Bolivia en la encrucijada
En un artículo anterior tratamos en profundidad la situación económica y social general de Bolivia. Nuestro objetivo era hacer un balance de lo que había hecho el nuevo gobierno boliviano y al mismo tiempo ofrecer una perspectiva y un programa al movimiento. Un balance y perspectivas que podrían ser un instrumento valioso en manos de los militantes bolivianos que quieren llevar la revolución adelante.
Como explicamos, desde el punto de vista de las masas bolivianas, el gobierno de Morales, más allá de los límites del programa real de Morales y las primeras acciones de su gobierno, es precisamente el mismo gobierno de trabajadores y campesinos por el que lucharon durante los días de insurrección en el verano de 2005. Esa batalla se perdió debido al sectarismo y la falta de preparación por parte de la dirección del movimiento. Desde el punto de vista de las masas bolivianas, eta tarea finalmente se consiguió a través de las elecciones.
Entonces insistimos y ahora lo repetimos, que este vínculo “privilegiado” que Morales y su partido, el MAS, consiguieron crear con los trabajadores y sobre todo con el movimiento campesinos, podría ser un factor contradictorio en la situación a medio plazo. Por un lado los errores y retiradas del gobierno podrían provocar una amplia desorientación dentro del movimiento. Por otro lado, es inevitable que Morales y el MAS, que nacieron de los grandes movimientos de la última década, tienen en las masas movilizadas el único punto de apoyo real. Esto significa que el partido y el gobierno no sólo están muy influidos por las masas sino también en cierto sentido favorecen el desarrollo del movimiento.
Defendíamos y defendemos lo conseguido durante estos primeros meses, especialmente en terrenos como la lucha contra el analfabetismo y la lucha por conseguir niveles mejores en la sanidad y la nutrición, la nacionalización del gas y el petróleo y los primeros intentos de reforma agraria. Estuvimos en contra d aquellos que sólo son capaces de insistir en el carácter limitado de estos pasos pero no querían ver su carácter progresista en el sentido de que estas medidas concretas estaban fortaleciendo a las masas en su lucha titánica contra la miseria del capitalismo. Al mismo tiempo, estuvimos en contra del fácil entusiasmo de aquellos que veían un camino claro y lineal frente al gobierno Morales que llevaría de una reforma a otra. Aviamos que dada la posición débil de un país como Bolivia, sometido a las presiones imperialistas feroces de EEUU, Europa y a escala regional de Brasil y Argentina, no sería posible llevar a cabo un programa de reformar y mantener la paz social dentro del marco del capitalismo. Esto habría llevado a la derrota de la revolución. Desde un punto de vista marxista esto no era difícil de prever. Los acontecimientos han demostrado rápidamente que teníamos razón a la hora de señalar estos peligros.
… se enfrenta a un punto de inflexión histórico
Cuando la sociedad pasa a través de un período de crisis hay veces en que los acontecimientos producen cambios bruscos y repentinos. Después hay períodos en que se llega a un equilibrio inestable y a una tregua armada. En un país estructuralmente frágil como Bolivia estas sacudidas pueden ser particularmente violentas.
El gobierno se formó hace sólo un año y está ya acribillado por las tensiones internas y existe un riesgo real de implosión. Estas tensiones surgen de las contradicciones de clase que se reflejan en la composición del gobierno. Por un lado está la mayoría de los ministros y viceministros que proceden del MAS, los movimientos sociales y organizaciones vinculadas al partido. Ellos han desarrollado un compromiso fuerte con los movimientos que se han desarrollado durante los últimos años.
Por otro lado, hay un puñado de llamados expertos que encabezan los departamentos económicos, financieros y políticos clave. Que no tienen vínculos con las masas en lucha y que han sido elegidos por la burguesía y el imperialismo como sus socios dentro del gobierno. Los dirigentes de esta fracción son Carlos Villegas y sobre todo Álvaro García Linera (AGL), el vicepresidente, que está jugando un papel absolutamente negativo, como hemos explicado en otras partes.
