El siglo 21 ha empezado con la insurrección en Ecuador

"En esos momentos cruciales cuando el antiguo régimen se hace insoportable para las masas, estas rompen las barreras que les excluyen de la arena política, apartan a sus representantes tradicionales y crean por su propia intervención las bases de un nuevo régimen" (Trotsky, Historia de la revolución rusa).

Después de una semana de movilizaciones, marchas, huelgas y enfrentamientos, el viernes 21 de enero decenas de miles de indígenas, campesinos, obreros y estudiantes ecuatorianos con el apoyo de un sector del ejército tomaron sucesivamente los edificios del parlamento, la corte de justicía y el palacio nacional e instauraron un gobierno alternativo.

Ante estos acontecimientos, los medios de comunicación burgueses de todo el mundo que habían guardado un silencio ensordecedor durante una semana empezaron a gritar que un golpe de estado había derrocado al gobierno del presidente Jamil Mahuad. Por esto lo primero que hay que dejar claro es que lo que ha sucedido en Ecuador en la última semana es una revolución, cuya característica principal como explicó Trotsky es "a intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos".

Para poder entender el maravilloso movimiento de las masas en Ecuador en estos días hay que remontarse por lo menos a principios de los años 90 cuando toda una serie de gobiernos de derechas y de "izquierdas" empezaron a aplicar fielmente los planes de ajuste dictados por el FMI. Los resultados pronto se hicieron ver: dos tercios de la población viven por debajo de la linea de pobreza, hiperinflación, desempleo masivo, etc.

En 1995 Ecuador entró en guerra con Perú con el objetivo de distraer la atención de las masas de los problemas sociales creando una ola de fervor nacionalista. Pero ésta duro bien poco y a los pocos meses ya se daban protestas masivas de trabajadores contra la política económica. El descontento generalizado de trabajadores y campesinos se expresó en 1996 con un voto masivo por Abdalá Bucaram, que ganó la presidencia sobre la base de un populismo demagógico. En poco meses rompió todas sus promesas y adoptó los planes de ajuste del FMI, incluyendo subidas de los precios de todos los productos básicos. De la noche a la mañana la electricidad subió un 500%, el gas un 340%, el teléfono un 700% entre otros. Esta fue la chispa que hizo estallar el descontento acumulado. Los sindicatos convocaron una huelga general para los días 5 y 6 de febrero de 1997 que se convirtió en una huelga indefinida. Bucaram intentó salirse de esta situación mediante la represión declarando el estado de emergencia y sacando al ejército a la calle, pero sin lograr detener las protestas. Tampoco la retirada de su paquete de medidas económicas logró parar la lucha de los trabajadores y finalmente "El Loco" Bucaram tuvo que huir del país.

La burguesía ecuatoriana, presa del pánico ante la magnitud de la movilización y la imposibilidad de aplastarla con la represión, rápidamente llegó a un compromiso con el nombramiento de Fabián Alarcón como presidente interino. Ya en aquél entonces las organizaciones sindicales adviertieron que el objetivo de la huelga no había sido sólo dimisión del presidente sino el rechazo a sus políticas económicas.

El gobierno de Alarcón, y a partir de las elecciones de 1998, el de Jamil Mahuad, aplicaron exactamente las mismas políticas. Un país tan pobre y endeudado como Ecuador no tiene mucho margen de maniobra en cuanto a las políticas económicas que se puedan aplicar. Mientras se acepte la lógica del capitalismo sólo hay una salida posible: cargar el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y los campesinos. Y estos han resistido y en varias ocasiones derrotado todos y cada uno de los ataques del gobierno. En marzo del año pasado una huelga general de 48 horas obligó al gobierno a retirar el plan de ajuste y la situación se volvió a repetir en agosto de ese mismo año.

Dolarización de la economía

El año 2000 se inicia en Ecuador con un 62% de la población bajo el nivel de la pobreza, un 70% de los trabajadores desempleados o subempleados, una caída de la economía del 7.2% y una tasa de inflación del 70%. Ante esta situación el gobierno de Mahuad decide decretar la dolarización de la economía a una tasa de 25.000 sucres por dolar.

La dolarización de la economía, que ya se ha aplicado en Argentina, representa una salida hacia adelante desesperada de la burguesía latinoamericana. El argumento es el de dar confianza a los inversores extranjeros. Lejos de solucionar los problemas económicos del país el atar completamente una economía en recesión profunda a la economía de los EEUU significará un programa de más ataques a la población. Al perder la autonomía en política monetaria, las únicas medidas que puede adoptar un gobierno en caso de recesión serían más recortes del gasto público, privatizaciones, ataques a los salarios y subsidios, etc. Esto, lejos de ser una receta para la recuperación de la economía, contraería todavía más el mercado interno, sumiendo al país en una crisis todavía más severa. A corto plazo la dolarización podría tener el efecto de controlar la inflación, pero sólo a costa de paralizar por completo toda la actividad económica. Está claro que en medio de una recesión profunda es difícil que suban los precios.

