El mes pasado 100.000 trabajadores del sector privado norteamericano perdieron sus empleos. Es el tercer mes consecutivo en el que aumentan las cifras de desempleo. Extrañamente, la tasa actual de desempleo pasó del 4,9 al 4,8 por ciento, esto es debido a que 450.000 personas han dejado de "buscar empleo" y por tanto han salido de las cifras. Es bueno saber que no sólo el gobierno británico maquilla los datos.
La crisis financiera está empeorando la recesión que se avecina. La crisis comenzó con el escándalo de las hipotecas sub-prime, gente sin ingresos, sin empleo y sin bienes a quienes se les ofrecían hipotecas que posiblemente no podrían pagar. Con frecuencia comenzaban pagando intereses bajos que de repente subían una vez habían picado el anzuelo. Esta trampa sólo era posible debido a la atmósfera febril de la burbuja inmobiliaria, donde se extendió la ilusión de que los precios inmobiliarios podrían seguir subiendo eternamente. Pero todo lo que sube debe bajar.
Estas hipotecas sub-prime o basura se dividían y repartían con otros activos financieros que se vendían en todo el mundo como pedazos de papel que darían al propietario un beneficio. Bueno para algunos. El problema es que los propietarios de las hipotecas sub-prime no pueden pagar y están siendo desahuciados, prácticamente en millones. Así que estos pedazos de papel no tienen valor y el escándalo de las sub-prime se ha globalizado alcanzando a continentes no relacionados con el timo.
La crisis de las sub-prime hizo dos cosas. Pinchó la burbuja inmobiliaria, que ha estallado definitivamente. Ahora los precios inmobiliarios están bajando, en algunos casos un 15 por ciento. El mercado inmobiliario ha colapsado. Desde el inicio de la crisis el verano pasado, 250.000 trabajadores de la construcción han perdido sus empleos. El año pasado hubo 1,5 millones de embargos hipotecarios y esa cifra empeorará. Cada trabajador de la construcción parado es un "consumidor" que no podrá comprar un nuevo automóvil. Cada trabajador del automóvil parado es alguien que no podrá trasladarse a una nueva casa.
La segunda consecuencia de la crisis de las sub-prime es una contracción del crédito. Los bancos han utilizado los pedazos de papel basados en hipotecas poco fiables en activos sobre los que se podía dar dinero. Ahora el préstamo se ha terminado. Los bancos son reticentes a prestarse dinero entre sí o a prestamistas potenciales. El Banco Central ha respondido reduciendo los tipos de interés al 3 por ciento comparados con el 5,25 por ciento del verano pasado, y hay posibilidades de que los reduzcan de nuevo. Como el tipo de interés es inferior a la inflación, en realidad, están pagándote por prestarte dinero. Pero como decía Keynes: "puedes conseguir un pedazo de cuerda, pero no puedes avanzar con el pedazo de cuerda". Lo que quería decir es que subir los tipos de interés puede ser efectivo en contener el crecimiento capitalista sobrecalentado, pero reducir los tipos de interés cuando ya están muy bajos no tiene demasiado efecto a la hora de reflotar la economía.
Están haciendo lo que pueden, pero no es suficiente. A pesar del chiste de que sólo dos personas en EEUU no saben que el país está en recesión, Bush y el responsable de la Reserva Federal, Bob Bernanke, están intentando evitar que el capitalismo se desacelere y se pare. George W. Bush ha anunciado una reducción de impuestos superior a los 150.000 millones de dólares para reanimar la economía. ¿Pero qué utilidad tiene la reducción de impuestos si no consigues un empleo? Este tipo de medidas parece que no funcionan.
Pero los recortes de tipo de Bernanke están teniendo un efecto, sobre los mercados de cambio extranjeros. Los especuladores tienen la posibilidad de poner su dinero en dólares o en cualquier otra parte. Si EEUU ofrece un tipo de interés bajo entonces se llevarán el dinero a otra parte. Eso es lo que ha conseguido Bernanke. El dólar ha alcanzado los niveles más bajos de todos los tiempos en los mercados de divisas. Eso abarata las mercancías norteamericanas y las hace más competitivas en el extranjero. Pero las importantes son más caras y alimentan la inflación. Eso es lo que está golpeando al consumidor estadounidense y que ha sido la fuerza motriz del crecimiento económico en todo el mundo durante los últimos cinco años. Nada más. El consumo en EEUU se ha basado en la burbuja de los precios inmobiliarios que ha estallado de una vez por todas.
La crisis pasó de las hipotecas sub-prime a una contracción del crédito. Como los bancos recelan de estos pedazos de papel entonces han dejado de prestarse dinero entre ellos, ha ocurrido lo mismo con los consumidores. Ahora la Reserva Federal está dando dinero para los préstamos a los bancos comerciales (el llamado Term Auction Facility (TAF)), concretamente 100.000 millones de dólares el viernes para facilitar el préstamo interbancario. El lunes doblaron esa cantidad a 200.000 millones de dólares. ¡Pánico! Los bancos necesitaban dinero para purgar sus portafolios de sub-prime tóxicas. El gigante Citigroup ha anunciado que cancelará otros 18.000 millones de dólares en deudas malas.