AGL es admirado y respetado por la izquierda reformista en Europa, que comparte con él muchos serpenteos intelectuales. Él, por ejemplo, cree firmemente que el gobierno boliviano es la materialización del “gobierno de la multitud” descrito por Tony Negri. La multitud de intelectuales que están preocupados por el establecimiento de una tercera vía entre el capitalismo y el llamado socialismo del siglo XIX para luchar contra la globalización y que simpatizan con las teorías de Negri, desgraciadamente no tratan seriamente el capitalismo ni el socialismo.
La teoría del “capitalismo andino” que AGL desarrolló se basa en un pacto entre las comunidades indígenas, los sindicatos y el gobierno por un lado, y las corporaciones multinacionales y la burguesía nacional por el otro lado. Estos últimos honrarían este pacto dando privilegios a cambio de ciertas garantías legales y en nombre del progreso social.
Al final la cuestión de este pacto se reduce básicamente al debate del siglo XIX entre los que confiaban en el papel progresista y democrático de la burguesía, en la medida que estaban dispuestos a dejar las claves de la economía en manos de la burguesía (con el factor corrector del Estado) así como la tarea de crear las condiciones para la transformación de la sociedad (una vez más la teoría de las dos etapas). Al otro lado, están los que, como nosotros, vemos que es absolutamente imposible liberarse de la miseria y la explotación imperialista sin expropiar los medios de producción la riqueza de la clase dominante y sin la planificación democrática de la economía bajo la administración de la clase obrera.
No somos los únicos que planteamos esta cuestión. Esta es la parte esencial del debate en Bolivia.
La nacionalización sobre el papel
La confirmación de que nuestros avisos eran correctos llegaron de las primeras líneas de la batalla por la nacionalización del gas. Como recordarán nuestros lectores, el 1 de mayo de 2006, Moral aprobó un decreto que establecía la propiedad estatal de todos los recursos hidrocarburos del país y permitía la ocupación de los campos, pozos y refinerías por parte del ejército. Esta fue una decisión que tenía muchas limitaciones, en primer lugar porque no proponía la expropiación de las corporaciones multinacionales sino que sólo redefinía el alcance de sus operaciones. Esto les ponía en posición de ser suministradores de servicios en relación a la extracción del gas. Sin embargo, el decreto aumentaba considerablemente los niveles impositivos de las empresas multinacionales. Nosotros apoyamos este movimiento del gobierno boliviano como un paso adelante, un preludio de nuevos acontecimientos. Las empresas comenzaron a ejercer una presión feroz al gobierno boliviano, con el apoyo activo de los gobiernos que representan sus intereses.
Comenzaron a chantajear al gobierno boliviano. Mientras participaban en discusiones para llegar a un acuerdo todas las empresas, incluida Petrobras, simultáneamente cortaban sus inversiones y dejaban de importar combustible. Esto estaba diseñado para provocar malestar social porque Bolivia no tiene recursos de gasoil, que se vende a precios muy bajos gracias a los subsidios estatales.
Encabezando la delegación gubernamental en la mesa de negociación estaban Jorgen Alvarado, en nombre de la empresa nacional de hidrocarburos (YPFB) y ministro del gobierno, Andrés Soliz Rada, el principal autor del decreto de nacionalización del gas. Rada, un nacionalista de izquierdas, formó parte activa en la defensa de las nacionalizaciones realizadas por los gobiernos de Ovando y Torres, era miembro de “Conciencia Patriótica”. Como periodista en los años ochenta, Rada denunció las prácticas depredadores de las empresas multinacionales del gas, el comportamiento escandaloso de estas empresas que declaraban a sus inversores en la bolsa de Nueva York que poseían las reservas de gas de Bolivia. Estas empresas tenían un acuerdo mediante el cual podían extraer gas, pero no poseían el gas. Sin embargo, diciendo esto podían aumentar el valor de las acciones de sus empresas.