En el caso concreto de Ecuador, la dolarización a 25.000 sucres por dólar representa un regalo a todos aquellos capitalistas y banqueros que tienen cuentas en dólares comprados cuando el sucre se cambiaba a 15.000 por dólar!

Y es sobre la base de estas experiencias que el movimiento obrero y campesino ecuatoriano llega al levantamiento de esta semana. La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador y la Coordinadora de Movimientos sociales establecen el Parlamento Popular y anuncian la insurrección nacional indefinida para el 15 de enero, y la toma de Quito por parte de miles de campesinos indígenas venidos de todo el país.

El carácter de este movimiento revela un salto cualitativo. La lucha ya no es por cambiar el presidente o convocar nuevas elecciones. Ahora el objetivo declarado de la lucha era una "insurreción nacional", el establecimiento de Parlamentos populares a nivel nacional, provincial y local como únicos órganismos de poder reconocidos, y el desreconocimiento de las tres ramas del poder estatal (ejecutivo, legislativo y judicial).

El periódico ecuatoriano El Comercio lo describía así: "Los movimientos indigenas y sociales dieron un giro a lo que ha sido su conducción y plataforma política desde que hiceron su aparición como fuerza de resistencia a principios de los 90. Y este cambio, a propósito del actual levantamiento, produjo una ruptura irreversible con las formas del poder establecido. Las manifestaciones al respecto son varias y, al parecer, buscan formar un Estado paralelo, con sus propias reglas de juego y sus representantes ... tampoco el fin último de este movimiento es destituir al presidente Mahuad o acudir al Congreso con sus petitorios. Esto ya lo hicieron y no obtuvieron resultados ... De ahí que plantean la necesidad de establecer nuevas formas de organización. El camino escogido es que no sólo continuen funcionando sus llamados parlamentos provinciales y el nacional, sino que se creen nuevos a nivel cantonal. Una democracia que denominan directa, sin permiso, en la que no son necesarios intermediarios, con quienes abordaron y trataron de solucionar sus problemas, pero no obtuvieron resultados" (El Comercio, 16/1/00)

El desafío al estado burgués y la creación de organismos de poder obrero y campesino representa un paso adelante muy importante en el nivel de conciencia de las masas ecuatorianos, resultado directo de la experiencia de las luchas de los últimos años.

El levantamiento empieza el 15 de enero en medio de la declaración del estado de emergencia por parte del gobierno, la detención de dirigentes sindicales, obreros y estudiantiles. Es importante destacar que este movimiento fue iniciado por las organizaciones indigenas pero cuenta con el apoyo y la participación de la clase obrera. Los trabajadores de la empresa ecuatoriana de petróleo, Petroecuador, se declaran en paro de actividades de manera indefinida, como respaldo al levantamiento indígena y contra la política económica y social del gobierno. Según la Agencia Pulsar: "El secretario de la Central de Trabajadores de Petroecuador, Diego Cano, dijo que no le temen a la presencia en las calles y carreteras del país de más de 30 mil militares y policías y que su decisión es protestar hasta que Jamil caiga junto a todo su gobierno." El Frente Unitario de Trabajadores y la Confederación de Organizaciones Sindicales Libres de Ecuador también se suman a la insurrección. En palabras de Saltos Garza, vocero de la Coordinadora de Movimientos Sociales, "éste no es un levantamiento indigena, es un levantamiento de los pueblos del Ecuador, los movimiento sociales y los ciudadanos que están siendo golpeados por la inflación" (El Teleegrafo, 16/1/00).

Insurrección nacional

La insurrección adquiere un carácter verdaderamente nacional y las manifestaciones de masas se repiten en toda la geografía del país. La característica común es la toma de los edificios gubernamentales y la creación de parlamentos populares locales y provinciales. Así por ejemplo en Cuenca una impresionante manifestación de 50,000 personas se enfrenta a la policía y al ejército y toman el edificio de gobernación.

En Guayaquil, la capital económica del país, miles de obreros, campesinos y estudiantes se manifiestan ya desde el lunes en apoyo a la insurrección. La manifestación cuenta con el apoyo de sectores de la pequeña burguesía (principalmente comerciantes minoristas) que en todo el país se unen al movimiento.

