Arresto del candidato opositor precipita crisis en Turquía Image: Twitter Share TweetEl miércoles 19 de marzo, Turquía se despertó con la noticia de una importante ronda de arrestos contra figuras de la oposición. Un centenar de políticos, periodistas y académicos fueron arrestados, entre ellos el alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu. Este último es el mayor adversario de Erdoğan y tenía previsto presentarse a las próximas elecciones presidenciales.Ante la creciente ira popular, Erdoğan se apoya cada vez más en la represión para mantenerse en el poder. Pero corre el riesgo de provocar una reacción de los trabajadores y los jóvenes. Y la reacción ya ha comenzado, con cientos de miles de personas tomando las calles.RepresiónEl miércoles por la mañana, la policía detuvo a un centenar de figuras destacadas de la oposición. Ya había habido rondas anteriores de detenciones en febrero, dirigidas a disidentes de izquierda, derecha y centro. Entre ellos había alcaldes y políticos locales; periodistas, activistas, artistas y académicos de izquierdas, algunos de ellos implicados en las protestas del parque Gezi de 2013; respetables políticos centristas; demagogos de derechas; e influencers de las redes sociales, ¡incluido un astrólogo que había predicho la derrota electoral de Erdoğan!Pero los acontecimientos del miércoles representan una escalada importante. Ekrem İmamoğlu fue uno de los detenidos. Es el alcalde de la ciudad más grande de Turquía, el político más destacado de la oposición y la segunda figura política más poderosa de Turquía después del propio Erdoğan. Durante años, el régimen había intentado ponerle trabas con una avalancha de investigaciones legales, pero siempre había logrado zafarse. Desde 2019, es alcalde de Estambul, lo que es un trampolín ideal para la candidatura presidencial. El propio Erdoğan fue alcalde de Estambul en la década de 1990. El domingo, İmamoğlu fue encarcelado formalmente y suspendido como alcalde de Estambul.El momento de la detención no es casual. İmamoğlu estaba a punto de anunciar su candidatura a las elecciones presidenciales en las primarias del kemalista Partido Republicano del Pueblo (CHP), previstas para el domingo 23 de marzo. Ya estaba en plena campaña. Las elecciones presidenciales están programadas oficialmente para 2028, pero es probable que haya una votación anticipada. Esto se debe a que, legalmente, Erdoğan no puede cumplir otro mandato a menos que haya elecciones anticipadas o se enmiende la constitución. Con el fin de bloquear la candidatura de İmamoğlu, los jueces complacientes de Erdoğan lo hicieron arrestar bajo cargos falsos de ayudar al grupo armado kurdo PKK y de formar «un grupo criminal». Anteriormente, la Universidad Estatal de Estambul había anulado el título universitario de Imamoglu. Poseerlo es requisito previo para presentarse a las elecciones presidenciales.Tras las detenciones, el gobernador de Estambul prohibió todas las protestas, concentraciones masivas y conferencias de prensa en la ciudad durante cuatro días. Se desplegaron miles de policías por toda la ciudad. Las autoridades cerraron las estaciones centrales de metro y otros puntos de transporte y acordonaron plazas y avenidas importantes. Se restringió el acceso a las redes sociales.La gravedad de estos acontecimientos es evidente. El presidente del CHP, Özgür Özel, ha dicho que esto equivale a un «golpe de Estado». Estas palabras han sido repetidas por otros partidos de la oposición, que se han unido contra el régimen. Estos acontecimientos han asustado a los capitalistas. El valor de la lira se desplomó el miércoles, y el banco central ha utilizado millones para estabilizarla. El valor del índice bursátil turco también se ha hundido. Los inversores temen que esta represión presagie inestabilidad y disturbios. Además, les preocupa que la única prioridad de Erdoğan sea su supervivencia política, que sitúa por encima de los intereses económicos de los capitalistas.Sin duda, los acontecimientos del miércoles representan un paso importante en la evolución bonapartista del régimen de Erdoğan. No es impensable que el régimen dirija ahora sus cañones contra el CHP en su conjunto. Su último congreso ya está siendo investigado. Pero al utilizar estos métodos de mano dura, Erdoğan corre el riesgo de abrir la caja de Pandora, provocando un movimiento de masas contra su podrido régimen.Crisis del régimenDurante varios años, el régimen turco ha estado en una profunda crisis. Erdoğan lleva en el poder desde 2002. En sus primeros años, se benefició de unas condiciones económicas favorables. Las cosas empezaron a cambiar con la crisis de 2008. La posición de Erdoğan se vio seriamente sacudida por las protestas masivas del parque Gezi en 2013. En 2014-16, este estado