Soliz Rada, de acuerdo con Alvarado, intentó firmar un acuerdo secreto con un grupo de multinacionales menores: gas a cambio de gasoil. Esto significaba romper el peligroso bloqueo de gasoil que en enero del año pasado permitió la ofensiva de la burguesía de Santa Cruz. Pero el acuerdo secreto violaba las leyes de transparencia de Bolivia y Alvarado fue obligado a dimitir, a pesar de la fuerte defensa que de él hizo Morales. Alvarado fue traicionado por la misma burocracia estatal que en el pasado no se molestó en impedir que los gobiernos llegaran a acuerdos inconstitucionales vendiendo los recursos naturales y que ahora defiende la “transparencia”.
En agosto, Soliz Rada, publicó una directiva ministerial que organizaba la entrega de todas las refinerías al estado, de acuerdo con el decreto de nacionalización. La reacción más furibunda llegó de Brasil donde el gobierno de Lula, con un tono de conquistador, imponía la congelación de cualquier medida. Según Lula cualquier decisión se debía posponer hasta después de la firma de los nuevos contratos y, más importante, hasta después de las elecciones en Brasil.
AGL y Villegas apoyaron esta posición dentro del gobierno boliviano y Soliz Rada fue obligado a dimitir “por razones personales”. Sin embargo, dos días después abiertamente denunció a las multinacionales, explicó que su objetivo era abortar la nacionalización. Después incluso fue aún más claro, diciendo lo siguiente: “… muchas de las cosas que hemos conseguido se están poniendo en práctica contra un sector del gobierno…”. Rada también explicó algunos de los complots en los que estaba implicado este sector del gobierno. Mientras tanto, AGL consiguió sus planes de nombrar a un antiguo director de Petrobras, una empresa brasileña que es en parte propiedad estatal y que está encabezando una ofensiva contra el decreto de nacionalización, al frente de YPFB, la empresa de hidrocarburos propiedad estatal de Bolivia. El propio Villegas se hizo cargo del puesto de Ministro de Hidrocarburos y Energía.
Ahora parece que se han dado los primeros pasos hacia la liquidación final de una conquista importante que sólo hace unas semanas parecía garantizada.
La trampa de la asamblea constituyente
Y eso no es todo. Durante muchas años hemos sido los únicos en explicar que la demanda de una asamblea constituyente era absolutamente contraproducente y equivocada desde un punto de vista revolucionario. En toda situación revolucionaria en cualquier parte del planeta donde esta demanda se ha planteado, siempre ha tenido el mismo efecto pernicioso. Al final sólo sirve para dar tiempo a la debilidad y sacudida clase dominante además de dar paso a los elementos más moderados del movimiento.
Bolivia no es una excepción. Para recobrar la convocatoria de la asamblea constituyente, AGL llegó a un compromiso con la derecha. Lo hizo a espaldas de Morales, que en aquel momento estaba en el extranjero, y de ministros como Soliz Rada, que no fue informado del acuerdo. El acuerdo tenía dos puntos. El primero era que el gobernador de derechas de Tarjia podría continuar funcionando según las últimas leyes aprobadas por el gobierno Mesa, que daban al gobernador el derecho a ejercer el control total sobre los recursos de gas de la región. Por encima de eso, se acordó que sería necesaria una mayoría de dos tercios para aprobar cualquier decisión de la Asamblea Constituyente. Debido a la ley electoral en Bolivia, esta concesión daba a la oligarquía el poder de veto de cualquier decisión. Esta posición habría llevado a la parálisis absoluta. La dirección de MAS, quizá ingenuamente, confiaba en que podría superar el obstáculo consiguiendo una mayoría de dos tercios en las elecciones. Sin embargo, lo que ocurrió en las elecciones del 2 de julio fue una historia diferente. El MAS pudo ganar con mayoría absoluta, pero no consiguió lo suficiente para salir de este callejón sin salida.