En Loja, al sur del país, las manifestaciones se convierten en diarias y se producen enfrentamientos con la policía. El ejército entra en la universidad y detiene a 150 universitarios.

A pesar del impresionante dispositivo policial y militar para impedir la entrada de los indigenas en la capital Quito, el miércoles ya son más de 20,000 los que se concentran en sus calles. El dirigente de la CONAIE, Antonio Vargas "dijo que los indígenas y sectores urbanos no se pondrán de rodillas ante los ladrones y corruptos que detentan el poder económico y político. Es por eso que convocó a formar un sólo frente ya que sólo el pueblo salva al pueblo. Hizo un llamado a la policía y a los militares a apuntar sus armas contra quienes saquean al país y no contra los indígenas o contra el pueblo, es decir sus hermanos." (PULSAR 19/1/00)

En la provincia del Chimborazo "unos 50 mil indígenas bloquearon por completo las carreteras de la provincia de Chimborazo. Los militares hablan de la marea roja debido al color de los ponchos que llevan los indígenas de esta región." Al mismo tiempo el parlamento popular provincial de la región de la amazonía anuncia la toma de los pozos petroleros por parte de obreros e indígenas.

La insurrección adquiere un carácter más masivo a cada día que pasa y no la detienen ni la represión, ni la desinformación, ni las mentiras del gobierno que llega a imprimir falsos comunicados en nombre de la CONAIE amenazando con matar a todos los que no sean indígenas.

El jueves el ejército toma las instalaciones de la refinería petrolera de Esmeraldas, uno de los complejos industriales más grandes del país, pero sin conseguir que los trabajadores levanten la huelga.

Decenas de miles de indígenas, obreros, estudiantes, pequeños comerciantes participan en las manifestaciones en Quito. Por varios días rodean las instituciones del poder estatal con la intención de tomarlas. El gobierno organiza la defensa de estos edificios con el ejército y los rodea de alambre de púas. Pero no hay fuerza que pueda detenera a un pueblo entero que ha dicho basta y finalmente el viernes se produce la toma del congreso nacional. Así es como la describe Pulsar: "El movimiento indígena y campesino del Ecuador, junto a los sectores urbanos organizados y con el total respaldo de los mandos medios y tropa de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, constituyeron un poder paralelo en este país. El hecho se produjo cuando la gran masa de indígenas y campesinos apostados en Quito rompieron el cerco sobre la sede del Parlamento Nacional y se lo tomaron. Al inicio hubo resistencia de los uniformados, pero de repente llegaron cientos de militares a bordo de carros blindados, procedentes de la Escuela Militar y respaldaron la ocupación." Un grupo de 70 coroneles dirigidos por Lucio Gutierrez declaran su adhesión a la insurrección.

El papel del ejército

A la hora de analizar el significado del pase de un sector del ejército al lado de la insurrección hay que tener en cuanta diferentes factores. Por una parte está claro que un sector importante de soldados, suboficiales e incluso algunos oficiales se identifican con la lucha de obreros y campesinos que al fin y al cabo son, como dice Antonio Vargas, "sus hermanos". La confraternización de los soldados y suboficiales con los obreros y campesinos revolucionarios es una característica de todo movimiento revolucionario, ya sea en Rusia en 1917 o en España en 1936.

Por otra parte también es posible que sectores de la oficialidad del ejército se sientan honestamente asqueados por la política económica del gobierno que sólo favorece a un puñado de banqueros y que al fin y a la postre representa "la entrega del país al imperialismo a precio de saldo". El ejemplo para este sector de oficiales "patrióticos" que quieren limpiar el país de corrupción e intervención extranjera no se encuentra muy lejos. El movimiento de Chavez en Venezuela tiene las mismas características. Lo significativo de este tipo de movimientos es que es la primera vez en años que vemos la entrada de sectores del ejército en la política del lado de los sectores más oprimidos de la sociedad.

En el período posterior a la 2a guerra mundial el impás del capitalismo en el mundo colonial forzó a sectores de la oficialidad a tomar el poder en diferentes países en un intento de sacarlos del atraso y la dependencia del imperialismo. En algunos casos tomaron como modelo al régimen estalinista de la Unión Soviética y nacionalizaron la economía expropiando al imperialismo y a la raquítica burguesía nacional. El modelo del estalinismo les era útil ya que la economía planificada permitía el desarrollo económico del país y al mismo tiempo, la ausencia de una auténtica democracia obrera les permitía a estos sectores de la oficialidad atorgarse toda una serie de privilegios de casta dominante. Esto es lo que sucedió en países como Síria, Birmania, Etiopía y Afganistán entre otros.