Igual de espeluznante es lo que está ocurriendo en los mercados de mercancías. El índice de precios de las mercancías ha subido un 288 por ciento en seis años, a fecha de febrero de 2008. En cuanto a la energía, los precios subieron un 358 por ciento. Parece que será un aumento a largo plazo en la demanda de mercancías y energía, y ha escapado al control del gobierno norteamericano. Casi un tercio de la demanda extra de petróleo procede de China. Tim Bond escribía lo siguiente en el Financial Times del 6 de marzo:
"Los mercados financieros requieren una recapitalización del sistema bancarios, se calcula que va desde los 300.000 a los 2 billones de dólares. En cambio, las posibles necesidades de capital en los mercados empequeñecen con las necesidades actuales del sistema bancario. Según la Agencia Internacional de la Energía, el sector energético global por sí solo necesita 22 billones de dólares en las próximas dos décadas para satisfacer el aumento anticipado de la demanda de energía primaria... Es de prever la escala de la respuesta ante cada una de estas crisis en proporción inversa a sus respectivas magnitudes. En EEUU, la contracción del crédito ha provocado un paquete fiscal instantáneo de unos 168.000 millones de dólares, o lo que es igual, un 1,2 por ciento del PIB nominal. Por otro lado, la última asignación al presupuesto anual de gasto en energía renovable es de sólo 1.720 millones de dólares, el 0,01 por ciento del PIB".
El capitalismo nos ha llevado al borde del desastre, necesitamos un plan para el futuro y eso significa un cambio de sistema.
Nouriel Roubini fue despedido como futurólogo profesional, pero sus predicciones han demostrado ser muy acertadas. Ve un "aumento de la rentabilidad del resultado financiero catastrófico". Paso uno, es la peor recesión inmobiliaria en la historia norteamericana. Sugiere que los precios inmobiliarios caerán un 20-30 por ciento, evaporando 4-6 billones de la riqueza familiar. Paso dos, son las pérdidas de las hipotecas sub-prime. Paso tres, la contracción del crédito se extiende al crédito al consumo. Paso cuatro, es el crash de las monolines. Monoline es el nombre que se da a las personas que aseguran los bonos de los proyectos gubernamentales locales. Suena seguro y aburrido. Las financieras monolines han perdido miles de millones de dólares. Si se quiere un pequeño ejemplo basta con ver al Cheltenham Gold Cup.
Ahora todo eso está ocurriendo ante nuestros ojos. Roubine entonces señala las etapas adicionales de la debacle financiera: el colapso del mercado de la propiedad comercial, un banco caerá y se producirá una oleada de impagos empresariales. Todo eso va a pasar: "Las pérdidas totales del sistema financiero sumarán más de 1 billón de dólares y la recesión será más prolongada y severa". Los pensamientos de Roubini ya no parecen tan lunáticos. Los economistas de Goldman Sachs ahora están de acuerdo con él. Pertenecen a la corriente principal de las grandes empresas y pueden tener unas posibles pérdidas totales de 1.156 millones de dólares.
Cuando todos los comentaristas capitalistas se vuelven todos insufriblemente apocalípticos, entonces sabes que algo va realmente mal en su sistema.
Un más tarde regresó Roubini. Hizo algunas sumas más. Hizo unos cálculos verosímiles, ahora dice que las pérdidas totales podrían ser de 3 billones de dólares. Martin Wolf estudió esta "ascendente subasta de escenarios espeluznantes en el Financial Times del 11 de marzo con una mezcla de pavor y consternación. Y comenta lo siguiente:
"Unas pérdidas de 2-3 billones de dólares descapitalizarían el sistema financiero. El gobierno tendría que acudir en su rescate. La manera más plausible de hacerlo es a través de la nacionalización de todas las pérdidas".
Es de destacar que los representantes de la burguesía no tienen ninguna objeción ideológica a la nacionalización. Todos están a favor de que las pérdidas pasen a ser propiedad de la nación, siempre y cuando los beneficios sigan en sus bolsillos.
Y continúa:
"Aunque el gobierno norteamericano pueda permitirse aumentar su deuda más de un 20 por ciento del PIB para hacer eso, esa decisión tendría enormes ramificaciones. Tendríamos la crisis financiera más grande desde los años treinta. Sería un acontecimiento política que haría época".
¿Podría ocurrir este acontecimiento? Seguro que sí. El capitalismo está fuera de control. Esta situación no sólo ocurre en EEUU. La alarma y la consternación que ha provocado cada mala noticia procedente de EEUU en Tokio, Londres y Shanghái, demuestra que (como ya hemos dicho en otros artículos) la idea de que el resto del mundo puede desacoplarse y escaparse de los problemas económicos en EEUU es una fantasía. Incluso si el capitalismo no cae y es aplastado en este momento, siempre será una amenaza para el bienestar y la felicidad de los trabajadores de todo el mundo. Es un buen momento para librarse de él.
Source: El Militante