Ecuador: La policía de Daniel Noboa asalta la embajada mexicana en Quito

Image: cambio21, Wikimedia Commons

En la noche de viernes 05 de abril, en clara violación del derecho internacional y a las proprias instituciones burguesas, el presidente Daniel Noboa ordenó que su policía invadiera la Embajada mexicana, en Quito, para arrestar el exvicepresidente Jorge Glas a quien las autoridades mexicanas habían concedido asilo político.

Jorge Glas fue el vicepresidente de Rafael Correa en el mandato de 2013-2017 y fue condenado por desviar recursos de obras para reconstrucción de ciudades costeras, que fueron muy afectadas por el terremoto de abril de 2016. Así como Rafael Correa sufre una persecución política del sistema judiciario ecuatoriano. Rafael Correa ha tenido su pedido de asilo aceptado por el Gobierno belga y vive en Bélgica desde 2017.

Jorge Glas estaba en la embajada mexicana desde diciembre de 2023, y su pedido de asilo político había sido concedido en este viernes, 05 de abril, y la canciller de México, Alícia Barcena, ya había solicitado el salvoconducto para que Jorge Glas dejara el país, pero fueron sorprendidos por la policía ecuatoriana que asaltó a la embajada mexicana con carros blindados, por la noche. Durante el procedimiento fue golpeado el jefe de la delegación diplomática mexicana, Roberto Canseco, que trató de impedir la acción ilegal de la policía. 

El presidente mexicano, Lopez Obrador, inmediatamente anunció el rompimiento de relaciones diplomáticas con Ecuador y solicitó la retirada del país de todo el personal de la Embajada mexicana.

La violación del territorio mexicano

El Gobierno de Daniel Noboa ha ignorado principios del derecho internacional y ha violado el territorio mexicano con este asalto a la embajada mexicana. En su campaña demagógica y mediática de combate a la criminalidad y en contra de la corrupción ha ido demasiado lejos. No ha recibido el apoyo abierto ni del imperialismo norteamericano ni tampoco de la Unión Europea. Incluso gobiernos reaccionarios como el de Argentina lo han reprendido.

El Gobierno de Bolivia ha convocado a su embajadora al país y está también bajo presión para romper relaciones diplomáticas con Ecuador; Gustavo Petro promoverá una acción para que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expida medidas cautelares en favor de Jorge Glas; Brasil ha condenado fuertemente la violación de la embajada mexicana.

La invasión de embajadas es algo muy inusual y grave. Por ejemplo, después del golpe de estado de Pinochet en Chile miles se refugiaron en diversas embajadas, notablemente la de Suecia, y pudieron irse del país. Pero no es un hecho sin precedentes, incluso recientes. Durante la tentativa de golpe reaccionario pro-imperialista de 2019 en Venezuela, el gobierno estadounidense entregó la embajada venezolana en Washington a la oposición reaccionaria, reconociendo a Carlos Vecchio, un aliado de Juan Guaidó, como el embajador venezolano en EEUU. 

Es importante recordar que en el gobierno de Lenin Moreno, en 2019, autorizó que la policía metropolitana de Londres entrara a la embajada ecuatoriana en el Reino Unido para arrestar a Julian Assange, el periodista que reveló los crímenes del imperialismo americano. Rafael Correa le había concedido asilo en 2012 y vivió en la embajada ecuatoriana hasta 2019. Desde entonces está en la cárcel en condiciones de vida inhumanas pendiente de su extradición a EEUU. 

Estos acontecimientos dramáticos exponen como el derecho burgués es una farsa. El presidente ecuatoriano Noboa ha pasado por encima del derecho internacional y la Convención de Ginebra, y no ha tenido ninguna consecuencia práctica hasta el momento. La burguesía, cuando le interesa, rompe sus propias leyes y acuerdos en defensa de sus intereses. 

El movimiento obrero utiliza los derechos democráticos, conquistados en la lucha en su mayoría, pero sin sembrar ilusiones en la democracia burguesa, que al final solo es una hoja de parra para disfrazar la dictadura del capital. La defensa del derecho de asilo es parte de la lucha de la clase trabajadora. 

El Gobierno de Daniel Noboa es muy impopular. El avance de la violencia en el país, fruto del propio sistema capitalista, ha sido la excusa para violaciones de derechos democráticos. Tiene una política totalmente anti obrera. Este atropello debería ser respondido firmemente por la dirección del movimiento obrero, campesino e indígena con grandes manifestaciones en las calles contra el gobierno al que es posible tumbar.

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