Ahora no existe un modelo como el de la Unión Soviética que pueda servir de ejemplo a estos sectores, pero sin embargo el impás completo del capitalismo en estos paises les obliga a entrar en la arena política con un programa muy confuso, mezcla de populismo, anti-imperilialismo y rechazo a las políticas económicas "neoliberales", es decir a las políticas de ajuste estructural, privatizaciones, etc. El ejemplo más claro de esto es Chavez en Venezuela.

No estea claro hasta dónde podrían llegar bajo la presión de las masas. Pero es el deber de los marxistas insistir que la revolución tiene que ser obra de la clase obrera dirigiendo a los demás sectores oprimidos, de lo contrario a lo máximo que se puede llegar es al establecimiento de un régimen estalinista.

Probablemente el grupo de 70 coroneles que deciden en la mañana del viernes apoyar la insurrección se encuentran el la categoría de militares descontentos "patrióticos". Parece que los contactos entre los dirigentes campesinos y de los movimientos sociales y este sector del ejército se remontan al mes de diciembre. Después de la toma del congreso nacional se declara la formación de una Junta Civico-Militar de Salvación Nacional. La composición de esta junta y las declaraciones de su portavoz ya dejan claras las limitaciones del movimiento. Forman parte de la junta el dirigente de la CONAIE Antonio Vargas, el ex-presidente de la Corte Suprema Carlos Solórzano y el propio coronel Gutierrez.

En sus primeras declaraciones, Lucio Gutierrez hace un llamamiento a: "Convocó también a los expresidentes del Ecuador, a los políticos honestos, a la iglesia, a los medios de comunicación, empresarios y banqueros honrados, trabajadores, desempleados y mujeres a apoyar un cambio del país." (Pulsar 21/1/00) En el mismo sentido, Carlos Solórzano declara que: "Queremos invitar a los empresarios de buena fe, a los honrados, a los banqueros honrados para que participen de este gobierno. Lo único que queremos es que de hoy en adelante no se le robe al país. Basta de robos. Queremos un Ecuador sin ladrones. Esa creo que es la consigna." (Pulsar 21/1/00).

Confusión

Ahí se puede ver como la principal debilidad del movimiento es precisamente su dirección. Después de que obreros y campesinos han tomado el poder, sus propios dirigentes ya están pensando en cómo devolverselo a los empresarios y banqueros (aunque por el momento sólo a los que sean "honrados").La confusión de los dirigentes del movimiento les llevó a apoyarse en elementos del antiguo aparato del estado para crear uno nuevo. El poder estaba ya en sus manos pero no se dieron cuenta. Así, el movimiento que era muy radical en su caracter y formas organizativas ers muy débil y confuso en su programa político.

En la tarde del viernes, los "comuneros" (como los llama la prensa) con el apoyo de sectores del ejército finalmente toman la Corte de Justicia y la casa de Gobierno, de dónde Mahuad ya ha huído.

Entonces, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, general Carlos Mendoza, que ve cómo el poder se le escapa de las manos decide también unirse a la insurrección (después de que esta ya ha triunfado y para poder traicionarla), y sustituye al coronel Gutierrez en la Junta de Salvación.

Así se cierra el primer capítulo de este movimiento revolucionario. Las masas han demostrado una vez más que cuando se ponen en movimiento no hay fuerza que las pueda detener. Esta vez el objetivo era claro: el derrocamiento, no sólo de un gobierno sino del propio estado y su sustitución por otro alternativo basado en los parlamentos populares. En tan sólo cinco días las masas campesinas y obreras de Ecuador utilizando los métodos de lucha clásicos, la huelga general, la insurrección, la movilización de masas, y ganando a su lado a un sector del ejército han tomado el poder.

El problema es, como en tantas otras revoluciones, la falta de una dirección auténticamente revolucionaria que pueda llevar el movimiento hasta sus últimas consecuéncias. Así, al igual que en Rusia en Febrero de 1917, en Alemania en 1918, en España en 1936, las masas toman el poder y sus dirigentes se lo devuelven a la burguesía.

