Bolivia: El gobierno se desmorona y la pandemia avanza. Qué se hizo y qué hay que hacer

Más avanzan el contagio, más crecen los problemas dentro y para el gobierno de Añez. ¿Cómo debemos afrontar la crisis desde la izquierda?

Desde el punto de vista sanitario, los trabajadores en salud del Beni, Santa Cruz alertan sobre el próximo colapso del sistema público y denuncian que aumentan bajas de médicos y enfermeras que siguen trabajando sin ítems. Autoridades sanitarias en Beni, Chuquisaca, Potosí y otros departamentos lamentan los enormes retrasos con los cuales le llegan los resultados de las pruebas, debido a la sobrecarga del CENETROP, que además está en el más grande foco de contagio del país, Santa Cruz de la Sierra.

Hasta el momento de escribir esta nota, en la capital Oriental hay 785 casos confirmados, que, como reportan las autoridades, crecen con la mayor intensidad en los barrios obreros, incluso el mismo Parque Industrial, y en los lugares populares fuera del cuarto anillo para los cuales los hospitales públicos son la única atención médica accesible. Mientras tanto, pero, en las clínicas privadas de Santa Cruz se hacen pruebas y se internan a las personas que puedan pagar 10.000 Bs como adelanto y 2500 Bs por día. Lo más escandaloso, sin embargo, es que estas siempre fueron las tarifas de la salud privada, lo cual demuestra que el sector no es regulable a estas alturas.

Mientras tanto en las empresas cruceñas se revelan más atropellos. Un trabajador de UNAGRO ha fallecido sin que se tomen medidas de bioseguridad adecuadas. Los obreros de Industria Belén, que produce bolsas de plástico, es decir algo inesencial al momento, han denunciado que las medidas de seguridad en la empresa consisten en un turril de agua donde lavarse las manos todos y barbijos que deben durar tres días. Con el obvio resultado que hay trabajadores positivos al coronavirus y sus compañeros aislados por 14 días pero sin realización de pruebas. Hay decenas y decenas de casos así.

La evolución de la pandemia en nuestro país da sentido y corrección al programa para enfrentarla que propusimos. Esta enfermedad la pagamos nosotros, los que estamos obligados a salir por el hambre y los que estamos obligados a ir a trabajar por el hambre de lucro de los empresarios y de la burguesía. La “unidad nacional” contra la enfermedad que plantea Añez es la unidad de los explotadores que se pueden pagar clínicas privadas contra los explotados. No necesitamos un programa que salve a todos, incluso a ellos; necesitamos reivindicar nuestro derecho a la vida digna que el capitalismo nos niega.

Añez, presidenta y candidata, ha afrontado la crisis buscando resultar como la defensora de la vida y la salud de bolivianas y bolivianos, pero al mismo tiempo tratando de no contrariar el mundo empresarial con el cual sostuvo reuniones antes de implementar las medidas de confinamiento. Como no existe conciliación posible entre estas dos necesidades, el resultado ha sido un agudizarse de las contradicciones al interior de su propio gobierno.

Desde el ingreso del coronavirus ha habido varios cambios en una serie de ministerios estratégicos. El ministro de salud, exponente del colegio médico, ha sido reemplazado por alguien menos relacionado a las protestas de los trabajadores en salud; el ministro de minería, cooperativista, ha sido destituido después de haber perdido el apoyo de su sector que reclama dotación de insumos de bioseguridad, y reemplazado por un profesional vinculado a la empresa minera mediana y grande; el ministro de desarrollo productivo ha sido reemplazado por Ortiz, ex funcionario de la CAINCO y dirigente nacional del partido de la presidenta, Demócratas.

El gobierno se quita la máscara y muestra su verdadera naturaleza burguesa. Los escándalos de corrupción en YPFB o por el uso privado de aviones de la FAB para trasladar a familiares del entorno de Añez, son todas expresiones de la concepción patrimonial que del Estado tiene la burguesía boliviana y de la cual nunca podrá ser emancipada. Pero son hechos secundarios ante la apertura a los transgénicos establecida por Añez o la violación de los derechos de consulta y las facilidades a la inversión minera y petrolera que ha dictaminado entre gallos y medianoche. Si algo une a todos los nuevos ministro nombrados por Añez es su posición flexible para que la cuarentena no afecte la economía, mientras trabajadores, de la producción y los servicios, incluso la salud, y también pequeños comerciantes somos víctimas de la pandemia.

Por otro lado, hay una evidente lucha política al interior de este gobierno entre los dos partidos que sostienen a Añez, es decir Demócratas de Rubén Costas y UN de Doria Medina. El ingreso de Ortiz en el gabinete de Añez así como las protestas de la gobernación cruceña y del mismo Costas para que su propio gobierno nacional cumpla con los compromisos con el sistema público de salud departamental, son clara muestra de aquello. Esta lucha por el poder sobre cuestiones como la flexibilización de la cuarentena, las políticas socioeconómicas y el papel de las FFAA en la contención del contagio, expresa la debilidad de este gobierno y la lucha de clases que se agudiza en el país.

