La abrogación del DS 748 demuestra que no es la movilización la que peligra al proceso de cambio – como pretenden burócratas y oportunistas – sino son la pasividad y la exclusión de las bases las que fortalecen las corrientes procapitalistas, las infiltraciones de la derecha y detienen la avanzada del pueblo al socialismo.
La abrogación del DS 748 dictada por el Presidente Evo Morales representa una victoria de los trabajadores de los diferentes sectores y del pueblo en su conjunto. Demuestra que un gobierno “producto del sufrimiento del pueblo boliviano” como afirmado por el compañero Presidente debe su fuerza y solo puede gobernar basándose en la fuerza de trabajadores, campesinos y del pueblo boliviano.
La abrogación del DS 748 demuestra que no es la movilización la que peligra al proceso de cambio – como pretenden burócratas y oportunistas – sino son la pasividad y la exclusión de las bases las que fortalecen las corrientes procapitalistas, las infiltraciones de la derecha y detienen la avanzada del pueblo al socialismo. La muy acertada decisión de los compañeros mineros – sector productivo fundamental en este auge de la minería – de declarar huelga general indefinida y paro de actividades ha sido determinante en reorientar las decisiones del gobierno.
La diferencia fundamental entre esta movilización y las que fueron desinfladas por el gobierno en 2010 reside en la determinación de la clase trabajadora y en su capacidad de ponerse a la cabeza de un movimiento de carácter general, nacional y no sectorial, rechazando ofrecimientos sectoriales que buscaban dividir y rebasando la evidente disponibilidad al compromiso de la burocracia prorroguista a la cabeza de la COB.
La promulgación del DS 748 representaba una evidente victoria del saboteo productivo de las multinacionales, manifestando todos los límites de una nacionalización en boca de pozo que mantiene la presencia de las multinacionales y nuestra dependencia de sus inversiones. La producción de hidrocarburos ha decaído manteniéndose orientada exclusivamente al mercado exterior, las inversiones también. Esto peligra también otros proyectos productivos como El Mutún que dependen del aprovisionamiento de gas. Vendemos gas a Argentina a precio de convenio y lo recompramos a precio de mercado: la estructura del saqueo imperialista no se ha modificado todavía, lo cual es siempre más siempre evidente a los ojos del pueblo.
El problema del contrabando y de la falta de inversiones que ocasionan perdidas para el Estado y de subvenciones que benefician indirectamente al pueblo y directamente a agroindustriales, propietarios y contrabandistas permanece. El propio gobierno ha dejado claramente entender que un reajuste en el precio de los carburantes en el mercado interno queda pendiente por “incentivar” las inversiones productivas de las multinacionales como de la empresa nacional YPFB.
La producción de hidrocarburos en Bolivia no necesita de la presencia de las multinacionales. En la década anterior a la capitalización YPFB exploró y explotó más pozos de gas y petróleo que en la década sucesiva al ingreso de las multinacionales. A pesar de tener que financiar el déficit estatal de la época neoliberal. YPFB no debe trabajar en pérdidas (como el BOA) pero tampoco debe basarse en la regla del lucro de las multinacionales, como pretende el Ministro Arce. La reconstrucción de YPFB bajo control de los trabajadores debe ser la base para avanzar al socialismo y la independencia productiva nacional.
Hoy más que nunca los límites de una nacionalización consensuada con las multinacionales son manifiestos frente al pueblo. Retomar la Agenda de Octubre, expulsando a las multinacionales y nacionalizando la industria nacional saboteadora (inclusive bancos privados que alimentaron los rumores de corralito) es la única alternativa viable. El movimiento obrero organizado tiene una importante ocasión de reunir a todos los demás sectores y al pueblo alrededor de estas consignas, uniéndolas a la lucha por el salario, el control obrero y campesino sobre la producción, las condiciones de vida y laborales de los bolivianos, para darle el carácter general que movilice a todo el pueblo con la COB.
Compañero (a) trabajador (a): frente a los intentos de la derecha de capitalizar el último conflicto, al peligro concreto que el gobierno replantee el aumento del precio de carburantes y para que el proceso avance hacia el socialismo. No debemos permitir que el sentimiento de victoria del pueblo evapore. La COB debe canalizar esta energía. El mandar obedeciendo debe responder a las bases. La consigna de la democracia sindical cobra ahora aun más fuerza. El Congreso de la COB basado en delegados elegidos democráticamente en cada sindicato de base y lugar de trabajo es urgente. La COB debe lanzar a todo el pueblo la propuesta de la Asamblea Popular Nacional con delegados elegidos democráticamente y revocable por las bases de cada sector. La más importante lección de este conflicto es que solo con la participación y movilización consciente de las bases es posible reconducir hacia el socialismo el proceso de cambio, combatiendo eficazmente las corrientes procapitalistas del gobierno.
Fuente: El Militante (Bolivia)