El sábado Ecuador amaneció con la notícia de que el general Mendoza, que se supone que forma parte de la Junta de Salvación, ha entregado el poder al vice presidente Gustavo Noboa. Sus primeras declaraciones han sido que: "que continuará en gran medida con la política económica del depuesto Mahuad" y que "la dolarización, el salvataje bancario y la modernización impulsada por el depuesto Jamil Mahuad, seguirán sin ninguna traba". Queda ahora claro que el general Mendoza ha actuado en nombre de aquellos sectores de la burguesía ecuatoriana que temían que el intento de Mahuad de aferrarse al poder pudiera provocar el derrocamiento total de su régimen. La decisión de entregar el poder al vice-presidente la toma el general Mendoza después de visitar la embaja de los EEUU. Jamil Mahuad que ve como el poder de la clase a la que representa se ha salvado milagrosamente hace público su apoyo al nuevo presidente Noboa.

En el momento de escribir este artículo las noticias son confusas. El grupo de coroneles que se unieron a la insurrección se consideran traicionados y el coronel Gutierrez ha sido detenido. Parece que a primeras horas del sábado las masas discutieron la posibilidad de la toma del Palacio de Gobierno. Romelio Gualán, dirigente indígena y campesino declara que: "el pueblo indio no le teme a la muerte, pues en el campo están muriendo de hambre y abandono, así que prefieren morir en las carreteras, en las calles de las ciudades, pero buscando un cambio para todo el pueblo ecuatoriano."

¿Quién tenía el poder?

Al final, la dirección del movimiento, que había basado toda su estratégia en el apoyo por parte del ejército se siente traicionada por los generales y abandona el campo de batalla. La verdad es que el general Mendoza no traicionó al movimiento, desde el primer momento se puso al frente para descabezarlo. Todavía el sábado por la mañana no estaba la situación perdida. Si los dirigentes se hubieran basado en la formación de comités de soldados, y en la extensión de los parlamentos populares a todos los niveles y la depuración de estos de elementos burgueses, todavía se hubiera podido impedir la vuelta del poder a la burguesía. Como se demostró en los acontecimientos del viernes 21, el poder no estaba en manos de sus representantes oficiales (parlamentarios, presidente y jueces) sino en las calles de Quito y de todo el país, en manos de los parlamentos populares y el parlamento nacional del pueblo.

Pero los dirigentes del movimiento campesino y popular, estaban desorientados por las apariencias formales del poder formales y cuando el general Mendoza, a la cabeza de la Junta de Salvación decide su disolución y el nombramiento del presidente Noboa, no saben como responder y lo aceptan. No se dieron cuenta de que el general Mendoza tenía poco poder real apoyara sus acciones, ya que gran parte del ejército estaba del lado de los comuneros. Si hubieran hecho un llamamiento a las masas de obreros y campesinos a retomar el Palacio de Gobierno y a los soldados a volver sus armas contra los generales y a unirse al movimiento, la situación hubiera sido completamente diferente.

Las últimas noticias parecen indicar que los indigenas han abandonado la capital y han disuelto el parlamento popular. Algunos parlamentos populares provinciales no han sido disueltos y hay informes de que el movimiento de masas continúa en algunas provincias. Así El Comercio informa el domingo 23 que: "En Riobamba y Guaranda continuaron las marchas indígenas con la consigna de que el movimiento seguirá indefinido. También hubo movilizaciones en Ambato y Otavalo (...) En Riobamba, alrededor de 15 mil indígenas realizaron una marcha hacia el mercado La Condamine y obligaron a cerrar el lugar. Luego se concentraron en la Casa Indígena, donde los dirigentes ratificaron el levantamiento indefinido. (...) En Guaranda, a las 10:30, una marcha de más de 3 000 indígenas generó el cierre de los mercados y el comercio. Los dirigentes manifestaron que están decepcionados por el rumbo de los acontecimientos y ratificaron que seguirán con el levantamiento." (El Comercio, 23/1/00)

Sea cual sea el desenlace momentáneo de esta insurrección, lo que está claro es que las masas de obreros y campesinos han aprendido mucho, sobre el papel del estado, de los mandos del ejército, sobre su propia fuerza, etc. La burguesía ecuatoriana es completamente incapaz de solucionar ninguno de los acuciantes problemas económicos del país y por lo tanto esto no es el final del proceso, sino sólo un nuevo e importante capítulo.

Ecuador no es un caso aislado en América Latina. Colombia, Venezuela, Argentina, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Brasil, el continente entero ha vivido movilizaciones de masas, huelgas generales e insurrecciones campesinas una tras otra en los últimos años. Todas las condiciones están dadas para una revolución victoriosa. En cuanto esta se de en un sólo país, se extenderá como un regero de polvora por todo el continente.

La tarea más acuciante para los obreros del campo y la ciudad en Ecuador y en el resto de América Latina es la construcción de una dirección revolucionaria basada en el principio de independencia de clase y un programa auténticamente socialista, el único que puede ofrecer una salida a las masas de todo el continente.

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