La COB ha declarado un cuarto intermedio para reunir sus organismos dirigentes y los de las federaciones y evaluar el contenido del acuerdo con el gobierno. Algunas federaciones, particularmente el Magisterio Urbano de La Paz, Potosí junto a los fabriles de La Paz y Cochabamba siguen movilizado, mientras los mineros y otras federaciones se han ya replegado. El movimiento obrero organizado se ha dividido una vez más con respeto a la actitud frente al gobierno. Es necesario analizar políticamente este conflicto y explicitar sus lecciones para el movimiento obrero.
La huelga general nace de las contradicciones mismas del así llamado proceso de cambio. El compañero Evo Morales ha indicado muchas veces y correctamente al socialismo como solución al atraso y los problemas estructurales de Bolivia. Socialismo quiere decir expropiación y administración colectiva de los medios de producción (bancos, empresas, minas, campos gasíferos y tierra) para industrializar de manera armónica a Bolivia, liberarla del saqueo imperialista y solucionar la persistente cuestión agraria. La política del gobierno se ha balanceado en cambio entre los movimientos y las clases sociales. De tal manera se han fomentado intereses de sector y corporativos además de buscar una imposible conciliación con la parasita burguesía nacional y el imperialismo que de ser culpables por el atraso de Bolivia se pretende convertirlos en motor de su desarrollo, incentivando la inversión privada. La huelga demuestra que esto es imposible. El gobierno no ha obtenido su abrumadora victoria electoral para que contenga las legítimas aspiraciones del movimiento obrero y de las masas. Su victoria es para dar forma a estas aspiraciones y meter a las masas en condición de avanzar materialmente y socialmente en su lucha. La firma de algunos dirigentes oportunistas hoy puede desactivar la huelga temporalmente pero el riesgo principal es que la búsqueda constante de la conciliación de clase siembre decepción entre las masas, abriendo la puerta a la derecha, que solo podría volver como efecto de la pasividad del movimiento obrero-campesino o sobre su derrota. La huelga en fin demuestra que no hay cabida para hipótesis reformistas de avance gradual hacia el socialismo ni para la conciliación de clase.
La dificultad principal del movimiento obrero organizado es determinada por sus continuas oscilaciones entre el sectarismo y el oportunismo. En la primera versión este sería un gobierno igual a los anteriores que amerita una oposición clasista frontal, la segunda es un adaptarse pasivamente a las reformas que el gobierno concede al movimiento obrero. Son dos visiones igualmente fracasadas. La primera hoy permanece en el ámbito de la reivindicación salarial que, por cuanto totalmente justificada, no eleva el nivel político del movimiento obrero organizado ni lo arma frente a las contradicciones del proceso, contradicciones que la huelga manifiesta sin resolver. Los que han apresuradamente aceptado el acuerdo sin condicionarlo a la posibilidad de poner las relaciones entre gobierno y movimiento obrero organizado sobre un nivel más avanzado manifiestan en cambio solo su adaptación oportunista, ofreciéndose como chivo expiatorio de responsabilidades que solo comparten.
El acuerdo es muy parcialmente satisfactorio en este sentido y engañoso en tema salarial. Se reduce la edad útil para la jubilación de 60 a 58 años, frente a una tendencia mundial que es la de elevar este límite, y a un mínimo de 51 años para los mineros, en consideración de los peligros para la salud conexos al trabajo en interior minas. El cálculo para la pensión se realizará sobre las ultimas 24 papeletas (2 años) y no sobre 60 (5 años) lo cual permite a los trabajadores incluir los últimos bonos antigüedad y beneficios conquistados. Sin embargo – a pesar de todo esto – un trabajador boliviano se jubilará con un máximo del 70% de su último salario (frente a un 50% actual), lo cual no puede satisfacer totalmente. En cuanto al salario se introduce la posibilidad de un aumento inversamente proporcional al rédito. Sin embargo el criterio divisor de 1000 bs tiene como efecto reducir el aumento del 5% que inicialmente se ofrecía, debiendo en cambio tomarse en cuenta la canasta básica familiar de 3500 bs.
Para evaluar correctamente el acuerdo se tiene que considerar el significado político de la huelga que imparte fundamentales lecciones al movimiento obrero. Los trabajadores vieron correctamente, fortalecer el gobierno con un apoyo electoral masivo fortalecía la lucha misma del movimiento obrero en las actuales condiciones. El haber descongelado el dialogo sobre la Ley de Pensiones, que quedaba postergado desde hace 4 años, demuestra ahora a los trabajadores que votar no es suficiente, que un gobierno fuerte no es automáticamente un gobierno que responda a sus exigencias, que la presencia de un gobierno que se proclama socialista no extingue la lucha de clases – en la sociedad, en el oficialismo y en el gobierno – que solo podrá extinguirse abrogando las clases sociales. La participación de los trabajadores es imprescindible para avanzar hacia el socialismo y poner de manifiesto las mismas contradicciones en el gobierno. La confianza en Evo, lo hemos podido comprobar en todas las movilizaciones, sigue siendo alta y no podría ser diferente, el 6 de diciembre de 2009 es todavía ayer. La confianza en muchos de sus ministros está en cambio de por tierra y no podría ser diferente por la terca defensa de los preceptos económicos del Fondo Monetario Internacional. Este sentimiento muy difuso entre los trabajadores podrá tener valor político solo si la clase obrera se cimenta con toda su unidad y fuerza en una lucha abierta para expulsar del gobierno y del oficialismo estos elementos pro-burgueses y para hacer del gobierno una herramienta que responda sin vacilaciones ni conciliaciones a su base obrera y campesina. Ofrecer una plataforma política para esta lucha es la tarea de la vanguardia política del proletariado, los marxistas.
¿Los marxistas aceptan el acuerdo? Ya dijimos, lo consideramos muy insuficiente. Sin embargo consideramos que la forma para rectificarlo no es la “lucha hasta las extremas consecuencias” que está dividiendo y debilitando al movimiento obrero. Es necesario ampliar el horizonte del movimiento obrero organizado, explicitar las lecciones políticas de esta huelga y colocar al frente de nuestra lucha aquellas consignas que nos permitan avanzar sin quedar empantanados. Como escribió Trotsky a propósito de Francia el enorme peligro en Francia consiste en que la energía revolucionaria de las masas, desgastada poco a poco en explosiones aisladas… deje lugar a la apatía. Si el cuarto intermedio declarado por la COB servirá solo a ajustar cuentas con aquellos dirigentes oportunistas del sindicato que hoy son rechazados, no evitaremos este desgaste. En estas semanas hemos estado levantando consignas para dar expresión al carácter político de la huelga – establecer quien tiene que pagar por el desarrollo nacional y si el papel de la clase obrera es de aportar con su trabajo al lucro capitalista o determinar con su participación el camino a seguir hacia el socialismo. Consideramos que a estas deba incluirse la necesidad de establecer un diálogo permanente con el gobierno, dando cuerpo a aquella propuesta de un gabinete de los movimientos sociales que el propio compañero Evo Morales hizo y que fue rechazada por aquellos ministros como Torrico, Llorenti y Arce que hoy se han caracterizado como elementos pro-burgueses del gobierno. Compañeros(as) trabajadores(as); la única forma para liberarse de la dirigencia corrupta y de la derecha al interior del gobierno es activarse, conformar a partir de las bases Comités Laborales que entren de lleno en la lucha política que atraviesa el país.
Fuente: El Militante - Bolivia