de ánimo de oposición encontró su expresión en el auge del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), de izquierdas y prokurdo.Sin embargo, la represión que siguió al movimiento Gezi, el desbordamiento de la guerra civil siria, la consiguiente crisis de refugiados y el reinicio del conflicto kurdo en 2016 paralizaron la protesta popular. Lo más importante es que Erdogan sobrevivió a un fallido golpe militar en julio de 2016, al que siguió una brutal represión. Lo utilizó para reforzar su control sobre el aparato estatal, que fue purgado a fondo. Esto supuso un golpe decisivo para el antiguo establishment kemalista que había dirigido la república desde su nacimiento. El ala de Erdogan de la clase dirigente estaba ahora firmemente al mando.Mientras tanto, el golpe de Estado confundió y desmoralizó a la clase trabajadora y a la juventud. La protesta popular disminuyó durante varios años. Sin embargo, el estado de ánimo comenzó a cambiar después de la pandemia. Turquía se sumió en una profunda crisis social, con una dramática espiral inflacionaria que pulverizó los salarios. La inflación ha estado afectando a todos los países capitalistas desde la pandemia, pero aquí se ve agravada por la obsesión de Erdoğan por los bajos tipos de interés, que proporcionaron crédito fácil a sus compinches del sector inmobiliario. En 2024 dio un giro de 180 grados a estas políticas, estabilizando en cierta medida el valor de la lira y «enfriando» la economía mediante una dura austeridad. Esto encantó a los capitalistas, pero las condiciones de vida de los trabajadores y los pobres han seguido deteriorándose. La vida también se ha vuelto más difícil para la pequeña burguesía. Esto provocó un fuerte aumento de los sentimientos de oposición en la sociedad.Los años 2022-23 vieron un aumento sin precedentes en el número de huelgas. En el plano electoral, la ira popular se reflejó en la ajustada victoria de Erdoğan en las elecciones presidenciales de 2023, que ganó por los pelos utilizando todo tipo de trucos sucios.Las elecciones locales de marzo de 2024 fueron un golpe para Erdoğan, cuyo Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) perdió todas las ciudades importantes, incluidas Estambul, Ankara, Bursa y Esmirna, así como bastiones históricos del AKP en Anatolia como Denizli. El CHP kemalista comenzó a superar al AKP en las encuestas de opinión.Después de más de veinte años en el poder, Erdoğan está perdiendo su control. Esto explica la actual ola de represión. En el congreso del AKP en marzo, Erdoğan prometió ocuparse del «problema de la oposición que envenena la democracia». Al arrestar al líder del CHP, el régimen señala que está dejando de fingir una democracia burguesa. Está decidido a permanecer en el poder cueste lo que cueste, incluso si es mediante la fuerza bruta.No solo está en juego el futuro personal de Erdoğan, sino también el denso entramado de nepotismo e intereses creados alimentados por 23 años de gobierno del AKP. Esta es una decisión trascendental, pero Erdoğan es un operador inteligente que debe haber sopesado sus opciones cuidadosamente.En parte en un intento de dividir y confundir a la oposición, se ha involucrado en un nuevo proceso de paz con el líder kurdo del PKK, Abdullah Öcalan. A finales de febrero, este último pidió el fin de la lucha armada y la disolución del PKK. Se trata de un gesto histórico. Para conseguirlo, Erdoğan debe haber ofrecido algunas concesiones, aunque sean superficiales.Se trata de un intento de dividir a los kemalistas de los nacionalistas kurdos, que habían formado un pacto fáustico contra el AKP. El voto kurdo es crucial, no solo en las zonas de mayoría kurda del sudeste, sino en todos los grandes centros urbanos. Además, los diputados kurdos son los que deciden en un parlamento que está muy dividido entre el AKP y los kemalistas. Calculando que el supuesto fin del conflicto kurdo ayudaría a desvincular a los kurdos de los kemalistas, se sintió más seguro para atacar a estos últimos.Esto es típico de Erdogan. Hace solo unos años, cuando el movimiento kurdo y el HDP se estaban convirtiendo en un foco de sentimientos antisistema, Erdogan formó un frente unido con el CHP y lanzó una guerra brutal contra los kurdos en Turquía y en Siria. En el proceso, también prohibió el HDP y arrestó a sus líderes. Ahora está intentando la combinación inversa.Erdoğan también tiene en mente el contexto internacional. El poderoso ejército y la industria militar de Turquía son activos útiles para la actual campaña de rearme de los imperialistas europeos. Erdoğan está jugando esta carta para fortalecer su posición frente a la UE. Aunque Bruselas ha emitido sus habituales protestas por la detención de İmamoğlu, es poco probable que el autoritarismo de Erdoğan se interponga