones para que el capital obtenga ganancias, a expensas del “bienestar”. Su tarea será hacer que la clase trabajadora pague la factura de la crisis actual.Si el Estado va a gastar 450.000 millones de euros en la economía y varios cientos de miles de millones en el ejército y la guerra en Ucrania durante los próximos cinco años, y al mismo tiempo solo flexibilizará marginalmente el límite constitucional a la deuda estatal y reducirá los impuestos y las regulaciones a las empresas, entonces esto sólo podrá lograrse mediante la introducción de políticas de austeridad extremas. Esto significa que se recordarán aún más los servicios de salud, las infraestructuras, la educación y el gasto social.A su vez, los directivos de los bancos y las corporaciones recortarán salarios, destruirán empleos y harán que la gente trabaje más horas, con el pretexto de que tienen que recaudar los 950 mil millones de euros restantes. Como lo demuestran los recientes cierres de fábricas de Volkswagen, las ganancias deben permanecer intactas. El presidente de la BDI afirma que “ya no podemos permitirnos el lujo de esta sociedad con su nivel actual de bienestar”.Estos ataques se venden a las masas como una necesidad para lograr “crecimiento” en algún momento. Sin embargo, esto está completamente fuera de discusión, como lo demuestra el desarrollo de la crisis económica durante los últimos siete años. Un programa de este tipo reducirá de manera integral el nivel de vida de al menos el 90 por ciento de la sociedad en los próximos años. Esto afectará a toda la clase trabajadora: desde los bebés hasta los jubilados, desde los cajeros y los profesores de guardería hasta los informáticos e ingenieros.La bancarrota del capitalismoDesindustrialización significa barbarie. Trae innumerables crisis personales y prepara profundos trastornos sociales. Las familias tendrán que contar cada euro cada día para decidir entre calentar sus hogares o comer. Se considera que más de dos millones de niños corren ya riesgo de pobreza.Si nos fijamos en otros países europeos donde el proceso de desindustrialización está mucho más avanzado, podemos ver cuáles son las consecuencias. En Francia, España, Portugal y Grecia, las tasas de desempleo juvenil superan el 20 por ciento. El empleo precario y el aumento de los alquileres están obligando a cada vez más adultos jóvenes a vivir con sus padres.De aquellos que tienen la suerte de tener un trabajo, el 37 por ciento se siente agotado debido al estrés laboral. El 73 por ciento piensa en cambiar de trabajo al menos una vez al mes.La desindustrialización también trae conflictos y crisis personales, y causa desesperación y frustración. El 24 por ciento de los adultos en Alemania sufren de depresión.Por eso no sorprenden los resultados de un “estudio sobre el autoritarismo” en Alemania: más del 46 por ciento cree que la democracia real sólo puede existir sin capitalismo. Más del 62 por ciento dice que sólo los ricos se benefician de la globalización. El 67 por ciento dice que los mercados financieros son los culpables de la creciente desigualdad. Al mismo tiempo, el actual Estudio Juvenil de Shell muestra que el 81 por ciento de los jóvenes teme la guerra en Europa, el 67 por ciento teme la pobreza y el 64 por ciento teme la destrucción del medio ambiente.Lucha de clases y polarizaciónEste declive del capitalismo alemán producirá cada vez más explosiones y movimientos sociales cada vez con mayor intensidad. Se están gestando bajo la superficie de la sociedad. Durante varios años, los medios burgueses han estado discutiendo la posibilidad y el peligro de una especie de “movimiento de chalecos amarillos” alemán similar al movimiento en Francia en 2018.En aquel entonces, el Financial Times publicó un editorial en el que advertía que si las cosas seguían así, la gente perseguiría a los ricos con horcas.Y no se equivocaron. De hecho, esto es algo muy crucial. La polarización y los cambios en la opinión pública son expresión de la búsqueda de soluciones a sus problemas por parte de las masas. Pero ninguno de los partidos –ni siquiera los autoproclamados “alternativos” como Alternativa para Alemania (AfD) y el partido de Sahra Wagenknecht (BSW)- podrá resolver ninguno de estos problemas.Y por eso es muy probable que en los próximos años veamos repetidos estallidos de ira popular en las calles, contra los partidos burgueses, las instituciones estatales, los bancos y los ricos.Pero también deberíamos esperar otros movimientos, como los movimientos de mujeres, que ya existen en España, Polonia e Irlanda; o movimientos como “Expropiar Deutsche Wohnen and Co.”, donde más de un millón de personas en Berlín votaron a favor de expropiar a las grandes empresas inmobiliarias; o movimientos de pensionistas como los de España; y otras luchas sociales contra la política de austeridad.Pero también habrá una mayor presión para que se realicen acciones industriales por salarios más altos, contra los despidos masivos, contra el cierre de plantas, la desregulación y los ataques a los derechos laborales. En 2023, hubo más conflictos individuales entre el capital y el trabajo que nunca. Este desarrollo continuará, porque las direcciones sindicales se verán cada vez más presionadas por la clase trabajadora para actuar.Las próximas elecciones federalesEl próximo gobierno será elegido el 23 de febrero y cosechará la guerra de clases. No importa si Merz, Scholz, Habeck, Weidel, Wagenknecht o Lindner llegan a ser canciller, y no importa qué partidos formen una coalición. Sus políticas servirán a los intereses de los ricos, porque si no se quiere abolir el capitalismo, hay que ceder ante sus limitaciones. En una crisis, esto significa que la clase trabajadora y los jóvenes tienen que pagar la factura.Todos estos políticos prometen conducir al país hacia un nuevo período de prosperidad con su “razón”, “decencia” y “visión de futuro”. Quienes aún no se hayan dado cuenta de que todos los candidatos son mentirosos y tramposos, pronto lo harán. Esta elección no deja otra opción a la clase trabajadora. Ninguno de los partidos tiene nada que ofrecer a los trabajadores y a los jóvenes. Ni siquiera los partidos tradicionales de la clase obrera, el SPD y el Partido de Izquierda (Die Linke).El SPD es cómplice de la guerra en Ucrania. Es un financista central y proveedor de armas de Zelensky, y es en gran medida responsable del rearme y la militarización de Alemania. Apoya el genocidio de Israel en Gaza y la escalada de la guerra en Oriente Medio.El Partido de Izquierda, por otro lado, está agonizando. Políticamente agotado, depende únicamente de la política de personalidad. Se supone que Dietmar Bartsch, Bodo Ramelow y Gregor Gysi salvarán al partido de ser expulsado del parlamento para que, como dicen, el parlamento tenga una “fuerza de izquierda”. Esto no es más que una hoja de parra de “izquierda” para la dictadura de los ricos.La clase trabajadora y la juventud necesitan un partido que realmente represente sus intereses. Pero esto no caerá del cielo. Tenemos que construirlo nosotros mismos. Si quieres cambiar las cosas, ¡únete al Partido Comunista Revolucionario y lucha junto a nosotros por el fin de las crisis, las guerras y la austeridad! Nosotros decimos: ¡libros, no bombas! ¡Sanidad, no guerra! ¡Socialismo, no barbarie!