Morales y la dirección del MAS temían que los años de lucha por una nueva Bolivia se frustraran. Como resultado intentaron obligar la aprobación de leyes y regulaciones de ley durante la primera sesión de la Asamblea Constituyente basadas no en una mayoría de dos tercios sino en mayoría de la mitad más uno. La reacción de la derecha fue violenta. Durante la sesión plenaria un grupo de representantes del MNR y Podemos, los dos partidos de la derecha, atacaron a Román Loayza, una figura dirigente del MAS y antiguo dirigente del sindicato campesino CSUTCB, enviándose en coma al hospital.
En Santa Cruz los medios de comunicación locales libraban una batalla frontal contra el “autoritarismo” del gobierno central. El Comité Cívico se recuperó de los golpes recibidos con la nacionalización del gas y de los primeros pasos de la reforma agraria y ahora está intentando lanzar una nueva movilización en las ciudades, basándose en las divisiones que se desarrollaron dentro de las estructuras sindicales regionales.
La reacción de las masas de las ciudades y barrios cercanos fue iniciar una contraofensiva y poner a Santa Cruz en estado de sitio. Una vez más fue AGL quién echó agua al fuego proponiendo una mediación que permitiera una rápida resolución del conflicto. AGL está intentado ocultar los irreconciliables conflictos de clase que separan a la masa de la población de la oligarquía. Lo único que conseguirá será crear unas condiciones aún más difíciles. En el peor de los casos, esto podría significar la preparación de la derrota de la revolución.
Según los términos del nuevo acuerdo todos los artículos no controvertidos de la nueva constitución se aprobarán por mayoría simple. Los demás necesitarán ser aprobados por una mayoría de dos tercios. Un acuerdo como este no resolverá nada. ¡Qué resultado tan magnífico!
Regreso a las movilizaciones
El presidente y sus seguidores comprenden que la situación está mal y una vez más han comenzado a pedir o participar en actos públicos por todo el país. Su objetivo es volver a conectar con la base del movimiento. El propio Morales participó en un mitin en el Alto Mando del Pueblo, la unión de varias organizaciones campesinas e indígenas. Este es el movimiento del que procede el propio Morales. Sin embargo, como ya hemos explicado, los zigzag bruscos en la política del gobierno y las posiciones encontradas expresadas por diferentes ministerios han tenido un efecto sobre la confianza de las masas e introducir un elemento de desorientación.
La siguiente anécdota está tomada de un artículo publicado en La Razón, un periódico liberal de centro izquierda de Bolivia. Durante un viaje por el país los viceministros del MAS celebraron un acto sobre la reforma agraria cerca de Santa Cruz. Se invitó a campesinos y toda la gente de la reunión tomó las calles una vez más en defensa de la nacionalización, el gobierno y la asamblea constituyente. Un delegado sindical de colonizadores, los campesinos que ocuparon las tierras propiedad del estado finalmente perdió la paciencia y se puso de pie. Y gritó: “Ayer sitiamos Santa Cruz y AGL nos dijo que regresáramos a casa. ¿Qué tipo de movilización queréis que hagamos? ¡Decídnoslo de una vez por todas!”
Después este acto se volvió tan tempestuoso que el viceministro tuvo que dar una respuesta directa a los periodistas que allí estaban presentes en forma de declaración de prensa, diciendo lo siguiente: “Debemos seguir formas de lucha no violentas”.
No es una tarea fácil convencer a los hombres y mujeres en este punto, especialmente personas que se sienten que su objetivo estaba cerca y también sienten que se les escapa de las manos algo que ellos pensaban tenían bien agarrado. Estas personas han luchado duro y derramado sangre para conseguir algo importante y uno de sus dirigentes reconocidos está en coma en un hospital.
Este sentimiento, una mezcla de rabia y confusión, se está extendiendo en Bolivia. Mientras tanto, se enfrentaron con un antiguo general del ejército, Antezana, quien continúa concediendo oscuras entrevistas sobre golpes hipotéticos y complots secretos. Antezana es el mismo hombre que, justo antes de la llegada al poder de Morales, entregó los misiles chinos propiedad del gobierno boliviano a EEUU. Por encima de eso está la histeria de muchas fuentes, incluida la Iglesia Católica, sobre la posibilidad de una guerra civil.