en su acercamiento.Turquía también se ha convertido en el principal agente de poder en Siria tras la caída de Assad, donde también hay mucho en juego para los europeos (empezando por la cuestión de los refugiados sirios). La resolución del conflicto kurdo en casa facilitará presumiblemente un acuerdo con los kurdos sirios y reforzará aún más su posición en Damasco.También espera desempeñar un papel en el acuerdo de paz de Ucrania y ganarse el favor de Trump y Putin. Erdoğan siente que es lo suficientemente fuerte a nivel internacional como para embarcarse en una importante campaña represiva dentro de Turquía. Como dijo el Financial Times: «La nueva importancia de Ankara para la defensa europea, junto con el regreso de Trump a la Casa Blanca, pueden haber sido factores que envalentonaron a Erdoğan [...] para actuar contra su principal rival».La táctica de Erdoğan, sin embargo, es muy arriesgada. Aunque los medios burgueses se refieren a él como un «hombre fuerte», los cimientos de su régimen se han vuelto muy frágiles. Las detenciones han generado una protesta generalizada.El miércoles por la tarde, cientos de estudiantes de la Universidad de Estambul marcharon por el campus y se enfrentaron a la policía. No solo protestaban contra la represión estatal, sino también contra el papel de la administración universitaria en la anulación del título de İmamoğlu. El movimiento estudiantil se extendió a otras universidades de Estambul, Ankara y otras ciudades. Por la noche, se produjeron protestas masivas en Estambul y Ankara, a pesar de la prohibición de protestas y las restricciones de transporte durante cuatro días. El movimiento continuó y se extendió durante el fin de semana, con cientos de miles de personas tomando las calles en todo el país a pesar de la brutal represión policial.Además, si Erdoğan estaba dispuesto a abrir una brecha entre el prokurdo Partido de la Igualdad y la Democracia (DEM) y el CHP, este ataque solo ha conseguido acercarlos. De hecho, la supuesta conexión de İmamoğlu con el PKK está relacionada con su colaboración con el DEM, que ahora espera ser el siguiente en la lista de represión.En resumen, la reacción popular ya ha comenzado y sus consecuencias son imprevisibles. Esto es lo que más temen los capitalistas, en Turquía y en el extranjero. Mientras escribimos, las protestas se desarrollan rápidamente. Los estudiantes están a la vanguardia del movimiento. Esto no es una coincidencia. Es una capa fresca que no lleva la carga de la derrota de la lucha del Parque Gezi y no vivió la represión que siguió al golpe de Estado de 2016.La oposiciónSin embargo, el factor que más pesa en la mente de Erdoğan es la impotencia de la oposición. Cuenta con su incapacidad para oponer una resistencia seria. Esta impresión no es infundada.El CHP se ha disparado en las encuestas de opinión y ha obtenido muy buenos resultados en las elecciones locales del año pasado. Pero su ascenso indica un rechazo a Erdoğan más que un apoyo masivo al partido burgués tradicional de Turquía. İmamoğlu es un político capitalista cuyo programa económico no difiere fundamentalmente del de Erdoğan. Es empresario y su familia es propietaria de una gran empresa inmobiliaria. El CHP denuncia a Erdoğan por socavar la constitución, la república, el laicismo y la democracia (burguesa). En una palabra, defiende el antiguo statu quo que existía antes de Erdoğan.A su vez, el AKP ha cultivado el apoyo entre los segmentos religiosos y conservadores de la población, que se habían visto alienados por las políticas secularistas tradicionales de los kemalistas (aunque últimamente el AKP ha perdido apoyo incluso entre estos estratos). Se trata, en esencia, de una versión turca de la política de identidad, que divide a la clase trabajadora en secularistas e islamistas.La única forma de superar esta división es a través de la política de clases: uniendo a todos los trabajadores, independientemente de sus creencias religiosas, en torno a un programa socialista de transformación social radical, contra los explotadores capitalistas y sus representantes políticos, ya sean kemalistas o islamistas. El problema es que la izquierda turca (y kurda) que podría presentar un programa de este tipo ha hecho seguidismo respecto al CHP, en un esfuerzo por desbancar a Erdoğan en las elecciones. Con la izquierda apostando todo a una victoria electoral del CHP, las movilizaciones callejeras se han vuelto poco frecuentes en los últimos años, incluso en un contexto de ira hirviente, huelgas y conflictos industriales. Esto es la política del mal menor a la turca.No tenemos simpatía por İmamoğlu, un político burgués que sirve a los intereses de la clase capitalista. Sin embargo, su arresto es un grave ataque contra los derechos democráticos, que se volverá