Hace nueve años todo el mundo quedó conmocionado por los dramáticos ataques suicidas a las Torres Gemelas en Nueva York. Ese evento fue utilizado posteriormente como una excusa para aumentar masivamente el gasto en armas, para invadir Afganistán e Irak y para intensificar las operaciones militares en otras partes del mundo, todo encapsulado en la idea de la "guerra contra el terrorismo". Hoy, el mundo, lejos de ser un lugar más seguro, se ha vuelto más inestable y más peligroso. Esto es un claro síntoma de la enfermedad que aqueja al capitalismo en su fase senil.