El “capitalismo andino” en crisis…
Más de un analista ha señalado que el gobierno de Bolivia ha hecho un giro a la derecha, moderando su política y retirándose en muchos frentes. Esto es cierto no sólo con relación a las empresas multinacionales del gas como Petrobras, que se niega a cumplir la exigencia de Bolivia para poner el precio del gas en Bolivia a los niveles de mercado internacionales, pero también con relación a los terratenientes y la Iglesia Católica, que se ha puesto abiertamente al lado de la reacción, y ha conseguido efectuar un cambio parcial en la reforma de la ley educativa. La iglesia fue capaz de frenar la sección de la ley que eliminaría la enseñanza de religión de las escuelas. Esta concesión la ganó a pesar de las movilizaciones de profesores, entre los que el MAS tiene un amplio apoyo.
El ambiente general de incertidumbre y la histeria constante sobre la amenaza de guerra civil o un golpe de estado no explica totalmente por qué la derecha ha sido capaz de ganar posiciones tan destacadas dentro del gobierno. El vicepresidente AGL, como mediador entre las clases, algunas veces consigue eclipsar a Morales.
La situación actual confirma lo que hemos dicho durante el último período y marca el fracaso del plan para construir la coexistencia pacífica de reformas sociales y capitalismo, ya sea el “capitalismo andino” o el capitalismo con “rostro humano”.
Mientras tanto, se debe decir que mientras era correcto criticar a los que creían que el gobierno boliviano lo tendría fácil para aprobar las reformas, ahora también se debe decir que este giro a la derecha lejos de ser irreversible. Hay muchos factores a tener en consideración a la hora de formar nuestras perspectivas, uno de ellos es el papel que el propio Morales y sus seguidores jugarán en el gobierno.
Desde el punto de vista de la clase dominante Morales todavía es un enemigo. Durante la Expocruz, la feria de comercio anual de Santa Cruz, las asociaciones de empresarios dijeron públicamente que el presidente “indio” no era bienvenido. Por primera vez en su historia la feria de comercio comenzó sin la presencia del primer ministro. Su idea básica no es intentar utilizar el gobierno para sus propios objetivos sino echarlo tan pronto como sea posible antes de que intente implantar la reforma agraria.
Los antecedentes sindicales y militantes de Morales y los ministros del MAS todavía amenazan a la clase dominante, pero lo que les preocupa más es el intento del gobierno de fortalecer sus vínculos con las masas. El 2 de julio se celebró un referéndum sobre la autonomía administrativa. Con relación al voto el MAS no adoptó ninguna postura oficial, sin embargo, AGL hizo varios discursos a favor de la autonomía administrativa. Su posición era que esta autonomía sería menos radical que la exigida por el Comité Cívico en Santa Cruz. Sólo fue el llamamiento abierto de Morales por el “No” lo que salvó la situación y justo a tiempo. El “No” en la parte occidental del país fue aplastante, pero en la parte oriental del país y en la propia Santa Cruz el apoyo al “No” fue del 30-40 por ciento por debajo de lo que se podría haber conseguido.
Por otro lado, cualquier accidente, si es en un momento de debilidad particular por parte del gobierno o una provocación abierta de la reacción, podría provocar confusión general entre las masas y explotar una vez más en un movimiento insurreccional.
Los acontecimientos internacionales también jugarán un papel importante a la hora de determinar la perspectiva de Bolivia. Las elecciones brasileñas, las elecciones en Venezuela, el magnífico movimiento del pueblo mexicano contra el fraude electoral, la gran oleada de movimientos sociales que sacude toda la región andina, entre los que Bolivia es el país clave, todos jugarán un papel en los acontecimientos que vendrán. La nacionalización del gas en Bolivia ha sido utilizada por los mineros en Ecuador para exigir la persecución de Petrobras en su país.