contra los trabajadores y los jóvenes. Es deber de la clase trabajadora contraatacar. Pero debe hacerlo utilizando sus propios métodos y confiando en sus propias fuerzas.Unirse al CHP es una fórmula segura para la derrota. Sin embargo, las declaraciones de los líderes de izquierda después del miércoles indican que esto es exactamente lo que pretenden hacer. El DEM no emitió consignas independientes, pidiendo abstractamente «democracia, democracia, democracia».De manera similar, el Partido de los Trabajadores (TIP) hizo un llamamiento a «la gente a alzar la voz contra este ataque». Las tres demandas del Partido de los Trabajadores son «democracia municipal, el derecho a la resistencia pacífica en el movimiento Gezi, el derecho a recibir noticias en la prensa y en las redes sociales», algo que el CHP podría suscribir. Su secretario general celebró una reunión pública con los líderes del CHP.A su vez, la federación sindical DİSK emitió una declaración que dice muchas cosas correctas, argumentando que el objetivo de la represión de Erdoğan es, en última instancia, aumentar la explotación de la clase trabajadora. Sin embargo, de nuevo, no proponen ninguna consigna clara, más allá de «unirnos por la justicia, la democracia y nuestro país». Su dirección también visitó las oficinas del CHP para ilustrar su estrecha relación. Sorprendentemente, no están convocando una huelga general.Estas políticas solo ayudan al CHP a mantener la iniciativa, que utilizará para intentar descarrilar el movimiento. Aunque el CHP se refirió a la detención de İmamoğlu como un «golpe de Estado», en la práctica ha hecho muy poco para resistirse a él. En los días anteriores, invirtieron mucha energía en las primarias de su partido el domingo, que abrieron a todos los ciudadanos como un acto de desafío contra la detención de İmamoğlu. En las primarias, votaron 15 millones de personas, de las cuales 13 millones no eran miembros del partido. Esta es una cifra muy alta que indica la oleada de ira popular. Sin embargo, sigue siendo un gesto simbólico que ahora debe respaldarse con acciones.El CHP ha pedido que continúen las manifestaciones, pero claramente no están preparados para convertir las protestas en un movimiento de masas que derribe el régimen. Esto tiene que ver con el carácter de clase de los líderes del CHP. Todos ellos son políticos burgueses. Toda su perspectiva los lleva hacia una batalla estrictamente legalista, simbólica e institucional. Pero esto no representa una amenaza real para Erdoğan. Si el movimiento se contiene dentro de los límites de las manifestaciones rutinarias y los votos simbólicos, la derrota es casi segura.Lucha de masasLas masas en la calle ven a través de la incapacidad de los kemalistas. Los líderes del CHP fueron abucheados en mítines en Estambul y Ankara, después de exhortar a los manifestantes a concentrar todas sus energías en las primarias del domingo. Estos respondieron acertadamente que «la solución está en las calles, no en las urnas». Del mismo modo, el CHP se opuso a la iniciativa de los manifestantes en Estambul de marchar hasta la céntrica plaza Taksim, pidiendo que las concentraciones se mantuvieran confinadas a la zona de Saraçhane.Los kemalistas tampoco son capaces de aprovechar la energía del pueblo kurdo, que resultará crucial en esta lucha. Hace solo unos días, el alcalde del CHP de Ankara (un nacionalista turco reaccionario) llamó a la bandera kurda «trapo», provocando una comprensible indignación durante las celebraciones del Newroz kurdo, en las que el mensaje del secretario general del CHP fue abucheado.Turquía está entrando en una lucha decisiva. Su resultado se decidirá en una batalla entre fuerzas vivas. Existe la posibilidad de derrotar a Erdoğan, y la forma más segura de hacerlo es mediante la movilización masiva en las calles, organizada a través de comités en cada barrio, campus y lugar de trabajo. Las protestas deberían conducir a una huelga general, en la que la clase trabajadora pueda utilizar su inmenso poder para poner de rodillas al régimen. La lucha contra el régimen de Vučić en Serbia y contra Mitsotakis en Grecia debería servir de modelo.Un movimiento así debe estar armado con un programa revolucionario para la transformación social. Huelga decir que una política así requiere una ruptura con los vacilantes líderes del CHP, que harán todo lo posible para paralizar la lucha. La izquierda combativa, los sindicatos y el movimiento estudiantil solo podrán conquistar el liderazgo del movimiento si presentan sus propias consignas y su propio plan de acción.¡Abajo la represión!¡Libertad para todos los presos políticos!¡Abajo el régimen de Erdogan!¡Por movilizaciones masivas y una huelga general!¡Por la unidad de los trabajadores en torno a un programa socialista!