Bajo la consigna “La Unidad en la Calle” la derecha venezolana se lanza en una nueva “guarimba” en contra de la revolución bolivariana. A pesar de que el gobierno bolivariano ha hecho llamados a lograr trabajar en conjunto con los políticos de oposición, a fin de resolver las diferentes problemáticas del país, los sectores más extremos de esta rancia oposición han preparado una nueva ofensiva desestabilizadora.
No hay conciliación posible
Después de las elecciones del 8 de diciembre, el presidente Maduro se reunió con los principales sectores de la burguesía nacional y les hizo una serie de concesiones, ofreciendo créditos, dólares del estado, y demás facilidades. Como era de esperar, éstos al cabo de unas semanas, respondieron con un mayor acaparamiento y arreciando la guerra económica. De igual manera, mientras el gobierno ha convocado a la oposición venezolana, para trabajar en conjunto a fin de resolver asuntos como la inseguridad, la violencia en las calles, educación, salud, etc., la respuesta clara de la derecha ha sido un llamamiento masivo a los sectores más radicalizados y afectos a la oposición a tomar las calles y a derrocar el gobierno.
Nada de esto debería sorprendernos. La lección es muy clara y debería haberse aprendido hace tiempo, como lo hemos advertido los marxistas una y otra vez. Cualquier intento de conciliar con la burguesía y su brazo político en Venezuela, agrupado en los partidos de la MUD, no son más que esfuerzos estériles. La burguesía nacional es incapaz de jugar ningún papel progresista y está irreconciliablemente enfrentada a la revolución bolivariana desde su inicio. La revolución significa el despertar del pueblo trabajador y un proceso profundo de organización y conciencia revolucionaria que amenaza a su dominio de clase. Por lo tanto, no hay forma posible de conciliar con la burguesía. Ante esta situación, la burguesía “nacional” se lanza en brazos de sus amos en Washington, a los que está unida por mil lazos económicos, políticos y personales.
Esto es una lucha de clases
Como hemos dicho, no se puede contar con la burguesía para desarrollar el país, ni siquiera para aplicar reformas progresistas básicas en el terreno de la educación, la sanidad, la vivivenda, etc. no lo hicieron mientras tenían gobiernos serviles y aliados que gobernaron para ellos, mucho menos lo harán ante un gobierno que toma medidas en beneficio de los trabajadores.
No debemos olvidar que los intereses de la burguesía y de la clase trabajadora son antagónicos. Mientras las políticas neoliberales de la IV Republica beneficiaban unilateralmente a la burguesía, al mismo tiempo golpeaban salvajemente las condiciones de vida del pueblo trabajador. Por el contrario, las regulaciones de precios, aumentos de salarios, expropiaciones, y demás reformas que se han llevado a cabo durante la revolución bolivariana, también golpean (aunque sea por un poco), a los intereses de la burguesía.
En tal sentido, los intereses de ambas clases son antagónicos, y no hay un camino intermedio donde se pueda beneficiar a ambas. Cualquier gobierno que pretenda defender y representar los intereses de la clase trabajadora, a la larga terminará afectando y golpeando automáticamente a los intereses de la burguesía, aún sin querer afectarles directamente. Esto lo comprendió el comandante Hugo Chávez cuando dijo que no había una tercera vía posible, que el único camino que debía y debe tomar la revolución bolivariana es el socialismo. Más aún lo pudimos ver cuando, producto del lanzamiento de una tímida política de reforma agraria, contemplada en la Ley de Tierras de 2001, fuera ello uno de los detonantes suficientes, para que en el 2002 la burguesía llevara a cabo un golpe de estado en contra del Presidente Chávez.
Como solventar los problemas reales del país
Si la burguesía ha dejado claro su desinterés en trabajar en conjunto con el gobierno bolivariano, y la derecha venezolana no ha dejado nunca de lado el sabotaje y la desestabilización, debemos de una vez por todas comprender que es imposible que se comporten de una manera diferente a la que lo han venido haciendo. Luego de 14 años de sabotaje económico permanente, golpes de estado, intentos de magnicidio, guarimbas y demás, no ha habido todavía un primer cambio real de actitud de la burguesía y sus representantes políticos hacia la revolución bolivariana. Esto, no ha pasado ni pasará jamás.
Por su parte, la burguesía seguirá saboteando la economía a través de esta guerra económica porque puede hacerlo, y ello se debe a que mientras los principales medios de producción del país estén en sus manos, seguirán teniendo la potestad de usarlos como les convenga, y como hemos dejado claro ya, lo que a ellos les conviene, no le conviene al pueblo.
Es por esto, que para poder desarrollar el país, antes debemos socializar las principales palancas de la economía, esto significa, expropiar los principales monopolios (nacionales e internacionales), expropiar los grandes latifundios, y expropiar toda la banca privada, y, asimismo, poner todas estas industrias en manos de los trabajadores y trabajadoras, quienes junto con los consejos comunales, comunas, consejos campesinos, y demás organizaciones revolucionarias , serán los encargados de dirigirlas de forma democrática y en beneficio del colectivo y no unos pocos individuos, como ha venido siendo desde que los conquistadores instauraron la sociedad de clases en estas tierras, hace ya varios siglos.
Sólo de esta forma, se puede planificar realmente la economía del país, lo cual nos permite producir lo necesario, mantener precios justos, salarios dignos, pleno empleo, permitiendo acabar totalmente y de manera definitiva con la pobreza, la inseguridad, etc.
Cómo combatir las guarimbas
Sólo la movilización revolucionaria puede acabar con las guarimbas llevadas a cabo por la derecha venezolana y dirigidas por el imperialismo. La revolución bolivariana una y otra vez ha demostrado que ante los intentos desestabilizadores, la mejor fórmula revolucionaria es la respuesta en las calles de la clase trabajadora organizada y del pueblo todo, para defender las conquistas sociales y a la revolución bolivariana.
Lo que estamos viendo durante los últimos días, las guarimbas en varias ciudades del país, como han sido el caso de Mérida y San Cristóbal, incluyendo la violenta marcha de hoy en Caracas, que dejó como saldo el fallecimiento de un dirigente revolucionario de la parroquia 23 de Enero, significa claramente una campaña de desestabilización de los sectores más extremos de la oposición de derecha. Sólo mediante la movilización revolucionaria de la clase trabajadora y el pueblo en la calle, se puede enfrentar a los sectores violentos de la derecha, sobre todo a sus grupúsculos fascistoides que ya están llevando adelante un plan nacional de acciones violentas de calle, contra la Revolución Bolivariana, acciones dirigidas sin duda alguna, hacia un nuevo golpe de estado.
Retrasar y aplazar las acciones decisivas y necesarias que debe dar la revolución para acabar definitivamente con el poder de la burguesía, para, terminar definitivamente con cualquier intento de la contrarrevolución por derrocar y aplastar a nuestra revolución, es preparar las condiciones en futuro próximo, para una derrota de la revolución misma, y una victoria de la reacción burguesa.
Para acabar definitivamente con el golpe, acabemos con el poder de la burguesía.
Expropiación de los capitalistas para acabar definitivamente con el golpe económico.
Movilización popular y radicalización de la revolución para derrotar a los golpistas