La Corriente Socialista Militante denuncia la campaña de desestabilización contra el gobierno impulsada por los sectores decisivos de los grandes empresarios, banqueros y terratenientes. Cualquiera sea la opinión que se tenga del gobierno, todo miembro consciente del campo obrero y popular sabe que los ataques que está sufriendo el kirchnerismo desde la derecha y desde el gran capital son consecuencia, no de los puntos débiles de su política, sino de los puntos fuertes de la misma a favor de los trabajadores y del pueblo pobre.
Hay que ganar la calle, Contra la reacción, ¡ni un paso atrás! - Editorial de Militante nro. 71
Esos sectores quieren un gobierno completamente adicto a los intereses del gran capital y de las mafias del aparato del Estado que cercene el gasto social y los derechos democráticos, y que reprima sistemáticamente las protestas populares, siguiendo el ejemplo de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires.
Por ahora “no les da el cuero” para derribar el gobierno o forzar su renuncia. La oposición política en el Congreso está desarbolada, y carece de dirigentes con una mínima autoridad. El gobierno, en cambio, mantiene un apoyo sólido en los sectores populares. De ahí que la oposición patronal se haya lanzado a una campaña frenética en sus medios masivos de comunicación a fin de enloquecer a la clase media y a la capa de trabajadores caracterizados como aristocracia obrera y politicamente atrasados, para movilizarlos activamente contra el gobierno.
La campaña desestabilizadora y el 7D
Dentro de esta campaña se destacan los cacelorazos reaccionarios, con movilización, del 13 de septiembre y del 8 de noviembre, la campaña histérica contra la presidenta Cristina con insultos y descalificaciones, o la manipulación y utilización del conflicto surgido en las fuerzas de la Prefectura y la Gendarmería sobre haberes mal liquidados. En todos ellos se demostró la participación de personeros del PRO, de la UCR, y de la derecha peronista. A esto se añadió el secuestro durante 24 horas de Alfonso Severo, simpatizante kirchnerista y testigo en el juicio que se sigue contra la cúpula de la Unión Ferroviaria por el asesinato del militante del PO, Mariano Ferreyra; y el oscuro episodio de la retención de la Fragata Libertad en Ghana, África, ante el reclamo judicial de fondos buitres por la deuda externa impaga.
Es claro que un motivo principal de toda esta campaña es la efectiva entrada en vigor de la, hasta ahora, proscripta Ley de Medios. Esta Ley entraría plenamente en vigor el 7 de diciembre (7D), por decisión de la Corte Suprema de Justicia, y obliga a grupos monopólicos como Clarín a desinvertir en una parte sustancial de sus negocios, al obligar la ley que sólo un 33% del espectro audiovisual esté en manos de empresas privadas. No es sólo un asunto de negocios, sino del control de la información y del monopolio ideológico de masas. Con su campaña de acoso, Clarín y quienes lo apoyan, pretenden provocar la máxima desestabilización social para obligar al gobierno y al aparato judicial a dar marcha atrás en la plena entrada en vigor de esta ley.
Las debilidades del oficialismo
Los intentos imposibles del gobierno por conciliar los intereses opuestos de empresarios y trabajadores, y gestionar un sistema capitalista basado en la explotación de los trabajadores, sumados a los efectos de la crisis económica internacional, generan insatisfacciones en la clase trabajadora y la juventud. Esto es lo que explotan demagógicamente la oposición de derecha y su prensa para tratar de descalificar al gobierno. Los recortes públicos, más agudos en las provincias, la Ley Antiterrorista (que duplica las penas en los supuestos actos terroristas), la nueva Ley de accidentes en el trabajo (casi igual de regresiva que la anterior), la Ley de Semillas (que favorece los negocios de la multinacional Monsanto), entre otras; deben ser revertidos con la lucha y la movilización. Debemos resistir todo retroceso en lo conseguido y luchar porque la crisis la pague el gran capital.
Tampoco aceptamos el sometimiento de toda disidencia interna o practicar la autocensura en las críticas a determinadas políticas oficialistas con la excusa de no debilitar al gobierno y no hacerle el juego a la derecha. A la derecha se le hace el juego con políticas que van contra los intereses de los trabajadores, y son la ausencia de la crítica interna y el no reconocimiento público y honesto de los errores lo que amplía el eco de la crítica demagógica de la derecha y de sus medios de comunicación mentirosos.
Pese a todo, no vamos a caer en la trampa. Jamás marcharemos del brazo de nuestros enemigos y sabemos de qué lado de la barricada estamos. Frente a la arremetida de la derecha nos posicionamos junto al gobierno y los millones de trabajadores y jóvenes que lo sostienen.
El papel vergonzoso de la oposición “de izquierda”
Nos parece lamentable la posición de algunos sectores de la izquierda y del movimiento sindical que aparecen confundidos y entrelazados con los peores enemigos de la clase trabajadora, para su mayor vergüenza y oprobio, cuando ubican al gobierno como el enemigo principal, mientras permanecen mudos ante los empresarios y la oposición de derecha. Tal es la política “obrera”, “progresista” o de “izquierda” de gente como Moyano y Micheli, del FAP de Binner y De Gennaro, del Proyecto Sur de Pino Solanas, o del FIT de PO y PTS. Casi todos ellos, junto al MST, el PCR, y sectores del FIT como Izquierda Socialista, han llegado tan lejos en su degeneración política como para apoyar los cacelorazos y movilizaciones reaccionarias impulsados por la derecha y sectores progolpistas. El mismo papel pernicioso lo jugaron muchos de ellos en el “conflicto del campo” donde se alinearon con los terratenientes de la Sociedad Rural. Y estas damas y caballeros tienen el descaro de indignarse cuando son acusados de ser funcionales a la derecha …
Pero esto no es casual. Su reacción sectaria y ultraizquierdista desenfrenada se corresponde con el estado de ánimo histérico típico de la pequeña burguesía, y expresa la claudicación de las direcciones de todos estos grupos y movimientos a la presión de la “opinión pública” burguesa y pequeño burguesa. Refleja el medio social del que proceden y en el que conviven estas direcciones, y su aislamiento de las masas de la clase trabajadora.
Ganar las calles
Los sectores decisivos de la burguesía están resueltos a llevar al país a la mayor desestabilización posible. Sería un error subestimar el peligro que se deriva de esta situación y por eso queremos alertar de la reacción tibia y vacilante de la dirección kirchnerista antes estos acontecimientos. No hay que dejarse ganar la calle, ni antes ni después del 7D. El movimiento obrero y popular debe mostrarle los dientes a la reacción y dejarle claro que no está dispuesto a retroceder ni un milímetro en sus posiciones. La debilidad invita a la agresión. La pequeña burguesía es ruidosa pero inconsistente. Una actitud firme de los trabajadores y demás sectores populares disgregaría rápidamente sus filas y la escindiría, atrayéndose a sus sectores inferiores.
La base obrera y popular del kirchnerismo, a través de sus organizaciones, debe tomar la iniciativa sin esperar consignas desde arriba, y organizar una movilización nacional en las calles para enfrentar la campaña reaccionaria de la burguesía y de sus medios para defender las conquistas acumuladas, mientras exige al gobierno que no transija ni dé marcha atrás en ninguna de ellas. Al mismo tiempo, debería apelar al conjunto del movimiento obrero y popular, adentro y afuera del kirchnerismo, en un frente único y así enfrentar juntos la arremetida de la reacción de derecha, patronal y proimperialista.
No hay tiempo que perder. La voz de orden debe ser ¡a la calle! Contra la reacción: ¡Ni un paso atrás!
Source: El Militante (Argentina)