Más crecen estas contradicciones, más probabilidades tiene el MAS de beneficiarse electoralmente. Es absolutamente natural y comprensible que cuando las masas visibilizan el contenido de clase de un gobierno y lo identifican con intereses que le son ajenos, se inclinen a apoyar al partido que lo combate desde una mejor posición. Sin embargo todo esto no solo no resuelve, sino evidencia las divisiones dentro del MAS.

Efraín Chambi, senador del MAS, ha acusado a la “izquierda comunista radical” de este partido, indicando al hermano del ex vicepresidente Raúl García Linera, de haber provocado las protestas del jueves 30 de abril, que en centros como El Alto se desarrollaron rompiendo la cuarentena con un resultado de decenas de arrestos. Otras figuras destacadas del partido aseguran que las elecciones podrán ser nuevamente pospuestas en caso exista riesgo para la salud. No tenemos porque tomarnos en serio las acusaciones de delatores que han coadyuvado la “pacificación” de Añez. Si realmente la izquierda del MAS ha jugado un papel en estas protestas, el problema para nosotros es otro.

Como suponíamos, las protestas han concentrado el máximo esfuerzo sobre un tema, la fecha de las elecciones, y se han completamente diluido frente al paulatino desmoronamiento del gobierno y al agravarse de la pandemia y sus consecuencias sociales. Inclusive, el silencio de la COB deja la puerta abierta a la invitación de Añez para involucrarla en la implementación del programa burgués para la reactivación económica.

Pero esto es lo que ha caracterizado la supuesta izquierda del MAS a lo largo de las gestiones de Evo: radicalismo formal y oportunismo político. Durante los agitados días de la caída de Evo, nos decían que no era el momento para medidas radicales o de ruptura con la burguesía, la OEA etc.; que por el contrario se debía ganar el favor de los empresarios “patrióticos”, la lucha en las calles y la legitimidad ante la OEA para defender a Evo. El resultado es que la burguesía y la OEA aprovecharon para promover la intervención militar. Las medidas radicales, como por ejemplo la expulsión de la multinacional alemana del litio, el MAS las pudo solo esbozar cuando era tarde.

El escenario más favorable según el actual gobierno sería de llegar en junio con unos diez mil contagiados. Esto, estadísticamente, significa por lo menos 1500 hospitalizados y 500 en terapia intensiva. Como alertan los sindicatos salubristas estamos al borde del colapso del sistema salud. Actualmente la cuarentena estricta rige en todas las capitales departamentales y algunas ciudades intermedias. Esto significa que los únicos lugares donde en este instante hay personas evaluando conjuntamente su situación y la del país, son los centros mineros, en su mayoría dispersos en pequeños municipios, los sindicatos agrarios, de pequeños productores y obreros agrícolas y la masa expuesta al contagio de trabajadores de las grandes ciudades (fabriles, repartidores etc.), trasladada como ganado de sus casas al trabajo o confinada en las mismas empresas para que sigan los negocios.

Pero la clase trabajadora no podrá ser levantada con propuestas como prohibir los despidos hasta dos meses después que acabe la cuarentena; devolver el 10 por ciento de sus aportes para la jubilación en créditos al empresariado; “obligar” las clínicas privadas a prestar atención médicas a todos los que pueden pagar, que es lo que ya hacen. Esta son las propuestas del MAS y si su ala izquierda quiere jugar un papel en ese partido debe luchar contra estas propuestas y, consecuentemente, contra la colaboración de clases entre explotados y explotadores que las inspira y dicta la línea electoralista del partido.

Por redes circulan decenas de denuncias de trabajadores fabriles, de salud, repartidores de comida etc. Organizar estas protestas espontáneas en un movimiento de huelga y ocupación de empresas contra los despidos y de conformación de comisiones de vigilancia sanitaria de los trabajadores para detener la producción en lugares no seguros, daría el referente a los sindicatos agrarios para coordinar las tareas de abastecimiento en los barrios populares y arrastraría rápidamente a la juventud en la lucha. Dentro de un movimiento organizado bajo el lineamiento de armar a la clase trabajadora frente a la pandemia y la crisis, también la lucha de los trabajadores de salud por ítems, estabilidad laboral y dotación de equipos de bioseguridad se vería fortalecida en beneficio del sistema de salud público.

Esto demuestra visivamente porque defendemos la independencia de la clase trabajadora y que es esta, por su papel en la producción, la que puede acabar con el capitalismo . Estas son las cosas que hemos propuesto desde un principio y que podríamos estar haciendo si fuéramos una organización de unos miles. No lo somos, todavía, porque esperamos tu compromiso a construirla con nosotros.

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