La situación política en Brasil se ha convertido en una brasa caliente, la sexta economía del mundo y el principal socio comercial de la Argentina, se encuentra convulsionado a nivel económico y, por ende, a nivel político y social.
Como una lengua de fuego que arrasa a su paso todo lo que toca, la crisis capitalista mundial viene devastando la economía brasilera que se encuentra actualmente en un estado grave.
En este momento, Brasil atraviesa una fase de clara contracción económica, con un pronóstico de caída del 0,7% del PIB durante 2015, una tasa de inflación que supera el 7%, bien por encima del objetivo oficial del 4,5% anual y, muy en particular, un altísimo nivel de endeudamiento de los hogares y del sector empresarial privado.
Por su parte, ya se han comenzado a registrar caídas en el empleo, agravado por el impulso del PT de Dilma Roussef de un paquete de leyes antiobreras que tienden a flexibilizar el empleo al abrir la posibilidad de subcontratar empleados sin vínculo laboral directo.
Se suma a esto, un ajuste fiscal y una oleada de privatizaciones que comienza a poner a Brasil en la senda de las políticas neoliberales. Con tan solo ver la ultimas medias asumidas por el PT, advertimos que Brasil cuenta en estos momentos con una economía que tiene las mismas características que la de los países cuya economía está bajo la tutela del FMI.
Resulta inadmisible que el PT haya ganado las últimas elecciones agitando un programa que se oponía a las recetas neoliberales de la oposición encabezada por Aécio Neves y que sea el mismo PT el que ahora lleva el ajuste a la mesa de los trabajadores.
El camino de la dirigencia del PT, al salvaguardar los intereses capitalistas, ha llevado a iniciar una dura política de ajuste y privatizaciones, reduciendo costos vía salarios y despidos que anticipa una explosión colosal por abajo, que encuentra antecedentes en las llamadas “Jornadas de junio” en 2013, donde millones ganaron la calle para enfrentar ajustes por parte de gobernadores del PT.
La economía brasileña sufre un retroceso grave y las perspectivas son de una profundización de los factores que la empujan hacia abajo, determinada por la crisis mundial.
La política de alianzas con la burguesía, cediendo a los intereses de los capitalistas, ha llevado al histórico PT ha comenzar a romper los lazos con la base histórica de su partido.
A su vez, esta situación es aprovechada por los sectores más rancios de la burguesía que buscan presionar al PT para sacarlo del poder mediante un golpe suave. Estos sectores, donde se encolumnan los medios masivos, buscan terminar hoy mismo con el gobierno de Dilma ya que exigen un ajuste brutal, abierto y violento.
Hoy el gobierno y el PT se enfrentan a su destino. La era de las conquistas y los avances sociales ha quedado atrás.
Los limites del progresismo en el Capitalismo
La situación que hoy atraviesa Brasil debe ser una advertencia para todos los compañeros del campo popular en Argentina.
Lo que estamos viendo es, ni más ni menos, los limites que el propio capitalismo impone a los proyectos políticos reformistas.
En un marco de crisis secular, donde los cimientos económicos del mundo son un tembladeral, estos gobiernos se ven ante una encrucijada, ya que cuando la crisis económica se profundiza, el margen de maniobra para las reformas se reduce.
El dilema es: o se avanza sobre las ganancias, derechos de propiedad y privilegios de los grandes monopolios de empresarios, banqueros y terratenientes o se ajusta a los trabajadores y el pueblo pobre reduciendo el salario real. No existe otra alternativa.
Hoy el agravamiento de la crisis mundial nos muestra que aquellos gobiernos que han realizado grandes avances sociales, pero sin romper con la legalidad burguesa, se encuentran atravesando dificultades crecientes.
La Argentina no ha sido una excepción y el retroceso de Brasil ya esta impactando en nuestra economía.
Más temprano que tarde, Argentina deberá enfrentarse a su destino al igual que ahora lo hace Brasil. Por lo tanto, si queremos luchar por mantener y profundizar las grandes conquistas que hemos logrado los trabajadores bajo el gobierno kirchnerista, debemos comenzar a leer las advertencias que nos llegan desde el país vecino.
Sólo avanzando en la planificación de la economía controlada democráticamente por los trabajadores y teniendo en nuestras manos los resortes fundamentales de la industria y el comercio exterior, podremos evitar el retroceso.
La crisis capitalista amenaza con tirar por la borda los avances en nuestro país, Brasil es un claro ejemplo de los límites del reformismo y del “capitalismo en serio” para avanzar. Es la tarea de toda la militancia comenzar a plantear la necesidad de romper con el capitalismo.
El camino contrario nos llevará por el sendero de la derrota, con el consiguiente retroceso en nuestras condiciones de vida.
Brasil se nos aparece como un espejo, es hora de romperlo y construir nuestro futuro.