… y la crisis de la dirección revolucionaria
¿Cuál es el papel actual de la vanguardia revolucionaria en Bolivia? La COB acaba de celebrar su congreso con una posición menos beligerante con el gobierno, después de que su estrategia de abstención fracasara y fueran incapaces de movilizarla oposición social al gobierno.
Los estatutos del sindicato declaran que el secretario general de la COB debe ser un minero. El MAS tiene algún apoyo entre los mineros, pero no demasiado. Sin embargo, si no existiera esta cláusula, que supuso la elección de Pedro Montes, quién pretende ser simpatizante del gobierno, está claro que el apoyo al MAS podría haber ganado la posición.
El problema principal era que la discusión sobre la composición de los órganos de dirección de la COB casi paralizó el congreso. La lucha fraccional entre el POR y otros grupos de tradición trotskista boliviana para limitar la creciente influencia del MAS y la disputa con la COR de El Alto, que debido al destacado papel que jugó en el movimiento pedía más representación, fueron los principales temas del congreso.
También hubo una discusión sobre como mantener la independencia sindical del gobierno y cómo reorganizar las filas de la organización, pero una discusión sobre cómo defender la revolución y construir el sindicato en aquellos centros de trabajado donde tiene dificultades para entrar habría sido más eficaz. Pero los dirigentes de la COB están cegados por el hecho de que no comprenden la naturaleza contradictoria del gobierno Morales, un producto del proceso revolucionario. También consideran a Morales como el sepulturero de la revolución. Si hubieran tenido la segunda discusión la COB podría de nuevo jugar un papel importante en el movimiento de masas y dar voz a la furia de la clase obrera boliviana. Pero esto sólo ocurrirá si los dirigentes de la COB responden a los llamamientos del gobierno con movilizaciones, si las extienden y las dotan de un programa, y plantean la reivindicación de formar milicias de trabajadores para defender la revolución contra la agresión de la oligarquía.
Las tormentas que vendrán
Todavía no se ha perdido, pero el tiempo no es infinito para la revolución boliviana. Una encuesta de los periódicos bolivianos de los últimos días dan una indicación de por qué. La Razón explica que existe una analogía entre el actual crecimiento exponencial en las distintas luchas de trabajadores y campesinos y el fracaso del gobierno de la UDP (Unidad Democrática Popular) de los años ochenta. El gobierno de la UDP fue abrumado por la explosión de la inflación y las luchas populares. Su colapso abrió el camino a la ofensiva de la burguesía que acabó con todas las conquistas de la clase obrera conseguidas durante el período anterior.
Las fisuras en el proyecto del gobierno se están profundizando. En un artículo anterior planteamos la reivindicación de todas las formas de descentralización administrativa, que estaban tomando recursos del estado, debían ser abolidas. Hace unos días el ministro de economía hizo una declaración oficial en la que se quejaba las enormes transferencias de fondos a algunas autoridades locales, como la autoridad regional de Santa Cruz (que utiliza los fondos estatales para perseguir a los campesinos que han ocupado la tierra), que han extendido la deuda del gobierno considerablemente y posiblemente puedan socavar la financiación de nuevos contratos de empleados públicos además de la implantación de nuevas reformas sociales. El castillo de naipes podría colapsar en cualquier momento, dejando un enorme vacío, que abriría la puerta a distintas posibilidades, incluida la posibilidad de que la reacción pueda dominar temporalmente. Esta es la única posibilidad por el momento, pero si esto ocurre debemos estar preparados para reaccionar.
Debemos coger la cuestión de la revolución boliviana con fuerza y determinación. Debemos llevar la discusión sobre las perspectivas para la revolución a las organizaciones de la clase obrera de todo el mundo. Debemos apoyar la revolución contra la política falsa y peligrosa de reformas graduales, la posibilidad de una tercera vía, etc., Esto es lo que exige la revolución boliviana.